miércoles, 30 de noviembre de 2011

MALOS TIEMPOS - CARLOS SALCEDO ODKLAS

Todo se desmorona. Todo va mal. Estoy tumbado en la cama de mi habitación de alquiler, no he pagado la mensualidad y no se cómo voy a hacerlo. No tengo tabaco. Ni drogas. Me queda medio litro de cerveza marca emdbrau. Me acompañan los cascos vacíos de diversas botellas. Su tristeza y la mía se hermanan. La tristeza de un casco vacío, testigo mudo de un momento mejor. También me acompaña el ruido de la calle y el ruido de la vida y padecimientos de los habitantes del resto de habitaciones, que principalmente se reduce a sonidos provenientes de televisores o radios coronados con algún suspiro ocasional. Yo, afortunadamente, no tengo tele. Tampoco tengo nada de comer. Eso sí, tengo varios libros tirados por los suelos. Una biografía de Wittgenstein y Popper, las meditaciones de Marco Aurelio, el último Vinalia Trippers, a tumba abierta de Oriól Romaní en edición fotocopiada, uno de relatos y poemas de Bukowski, la cámara de niebla de Xen Rabanal, también está Tom Wolfe por ahí tirado. Alimento para el espíritu no me falta, más o menos digerible, ¿pero quién le explica a mi impaciente estómago que ruge furioso este desequilibrio entre mente y cuerpo? Quizá pueda intentar comerme el de Tom Wolfe, creo que ciertos insectos se alimentan del papel, la comida enlatada de perros y gatos también contiene un cierto porcentaje de celulosa, me parece recordar que un 0.7%, no hay que pasar por alto la fuente energética de ese grueso tomo, 460 deliciosas páginas, quizá con mayonesa....Aunque de la celulosa no se puede extraer energía ahora que lo pienso, solo es útil como digestivo, volvemos a necesitar algo que digerir, es una calle sin salida.
Escribo esto con la esperanza de sortear la locura y el suicidio durante un rato, un día más, no se muy bien por qué. Intento no darme por vencido, pero es bastante difícil.
El tema está así ahí fuera: Las calles se llenan de mendigos. El paro aumenta cada día en una sociedad hundida en una profunda crisis económica. La gente sueña con conseguir un curro de esclavo mientras los bancos se llevan todas las ayudas económicas en un vano intento de perpetuar un sistema inviable que agoniza. Estamos sembrando las semillas de un futuro de dolor, pobreza y desigualdad en una tierra presente cada vez más árida. Revueltas, protestas, frustración, dolor, todo ello forma parte de los indignados. El pasotismo, la autocomplacencia, la indiferencia y el egoísmo forman parte de los beneficiados. Mientras, la policía carga contra los ciudadanos. La gente se sumerge en su estupidez. Sus culos engordan frente a la televisión mientras sucios reptiles les recortan los derechos y libertades en oscuros despachos al amparo de la noche. Ya todo el mundo sabe lo que es un E.R.E. Nos aguarda el desastre nuclear, o el climatológico, la ley de la selva, cabezas cortadas, miembros amputados, latas de conserva, hogueras a lo lejos que presagian amenazas. No es una situación irreversible, el futuro depende de nosotros, de nuestra capacidad de lucha, hay una mínima esperanza, siempre la hay, pero, lo siento, no tengo ninguna fe en el ser humano, soy schopenhaueriano. El puto Mad Max se aproxima irrefrenable mientras moscas se posan en los ojos de niños con vientres hinchados y niñas sorben esperma de viejos en yates de Marbella. Yo estoy en medio de toda esta mierda sin saber cómo ni por qué.
Era un técnico de laboratorio respetado y aposentado. También era cocainómano. Ahora ya no hay nada de eso. Hace casi tres años que no trabajo, para bien o para mal, y es un misterio y un milagro cómo sigo aquí escribiendo esto. El principal motivo es que no me llega la pasta para comprar una pistola y no veo claro lo de arrojarme al vacío ya que vivo en un primero. Opto por tirarme un pedo solitario y triste que huele a vacío en lugar de a alimentos digeridos. Nada que digerir. Un callejón sin salida.
Hace unos días me dieron tres gatitos recién nacidos, su madre murió al darlos a luz. Tuvo seis, sacrificaron a tres y el veterinario me dio a los otros tres para que intentase sacarlos adelante advirtiéndome de que era una tarea casi imposible. Las probabilidades de éxito eran prácticamente nulas. La mortalidad en gatitos huérfanos ronda el 70%, quizá más. No obstante decidí intentarlo, al fin y al cabo, en mis delirios, me creo capaz de todo. Les compré una leche especial a base de proteínas lácteas y aceite de pescado, similar a los batidos de los culturistas, el pack incluía un biberón y dos tetillas, cogí todo y lo llevé a casa de mi chica. Su casa era más acogedora que mi cuartucho de alquiler y sus padres estaban de vacaciones así que era la opción más lógica. Había que darles de mamar cada dos o tres horas y hacerles mear y cagar pasándoles un algodón húmedo por el culo y dándoles masajes, imitando los lametones que debería darles su madre. Resumiendo, había que imitar una vida que sigue su curso de forma normal, crear un sucedáneo de normalidad, engañar.
Jodidas bolitas de pelo inocentes. Seguimos los pasos al pie de la letra, tuvimos éxito y nos emocionamos cuando empezaron a mamar del biberón, pero a los pocos días se nos murió el primero, uno blanco con un mechón rubio. Fue un día triste, muy triste. Fuimos a enterrarlo a la orilla del río, en un sitio bastante bonito, rodeado de vegetación, un pequeño oasis en medio de la urbe, mucho más hermoso del sitio donde acabaremos todos nosotros. Mi chica y yo lloramos como unos cabrones ese día. No podía dejar de pensar en su triste y breve vida, venir al mundo huérfano para acabar muriendo a los pocos días sin siquiera haber llegado a abrir los ojos, con un biberón en lugar del pecho de una madre y una botella de agua caliente en lugar del calor del cuerpo de una madre ¿qué sentido tenía algo así? ¿Qué clase de mierda de vida es ésa? ¿Y ésta?
Los otros dos evolucionaron mejor. Resultaron ser un macho y una hembra preciosos. Cuando al fin abrieron los ojos fue un momento muy emocionante, también empezaron a desarrollar cada uno su propia personalidad. Nos llenaba ver todo el proceso. La hembra era temeraria, un poco tonta, ansiosa y muy pesada, sobretodo a la hora de comer y cagar. El macho era tranquilo, callado, inteligente y con el porte de un aristócrata. A mi chica y a mí nos vino que te cagas tenerlos ya que no atravesábamos nuestro mejor momento, últimamente discutíamos mucho más que antes, por multitud de chorradas, estábamos tensos y paranoicos y el cuidado de los cachorros marcaba una tregua y nos hacía tranquilizarnos y enternecernos, supongo que activaba algunos de nuestros ancestrales instintos paternofiliales. Nos metimos en una rutina sencilla y feliz, cuidar a los gatitos, saquear la nevera de sus padres, fumar maría, dormir juntos... Una rutina plena, sencilla y agradecida...Casi olvidé mi situación metido en aquella burbuja, ya no me acordaba de mi nevera con eco y el ruido de los pedos y eructos de las habitaciones colindantes. Pero, ay, nada dura eternamente. Los padres de mi chica volvieron de sus vacaciones y los gatos y yo tuvimos que salir de allí escopetados antes de que nos vieran, huimos como fugitivos en mitad de la noche. Me los traje al cuartucho. Ellos no hacían mucha vida más allá de su pequeña cuna así que no se quejaron del desorden y la suciedad, sus necesidades me mantenían ocupado y su presencia me hacía compañía en las frías noches de lectura y meditaciones pesimistas, tenían ya veinte días, estaban gordos y hermosos, lo habíamos logrado, habíamos sorteado a la estadística.
Estaba tumbado en la cama jugueteando con ellos, mi chica había quedado con unas amigas para tomar algo y hablar de sus cosas. La gatita hembra no estaba con el animo habitual, se encontraba mucho más apagada, como ya he dicho era un animal muy inquieto, ahora en cambio estaba acurrucada y apática, estaba claro que algo no marchaba bien, quizá una ligera indigestión, no tenía ganas de comer y tampoco había logrado hacerla cagar, además se quejaba sonoramente cada vez que lo intentaba, un quejido extraño, triste, de derrota, de mal rollo. Cogí su pequeño cuerpo peludo de pocos gramos y lo coloqué sobre mi pecho para darle calor, agarré su cabecita e hice que me mirara fijamente.
-Oye tía, ni se te ocurra morirte, ¿me oyes? Estoy aquí contigo. Ya verás, te buscaré un bonito hogar, serás feliz. Te lo prometo. Cazarás mariposas, vendrán gatos a verte al jardín.
Su mirada era una mezcla de ternura y cansancio, emitió un suspiro y se acurrucó sobre mi pecho. No estaba bien e iba empeorando por momentos, emitía quejidos que te helaban la sangre, yo no sabía que hacer, llamé a mi chica.
-¡Hey!
-Oye tía, la gatita está mal, está empeorando, no sé que hacer, me estoy poniendo muy nervioso.
-Bah, seguro que no es nada.
-No sé, no me gusta, está jodida, en serio.
-Tranquilo, mira, vente, estoy aquí con estas, nos tomamos unas cervezas y te da un poco el aire que lo necesitas y luego ya veremos.
-No sé, no quiero dejarla sola, empeora por momentos.
En ese momento la gatita emitió un quejido estremecedor.
-Joder sí, ya la oigo.
-Ven aquí tía, que se nos muere.
-Vale, vale, tranquilízate, ahora voy para allá.
Colgué y continué acariciando al gato y poniéndome cada vez más nervioso. Llevaba unos días en mi cuartucho, fumando, bebiendo, sin poder dormir, dándole vueltas y más vueltas a mis problemas, todo eso no ayudaba a mi estabilidad mental, lo que menos necesitaba era que les pasase algo a los gatitos. Eran un asidero, un reto que había que superar para no sentir que mi vida era un gran vacío. Puede parecer que exagero, pero así era, no era solo el evidente cariño que les había cogido, era mucho más, una metáfora de algo mucho más grande. No hace falta que te diagnostiquen cáncer de colon para hundirte, son las mierdas del día a día, la nula esperanza, el futuro incierto, la sospecha del fracaso inminente e infinito. Y cuando estás al borde pierdes la perspectiva, pierdes el equilibrio, de ahí lo de desequilibrado. Tienes que agarrarte a pequeñas cosas que te hagan olvidar el atroz todo. La cordura necesita cimientos, asideros. En el caminar a través de la derrota lo más habitual es beber para olvidar, siempre ha sido la opción más divertida, aunque lógicamente buscar el equilibrio en la ebriedad es un contrasentido, un error típico que carece de importancia no obstante una vez sumergido en el acto en sí. Si crees tener algún talento también te agarras a eso, es más sano y consecuente. ¿Recuerdas lo que he puesto al final del primer párrafo? Son pequeños asideros para sortear la quizá inevitable locura. “Si, no tengo futuro y mi pasado es una mierda, toda una vida de frustraciones y pesares a mis espaldas. Me dieron consejos útiles, pero me creía muy listo. Ahora estoy aquí, tirado, sin un duro, en la miseria corporal y espiritual. Sí, es cierto, pero, ¡hey! He salvado a unos gatitos de la muerte. ¡Jódete!” Son pequeñas cosas como ésta, intentar hacer algo bien, intentar burlar un destino cruel y oscuro. Las pequeñas cosas son las que te salvan de la muerte, también son las que te pueden arrojar al abismo, ya lo dijo Bukowski en un poema llamado El cordón del zapato:

“...No son las cosas importantes las que
llevan a un hombre al
manicomio. Está preparado para la muerte o para
el asesinato, el incesto, el robo, el incendio,
la inundación.
No, es la serie continua de pequeñas tragedias
lo que lleva a un hombre al
manicomio...
no es la muerte de su amor
sino el cordón del zapato que se rompe
cuando tiene prisa...”

Finalmente llegó mi chica y me sacó un poco de toda esta espiral descendente.
-Hey, ¿qué tal cariño? He venido lo más rápido que he podido.
-Mal, muy mal, estoy mal, estamos mal. Tía, ¿tienes tabaco?
-Claro, toma. ¿Dónde está la gatita?
-Ahí.
-A ver...
La examinó pacientemente, la acarició.
-¿Cómo la ves?
-No sé, está mal, se nota, pero bueno, puede que solo sea una indigestión.
-No sé, puede.
-Joder Carlos, tú también tienes muy mala cara.
-Creo que me estoy volviendo loco al fin.
-Siempre has estado loco.
-Sí, pero me refiero a la parte que ya no es divertida.
-Deberías haberte venido, ¿cuánto llevas encerrado en este cuarto?
-Ya, pero no tengo ni un pavo.
-Joder, tranquilo, un par de cervezas te las puedo pagar yo, necesitas que te de el aire.
-Te lo agradezco, pero no soporto que mi chica de 20 años tenga que pagarme las cervezas.
-No digas gilipolleces anda, estás pasando por muchas cosas y aquí encerrado solo no vas a llegar a ninguna parte, solo a amargarte.
-De todas formas paso de moverme con el gato así.
-Lo podemos llevar al veterinario.
-¿A esta hora?
-Alguno habrá de urgencia.
-Joder, ¿tú sabes lo que cuesta eso?
-Y dale, Carlos, no te preocupes, yo lo pago.
-De eso nada. Mira, esperamos a mañana y la llevamos a primera hora al veterinario de mi hermana, el que me los dio, y así no me cobra.
-Como quieras.
-Joder, deberías haber venido antes, parece que te la suda.
-¡Oye, no la pagues conmigo eh! Tranquilito.
-Mierda, tienes razón, lo siento, estoy paranoico.
-Venga, cálmate, estoy aquí.
Me acarició el pelo y ambos, la gatita y yo, nos acurrucamos en su regazo. Por un instante las tinieblas se alejaron, ella podía hacer estas cosas. Era la mejor. La única. Acabamos durmiéndonos junto a ella.

Me pude haber despertado antes, pero no lo hice.

Cuando finalmente me levanté de la cama fui a ver a la gatita. Estaba muy débil, no había mejorado en absoluto, puede que incluso hubiese empeorado algo. Nos vestimos para ir al veterinario. Muy probablemente su estado de debilidad se debiera a que prácticamente no había comido en todo un día así que antes de irnos preparé un biberón. Cogí a la gatita en mi mano, era como un trapo, no tenía apenas fuerza. Intenté hacerla comer, no quería, apartaba la cara y se quejaba, la leche le caía por la cara.
-Venga tía, tienes que comer para ponerte bien.
Se resistía. Lo hice a la fuerza y conseguí introducir un poco de leche en su boca. Se la tragó y me miró fijamente. Su mirada era tristísima. Mientras me miraba emitió un profundo quejido y se murió. Ahí, en mi mano. Lo ví claramente, cómo se apagaba.
-Mierda, no.
-¿Qué pasa?- Preguntó mi chica mientras se vestía.
-Se nos ha muerto.
Dejé a la gata en la cama. Empecé a ver borroso. Me giré y pegué un puñetazo de rabia sobre lo primero que me encontré, que resultó ser el armario.
-¡Eh Carlos, creo que todavía está viva, la noto respirar!
-¿Seguro?
-¡Sí, venga, vámonos rápido!
Salimos del cuarto, nos montamos en el coche y fuimos a toda prisa al veterinario. Pasamos sin esperar pero ya llevábamos un cadáver. El veterinario sólo lo confirmó.
-Lo siento, ya os dijimos que con gatitos huérfanos es muy difícil sacarlos adelante.
-Pero si hasta ayer estaba bien.
-Pero con los gatitos es de un día para otro. Si queréis podemos encargarnos del cuerpo.
-No, gracias, iremos a enterrarlo.
-Como queráis.
Y allí nos fuimos, otra vez rumbo al río. Íbamos callados, sollozando, con la gata envuelta en una camiseta. Hacía un bonito día, la gente paseaba por los alrededores disfrutando de la mañana y el sol, con sus parejas, con sus mascotas, haciendo deporte, ajenos, lejos.
-Mierda, nunca pensé que haríamos este camino otra vez -Dijo mi chica.
-Yo tampoco, parecía fuera de peligro ya.
-Era tan bonita... Tenía pensado quedármela.
Se echó a llorar.
Nos adentramos en el borde del río y buscamos el lugar en el que habíamos enterrado al primero. Llevábamos un cuchillo para hacer el agujero y me puse a cavar deprisa, rabioso y frustrado, acuchillando a la madre tierra, a toda la naturaleza. Cuando estuvo hecho el agujero la metimos allí y la cubrimos para siempre. Se me empezaron a caer las lágrimas. Mientras mi chica buscaba una flor que poner encima de la tumba yo elevé mi vista al cielo.
-Tú, maldito hijo de puta, algún día me las pagarás, me las pagarás todas juntas, te lo prometo.
Dudo que me oyese, tampoco creo que lea esto.
Nos sentamos a fumar un cigarro, el sonido del agua nos arropaba. Yo, inevitablemente, pensaba en la muerte. La muerte de un animal, o de una persona, eran todas iguales, absurdas. ¿Por qué unos sobreviven y otros no? En este caso no había razones. Sin llegar a demostrar capacidad de adaptación alguna. Era una lotería. La jodida lotería de la vida. Absurda, sin razones, sin explicación. No había sentido ni causa. El caos, o el orden superior e indescifrable, lo mismo me da. Es el motor primordial. El marco. No conviene olvidarlo. La aparente fría crueldad de la muerte no es más que la sombra silenciosa bajo nuestros pies. Todos nos creemos eternos, perdemos el tiempo porque estamos convencidos de que nos queda una vida larga y plena, experiencias fascinantes por vivir, gente a la que conocer y amar, cosas que descubrir. Vivimos en una dulce mentira y nos acomodamos. Todo puede acabar bruscamente ahora mismo. Sin sentido. Sin causa. Sin explicación. Quizás no llegues a acabar de leer este relato, ¿a que no lo has pensado? Claro que no, te crees que te queda mucho por leer, mucho por vivir. Quizá no sea así amigo. Tu tiempo se acaba, nadie girará el reloj de arena cuando caiga el último grano. ¿Qué vas a hacer con tu insignificante puñado de arena? Una explosión de gas causada por el idiota del piso de abajo te lo puede arrebatar todo en unos minutos. O el tipo completamente derrotado porque tiene un pene pero nada que hacer con el, ningún sitio donde meterlo, y sale a la calle armado con una escopeta y la esperanza de no marcharse solo, no esta vez. O la señora que no ve el paso de cebra. O el fanático que se inmola en el metro para ir a un lugar mejor, casualmente lleno de vírgenes complacientes. O, simplemente, tu corazón que no aguanta ya más y decide pararse sin preguntar. Piensa en ello, a cada instante le toca a alguien, ¿por qué no ibas a ser tú? No eres mejor, ni más listo, y, aunque lo fueras, eso no importa una puta mierda. ¿Cómo quieres que te encuentre la muerte? ¿Fichando a las siete o abrazando a tu chica? ¿Fumándote un peta en el parque o viendo la tele? ¿En un centro comercial o viendo el amanecer? ¿Masturbándote o limpiando las cortinas? Yo por suerte lo tengo claro.

Por cierto, el tercer gatito está sano y precioso, es la monda.

® Carlos Salcedo Odklas

CON~CLAVE DE ROCK ROCK Y POESÍA

Tras el éxito de Con~Clave de Voz, este jueves a las 20:00 h. en el Rockola podrás disfrutar de un nuevo recital organizado por Con~Clave de Letras (Vicente Velasco y Joaquín Piqueras), en el que las notas del rock alternarán y acompañarán a los versos de los poetas que aparecen en el cartel. José Óscar López, Juan de Dios García, Diego Sánchez Aguilar, Joaquín Piqueras, Alberto Chessa, Antonio Aguilar, Juan Antonio Rubio y Manolo Condevolney, entre otros, harán su tributo a algunos de sus grupos y cantantes favoritos. Asimismo, contaremos con la actuación del grupo Don Simón y Garrafunkel. Versos, copas & rock´n`roll. Diversión asegurada.

martes, 29 de noviembre de 2011

EL ACOSADOR

Habías salido con tus amigas. Cuando llegaste a casa estabas pálida y temblabas como un flan.

- ¿Qué te pasa?
- Me han seguido.
- ¿Quién?
- Un hombre. Me ha estado siguiendo durante todo el trayecto a casa. Ven...

Cogido del brazo me llevaste hasta la ventana.

- …Es ese de allí.

Vi a un tipo corriente que caminaba tranquilamente por la acera. Eran más de las doce de la noche y no había nadie más en la calle.

- ¿Te ha hecho o dicho algo?
- Me ha estado siguiendo ¿te parece poco?
- Puede que vuestros destinos coincidiesen.
- Te digo que el muy guarro me ha seguido.
- No dudo de tu palabra, solo digo que si no ha hecho ni dicho nada que te incomodase, no sé por qué crees que te ha seguido.
- Las mujeres sabemos esas cosas, por instinto o por lo que sea, pero lo sabemos.
- Bueno, lo importante es que ya estás en casa y todo está bien.
- ¿Cómo que está bien? ¿Acaso piensas dejar que ese cabrón se vaya de rositas?
- ¿Qué quieres decir?
- ¿No vas a bajar a decirle algo?
- ¿Qué quieres que le diga?
- No sé, eso es cosa tuya,
- ¿En serio quieres que baje?
- Si no fueras un calzonazos ya estarías abajo cantándole las cuarenta a ese desgraciado.
- Pero tía, yo…
- Mira, ese tipo conoce donde vivo, no quiero encontrármelo otra vez, así que baja y dile que no vuelva seguirme. Y déjale claro que hablas en serio.

¿Calzonazos yo? Sentí que me ponías a prueba, querías saber si estaba dispuesto a defenderte. Mi virilidad estaba en entredicho. Bajé a la calle. Tú esperabas asomada a la ventana, no querías perderte ningún detalle. Viendo que yo no estaba muy convencido me presionaste para que le diese caza.

- Corre o no le vas a pillar.

Vi al tipo al fondo de la calle.

- Corre.

Corrí hacía él. Según me acercaba pensé en qué le iba a decir. No era cuestión de acusarle de acosador de buenas a primeras. Convenía ser diplomático e intentar solucionarlo todo de las mejores maneras. Por otro lado, se suponía que yo estaba allí para salvaguardar tu honor, o lo que fuera que fuese a defender. Tenía que mostrarme como un auténtico macho ibérico, seguro y agresivo. Claro que yo no me sentía seguro y mucho menos agresivo. A mí, la situación me parecía ridícula, y si estaba allí era porque tú, indirectamente, me obligabas a ello. Cuando faltaban pocos metros para alcanzarlo pude apreciar que el tipo en cuestión era más alto y corpulento que yo. No, si al final me van a partir la cara, pensé. Deseé dar la vuelta y regresar a casa, pero sabía que si me veías retroceder me tomarías por un cobarde. No me quedaba más remedio que abordar el tema con valentía y arrojo. No me lo pensé más.

- Eh, tú.

El tipo se volvió para responder a mi llamada. Ya no había marcha atrás. Cogí aire y me armé de valor.

- Oye ¿tú has estado siguiendo a…
- Hey, yo te conozco.
- …
- Tú eres Pepe Pereza.
- Sí.
- A qué estudiaste en el colegio Batalla de Clavijo.
- Sí.
- ¿Y no te acuerdas de mí?
- La verdad… tu cara me suena.
- Soy Cleto.
- Hostia Cleto, claro que me acuerdo… ¿Qué es viento? Las orejas de Cleto en movimiento.

Por aquel entonces, Cleto tenía unas orejas impresionantemente grandes y todos los chavales le tomábamos el pelo a cuenta de ello.

- Como puedes ver ya no tengo orejas de soplillo.
- Por eso me ha costado reconocerte.
- Joder, Pepe, cuánto tiempo. Dame un abrazo.

De pronto me acordé de que seguías en la ventana. Sabía que debido a la distancia no podías escucharnos, pero sí leer nuestras posturas corporales.

- Lo siento Cleto, no puedo, de hecho debo mostrarme agresivo contigo.
- ¿Por qué?
- Verás, mi novia piensa que la has estado siguiendo…
- ¿Qué?
- Es aquella que está asomada a la ventana.
- Yo no he seguido a nadie.
- Te creo. Lo malo es que ella está convencida de que sí, y te aseguro que no hay quien la haga cambiar de idea. Tiene la cabeza más dura que una piedra.
- Te juro que no la he seguido, voy camino de mi casa.
- Es lo que le he dicho, pero no ha querido escucharme. Me ha obligado a bajar a la calle para ajustarte las cuentas.
- Esto es ridículo.
- Lo mismo pienso yo. Verás, se me ocurre que podíamos fingir una pelea.
- ¿Estás de coña?
- Solo fingirlo, para hacerme quedar bien.
- ¿Me tomas el pelo?
- Venga Cleto, no te cuesta nada. Una pequeña pelea como en las películas. Encajas un par de golpes de mentira y sales corriendo. Hazme este favor.
- Que no, tío.
- Evítame un marrón con mi chica.
- Joder Pepe, ya somos mayorcitos para estas bobadas.
- Tío, hazme este favor.
- Eres la hostia.
- Por favor.
- Joder.
- Venga tío.
- Está bien, lo haré por los viejos tiempos.
- Gracias Cleto. Me libras de una buena.
- ¿Cómo lo hacemos?
- Qué tal un puñetazo en el estómago, otro en el mentón, te caes al suelo, y cuando avance hacia ti para seguir zurrándote, te levantas y huyes.
- Lo de tirarme al suelo no me convence.
- Vale, bastará con los dos puñetazos.
- Por mí bien, siempre y cuando tengas cuidado de no darme.
- Descuida, lo tendré.
- Eso espero.
- Bien, vamos a ello. ¿Estás preparado?
- Creo que sí.
- A la de tres ¿Vale?
- Vale.
- Una, dos y tres…

Después de aquello me recibiste como a un vencedor, con besos y abrazos. Era el premio por ser el macho más fuerte, el que, aparentemente, había meado más alto. Todo era un fraude, no obstante, la falsa demostración de testosterona te puso a cien. Esa noche me amaste como si fuera el mismísimo James Bond  después de haber salvado al mundo de la hecatombe.

® pepe pereza (del libro “Amores breves”)

A LA MEMORIA DE LOS PECES – ADRIANA BAÑARES CAMACHO

Copos de colores.
Copos deshechos en el fondo del agua.
Aquí nieva casi todos los días. Una vez por vida. Es mucho más de lo
que podamos recordar. Mucho más de a lo que nos podamos
acostumbrar.
Cuando olvidamos masticar nos limitamos a observar cómo se derrite la
nieve.
Los colores son diferentes entre sí.
Siempre nacemos
con el vientre vacío.

http://es.scribd.com/doc/74037018/A-la-Memoria-de-los-Peces-Adriana-Banares-Camacho

lunes, 28 de noviembre de 2011

HOTEL DESAFIO DE IÑAKI ESTEVEZ MUÑIZ

Hotel desafío de Iñaki Estévez Muñiz
¿Has estado alguna vez en el Hotel Desafío? Seguramente sí pero no te has parado a pensarlo.
Se dice que para escribir una autobiografía hay que coger distancia, dejar pasar el tiempo… el autor de los relatos Hotel Desafío no se da tregua y escribe de lo que sabe, de lo que vive…
Este es un libro de relatos cortos, verdaderas canciones escritas de las que no podrás dejar de ser parte. Escrito a ritmo de rock, personajes reales y de ficción se mezclan en una auténtica road movie contemporánea, compuesta de relatos relacionados que desgarran las vivencias de toda una generación.

Siempre resistía a caídas cada vez más precipitadas y pronunciadas. Alimentadas en descontroladas noches donde llegué a sufrir auténticos ataques de lo que terminé llamando bulimia sexual y que sin embargo no calmaban mi sed ni tampoco siempre la de ellas... Porque la mía, al menos, era otro tipo de sed. Una sed terrible que cada vez empezaba antes y que nunca llegaba a saciar…
Llegué a estar seco en ideas, en detalles. Como un vampiro: Vacío de colores que marcaran la esencia de cualquier momento.

ISBN: 978-84-15172-94-9
Primera edición: Noviembre de 2011
Medidas: (150 x 220) / 138 páginas
Editorial: Bohodón Ediciones
Género: Relatos
Idioma: Español
Precio: 12 €

domingo, 27 de noviembre de 2011

BIPOLAR - OLAIA PAZOS & AURORA RÍO

Bipolar
AUTOR: Aurora Río & Olaia Pazos
TÍTULO: Bipolar
PRÓLOGO: Carlos Salem
EPÍLOGO: Lino Braxe
TAMAÑO: 12 X 18 cm.
PÁGINAS: 92
FORMATO: Rústica
ISBN: 978-84-92560-24-0 PVP: 10€

CONCIERTO LIBERTAD 8

Miércoles 14 de DICIEMBRE a las 21:33 horas en LIBERTAD 8.
Acompañando a OLAIA PAZOS, LAURA PEDREIRA.

sábado, 26 de noviembre de 2011

BALANCES PARCIALES - FELIPE ZAPICO

Cuando ya nadie ama,
por cansancio
o temor a la catástrofe
me hago la VI,
con lluvia y sin luna,
hasta el mar.
La noche se diluye
con el sol oriente.
Y las pastillas producen su ansia,
cuando ya necesito otro trago
sólo un tapón de whisky.

Balances parciales" editorial Eolas, colección Sienne . A partir de la próxima semana se podrá pedir directamente desde la web o solicitándolo en cualquier librería.

Web de la editorial:

Plan de presentaciones:Noviembre 30. Badajoz. The Red Brick Gallery
Diciembre 16. Cáceres. La Machacona
Diciembre 29. León. Gran Café.
Enero 15. Toledo. The explorer's poet club.
Enero 19. Madrid. La Buena Vida.

Se puede hacer una visualización y lectura tanto de la cubierta como de las 15 primeras páginas del libro desde dos lugares, también se puede descargar.
ISSUU :
Scribd :

Aquí se puede descargar un dossier de prensa, para el que lo quiera leer.
ISSUU :
Scribd :

En Facebook puedes seguir toda la actividad de Balances Parciales:

EL CALLEJÓN DE LAS ALMAS PERDIDAS - WILLIAM LINDSAY GRESHAM (SAJALÍN)

EL CALLEJÓN DE LAS ALMAS PERDIDAS - William Lindsay Gresham
Sajalín presenta

El callejón de las almas perdidas empieza con la extraordinaria descripción de un abyecto espectáculo de feria cuyo principal reclamo es «el monstruo», alguien que ha caído tan bajo que está dispuesto a humillarse, por un trago de whisky, delante de un público ávido de sensaciones extremas. El joven Stan Carlisle, que trabaja en la feria ambulante, está convencido de que nunca acabará así. Es inteligente y ambicioso, y pronto descubre que puede engañar a cualquiera encontrando su punto débil. En poco tiempo se convertirá en un mentalista de primera, pero triunfar en una feria ambulante timando a pobres desgraciados no es suficiente para Stan, quien decide establecerse como falso reverendo y médium para estafar a ricos desesperados que ansían comunicarse con difuntos queridos a cualquier precio. Parece que Stan tiene el mundo a sus pies y que nada ni nadie puede detenerlo… al menos por ahora.

Traducción
Damià Alou
Prólogo
Nick Tosches
Colección
Al margen
1ª edición
10/10/2011
ISBN
978-84-938051-9-7
Páginas
444
Precio PVP
23,00 €

TRISTESSA - JACK KEROUAC (EDICIONES ESCALERA)

TRISTESSA

Autor: Jack Kerouac
PVP : 16,00 €
ISBN: 978-84-938363-7-5

Colección: PRECURSORES,
15 x 21 cm.
Rústica
112 páginas

Tristessa es el canto de amor platónico a una prostituta adicta a la morfina, pero es también el continente perfecto donde Kerouac acomete el más intenso y torrencial vertido de su llamada prosa espontánea. Estamos ante la única novela puramente mexicana de toda la Generación Beat. Un recorrido sin parangón por los bajos fondos del D.F. y por los alucinantes vericuetos de la mente de su autor. Esta edición cuenta con las estupendas ilustraciones de Dani Orviz e incluye un desplegable de regalo.

Ediciones Escalera, S.L.
C/ Embajadores, 4 (4º Dcha 1)
28012, Madrid
Tel: 91.468.39.43
info@edicionesescalera.com
http://www.edicionesescalera.com/

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BOLAÑO TRADUCIDO - WILFRIDO H. CORRAL (EDICIONES ESCALERA)

Bolaño traducido: nueva literatura mundial - Wilfrido H. Corral

Corral precisa los ángulos, distancia, tiempo y espacio necesarios para al fin tener una visión justa y necesaria del autor chileno, cuya historia vital no se ha contado
Uno de los críticos más lúcidos y valientes de la literatura latinoamericana, tal y como demuestra en este exhaustivo ensayo sobre la obra del escritor chileno

En Bolaño traducido se consubstancian El Maestro chileno, la crema de la crema (alguna cortada) de la interpretación y práctica de la «nueva» literatura mundial, influencias relegadas, la comercialización editorial, el papel de traductores y bestsellers, sentencias de varios nuevos narradores iberoamericanos y lectores y críticos obtusos, las nuevas tecnologías, Ciudad Juárez, detalles personales, y en particular el insólito y desconocido mundillo de las reseñas anglosajonas de cada libro traducido del apóstata que se hizo querer de todos.

Con Casanova, Benjamin, Kermode, novelistas mundiales como Borges, Vargas Llosa y John Banville, más Patti Smith y alguna estrella interpretativa, Corral se involucra tan exhaustivamente con su materia y sus avatares iberoamericanos que clasificar y juzgar ceden a una franqueza analítica y a un deslumbrante apego a las majestuosas obras de Bolaño. Así precisa los ángulos, distancia, tiempo y espacio necesarios para al fin tener una visión justa y necesaria del mítico autor de 2666 y Entre paréntesis, cuya historia vital no se ha contado.

Pancracio Montesol


Wilfrido H. Corral es uno de los latinoamericanistas más respetados y conocidos de su generación. Sus libros más recientes son Cartografía occidental de la novela hispanoamericana (2010) y El error del acierto (contra ciertos dogmas latinoamericanistas) (2006, 2012). Su trabajo también se concentra en teoría crítica y literatura comparada. Un producto de estos intereses es la seminal Theory’s Empire (Columbia University Press, 2005), que ha merecido 17 reseñas internacionales, entre ellas en The Wall Street Journal. Theory’s Empire fue seleccionado como Libro del Año en crítica por The Times Literary Supplement de Londres.

Autor de 11 libros y más de doscientos ensayos, notas críticas y reseñas, se especializa en narrativa hispanoamericana contemporánea, Monterroso y Vargas Llosa. Recibió su doctorado de Columbia University, enseñó en Stanford University y la University of Massachusetts-Amherst, y ha merecido dos becas Fulbright como Investigador Distinguido. Termina Nuevos maestros y discípulos, dedicado a narradores hispanoamericanos de los últimos quince años.


Título: Bolaño traducido: nueva literatura mundial
Autor: Wilfrido H. Corral
Género: Ensayo
Editorial: Ediciones Escalera
Publicación: noviembre de 2011
Formato: 15 x 21 cm
Encuadernación: Rústica con solapas
Páginas: 328
PVP: 18 €
ISBN: 978-84-939489-1-7
Colección: Icono Sur Nº: 4


Ediciones Escalera, S.L.
C/ Embajadores, 4 (4º Dcha 1)
28012, Madrid
Tel: 91.468.39.43

viernes, 25 de noviembre de 2011

FINALISTAS DEL 1 PREMIO INTERNACIONAL ANDRÉS SALOM

Finalistas del Premio Andrés Salom en categoría de Relato
El jurado de los I premios Andrés Salom- Ágora papeles de arte gramático, ya han decidido los relatos finalistas en la categoría C:
1. El árbol de Don Deogracias. Venancio Iglesias (Ágora 21).
2. Los relámpagos. Pepe Pereza (Ágora 22)
3. Pájaros negros en una antena para móviles de última generación. Salvador Blanco Luque (Ágora 24).

http://agoralarevistadeltaller.blogspot.com/



Hoy ha sido un día de gratas sorpresas, de primeras Cat Yuste me dedica un hermoso relato, luego me entero que soy uno de los finalistas del I Premio Internacional Andrés Salom en categoría Relato breve. Hace algunos meses entregué un relato a la Revista Ágora, pero no sabía que por eso optaba a algo, menos a un premio.
De todas formas gracias a la Revista Ágora.
Y a Cat Yuste por su relato.

EN LA ESCALERA – CAT YUSTE

EN LA ESCALERA
Bajamos la escalera, en penumbra. Tus dedos entre los míos, delgados, fríos.
Tiro de tu mano, no puedo más. Con vergüenza, bajo la cara y me apoyo en tu hombro. Levanta mi cara, pienso, bésame, ahora, ya.
Noto tu mano cogiéndome la cara, levantándola despacio, y tu boca jugosa acercándose a mí, me rozas.
Tus labios me besan marcando los míos con tu sabor. Lento, pausado. Un beso que se diluye en apenas unos segundos, intensos. El tiempo se para mientras nuestras bocas se disfrutan.
Tus dedos se enredan en mi pelo y mis brazos rodean tu cintura, tan delgada, tan esbelta
Te atraigo hacia mí. Nuestras bocas buscan saciarse la una en la otra.
Tus ansias me empujan contra la pared. Te pueden las ganas, nos pueden las ganas. Este beso llevaba mucho tiempo esperando ser dado, casi oscuras, en secreto.
Siento calor, un calor que puede conmigo. Se refleja en mis mejillas, me arde dentro, me invita a disfrutarte sin miedos, sin tabúes.
Oímos pasos en la escalera. Alguien baja. Como resortes, nos separamos, nos soltamos. Te separas lo suficiente para que aquello sea creíble, que parezca una simple e inocente charla.
María pasa entre las dos. Se sonríe. ¿Sabrá lo que ha pasado? No. No… ¿No?
—Volvamos con los demás.
Asiento con la cabeza. Me ofreces la mano, la cojo con fuerza y subimos la escalera.

(Dedicado a Pepe Pereza)

® Cat Yuste




*Gracias Cat por un detalle tan bonito como bueno es el relato.

CULT MOVIES EN CULTURAMAS

Cult movies. Películas para llevarse al infierno, de Vicente Muñoz Álvarez.
Por Juan Carlos Vicente.

La capacidad de trabajo de Vicente Muñoz Álvarez no deja de sorprenderme. Novelas, relatos, poesía, antologías, la revistaVinalia Trippers (también el blog homónimo), Hankover (blog en el que descubre nuevas voces de las letras) o Mi vida en la penumbra, su blog personal, son sólo algunas de las muestras de su trabajo y de su pasión por la literatura, el cine y las artes en general.
Su último libro, Cult movies. Películas para llevarse al infierno (Eutelequia, 2011) es una selección, recopilación y ampliación ad hoc para el libro, de las muchas reseñas, recomendaciones y perversiones cinéfilas que han ido apareciendo a lo largo de tres años en el blog Hankover.
Comenzando por la clásica Freaks (La parada de los monstruos) que inaugura el libro como maestra de ceremonias, nos ofrece un repaso, a modo de recordatorio, de muchas de las películas que, por su violencia, estética o temática, hemos ido catalogando con la denominación “cult”. Desde los alcohólicos de Días de vino y rosas, hasta la controvertidaAnticristo, pasando por el colorido terror italiano de los setenta, el cine de Peckinpah o los clásicos patrios como Arrebato o ¿Quién puede matar a un niño?, el libro ofrece un recorrido a través de un prisma nada académico con la única pretensión de la ampliación de la lista por medio del boca-oreja y la discusión frente a unas cervezas, lo cual, y después de cierta intensidad literaria que parece asolar al gremio en los últimos años, se agradece la parada, el reposo y el disfrute de estas pequeñas joyas malditas del celuloide.
Por último destacar la galería de pictogramas (imágenes entre la fotografía, la ilustración y el collage) de Julia D. Velázquez, el epílogo de José Ángel Barrueco (primera de las posibles discusiones cerveceras a las que me refiero sobre la inclusión de unas u otras películas en el libro) y el regalo del film Gritos en el pasillo, muestra patria de cine cuasi-lisérgico en el que un claustrofóbico sanatorio mental es el escenario dónde unos cacahuetes (sí, han leído bien) se ven envueltos en una trama de terror gótico.

Cult movies. Películas para llevarse al infierno.
Autor: Vicente Muñoz Álvarez.
Editorial : Eutelequia.
Pág: 156 (+ película Gritos en el pasillo).
P.V.P: 20 euros.

CULT MOVIES EN LA CRÓNICA DE LEÓN

CULT MOVIES en LA CRÓNICA DE LEÓN
Vicente Muñoz reseña en ‘Cult Movies’ las películas de su vida

El escritor leonés presentará su nuevo libro el próximo viernes en Artemis

L. Castellanos / León

A la vista de la trayectoria de Vicente Muñoz Álvarez, no hay duda de que es un hombre de acción. Impulsor de esa revista de culto que es Vinalia Trippers, autor de varios libros de poesía y narrativa o coordinador de diferentes antologías literarias, apenas se toma un respiro frente al hecho creativo y anda siempre enredado en mil y una aventuras. La última ha acabado traducida en un libro, ‘Cult Movies. Películas para llevarse al infierno’ (Editorial Eutelequia), que vivirá el próximo viernes en la Librería Artemis de León, a las 20 horas, su puesta de largo y luego el día 29, en la Fnac de Castellana, se presentará a los aficionados madrileños (19.30 horas).

‘Cult Movies’ es una recopilación de las reseñas de películas que el escritor leonés ha ido llevando a cabo a lo largo de los últimos años en el blog ‘Hankover:hijos de Satanás’. “No soy crítico de cine, soy narrador y poeta, y por lo tanto nunca me planteé escribir ensayos técnicos técnicos ni concienzudos sobre las películas seleccionadas, sino más bien comentarios apasionados de las mismas que impulsaran a los lectores del blog a videarlas sin complejos”, comenta Vicente a propósito de un libro que ha mantenido como único criterio de selección “las películas que más me habían impactado”. “No son las que yo considero las cien mejores películas de la historia, sino las que, desde mi punto de vista, merecen realmente el calificativo de ‘películas de culto’”, añade.

Concebido como un diario personal de cine, el centenar de reseñas publicadas y reelaboradas para la ocasión quedan subrayadas por la presencia de 32 pictoramas de Julia Velázquez (que se vinculan a algunos de los filmes retratados) y rematadas por un epílogo de José Angel Barrueco. Además, el libro incluye una copia de ‘Gritos en el pasillo’, cinta de animación de Juanjo Ramírez.


jueves, 24 de noviembre de 2011

MIS RELATOS EN CULTURAMAS

LLUVIA
Era por la mañana. Su mujer dormía cuando él salió de la casa acompañado de su hija de diez años. La rutina de los últimos meses. Llevar a la cría al colegio y, horas más tarde, pasar a recogerla. Vivían en una casa prefabricada a las afueras de una pequeña ciudad, rodeados de campo y vegetación. Por allí no pasaban autobuses. Si querían que la niña asistiera a la escuela no tenían más remedio que llevarla ellos mismos. Padre e hija montaron en el coche y se pusieron en marcha. La niña, como es natural, viajaba en el asiento de atrás con el cinturón de seguridad puesto.

- ¿Papá?
- Dime.
- ¿Qué es ser puta?
- ¿Por qué quieres saberlo?
- Para saberlo.
- Aun eres muy joven para hablar de esas cosas.

De pronto empezó a dolerle la rodilla.

- Va a llover. Me duele la pierna.
- Pon música – pidió ella.

Él conectó la radio. Se escucharon los acordes de un tema de David Bisbal.

- Cambia – ordenó la niña.

Cambió de emisora. Sonó Mago de Oz.

- Cambia.

Volvió a cambiar. The Cure.

- Deja eso, por favor.

No hablaron mucho más. Cuando llegaron al colegio, la niña se apeó del coche y se despidió hasta unas horas después, cuando pasase a recogerla. Luego, él se dirigió a su bar preferido.
Entró en el local arrastrando la pierna dolorida. Jacinto y tres más estaban sentados alrededor de una de las mesas. A pesar de ser temprano ya estaban bebiendo cerveza. Daban la impresión de haber estado de juerga toda la noche y que hubieran empalmado con la mañana actual. Jacinto era un gilipollas y un bocazas de los grandes, así que evitó la mesa y se dirigió directamente a la barra. Jacinto no dejó pasar la ocasión.

- ¿Qué pasa? ya no saludas.
- Buenos días – dijo él sin detenerse.
- Le decía a mis colegas que este viernes en cuanto cobre me voy a ir al club donde trabaja tu mujer le voy a dar a base de bien – incorporándose de su silla y moviendo las caderas adelante y atrás.

Los colegas de Jacinto se rieron a carcajadas. Uno de ellos escupió el último trago entre toses y risas.

- Le voy a dar hasta que se me caigan las muelas. ¿Qué te parece?- añadió sin dejar de mover las caderas.

Él siguió hasta la barra sin hacer caso. Detrás del mostrador estaba el dueño del local. Un tipo amable que se llevaba bien con casi todo el mundo.

- ¿Cómo lo llevas?- se interesó el barman a la vez que accionaba la cafetera para prepararle un cortado.
- Me duele la pierna, así que si tienes ropa tendida será mejor que la recojas.
- Ese accidente que tuviste en el trabajo, mirándolo con perspectiva, no fue tan malo. Si analizas el lado positivo verás que te ha dejado una buena paga y un barómetro que ya quisiera el más prestigioso de los meteorólogos.
- Te equivocas. Ese puto accidente me ha dejado tullido de por vida y al borde del alcoholismo. En cuanto a la paga, te diré que es una mierda. Con ella no pagamos ni los gastos de mi hija. Así que no me vengas con perspectivas ni lados positivos.
- Hasta que se me caigan las muelas – insistió Jacinto desde su mesa.
- No les hagas caso. Son una panda de cretinos – aconsejó el barman poniéndole el cortado delante.

Cogió la taza y bebió un trago. Después sacó el paquete de tabaco y se encendió un cigarro. El barman intuyó que era mejor dejarle a solas con sus pensamientos y se retiró al fondo para limpiarle el polvo a unas botellas. Él se sentó en uno de los taburetes y estiró la pierna entumecida. Fumó el cigarro con rabia, absorbiendo el humo en grandes y repetidas caladas. Las risas de Jacinto y sus colegas sonaban por encima de la música del local. Intentó obviarlas pensando en otras cosas. En un momento dado recordó la breve conversación que había mantenido con su hija. Sonrió. Tenía suerte de tenerlas a ellas. Su mujer era la más hermosa y entrañable de la ciudad. Y su hija tenía todo lo que un padre deseaba: era guapa, inteligente, trabajadora, sacaba sobresalientes en todas las asignaturas y tenía un gusto excelente para la música. ¿Qué más podía pedir? Después de esa reflexión se sintió mejor y todo le pareció más llevadero. Aprovechó el momento de ánimo para pagar el café y dirigirse a la salida. Jacinto habló de nuevo.

- ¡Ey! Ven y siéntate con nosotros.
- Tengo prisa.
- Tómate una copa, yo invito.
- He dejado de beber.
- Por una copa no pasa nada.
- Te equivocas, sí pasa.
- Bueno, pues pídete una tila o una de esas mariconadas que bebes ahora.

Los colegas de Jacinto hicieron grandes muecas para aguantarse la risa.

- No, gracias. Ya he tomado un café y no quiero más.
- ¡Joder! Siéntate con nosotros aunque no bebas nada.
- ¿Qué coño quieres de mí?
- Nada, solo que… mis amigos y yo nos preguntábamos cómo haces para llevarlo tan bien. Ya sabes a qué me refiero.
- No. Habla claro.
- Lo que quiero saber es… ¿cómo lo haces?... Yo me cortaría las venas antes de que mi mujer fuese una puta.

Los colegas no pudieron aguantarse más y estallaron en carcajadas. Él miró de reojo una de las botellas que estaban sobre la mesa. Por un segundo estuvo tentado de cogerla y estampársela en la bocaza y con los restos rebanarle el pescuezo. ¡Oh, sí! Con gusto lo hubiera hecho. Pero era un lujo que no se podía permitir. Él tenía que mirar por su mujer y su hija. Ellas eran lo primero. Así que no le quedó más remedio que tragarse el orgullo junto con las ansias de beber. Antes de que el imbécil de Jacinto se arrancase con otra de las suyas dio media vuelta y salió del local. La pierna le dolía más que nunca. Se dirigió cojeando al lugar donde había aparcado. Al pasar junto a la camioneta de Jacinto sacó una llave y fue rayando todo el costado derecho de la carrocería. Después montó en su coche y puso rumbo a casa.
Entró en el dormitorio con cuidado de no despertarla. La observó desde los pies de la cama. Era tan hermosa. Esa mujer le había obsequiado con un amor a prueba de todo. Si no hubiera sido por ella ahora seguiría bebiendo sin control. Con su ayuda había conseguido dejar la bebida. Esa deuda era algo que siempre le tendría en cuenta. Sin duda era una mujer admirable. Tenía suerte de tenerla como compañera. Se acercó y posó sus labios sobre los de ella en un beso apenas perceptible. Luego salió de la habitación con cuidado de no hacer ruido.
En el porche se encendió un cigarro. Por el norte venían nubes negras. Se frotó la rodilla y notó un ligero alivio. Siguió fumando. Un minuto después cayeron las primeras gotas. Segundos más tarde empezó a diluviar. Con la llegada de la lluvia el dolor de la rodilla desapareció.
Cuando cogió el coche para ir a recoger a su hija, seguía lloviendo. Condujo con la ventanilla abierta para disfrutar del olor de la tierra mojada. A la altura del parque la rueda izquierda delantera reventó.
Cuando llegó, su hija le esperaba bajo la lluvia a la entrada del colegio. Estaba empapada y con cara de pocos amigos. La niña montó en la parte trasera del coche y se ajustó el cinturón de seguridad.

- He tenido un pinchazo.
- Genial.
- No te enfades, no ha sido mi culpa.
- Estoy empapada.
- Yo también estoy empapado. He tenido que cambiar la rueda bajo este chaparrón.
- Podías buscarte una excusa mejor.
- No es una excusa.
- Lo que tú digas papá.
- Yo no te mentiría.
- Ya.
- Nunca te mentiría.
- Antes lo hacías.
- Antes bebía. Ahora ya no lo hago.

Por un momento permanecieron en silencio rememorando aquellos días turbios donde todo era infelicidad.

- Entonces ¿Si te pregunto una cosa me dirás la verdad?
- Bueno, sí.
- ¿Seguro?
- Seguro.
- ¿Mamá… es una puta?
- ¿Quién te ha dicho eso?
- Los chicos del cole.
- No les hagas caso.
- Vale… pero, no has respondido.
- Cariño, eso son cosas de mayores…
- Recuerda que me tienes que decir la verdad.
- Cariño…
- ¿Es mamá una puta?
- Sí, lo es.
- Comprendo.
- Tu madre lo hace por nosotros. Por el amor que nos tiene. ¿Lo entiendes?
- Sí.
- Cuando tuve el accidente y me quedé sin trabajo ella tuvo que hacerse cargo de la situación. Buscó empleo pero no encontró nada. Cuando las deudas… Bueno, tu madre siempre ha sido muy guapa y no hubo más remedio que…
- ¿Qué es lo que hace una puta?
- Tener sexo con hombres a cambio de dinero.
- Me lo imaginaba, pero no estaba segura.
- Tienes que comprender que…
- A mí no me importa que mamá sea puta. Yo la sigo queriendo igual.
- Yo también la quiero. Os quiero mucho a las dos.
- Y yo a ti, papá.

Tenía suerte de tenerlas. Sin ellas estaría perdido.

- Pon música.

Él conectó la radio. Se escucharon los acordes de un tema de Marta Sánchez.

- Cambia.

Cambio de emisora. La Pantoja.

- ¡Agggggggg! Quita, quita eso.

Cambió de emisora. Radiohead.

- Deja eso.

La niña se recostó en el asiento y disfrutó de la música. Él siguió conduciendo con la ventanilla abierta, aspirando el olor de la tierra mojada.

® pepe pereza