martes, 29 de diciembre de 2015
lunes, 28 de diciembre de 2015
BLUES DEL ESPANTAPÁJAROS – XEN RABANAL
"... de las encrucijadas trovar,
de los caminos juglar..."
de los caminos juglar..."
El
Caminante
Le conocí anclado en un cruce de
caminos.
Escuchar a todos los vientos, resistirse a ellos, le hizo el más sabio... y el más envidiado, pues cada viento sólo se escucha a sí mismo. Por ello intentaron domeñarle y desgarraron sus harapos y su carne de paja hasta dejarle desnudo:
dos putos palos cruzados atados con una cuerda,
fue cuando descubrió su corazón espartano...
y lo mostró orgulloso.
Los vientos se rieron
hasta que vieron
que no le mellaban.
En silencio, se dedicó a estudiar todos los idiomas.
Cuentan las señoras que al alba visten de flores los cruceiros, que sus maestros fueron los pájaros que trajeron los vientos, para intentar humillarle y que le cagasen encima... el lastre de nuestros tiempos, lleno de esa mierda egotista que sobra en este Blues.
Escuchar a todos los vientos, resistirse a ellos, le hizo el más sabio... y el más envidiado, pues cada viento sólo se escucha a sí mismo. Por ello intentaron domeñarle y desgarraron sus harapos y su carne de paja hasta dejarle desnudo:
dos putos palos cruzados atados con una cuerda,
fue cuando descubrió su corazón espartano...
y lo mostró orgulloso.
Los vientos se rieron
hasta que vieron
que no le mellaban.
En silencio, se dedicó a estudiar todos los idiomas.
Cuentan las señoras que al alba visten de flores los cruceiros, que sus maestros fueron los pájaros que trajeron los vientos, para intentar humillarle y que le cagasen encima... el lastre de nuestros tiempos, lleno de esa mierda egotista que sobra en este Blues.
También aprendió a reconocer los
gemidos vacíos de riadas de clones que se creían únicos, y lloraban por los
caminos no recorridos, e imploraban la presencia de un diablo al que vender su
alma por un minuto de gloria... ni uno se encontró pues su mente estaba pautada
y nunca tuvieron un pentagrama en clave de látigo en sus espaldas, y sus
acordes nunca fueron originales. A sus pies estallaron como burbujas vacías,
pop, pop, pop. Nunca supieron verse, ser, serse, y siempre envidiaron a la
vida, la de los otros, los que brillan por sí mismos, sin necesidad de espejos
neones, y tejen con su esencia alas que no se encarcelan entre barrotes
estadísticos... los poseedores de un don que sólo podía ser obra del diablo, no
entienden de otra manera sus mentes occidentales, cuadriculadas,
escindidas.
Ahora son sólo polvo que se
amontona en la encrucijada, polvo sin semilla que el viento arrastra como
plaga... glorias que hacen desiertos.
Él esperó pacientemente hasta que no tuvo nada. Ese es el camino, me decía, el trabajo, llevo en él toda la vida, tejiendo hilo a hilo las hebras de mi corazón.
Ya no he de cantar
más caminos frustrados
de los que sólo buscan
un selfie con el diablo
en la hora trina y oscura...
aquí no existen atajos a...
pues no existen metas.
Los que lleguen
que hollen en su paso
que no sean lo que son
lo que les han enseñado a ser:
veletas que reciben vientos con el culo abierto
que no conocen
pues conocer es resistir, no aprendes si no te desgarras y pierdes aditamentos en una lucha que te hace crecer... sólo así se aprende:
perdiendo sin doblegarte.
Si no, nada te enseñan
y, desde luego, nadie respeta a una veleta y menos los vientos
que la sodomizan.
Entiéndelo,
reconócete,
me dice.
..
Cuando te rompas de ti surgirá un acorde...
reconócelo como tuyo
y teje con él tus alas
como yo tejí una vela
y fui cometa sin más hilos
que mi derrota
entre los vientos...
los que ahora me sirven
:
Sólo dos estacas unidas por un corazón de cuerda necesitas para volar
y reclamar lo que es tuyo fuera
pues lo construiste dentro, una vez destruida una imagen, apariencia de harapos.
Sólo desde esa libertad se puede buscar... escribir:
y lo van a flipar,
no lo dudes
...
más caminos frustrados
de los que sólo buscan
un selfie con el diablo
en la hora trina y oscura...
aquí no existen atajos a...
pues no existen metas.
Los que lleguen
que hollen en su paso
que no sean lo que son
lo que les han enseñado a ser:
veletas que reciben vientos con el culo abierto
que no conocen
pues conocer es resistir, no aprendes si no te desgarras y pierdes aditamentos en una lucha que te hace crecer... sólo así se aprende:
perdiendo sin doblegarte.
Si no, nada te enseñan
y, desde luego, nadie respeta a una veleta y menos los vientos
que la sodomizan.
Entiéndelo,
reconócete,
me dice.
..
Cuando te rompas de ti surgirá un acorde...
reconócelo como tuyo
y teje con él tus alas
como yo tejí una vela
y fui cometa sin más hilos
que mi derrota
entre los vientos...
los que ahora me sirven
:
Sólo dos estacas unidas por un corazón de cuerda necesitas para volar
y reclamar lo que es tuyo fuera
pues lo construiste dentro, una vez destruida una imagen, apariencia de harapos.
Sólo desde esa libertad se puede buscar... escribir:
y lo van a flipar,
no lo dudes
...
sábado, 26 de diciembre de 2015
viernes, 25 de diciembre de 2015
YA A LA VENTA
SE RUEGA SILENCIO - Pepe Pereza
YA A LA VENTA!!
Un tipo de treinta y cinco años que está escribiendo su primera novela.
Un perdedor sin un duro en los bolsillos, encerrado en una casa cochambrosa,
obsesionado por los ruidos de sus vecinos que no le dejan concentrarse en lo
único que de verdad importa: acabar la puñetera novela. (Del prólogo de Carlos Salcedo Odklas)
12,95 €
Autor: Pepe Pereza
Prólogo: Carlos Salcedo Odklas
Productor literario: Gsús Bonilla
Portada: Pedro Espinosa
Corrección: Adriana Bañares
Diseño y maquetación: Alejandra Adrover
Editor: Ricardo Moreno Mira
Tamaño:14 x 21 cm.
Nº de páginas: 156
Género: Narrativa
Editorial: Lupercalia
Editorial
Lengua: Español
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788494333279
Año edición: 2015
Plaza de edición: LA ROMANA
lunes, 21 de diciembre de 2015
miércoles, 16 de diciembre de 2015
lunes, 14 de diciembre de 2015
SE RUEGA SILENCIO - PRÓLOGO de CARLOS SALCEDO ODKLAS
León. 5 de Octubre del
2015. Tengo treinta y cinco años y estoy intentando escribir mi primera novela.
Son las nueve y media de la mañana, llevo toda la noche sin dormir. Mis
horarios de sueño están alterados tras los excesos del fin de semana. Si planeo
llevar un horario normal entre semana que me permita terminar el jodido libro
no es muy aconsejable que me acueste en estos momentos. Este viene a ser el dilema
de todos los domingos por la noche. A veces la jugada me sale bien, y a veces
no.
Aunque en otras ocasiones la tranquilidad
de la noche me ha empujado a escribir, parece ser que ahora ya no es así. No
tengo ni idea de por qué. La conclusión es que la mayor parte de las noches en
vela las paso principalmente meditando mirando al vacío de las paredes de esta
vieja habitación o, en el peor de los casos, perdiendo el tiempo en Internet.
Cualquier cosa en lugar de escribir. Y eso no es bueno. Tengo que terminar la
maldita novela. Es un trabajo que me está obsesionando y consumiendo el alma.
Me está destrozando por dentro. Tengo la trama en la cabeza, y llegado a este
punto todo se limita a una labor de redacción. Pero es tan jodido...
Quizás esté intentando abarcar demasiado.
Quizás me esté tomando a mí mismo demasiado en serio. Siempre me pasa igual, me
creo que estoy escribiendo la biblia o algo así. Y a fin de cuentas, ¿para qué?
Si llega el día en que mi novela esté terminada será leída, por un puñado de
personas: con suerte, con mucha suerte, un par de cientos. Casi todo amigos y
conocidos que me dirán con una sonrisa que no me ha quedado mal, que está
curioso, que está bien escrito, cuando por dentro estarán pensando «pobre
chaval, se le ha ido la cabeza del todo. Es entrañable, pero va a acabar en un
manicomio».
La puta vida del escritor alcohólico y
drogadicto. Suena romántico, fascinante, seductor, atrayente... pero eso son
adornos que ponen una vez que has muerto y si te ha llegado la fama. Desde aquí
os puedo asegurar que no hay nada de todo eso. En realidad es una mierda. Un
agujero silencioso y que se cae a pedazos. Como esta vieja habitación.
Me levanto a mear. Atravieso el largo
pasillo, el mismo que servía de portada a mi primer libro, una colección de
relatos que pasó sin pena ni gloria por el panorama editorial. Intento no hacer
ruido para no despertar a los moradores del resto de habitaciones. Menuda
colección de perdedores hay aquí, cada uno en su agonía personal y espiritual.
Al menos ellos no se auto-torturan intentando escribir una puta novela...
Hay luz en la habitación número tres. El
tipo que se ha metido a vivir ahí es fascinante. Un treintañero delgado y
larguirucho que se pasa las veinticuatro horas ahí dentro encerrado, solo. Lo
ves pasar de vez en cuando al baño, pero poco más. ¿Qué coño hará ahí dentro?
Quizás planea asesinarnos a todos... Pego la oreja a su puerta como si fuese
una vulgar maruja. No se escucha nada. Tras un rato de absoluto silencio, un suspiro
y el leve ruido de la silla al moverse. Eso me indica que está ahí, que está
vivo y que planea matarnos a todos. Luego, de nuevo el silencio.
Prosigo mi peregrinaje al retrete. Levanto
la tapa y evacuo. Me tiro un pedo tímido. Tiro de la cadena y deshago lo
andado.
De nuevo en la habitación. Debería
escribir, debería terminar esta mierda. Pero no me apetece hurgar en ciertas
heridas, acudir a ciertos recuerdos, no ahora...
Mientras tanto, el tiempo y la vida pasan.
Y lo hacen rápido. Cada vez que miro el calendario no me lo puedo creer. Los
días caen tan deprisa... Me da la impresión de no estar enterándome de nada.
Seguramente así sea, teniendo en cuenta que me paso una mitad del tiempo pedo y
la otra resacoso.
Llevo unos meses cayendo por un pozo oscuro. Se jodió
todo tanto... historias de amor y desamor, el rollo de siempre... en fin. En
cualquier caso, lo cierto es que la cosa va rápida, los días caen como
guillotinas. Se me escapan entre los dedos y puede que no me quede mucho tiempo.
La idea de la muerte me obsesiona últimamente. Es posible que solo sea la
paranoia debida al abuso de drogas, pero puede que no...
El caso es que el reloj de arena está dado
la vuelta y los granos caen. Tengo que terminar la novela. Seguramente sea el
único testigo mudo de mi paso por aquí. Me recito el mantra: terminar la
novela, terminar la novela, terminar la novela...
Encima el otro día me endosaron un marrón,
también relacionado con este rollo literario y que es lo último que necesito en
estos momentos. Tengo que escribir un prólogo para la primera novela de Pepe
Pereza. Y encima el cabrón solo me ha dado unos días de margen. Venga, más
presión.
Pepe es otro escritor de pacotilla, otro
ingenuo. Nos conocemos desde hace unos años, por eso de que somos «coleguillas
de gremio», en fin... Al menos Pepe es bastante más auténtico que la mayoría de
los que he conocido dentro de la farándula artístico/literaria. Y encima
escribe bien, cosa extraña en dichos ambientes. Nos mandamos mensajes de vez en
cuando. Alguna vez le he escrito, a las tantas de la madrugada, en momentos
jodidos, cuando el bajón y el ansia de la coca hacen que te sientas la persona
más abandonada del mundo y necesitas comunicarte con alguien, aunque sea solo a
través de un mísero mensaje de texto. Lo que se dice un grito de auxilio en
mitad del desierto.
En su día también le pedí que prologara mi
libro de relatos. Lo hizo. Y supongo que ahora me devuelve la pelota, el muy
cabrón...
¿Y qué cojones hago? No me gustaría
escribir el típico prólogo insulso, el rollo de siempre:
«La escritura de Pepe es directa,
precisa, afilada. Se nota perfectamente su mano obsesiva cincelando cada
párrafo, dejándolo libre de cualquier impureza. Dando como resultado una escritura
sin fisuras, sin añadidos innecesarios, recordándonos en muchos momentos al
gran Carver, con un poso de agonía y pesimismo que nos acercan también a Hubert
Selby Jr...»
Venga,
coño. No me jodas. Paso de hacer algo así. Pero por otra parte estoy bloqueado.
Además, ¿para qué un prólogo? En el mejor de los casos mancharé el texto
original de Pepe, afeándolo como si fuese un grano en la nariz de un
adolescente el día de su primera cita.
Me pasó el libro, me lo leí y es fabuloso.
Cuando conocí a Pepe, no había publicado
nada formalmente, solo tenía un libro de relatos editado digitalmente dando
tumbos por Internet. Poco después, editó su primer libro de relatos. Un libro
bastante notable. Luego revisó aquella primera publicación digital y la sacó
también en papel. Era un libro bueno. Pero esto ya es otra cosa. Es la primera
novela. Es un paso importante para un escritor. El siguiente peldaño.
Ya sabía más o menos lo que me iba a
encontrar, conozco la obra de Pepe bastante bien. Leí con atención sus otros
libros y también extractos de esta novela que iba publicando en su blog. Alguna
vez por privado me comentaba lo mal que lo estaba pasando escribiendo esto. Estuvo
a punto de tirar la toalla un par de veces.
Pepe
es un escritor especial, de esos que se sientan en silencio, fumando, de brazos
cruzados, leyendo una y otra y otra vez cada puto párrafo para asegurarse de
que ese puñetero verbo tiene que estar ahí y no en otro sitio. Seguro que es un
rollo muy angustioso. Lo mío es más verborrea, vomitona, que diría Xen. Pepe es
tirando a artesano, y en la novela lo demuestra con creces. No en vano es un
trabajo que le ha llevado casi tres años. Mientras la leía, metiéndome en el
papel de «coleguilla del gremio», no podía evitar pensar cada poco: qué cabrón,
qué cabrón, es bueno...
Lo que me sorprendió (y acojonó) fue la
temática. Pepe es algo mayor que yo, pero el protagonista de su novela es un
tipo de treinta y cinco años que está escribiendo su primera novela. Un
perdedor sin un duro en los bolsillos, encerrado en una casa cochambrosa,
obsesionado por los ruidos de sus vecinos que no le dejan concentrarse en lo
único que de verdad importa: acabar la puñetera novela.
Mierda, todo me sonaba demasiado familiar,
eso demuestra que muchos estamos en la misma olla pestilente. Ignoro qué porcentaje
de autobiografía y qué de ficción habrá en la historia. Será un poco de ambas,
seguramente, como hacemos algunos. Estuve tentado de preguntárselo, pero creo
que prefiero conservar ese misterio. Terminé el libro enseguida y la sensación
fue sin duda inmejorable. Tenía claro que era un gran libro y que estaba muy
bien escrito. Una novela estupenda. Y ahora me tocaba el marrón de
prologarla...
Me levanto y me acerco a la ventana.
Amaneció hace un rato. Hoy es festivo pero la gente ya se va poniendo en
marcha. La gente... espero no tener que interactuar demasiado con ellos hoy, no
siempre es algo agradable, pero encima sin dormir se vuelve particularmente
extraño, con un deje surreal...
Puto prólogo... mientras observo a los
transeúntes y su agonía desde mi ventana, repaso la novela de Pepe en mi mente,
buscando cosas que decir sobre ella. Estaría bien que fuese un texto en cierta
medida complementario. Sobre todo no quiero que parezca que intento venderla,
no lo necesita. A mí me ha llegado especialmente, pero no hace falta tener
treinta y cinco años y estar escribiendo una novela para disfrutar del viaje,
cualquiera que guste de un buen libro y una buena historia sabrá ver su valor.
Me alejo de la ventana y vuelvo al sofá.
Me doy cuenta de que ya entra bastante luz del exterior y a pesar de ello tengo
la bombilla de la habitación encendida. Me levanto a apagarla. Puta factura de
la luz, putos ladrones, puta miseria...
Vuelvo al sofá y me tumbo, pongo música y
observo la pared. Hago un recorrido desde ahí: los pilares de libros, la ropa
tirada, la guitarra, los ceniceros rebosantes, todas mis miserables cosillas...
Entonces me viene. Me cago en la puta, ya
era hora, justo a tiempo. Abro una página en blanco en el procesador de textos.
Malditas páginas en blanco. Te vas a cagar, cabrona.
A ver si hay suerte y despacho el texto
pronto y puedo dedicarme a acabar mi jodida novela, necesito sacarla de dentro
y arrojarla lejos. Me pongo al teclado y escribo:
León. 5 de Octubre del 2015. Tengo treinta y cinco años y
estoy intentando escribir mi primera novela. Son las nueve y media de la
mañana, llevo toda la noche sin dormir. Mis horarios de sueño están alterados
tras los excesos del fin de semana, si planeo llevar un horario normal entre
semana que me permita terminar el jodido libro no es muy aconsejable que me
acueste en estos momentos. Este viene a ser el dilema de todos los domingos por
la noche. A veces la jugada me sale bien, y a veces no.
jueves, 10 de diciembre de 2015
MÁQUINAS EXPENDEDORAS DE RELATOS
Crean
una máquina expendedora de relatos cortos
En Francia
ya comienzan a instalarse estos dispositivos, que permiten escoger historias
que se puedan leer en uno, tres y cinco minutos
Las
máquinas expendedoras han evolucionado mucho en los últimos años. La comida o
la bebida han dado paso a nuevos productos dirigidos a hacer más llevadera la
espera del transporte público. Hace ya tiempo que comenzaron a poblar las
paradas de autobuses y metros máquinas que permitían adquirir libros, pero una
empresa francesa ha decidido darle una nueva vuelta de tuerca al
servicio.
En
algunos lugares ya se empiezan a colocar máquinas expendedoras de relatos
cortos. Llamada Distributeur d'histoires courtes (Distribuidor de historias
cortas) y dirigida por la editorial Short Edition -especializada en textos que
se pueden leer en menos de 20 minutos- esta máquina permite escoger historias
que se puedan leer en uno, tres y cinco minutos.
Esta será
la única opción que se pueda escoger, porque el contenido y tipo de historia
quedará en manos del azar. El texto se imprime en una especie de ticket que
se podrán leer de manera cómoda mientras se espera en la parada de autobús
durante un corto periodo de tiempo.
El
objetivo que se persigue es bastante ambicioso: intentar que la lectura
sustituya al móvil.
sábado, 5 de diciembre de 2015
jueves, 3 de diciembre de 2015
miércoles, 2 de diciembre de 2015
SE RUEGA SILENCIO EN PALABRAS DE VICENTE MUÑOZ ÁLVAREZ
Portada de PEDRO ESPINOSA
Si a alguien tengo
siempre presente desde hace años al embarcarme en cualquier proyecto literario
colectivo, lo mismo en las antologías que he coordinado que en el fanzine que
edito, Vinalia Trippers, es al autor de esta novela, Pepe Pereza, para mí uno
de los escritores mejor dotados de la narrativa actual española. Su prosa
realista y sobria, su incisiva capacidad de análisis (que en ocasiones nos
recuerda al mejor Raymond Carver) y el modo en que consigue involucrar al
lector en sus textos, haciéndole cómplice de sus
vivencias, le convierten en un escritor tremendamente cercano, alguien de quien
te puedes fiar y al que estás deseando siempre leer y escuchar, porque te
identificas con él y habla tu mismo idioma. Y eso, precisamente, es lo que
valida y hace trascender a la literatura autobiográfica: lograr que la
experiencia personal refleje la colectiva. Lo comprobaréis, estoy seguro,
leyendo este libro.
Vicente Muñoz Álvarez
martes, 1 de diciembre de 2015
“SE RUEGA SILENCIO” EN PALABRAS DE PABLO CEREZAL Y GSÚS BONILLA
PABLO CEREZAL
El gran Pepe Pereza me otorgó el
honor de leer una joya que en breve verá la luz en papel... no pude más que
ensuciar una página con estas palabras:
"Leer a Pepe Pereza es deshonrar su apellido
artístico. Nada más en las antípodas de la pereza que las sensaciones que
esculpe este autor, con el cincel afilado y granate de su pluma.
En tiempos en que muchos (tal vez demasiados) ningunean el tan cacareado realismo
sucio, Pepe aplica un puñetazo de valentía sobre el pecho de los autores que
dieron nombre a tal género, con el ánimo exclusivo de revivirlos para que
puedan gozar la literatura de su más digno heredero. Certero, feroz, sensible,
exacto como una deflagración terrorista calculada al milímetro, pero con la
Belleza que a dicha explosión siempre faltará, la prosa de Pepe Pereza es
piedra en que afilar los colmillos de la literatura más pugnaz.
Si ya nos sorprendió con sus “Relatos del humo
(y hachís)”, y nos exacerbó el deseo y la misericordia con su “Esquinas”, con
este “Se ruega silencio” abandona la milimétrica perfección del relato que
domina como pocos en este país, para regalarnos la clarividencia de una novela
que desenmascara la poco gloriosa épica del hombre común y del proceso
creativo. Pura geometría de la palabra. Aritmética exacta del sentimiento.
Pereza no es buen apellido para este autor. Ignoro si la cultiva en su vida
diaria, pero a nosotros nos la arrebata con sus páginas."
Salud, hermano, y todo el éxito!
GSÚS
BONILLA
El
año quince agoniza y entretanto se hacen listas panegíricas de escribidores mediocres
y reguleros para unos, eminentes y fabulosos para otros. A mí, sin embargo, más
que el envoltorio lo que me importa del bledo es su entraña, y el palo, lo que
más me entretiene.
Hace
unos pocos meses tuve el enorme privilegio de leer este original, hoy libro, y
eso sí que no me lo va a quitar nadie. Para los coleccionistas de mariposas os
dejo mi alfilerazo y en él lo que puedo decir sobre mi capullo preferido: Pepe
Pereza es el mejor y vosotros no.