sábado, 18 de marzo de 2017

LOS CUADERNOS NEGROS de CARLOS SALCEDO ODKLAS

Las sucursales bancarias eran lugares tranquilos, limpios y civilizados, nada permitía adivinar los abusos y atrocidades que se cometían en el interior de sus paredes. Los clientes guardaban cola de forma ordenada y cortés, en silencio, observando sus teléfonos móviles en busca de algún comunicado intrascendente que los alejase de la realidad. Eran un rebaño manso, bien enseñado. De vez en cuando aparecía algún directivo de rostro reptiliano enfundado en su brillante traje, serpenteando de una oficina a otra sin mirar ni a plebe ni a subordinados. 

La cola avanzaba lentamente. La gente, a medida que se aproximaba a la ventanilla, manoseaba su dinero a escondidas mientras echaba cuentas mentalmente, trazando complicados logaritmos, para evaluar el estado de su bienestar. Los carteles situados de forma estratégica en las paredes prometían sueños al alcance de todo el mundo a través de la esmaltada sonrisa artificial del deportista de élite de turno (que por esa sesión de fotos había cobrado más que el jornal anual de todos los presentes). 
«Nuestro objetivo es tu bienestar. Nuestra experiencia tu confianza»
Alex empezó a sentir una enorme angustia interior y un sofoco generalizado de su cuerpo. Procuró relajarse, respirar de forma controlada y fijar su mirada en el peinado de la señora de avanzada edad que tenía delante. Una señora menuda, con cuerpo en forma de botijo, el pelo estropajoso a causa de décadas de potingues, con hijos, con nietos, trabajadora, pensionista, marchita, estafada.
«Ayudarte es nuestro privilegio. En nuestras manos tu tranquilidad está asegurada»
La ansiedad envolvía rápidamente a nuestro héroe silencioso, unas espesas gotas de sudor resbalaban por su frente a la par que su cuerpo se hallaba bombardeado por multitud de pequeños espasmos. 
La cola avanzó otro puesto por lo que tanto él como la señora pudieron dar un par de tímidos pasos hacia adelante. Se observó los pies mientras lo hacía. Derecha, izquierda, derecha. Volvió a detenerse. La señora suspiro, quizás consciente de alguna forma de los ojos fijos, vidriosos y enajenados que se posaban en su cogote. Alex se pasó la mano por la frente para secarse el sudor. Volvió a observar a su alrededor. Los trabajadores trajeados de las mesas blandían impresos ante las miradas huecas de sus confundidos clientes. Se desenfundaban bolígrafos. Se extendían sonrisas. Se estrechaban manos. Se tramaban pactos. Se urdían planes. 
Alex comenzó a notar la preocupante falta de aire. Carraspeó un poco, intentando no hacerse notar demasiado, no revelar su presencia. La situación era totalmente insoportable, violenta, incómoda, horrible. La señora del pelo de estropajo sin duda era una buena mujer, una madre comprensiva y temerosa de Dios. Sopesó la opción de confesárselo todo y buscar su ayuda, no tenía más que acercarse y decirle con total naturalidad: «disculpe señora, ¿le importa que me cuele en la fila? Es que verá, llevo un pedo de la hostia y no sé si podré aguantar esto por más tiempo». Sin duda una persona como ella, cabal y tolerante, podría entenderlo.
«Creemos en los jóvenes. Creemos en ti. En esta cuenta tus sueños cuentan»
En ese momento surgió una voz.
-¡Pasen por esta ventanilla por favor!
Un nuevo trabajador, enviado sin lugar a dudas por el mismísimo Espíritu Santo, acudía para agilizar el tráfico de clientes. La señora y Alex se miraron a la cara por primera vez, desconcertados. A pesar del colocón, o quizás gracias a él, Alex pudo reaccionar en primer lugar y con un par de amplias y desesperadas zancadas se colocó en esta nueva ventanilla. Frente a él una chica de pelo oscuro esbozaba una blanca sonrisa.
-Buenos días caballero, ¿en qué puedo ayudarle?
-¡Para pagar!"



C. S. Odklas. Los Cuadernos Negros.
https://www.facebook.com/odklas/posts/10209407100028478

PRÓXIMAMENTE

LITERATURA RANDOM HOUSE, Marzo 2017
La nueva novela del norteamericano Donald Ray Pollock es un western que se mueve en el territorio de McCarthy, Faulkner y O'Connor, y que mezcla la sátira con saludables dosis de violencia cinematográfica al más puro estilo de Peckinpah, Tarantino o los Cohen.

Fragmento:

En 1917, mientras otro agosto infernal empezaba a tocar a su fin en la frontera que separa Georgia y Alabama, Pearl Jewett despertó una mañana antes del amanecer a sus hijos con un ladrido gutural que sonó más animal que humano. Los tres jóvenes se levantaron en silencio de sus rincones respectivos de la cabaña de una sola habitación y se pusieron la ropa mugrienta y todavía húmeda del sudor de la jornada anterior. Una rata sarnosa y cubierta de costras se metió correteando en la chimenea de roca, haciendo caer trocitos de mortero sobre el frío hogar. La luz de la luna se filtraba por las rendijas de las paredes desvencijadas de troncos y yacía en forma de finas franjas lechosas sobre el suelo de tierra roja. Tocando casi el techo bajo con las cabezas, sus hijos se congregaron en el centro de la habitación para desayunar y Pearl le dio a cada uno de ellos una insulsa torta de harina con agua, frita la noche anterior en un grumo de grasa sobrante. No habría nada más que comer hasta la noche, cuando a todos les correspondería una ración del puerco enfermo que habían sacrificado en primavera, junto con una cucharada de mejunje de patatas hervidas y verduras silvestres servida en platos de latón mellados con una mano que nunca estaba limpia y de una olla que no se lavaba nunca. Salvo por las lluvias ocasionales, todos los días eran iguales.

miércoles, 8 de marzo de 2017

PRÓXIMAMENTE EN SAJALÍN

ALFA, BRAVO, CHARLIE, DELTA

Traducción: Ana Crespo
Colección: Sajalín
1ª edición: 15/03/2017 
ISBN: 978-84-943782-9-4 
Páginas: 184 
Precio PVP: 18,00 €

Gemma Jackson no tuvo una infancia convencional en la Norteamérica de los años sesenta. Ella y su hermano MacArthur crecieron en las distintas bases militares donde destinaron a su padre, un hombre estricto y brillante fascinado por los esquimales y el ártico desde su paso por Groenlandia. En varios de los relatos de este libro, Gemma recuerda con nostalgia algunos episodios de sus itinerantes años de formación; una época que concluyó abruptamente cuando su padre abandonó el ejército y el pequeño MacArthur perdió la inocencia en Vietnam. Otros relatos de Alfa, Bravo, Charlie, Delta los protagonizan mujeres de mediana edad, inteligentes, que se esfuerzan por mantener un equilibrio precario cuando sus vidas y a menudo sus relaciones— parecen ir a la deriva. 

Alfa, Bravo, Charlie, Delta es, a fecha de hoy, el único libro publicado por Stephanie Vaughn. Una obra de culto que ha seducido a escritores de la talla de Wallace Stegner, Tobias Wolff y Joseph Heller.


«Stephanie Vaughn es una escritora de primera categoría.» Wallace Stegner

«Stephanie Vaughn posee un talento extraordinario» Joseph Heller


martes, 7 de marzo de 2017

sábado, 4 de marzo de 2017

EN EL CORAZÓN DEL CORAZÓN DEL PAÍS de WILLIAM H. GASS


EN EL CORAZÓN DEL CORAZÓN DEL PAÍS de WILLIAM H. GASS  
LA NAVAJA SUIZA EDITORES, 2017
Nº de páginas: 280 págs.
Encuadernación: Tapa blanda
Editorial: LA NAVAJA SUIZA EDITORES
Lengua: CASTELLANO
ISBN: 9788494651502

Después de su publicación en 1968, En el corazón del corazón del país se convirtió en un clásico de la literatura estadounidense y ha mantenido un cierto aura de libro de culto; un conjunto de relatos que al mismo tiempo es heredero de la prosa de Faulkner y el modernismo de Gertrude Stein, y que renueva la narrativa de su país junto con la obra de autores como Donald Barthelme, William Gaddis, John Barth o Robert Coover. Las dos novelas breves y los tres cuentos que conforman En el corazón del corazón del país están localizados en el Medio Oeste y proporcionan una imagen poderosa y mítica del Estados Unidos más profundo y real. Hablan de violencia, soledad, de una especial relación con la naturaleza, y, sobre todo, de la fragilidad del ser humano y de las relaciones que este establece con su entorno. Gass explora y expande los límites del relato, juega con las palabras y las retuerce para alcanzar dimensiones hasta entonces desconocidas en la literatura. Su obra ha sido reverenciada por escritores de la talla de David Foster Wallace o Cynthia Ozick.