viernes, 1 de mayo de 2009

EL VAGABUNDO

Eduardo se parecía a Robert De Niro. De hecho, si los hubiesen presentado como hermanos gemelos, nadie hubiera dudado, porque su parecido era asombroso. Pero Eduardo no encajaba en esos ambientes porque él era un vagabundo resentido con el lujo y el buen vivir. Su vida se reducía a vaciar cuantas más botellas mejor, dormir la mona y luego seguir bebiendo. Siempre estaba metido en peleas de borrachos, ya fuera por defender su territorio en un banco del parque o su parcela de barra en un garito. Había pasado tantas veces por urgencias que allí todo el mundo le llamaba por su nombre, mejor dicho, por su apodo: De Niro. Eduardo se había aprendido algunas frases de las películas de Robert De Niro y las interpretaba imitando sus gestos y voz, mejor dicho, la voz del doblador, porque Eduardo no sabía inglés. Cuando veía algún bebedor con la cartera llena, se le acercaba y le hacía una de sus imitaciones. Con un poco de suerte, le sacaba unos euros que inmediatamente reinvertía en alcohol. Otras veces eran los propios clientes los que le incitaban:

- ¡Eh! Deniro, por qué no te arrancas con una de las tuyas.

Y Eduardo iba, les hacía una de sus imitaciones y los clientes agradecidos, le invitaban a uno o dos tragos. El tiempo fue pasando, y por el rostro de Eduardo parecía que hubiese pasado dos veces. El alcohol, la mala vida y las peleas le fueron degradando física y mentalmente. Debido a una infección de encías, fue perdiendo dientes. Luego, se rompió la nariz al caerse por unas escaleras y a los pocos meses, le vaciaron un ojo de un botellazo. Ya no se parecía en nada a Robert De Niro, la gran cantidad de cicatrices y golpes recibidos le habían deformado tanto el rostro que cuando hacía sus imitaciones ya nadie reconocía al actor en él y no le veían la gracia. Le siguieron llamando DeNiro, más que nada, por la fuerza de la costumbre aunque muy pocos se acordaban de que hubo un tiempo en el que se pareció asombrosamente al gran actor. Un día apareció tirado en un callejón con cinco puñaladas. Parecía la escena final de uno de esos films sobre mafia italiana en los que De Niro siempre era el protagonista.

6 comentarios:

  1. Chapeu!

    ... Me gustó de principio a fin. Me recordó a uno de mis personajes del país esquizofrénico. Con todo ese aire de imitación, y olor a trago barato y a mafia.
    ...Y a paradoja.

    Pido permiso para colocarlo uno de estos días en mi tierra firme, si no le importa, señor.

    Y con esto buenas noches, que ya debe ser la madrugada del viernes, en Logroño. Acá apenas empieza la noche, y los volcanes ya se perfilan.

    Besochís (jaja).

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  2. Este personaje me recuerda mucho a los dioses de papel de los que he escrito en muchas ocasiones. Seres que también aparecen en el papel cuché y acaban desgraciademante mal, muy mal...

    Muy humano, Pepe, Gracias.
    Besos y achuchones.

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  3. Es increíble el salto: pasas de una descripción caricaturesca y humorística al drama más duro. Me encanta. Sin concesiones.

    Abrazos pepe.

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  4. Muchas gracias a los tres. Perdonad que no sea más original pero llego tan cansado del curro que no estoy para pensar.Aun así os agradezco la visita y los buenos comentarios.

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  5. Mira que empezaba bien... yo que pensaba que le iban a fichar de Hollywood para doblar al actor y le iban a sacar de la calle... pero claro, la vida es la vida y no una de esas americanadas que nos bombardean...
    Muy bueno.
    Besos.

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  6. Gloria, bienvenida a mi blog, es un placer saberte por aquí.
    un abrazo

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