El famoso restaurante chino de la calle Mayor se estaba quemando. Grandes llamaradas y columnas de humo subían hasta el cielo nocturno. Los bomberos todavía no habían llegado y la policía era incapaz de contener a la muchedumbre que rabiosa acudía en busca de venganza. Los dueños del restaurante, un matrimonio chino, habían sido detenidos y llevados a los calabozos de la comisaría acusados de asesinar al menos, a cuatro personas de su misma nacionalidad. Por lo visto, se deshicieron de los cadáveres sirviéndolos como parte del menú. La ternera con salsa de ostras no era exactamente ternera, el cerdo agridulce no era exactamente cerdo y el aclamado pato a la naranja lo único que tenía de cierto es que era “a la naranja”. Los que habían sido clientes del restaurante asistieron al lugar con latas de gasolina y antorchas, cómo en las viejas películas de Franquenstein, en las que el pueblo acudía en masa a quemar el castillo y al monstruo. El fuego se extendió a otros edificios adyacentes, hasta que toda la manzana de casas sucumbió a las llamas. Por la radio dijeron que en otros puntos de la ciudad también estaban quemando locales. Un gran brote de xenofobia fue extendiéndose por la localidad, creando el caos y la destrucción. Muchos extranjeros fueron linchados. Hubo violaciones, robos, grandes destrozos, asesinatos… Y todo porque un reportero con ganas de notoriedad escribió un artículo donde acusaba (sin ninguna prueba concluyente) al matrimonio chino propietarios del citado restaurante. El chivatazo se lo había dado un confidente que necesitaba con urgencia una dosis de heroína.
Realmente me has cautivado, leerte es enriquecedor, intrigante, distinto, cegador, dulce, amargo, agridulce.
ResponderEliminarMagistral la cantidad de registros que manejas, llevo ya tres horas enganchada a tu blog, saboreando cada frase, cada cadencia, cada realidad marchita.
Me alegro de haberte encontrado, quizás fue por aquel deseo que pedí al Diente de León...
Te seguire leyendo y muchas gracias por estas letras enriquecedoras que hacen de la realidad un cuento con historias entrelazadas.
Mis mas sinceros saludos.
Pepe, me has dejado una vez más maravillada, me gusta cómo, cuándo, cúanto... Me gusta ese fianal crudo, lo subrealista de la leyenda urbana malintencionada, la ignorancia, la falta de escrúpulos. En mi opinión este es uno de los cuentos, que en tan pocas palabras has dejado ver mucho, mucho de las miserias de lo humano.
ResponderEliminarGran beso, un mayor achuchón.
Surrealismo (en francés: surréalisme; sur (sobre, por encima) más réalisme (realismo). Es decir: por encima de lo real. Si escribimos subrealismo hablamos de algo que está por debajo de lo real, y eso es todo lo contrario.
ResponderEliminarBegoña, no me odies.