Yo tuve la suerte de comer una vez con el gran Rafael Azcona. Fue una experiencia que nunca olvidaré. Compartíamos la mesa con Rafael, mi amigo Luís Alberto Cabezón, Javier Cámara y yo. Entre bocado y bocado, los tres escuchábamos pasmados todo lo que el gran guionista nos contaba. No solo su escritura es envolvente y cautivadora, su conversación también lo era, con cada palabra que salía de su boca te atrapaba al instante. Estábamos hablando de la vida en general y en un momento dado Rafael lanzó una pregunta sobre la mesa:
- ¿Habéis visto alguna vez un ruiseñor?...
Los tres contestamos lo mismo:
- No.
- Porque no existen, son un invento de los poetas. El mundo real es más jodido que todo eso, no hay hueco para el romanticismo y mucho menos para los ruiseñores. Os voy a contar una anécdota que le pasó a José Luís López Vázquez. La anécdota esboza, más o menos, lo que quiero decir. El caso es que José Luís antes estaba casado con una mujer bastante “especial” y no había día que no discutieran por algo. Ese día en concreto tuvieron una bronca impresionante y José Luís decidió que no aguantaba más. Cogió algo de muda y unas camisas limpias, las metió en la maleta y salió de su casa dando un portazo. Al llegar al portal vio que estaba lloviendo a cantaros. Era la peor tormenta que caía en Madrid desde hacía años. Intento coger un taxi pero le fue imposible. Al cabo de media hora estaba calado hasta los huesos y el enfado se le había pasado. Como no podía hacer otra cosa subió a casa y su mujer le recibió con los brazos abiertos pensando que volvía porque se había arrepentido. Pero no era así, José Luís no se había arrepentido, lo que pasó es que estaba lloviendo a cantaros y no consiguió un taxi, por eso regresó con su mujer. El amor que vemos en las películas no existe en el mundo real. Los ruiseñores, el romanticismo, todo eso son patrañas…
Creo que en general esa era su visión del mundo.
- ¿Habéis visto alguna vez un ruiseñor?...
Los tres contestamos lo mismo:
- No.
- Porque no existen, son un invento de los poetas. El mundo real es más jodido que todo eso, no hay hueco para el romanticismo y mucho menos para los ruiseñores. Os voy a contar una anécdota que le pasó a José Luís López Vázquez. La anécdota esboza, más o menos, lo que quiero decir. El caso es que José Luís antes estaba casado con una mujer bastante “especial” y no había día que no discutieran por algo. Ese día en concreto tuvieron una bronca impresionante y José Luís decidió que no aguantaba más. Cogió algo de muda y unas camisas limpias, las metió en la maleta y salió de su casa dando un portazo. Al llegar al portal vio que estaba lloviendo a cantaros. Era la peor tormenta que caía en Madrid desde hacía años. Intento coger un taxi pero le fue imposible. Al cabo de media hora estaba calado hasta los huesos y el enfado se le había pasado. Como no podía hacer otra cosa subió a casa y su mujer le recibió con los brazos abiertos pensando que volvía porque se había arrepentido. Pero no era así, José Luís no se había arrepentido, lo que pasó es que estaba lloviendo a cantaros y no consiguió un taxi, por eso regresó con su mujer. El amor que vemos en las películas no existe en el mundo real. Los ruiseñores, el romanticismo, todo eso son patrañas…
Creo que en general esa era su visión del mundo.
jajaja, que bueno, ya casi no recordaba la anécdota... yo recuerdo un momento que tanto Javi como Rafa comenzaron a intercambiar alabanzas sobre los grandes cómicos italianos, Totó en especial. Un gran almuerzo, sí señor, de nuestra intrahistoria
ResponderEliminarQué bonita anécdota, entrañable y, como la vida misma...
ResponderEliminarGente así son una gozada, aunque tengan sus especialidades/rarezas, vamos como todos.
Gran abrazo.
Por cierto, esa cita fue el 11 de Diciembre de 1998 a las 13:3o horas en el restaurante José Luis, el de debajo de casa de Azcona...
ResponderEliminar¡Joder Luís! ¡Que memoria tienes! Mis neuronas no dan para tanto. Por cierto, es una gozada tenerte por aquí.abrazo
ResponderEliminarBegoña, esa comida no la voy a olvidar en mi vida.
Besazo
suerte pepe, cagüen la mar, suerte de compartir mesa y mantel con genial tipo y vaya anécdota!, la hostia.
ResponderEliminarBonita anécdota.
ResponderEliminarSaludos, paisano.