I
Los lugares más fríos no son Islandia, ni Siberia, ni Groenlandia. Disecciona con la navaja del recuerdo el esternón: sólo hay escarcha.
II
Ser la otra te posiciona en dos categorías: la superior, cuando eres novedad, la inferior, cuando eres comodín. No sé si me valoro lo suficiente o me siento muy sola.
III
Calidez admitida en besos y abrazos: las palabras, accesorias para la excitación. Teatralidad del que reclama piel ajena cuando la otra parte de la cama está vacía.
IV
Amor: mi nombre en tu boca. Y todo es falso. Opto por callar. El silencio es más elocuente: entre tus brazos, sólo siento.
V
Besas y golpeas mi pecho. No hay dolor: fina capa de hielo recubre un órgano latiendo lentamente, mentiroso. Sólo mis tripas son honestas.
VI
Mi espalda. Es tuya. Vértebra a vértebra. Nervio a nervio. Soporta tu peso. Soporta la hipocresía. Es lo único que puedo ofrecer: no quiero entregar un corazón podrido.
VII
Cadáveres. Mis huesos, mis músculos, mi piel, son cadáveres en tus manos. No hay latidos: soy amor muerto. Soy nada.
VIII
Mis entrañas se retiran del campo de batalla. Sábanas mojadas: banderas blancas para la pecadora. Mi orgullo herido. Saboreamos la derrota. Soledad resguardada en lo más hondo de mí, masticándome las tripas, remordiendo conciencia enjuagada con sudor.
Aspiro a imposibles
© ANA PATRICIA MOYA RODRÍGUEZ
Los lugares más fríos no son Islandia, ni Siberia, ni Groenlandia. Disecciona con la navaja del recuerdo el esternón: sólo hay escarcha.
II
Ser la otra te posiciona en dos categorías: la superior, cuando eres novedad, la inferior, cuando eres comodín. No sé si me valoro lo suficiente o me siento muy sola.
III
Calidez admitida en besos y abrazos: las palabras, accesorias para la excitación. Teatralidad del que reclama piel ajena cuando la otra parte de la cama está vacía.
IV
Amor: mi nombre en tu boca. Y todo es falso. Opto por callar. El silencio es más elocuente: entre tus brazos, sólo siento.
V
Besas y golpeas mi pecho. No hay dolor: fina capa de hielo recubre un órgano latiendo lentamente, mentiroso. Sólo mis tripas son honestas.
VI
Mi espalda. Es tuya. Vértebra a vértebra. Nervio a nervio. Soporta tu peso. Soporta la hipocresía. Es lo único que puedo ofrecer: no quiero entregar un corazón podrido.
VII
Cadáveres. Mis huesos, mis músculos, mi piel, son cadáveres en tus manos. No hay latidos: soy amor muerto. Soy nada.
VIII
Mis entrañas se retiran del campo de batalla. Sábanas mojadas: banderas blancas para la pecadora. Mi orgullo herido. Saboreamos la derrota. Soledad resguardada en lo más hondo de mí, masticándome las tripas, remordiendo conciencia enjuagada con sudor.
Aspiro a imposibles
© ANA PATRICIA MOYA RODRÍGUEZ
Ayer conocí a Ana Patricia y es un sol.
ResponderEliminarUn beso para los dos.
Sí, un sol borracho, jajaja (es broma).
ResponderEliminarEl placer fue mio, Luisa. Para lo que necesites, ya sabes donde estoy.
Y, amigo Pepe, lo mismo digo. Besitos!
ANA PATRICIA