Ayer, uno de mayo del dos mil diez, mi sobrina hizo la primera comunión. Antes de la ceremonia, en la iglesia se había celebrado un funeral y terminada ésta se iba a celebrar otro. Por lo visto, un chaval se había matado en un accidente con una moto.
Pues bien, aunque casi nadie de mi familia es creyente, y yo memos, he de reconocer que me emocioné al ver a María, mi sobrina. Tan guapa con su elegante vestido y su bonito peinado. Pero no es esto lo que yo quiero contar. Lo que yo quiero contar es un hecho curioso que observé al salir de la iglesia. Se formaron dos filas, una la formábamos la gente que salíamos de la comunión. Gente alegre con vestidos de colores llamativos, haciendo fotos y comentando lo guapas y guapos que estaban los niños y niñas que habían comido por primera vez del cuerpo de Cristo. La otra fila la formaban los que entraban para asistir al funeral del chaval que se había matado con la moto. Todos iban de negro, con el gesto triste, a punto del llanto. Fue curioso, por un momento vi la escena a través de los ojos del fallecido Rafael Azcona. La mirada de Rafael. Rafael era un experto en atrapar ese tipo de situaciones. Sus guiones están repletos de geniales contrastes que nos hacen ver a través de sus ojos lo chabacano y lo cutre. La gran ironía del vivir, y del morir. Y toda esa genialidad combinada con un afiladísimo sentido del humor. Por supuesto humor negro como el carbón.
Por desgracia, tanto el chico de la moto como Rafael ya no están aquí para verlo, y mucho menos para contarlo.
® Pepe Pereza
Pues bien, aunque casi nadie de mi familia es creyente, y yo memos, he de reconocer que me emocioné al ver a María, mi sobrina. Tan guapa con su elegante vestido y su bonito peinado. Pero no es esto lo que yo quiero contar. Lo que yo quiero contar es un hecho curioso que observé al salir de la iglesia. Se formaron dos filas, una la formábamos la gente que salíamos de la comunión. Gente alegre con vestidos de colores llamativos, haciendo fotos y comentando lo guapas y guapos que estaban los niños y niñas que habían comido por primera vez del cuerpo de Cristo. La otra fila la formaban los que entraban para asistir al funeral del chaval que se había matado con la moto. Todos iban de negro, con el gesto triste, a punto del llanto. Fue curioso, por un momento vi la escena a través de los ojos del fallecido Rafael Azcona. La mirada de Rafael. Rafael era un experto en atrapar ese tipo de situaciones. Sus guiones están repletos de geniales contrastes que nos hacen ver a través de sus ojos lo chabacano y lo cutre. La gran ironía del vivir, y del morir. Y toda esa genialidad combinada con un afiladísimo sentido del humor. Por supuesto humor negro como el carbón.
Por desgracia, tanto el chico de la moto como Rafael ya no están aquí para verlo, y mucho menos para contarlo.
® Pepe Pereza
La vida está llena de contrastes de estos, solo hay que saber mirar y ver.
ResponderEliminarAbrazos.
Me temo que así son las cosas. Las calles de Madrid están llenas de esos contrastes. Puedes ver pasar a una señora vestida de diseño con un bolso más caro que nuestro sueldo, pasar por al lado de un mendigo, camino de su Audi. Lo importante es que algunos todavía observamos, deteniéndonos en esos detalles.
ResponderEliminarUn beso, Pepe.
La vida misma. La muerte misma.
ResponderEliminarY qué magnífico el contraste que has captado. Sólo por eso merece la pena que tu sobrina haya hecho la primera comunión.
ResponderEliminarAbrazo
Se me ocurre que, según para quién, el color de las vestimentas podría invertirse en estas situaciones. Para algunos venir al mundo es el comienzo de un duro peregrinar, para los que el negro sería el más adecuado; y otros muchos se irían de blanco, más que encantados de despedirse, por cierto que coincidirían con los que llegan de negro.
ResponderEliminarInteresante entrada.
A partir de ahora te visitaré una vez por semana, calculo, pero haré lo posible por venir a visitarte.
Hasta pronto.
Pepe, nada más ver la foto de Rafael Azcona me he interesado por el escrito.
ResponderEliminarLas motos y los jóvenes que combinación más peligrosa. Durante un tiempo fui motero pero al nacer mi hijo regale la moto para poder prohibirle a mi hijo que montara en moto. Para eso se necesita una edad o una maduración que de joven no se tiene.
Tu sobrina seguro que iría como una princesa.
Un abrazo
MUCHÍSIMAS GRACIAS A TODOS POR COMENTAR.
ResponderEliminarBESOS Y ABRAZOS (A ELEGIR)