martes, 17 de agosto de 2010

PERDIDO (2ª PARTE)

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No recordaba cuánto tiempo llevaba en el bosque. Por lo largo de su barba, calculó que más de un mes. Hacía tiempo que la comida se le había terminado y ocupaba la mayor parte del día en buscar alimento. Bayas, raíces, frutos silvestres, setas, huevos de codorniz (o de lo que fuera), insectos, e incluso lagartos, caracoles y anfibios… Todo valía para llenar el estómago. En ese tiempo había adelgazado bastante. Cada día que pasaba se tenía que apretar más el cinturón. Todavía tenía la tienda de campaña y el saco de dormir, y con poco más se las iba arreglando. Si hubiese tenido una caña de pescar se hubiera sentido el hombre más afortunado del planeta. Había intentado hacerse una. Utilizó una hebra de lana que extrajo de su jersey, pero no encontró nada que le sirviese de anzuelo. Probó con espinas, incluso intentó tallar uno con su navaja, pero nunca consiguió pescar nada. Lo que sí se hizo fue una lanza, afilando la punta de un palo largo, aunque tampoco había cazado nada con ella. Más que nada, la utilizaba de bastón para ayudarse a caminar entre la maleza. Miró a su alrededor. La llegada de la primavera se notaba en cada rincón del bosque. Al salir de un pequeño desfiladero se encontró con unas zarzas que tenían una especie de moras. Seleccionó las que tenían el tono más oscuro y se las fue comiendo. Aún no estaban maduras y sabían un poco amargas. Cuando acabó con las moras siguió caminando. Se había convertido en un nómada del bosque. Siempre llevaba consigo todo lo que tenía, metido en la mochila que cargaba a sus espaldas. Cuando se cansaba de deambular entre la vegetación, montaba la tienda y encendía una hoguera. Así era su vida, y él se sentía a gusto y feliz. En todo el tiempo que llevaba allí no se había encontrado con nadie. La verdad era que no echaba de menos a nadie. Ni tan siquiera a su mujer.

Continuará.

® pepe pereza

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