jueves, 30 de septiembre de 2010
ÁNGEL MUÑOZ (VOLTIOS) EN CULTURAMAS Y ENTRELINEAS
Como Ulises en una cacharrería, de Ángel Muñoz Rodríguez
Trato de ponerme del lado de todos, parte del prólogo de Ana Pérez Cañamares
Por lo que conozco a Ángel no podía haber elegido versos más reveladores para comenzar su poemario. Una de las primeras impresiones cuando se conoce a Ángel es que se trata de un tipo afable y conciliador; al leerle, la primera cualidad que destaca en su mirada es la de ser profundamente compasiva.
Pero la vida, esa profesora cabrona que te enseña a base de palos, se ha encargado ya de hacerle entender algo: es necesario elegir. Una cosa es comprender –ese tratar de ponerse del lado de todos– y otra muy distinta es justificar. Quien justifica todo acaba por ser injusto. No se puede estar con los yonquis y con el cura que los echa de la iglesia; no se puede estar con tu padre y con los que le dieron una paliza y lo tiraron al río. Así que Ángel se ha arriesgado a tomar partido –en realidad lo hizo hace mucho tiempo, aunque él se empeñara en seguir aspirando a la neutralidad–, a ponerse de parte de los débiles, no de forma paternalista ni políticamente correcta, sino huyendo de tópicos e idealismos, haciéndolo a la manera de los auténticos valientes: mostrando, para empezar, su propia debilidad, sus contradicciones, sus egoísmos y cobardías. Y el que esté libre de pecado, por favor, que no escriba poesía.
Ángel –siempre con vocación de minoritario: elegido el último para los partidos de fútbol, vocacionalmente indio en las batallas entre vaqueros y pieles rojas– a pesar de todo ha crecido sin rencores. Podría haber renegado o haberse conformado con su esencia de animal de periferia: pero si eres listo –y alguien que recuerda con detalle, probablemente lo es– lo que harás será apostar fuerte. Y cada superviviente que cuenta su historia es una victoria para los que estamos deseosos de aprender y recordar de su mano.
Hay nostalgia en este viaje, pero no una nostalgia sin condiciones: quizá las mejores meriendas eran las de antes, pero los viejos amigos pueden haberse convertido en perfectos gilipollas. El viaje a Ítaca no es un camino idílico, ni siquiera en sus primeras fases; si se es honesto con los recuerdos, tampoco el regreso a la infancia es un viaje de placer. Ángel se piensa muy bien qué vale la pena guardar en la mochila, para que sea lo menos posible lo que le lastre en el viaje.
Y en este viaje con poca carga, la poesía se desnuda también, sin apenas lirismos ni figuras retóricas. Es en el propio relato cuando los hechos aislados, al sumarse, se convierten en otra cosa, en un discurso con un sentido más profundo. Las anécdotas se van tejiendo hasta convertirse en metáfora que las supera y enriquece. En su poema los indios son indios, pero unos cuantos poemas después, caemos en la cuenta de que los hay que siempre seguirán siendo indios, como siempre habrá alguien que les recalifique la pradera, les extermine los bisontes, los recluya en reservas y encima les acuse de ser diferentes y autoexcluirse. Sobre los pantalones su madre remienda parches fruto de las peleas con los otros críos del barrio, pero los parches se van convirtiendo en cicatrices, unas más visibles que otras, como la que cruza, mira por dónde, el dedo corazón, ese dedo que tiene un bonito nombre, pero que sirve para mandar a tomar por culo a los indeseables. Las pelotas que los chavales mayores mandar recoger a los pequeños son también las pelotas que les faltan a esos aprendices de matones para jugarse la vida o las rodillas. La anécdota se convierte en mucho más, por obra y gracia de las conexiones entre las palabras, entre las historias, y terminan por sobrevolar lo personal para hablar de todos. Y así, cada anécdota acaba siendo un parte de guerra.
Es de esta manera, con estas relaciones entre el poema y algo más, y las de los poemas entre sí, como este libro captura la esencia de la poesía. Porque para mí la poesía es sobre todo la expresión de las ligaduras que unen las cosas de este mundo (y los que quieran pueden hacer una lectura mística de esta idea, aunque no sea necesario irse tan lejos). Por eso, la poesía tiene esta capacidad de salvarnos del vacío: porque lo que hace es lanzar hilos y tejer redes entre los seres, los objetos, las ideas, las emociones. Redes que se convierten en redes de apoyo, de denuncia, de consuelo. La poesía expresa el eco de las voces que se llaman para curarnos de la soledad, para cantar la maravilla y llorar el horror de vivir esta vida bella y terriblemente injusta. Por eso este libro es poesía: porque teje una red que salva del silencio y la invisibilidad a seres vulnerables y asustados. Tiende cuerdas entre recuerdos y reflexiones, entre pasado y presente, entre razones e impulsos, entre los que nos creemos a salvo y los que ya han sido condenados –reivindicados aquí, al convertirse en poema.
Ángel ha optado por no maquillar sus palabras, y hay en su desnudez un punto de crueldad con el lector; para nuestro consuelo, lo equilibra con una sencillez que acompaña sin arrogancias. No se pone por encima de nadie, va al paso con el lector, no se convierte en héroe: el único heroísmo es estar aquí y contarlo todo, hablar del Chichas y el Binchu que fuimos, de los que se perdieron y lo que perdimos, y recordar que si hoy hemos llegado hasta aquí se debe a las elecciones que tomamos, pero también a los azares que nos favorecieron. Y así será en cualquier camino a Ítaca: seguir decidiendo, seguir exponiéndonos a la suerte.
(…)
egoísmo
ahora
que la gravedad
no me atrae
a su seno
mi madre
llama
a diario
para hablarme
de su mierda de vida
de lo que no hizo
de la rebeldía incontrolada
que escondió
en un rincón de casa
y ahora
no sabe
cuál era
de la falta de oyentes
que se hagan eco de sus palabras
de mi abuela
muda de lágrimas
y posesiva inconsciente
el otro día
quise colgarle
el teléfono
pero no pude
tampoco
explicarle
que mi existencia
no era mucho mejor
Ángel Muñoz Rodríguez
No sé si el haber estudiado Historia del Arte y el haberse criado en uno de los barrios más marginales de Madrid en la década de los 80 (Villaverde) ha logrado que su poesía sea lo que es a día de hoy. Una poesía totalmente de no ficción, real, dura. Le gusta contar su vida, la de otros, lo que pasa en la calle, no sabe escribir de otra manera. Fijarse en los detalles es algo que le dio su formación universitaria, y de lo que no quiere desprenderse.
Tiene muchos referentes poéticamente hablando: Ezra Pound, Carver, Kirme Uribe , Ángel González, Ginsberg e incluso Wislawa Szymborska. De todos bebe y no renuncia a ellos.
ISBN: 978-84-92828-86-2
Nº páginas: 122
Edita: Bohodón Ediciones
http://www.culturamas.es/blog/2010/09/29/como-ulises-en-una-cacharreria-de-angel-munoz-rodriguez/
Trato de ponerme del lado de todos, parte del prólogo de Ana Pérez Cañamares
Por lo que conozco a Ángel no podía haber elegido versos más reveladores para comenzar su poemario. Una de las primeras impresiones cuando se conoce a Ángel es que se trata de un tipo afable y conciliador; al leerle, la primera cualidad que destaca en su mirada es la de ser profundamente compasiva.
Pero la vida, esa profesora cabrona que te enseña a base de palos, se ha encargado ya de hacerle entender algo: es necesario elegir. Una cosa es comprender –ese tratar de ponerse del lado de todos– y otra muy distinta es justificar. Quien justifica todo acaba por ser injusto. No se puede estar con los yonquis y con el cura que los echa de la iglesia; no se puede estar con tu padre y con los que le dieron una paliza y lo tiraron al río. Así que Ángel se ha arriesgado a tomar partido –en realidad lo hizo hace mucho tiempo, aunque él se empeñara en seguir aspirando a la neutralidad–, a ponerse de parte de los débiles, no de forma paternalista ni políticamente correcta, sino huyendo de tópicos e idealismos, haciéndolo a la manera de los auténticos valientes: mostrando, para empezar, su propia debilidad, sus contradicciones, sus egoísmos y cobardías. Y el que esté libre de pecado, por favor, que no escriba poesía.
Ángel –siempre con vocación de minoritario: elegido el último para los partidos de fútbol, vocacionalmente indio en las batallas entre vaqueros y pieles rojas– a pesar de todo ha crecido sin rencores. Podría haber renegado o haberse conformado con su esencia de animal de periferia: pero si eres listo –y alguien que recuerda con detalle, probablemente lo es– lo que harás será apostar fuerte. Y cada superviviente que cuenta su historia es una victoria para los que estamos deseosos de aprender y recordar de su mano.
Hay nostalgia en este viaje, pero no una nostalgia sin condiciones: quizá las mejores meriendas eran las de antes, pero los viejos amigos pueden haberse convertido en perfectos gilipollas. El viaje a Ítaca no es un camino idílico, ni siquiera en sus primeras fases; si se es honesto con los recuerdos, tampoco el regreso a la infancia es un viaje de placer. Ángel se piensa muy bien qué vale la pena guardar en la mochila, para que sea lo menos posible lo que le lastre en el viaje.
Y en este viaje con poca carga, la poesía se desnuda también, sin apenas lirismos ni figuras retóricas. Es en el propio relato cuando los hechos aislados, al sumarse, se convierten en otra cosa, en un discurso con un sentido más profundo. Las anécdotas se van tejiendo hasta convertirse en metáfora que las supera y enriquece. En su poema los indios son indios, pero unos cuantos poemas después, caemos en la cuenta de que los hay que siempre seguirán siendo indios, como siempre habrá alguien que les recalifique la pradera, les extermine los bisontes, los recluya en reservas y encima les acuse de ser diferentes y autoexcluirse. Sobre los pantalones su madre remienda parches fruto de las peleas con los otros críos del barrio, pero los parches se van convirtiendo en cicatrices, unas más visibles que otras, como la que cruza, mira por dónde, el dedo corazón, ese dedo que tiene un bonito nombre, pero que sirve para mandar a tomar por culo a los indeseables. Las pelotas que los chavales mayores mandar recoger a los pequeños son también las pelotas que les faltan a esos aprendices de matones para jugarse la vida o las rodillas. La anécdota se convierte en mucho más, por obra y gracia de las conexiones entre las palabras, entre las historias, y terminan por sobrevolar lo personal para hablar de todos. Y así, cada anécdota acaba siendo un parte de guerra.
Es de esta manera, con estas relaciones entre el poema y algo más, y las de los poemas entre sí, como este libro captura la esencia de la poesía. Porque para mí la poesía es sobre todo la expresión de las ligaduras que unen las cosas de este mundo (y los que quieran pueden hacer una lectura mística de esta idea, aunque no sea necesario irse tan lejos). Por eso, la poesía tiene esta capacidad de salvarnos del vacío: porque lo que hace es lanzar hilos y tejer redes entre los seres, los objetos, las ideas, las emociones. Redes que se convierten en redes de apoyo, de denuncia, de consuelo. La poesía expresa el eco de las voces que se llaman para curarnos de la soledad, para cantar la maravilla y llorar el horror de vivir esta vida bella y terriblemente injusta. Por eso este libro es poesía: porque teje una red que salva del silencio y la invisibilidad a seres vulnerables y asustados. Tiende cuerdas entre recuerdos y reflexiones, entre pasado y presente, entre razones e impulsos, entre los que nos creemos a salvo y los que ya han sido condenados –reivindicados aquí, al convertirse en poema.
Ángel ha optado por no maquillar sus palabras, y hay en su desnudez un punto de crueldad con el lector; para nuestro consuelo, lo equilibra con una sencillez que acompaña sin arrogancias. No se pone por encima de nadie, va al paso con el lector, no se convierte en héroe: el único heroísmo es estar aquí y contarlo todo, hablar del Chichas y el Binchu que fuimos, de los que se perdieron y lo que perdimos, y recordar que si hoy hemos llegado hasta aquí se debe a las elecciones que tomamos, pero también a los azares que nos favorecieron. Y así será en cualquier camino a Ítaca: seguir decidiendo, seguir exponiéndonos a la suerte.
(…)
egoísmo
ahora
que la gravedad
no me atrae
a su seno
mi madre
llama
a diario
para hablarme
de su mierda de vida
de lo que no hizo
de la rebeldía incontrolada
que escondió
en un rincón de casa
y ahora
no sabe
cuál era
de la falta de oyentes
que se hagan eco de sus palabras
de mi abuela
muda de lágrimas
y posesiva inconsciente
el otro día
quise colgarle
el teléfono
pero no pude
tampoco
explicarle
que mi existencia
no era mucho mejor
Ángel Muñoz Rodríguez
No sé si el haber estudiado Historia del Arte y el haberse criado en uno de los barrios más marginales de Madrid en la década de los 80 (Villaverde) ha logrado que su poesía sea lo que es a día de hoy. Una poesía totalmente de no ficción, real, dura. Le gusta contar su vida, la de otros, lo que pasa en la calle, no sabe escribir de otra manera. Fijarse en los detalles es algo que le dio su formación universitaria, y de lo que no quiere desprenderse.
Tiene muchos referentes poéticamente hablando: Ezra Pound, Carver, Kirme Uribe , Ángel González, Ginsberg e incluso Wislawa Szymborska. De todos bebe y no renuncia a ellos.
ISBN: 978-84-92828-86-2
Nº páginas: 122
Edita: Bohodón Ediciones
http://www.culturamas.es/blog/2010/09/29/como-ulises-en-una-cacharreria-de-angel-munoz-rodriguez/
estelletalavera
LA MUÑECA RUSA DE ÁNGEL GONZÁLEZ GONZÁLEZ
Tantas otras cosas
Tú estarías en Blanco o en Zara.
Yo, mirando tonterías en la librería de abajo
y el niño consumía su ticket de una hora
en la zona de ocio, dentro del parque infantil.
Era lo acostumbrado.
Los demás; todos y cada uno de ellos, nos daban lo mismo e igual nos sentiríamos en el auditorio ante tres millones de esas mismas sustancias. Mientras llegábamos al punto de encuentro, previamente pactado, esquivaríamos sus sombras, concediéndoles sólo ese tipo de importancia.
Luego dirías que hace falta leche.
También unas latas de atún, decía la nota.
Bien, el Mercadona nos pilla de paso,
como tantas otras cosas.
Ángel González González "Muñeca rusa", Planeta clandestino 2010
Tú estarías en Blanco o en Zara.
Yo, mirando tonterías en la librería de abajo
y el niño consumía su ticket de una hora
en la zona de ocio, dentro del parque infantil.
Era lo acostumbrado.
Los demás; todos y cada uno de ellos, nos daban lo mismo e igual nos sentiríamos en el auditorio ante tres millones de esas mismas sustancias. Mientras llegábamos al punto de encuentro, previamente pactado, esquivaríamos sus sombras, concediéndoles sólo ese tipo de importancia.
Luego dirías que hace falta leche.
También unas latas de atún, decía la nota.
Bien, el Mercadona nos pilla de paso,
como tantas otras cosas.
Ángel González González "Muñeca rusa", Planeta clandestino 2010
miércoles, 29 de septiembre de 2010
POEMA DEL NUEVO POEMARIO DE ÁNGEL MUÑOZ
pañuelo
tenía la cara
llena de tiznajos
su madre
quiso frotársela
con el agua de la fuente
mientras yo
me impacientaba
por la sed
sudando
tras hacer deporte
la criaturita
con seis años
le dijo a su vieja
que él era mayorcito
y que le daba asco
que las manos de ella
le enjuagasen la cara
no te digo nada
si a este piltrafilla
le hubiesen limpiado
la mierda del rostro
con un pañuelo
empapado en saliva materna
acompañado
de un fuerte frote
como nos hacían antes
igual que las perras
lamen a sus cachorros
pero ya te digo
que eso era antes
cuando los pañuelos
eran de tela
y no de papel
tenía la cara
llena de tiznajos
su madre
quiso frotársela
con el agua de la fuente
mientras yo
me impacientaba
por la sed
sudando
tras hacer deporte
la criaturita
con seis años
le dijo a su vieja
que él era mayorcito
y que le daba asco
que las manos de ella
le enjuagasen la cara
no te digo nada
si a este piltrafilla
le hubiesen limpiado
la mierda del rostro
con un pañuelo
empapado en saliva materna
acompañado
de un fuerte frote
como nos hacían antes
igual que las perras
lamen a sus cachorros
pero ya te digo
que eso era antes
cuando los pañuelos
eran de tela
y no de papel
PRÓLOGO DE ANA PÉREZ CAÑAMARES PARA EL LIBRO DE ÁNGEL MUÑOZ "COMO ULISES DENTRO DE UNA CACHARRERÍA"
Por lo que conozco a Ángel no podía haber elegido versos más reveladores para comenzar su poemario. Una de las primeras impresiones cuando se conoce a Ángel es que se trata de un tipo afable y conciliador; al leerle, la primera cualidad que destaca en su mirada es la de ser profundamente compasiva.
Pero la vida, esa profesora cabrona que te enseña a base de palos, se ha encargado ya de hacerle entender algo: es necesario elegir. Una cosa es comprender –ese tratar de ponerse del lado de todos- y otra muy distinta es justificar. Quien justifica todo acaba por ser injusto. No se puede estar con los yonquis y con el cura que los echa de la iglesia; no se puede estar con tu padre y con los que le dieron una paliza y lo tiraron al río. Así que Ángel se ha arriesgado a tomar partido –en realidad lo hizo hace mucho tiempo, aunque él se empeñara en seguir aspirando a la neutralidad-, a ponerse de parte de los débiles, no de forma paternalista ni políticamente correcta, sino huyendo de tópicos e idealismos, haciéndolo a la manera de los auténticos valientes: mostrando, para empezar, su propia debilidad, sus contradicciones, sus egoísmos y cobardías. Y el que esté libre de pecado, por favor, que no escriba poesía.
Ángel -siempre con vocación de minoritario: elegido el último para los partidos de fútbol, vocacionalmente indio en las batallas entre vaqueros y pieles rojas- a pesar de todo ha crecido sin rencores. Podría haber renegado o haberse conformado con su esencia de animal de periferia: pero si eres listo –y alguien que recuerda con detalle, probablemente lo es- lo que harás será apostar fuerte. Y cada superviviente que cuenta su historia es una victoria para los que estamos deseosos de aprender y recordar de su mano.
Hay nostalgia en este viaje, pero no una nostalgia sin condiciones: quizá las mejores meriendas eran las de antes, pero los viejos amigos pueden haberse convertido en perfectos gilipollas. El viaje a Ítaca no es un camino idílico, ni siquiera en sus primeras fases; si se es honesto con los recuerdos, tampoco el regreso a la infancia es un viaje de placer. Ángel se piensa muy bien qué vale la pena guardar en la mochila, para que sea lo menos posible lo que le lastre en el viaje.
Y en este viaje con poca carga, la poesía se desnuda también, sin apenas lirismos ni figuras retóricas. Es en el propio relato cuando los hechos aislados, al sumarse, se convierten en otra cosa, en un discurso con un sentido más profundo. Las anécdotas se van tejiendo hasta convertirse en metáfora que las supera y enriquece. En su poema los indios son indios, pero unos cuantos poemas después, caemos en la cuenta de que los hay que siempre seguirán siendo indios, como siempre habrá alguien que les recalifique la pradera, les extermine los bisontes, los recluya en reservas y encima les acuse de ser diferentes y autoexcluirse. Sobre los pantalones su madre remienda parches fruto de las peleas con los otros críos del barrio, pero los parches se van convirtiendo en cicatrices, unas más visibles que otras, como la que cruza, mira por dónde, el dedo corazón, ese dedo que tiene un bonito nombre, pero que sirve para mandar a tomar por culo a los indeseables. Las pelotas que los chavales mayores mandar recoger a los pequeños son también las pelotas que les faltan a esos aprendices de matones para jugarse la vida o las rodillas. La anécdota se convierte en mucho más, por obra y gracia de las conexiones entre las palabras, entre las historias, y terminan por sobrevolar lo personal para hablar de todos. Y así, cada anécdota acaba siendo un parte de guerra.
Es de esta manera, con estas relaciones entre el poema y algo más, y las de los poemas entre sí, como este libro captura la esencia de la poesía. Porque para mí la poesía es sobre todo la expresión de las ligaduras que unen las cosas de este mundo (y los que quieran pueden hacer una lectura mística de esta idea, aunque no sea necesario irse tan lejos). Por eso, la poesía tiene esta capacidad de salvarnos del vacío: porque lo que hace es lanzar hilos y tejer redes entre los seres, los objetos, las ideas, las emociones. Redes que se convierten en redes de apoyo, de denuncia, de consuelo. La poesía expresa el eco de las voces que se llaman para curarnos de la soledad, para cantar la maravilla y llorar el horror de vivir esta vida bella y terriblemente injusta. Por eso este libro es poesía: porque teje una red que salva del silencio y la invisibilidad a seres vulnerables y asustados. Tiende cuerdas entre recuerdos y reflexiones, entre pasado y presente, entre razones e impulsos, entre los que nos creemos a salvo y los que ya han sido condenados – reivindicados aquí, al convertirse en poema.
Ángel ha optado por no maquillar sus palabras, y hay en su desnudez un punto de crueldad con el lector; para nuestro consuelo, lo equilibra con una sencillez que acompaña sin arrogancias. No se pone por encima de nadie, va al paso con el lector, no se convierte en héroe: el único heroísmo es estar aquí y contarlo todo, hablar del del Chichas y el Binchu que fuimos, de los que se perdieron y lo que perdimos, y recordar que si hoy hemos llegado hasta aquí se debe a las elecciones que tomamos, pero también a los azares que nos favorecieron. Y así será en cualquier camino a Ítaca: seguir decidiendo, seguir exponiéndonos a la suerte.
Y si Ángel no se hace el héroe, algo que hay también que agradecerle es que no se hace el poeta. Hay en este libro una naturalidad que no se imita. No hay afectaciones líricas pero tampoco imposturas de otra índole. El libro está plagado de coloquialismos y tacos, que resultan normales cuando descubrimos que quien habla es un chaval de barrio que se dirige al chaval de barrio que fuimos. Aquí las madres (o la vida) no dan golpes, sino hostias. Las cosas son, o se ponen, feas de cojones. Esto es Aluche, y Leganés, y el Pozo. Esto es el puto mundo real.
Pero en el mundo real, gracias a Ulises y a los dioses, es posible conservar una mirada de niño, que rebusca los tesoros entre la basura: las chapas entre las cabezas de gamba rechupeteadas, la novia que le ruega a uno que aparte su miseria y su insomnio porque, sencillamente, tiene que hacer pis. Igual que cuando el poeta está jodido siempre tiene tiempo de mirar al que está más jodido que él, cuando la mierda amenaza con ahogarnos, siempre se puede rescatar un tesoro que nos salve. Porque no hay triunfo comparable al de captar de repente la ternura en una escena cotidiana. Ángel, cariño, quítate de en medio que me meo. Ante eso, uno sólo puede apartarse y volver a la cama a dormir, sin sueños quizá, pero agradecido al cuerpo que abraza.
Estos poemas están constantemente apelando a esa esperanza básica, el primer rayo de luz que puede hacer que saquemos la cabeza fuera de la cueva en la que nos escondemos: una voz que nos diga que no estamos solos. Nadie en su sano juicio se atrevería a mirar de frente y pelear con la vida a no ser que escuche estas palabras: estoy contigo. Sobre lo que venga después, no hay engaño: si quieres luchar, tienes que abandonar la comodidad, y disponerte a reflexionar, actuar, decidir. Decidir una y otra vez cuál es tu lugar, sin importar que cuando no se está acostumbrado a pelear, o mejor dicho, cuando lo que nos hace tener que partirnos la cara son las circunstancias y no nuestra naturaleza, lo más probable es que casi siempre salgamos cobrando. Luego ya vendrán las madres, la poesía, nuestras novias o amigos a levantarnos.
No sé a vosotros, pero a mí me tranquiliza saber que hay tipos como Ángel, y si hubiéramos compartido infancia y juventud me hubiera gustado compartir bando. Qué coño, aún somos jóvenes, todavía hay ganas de juegos y peleas, y sí, estamos en el mismo bando. Sea para llegar a Ítaca o hasta el bar de la esquina, que quizá son lo mismo.
Ana Pérez Cañamares
ALFONSO XEN RABANAL -
sé que pasas de todo, que te has metido en créditos hasta pa limpiarte el ojel y las tarjetas ya no regalan nada...
sé que estás en huelga de ti mismo desde hace años... algunos, desde que nacieron...
bastante tienes con intentar paga los plazos de todos esos caprichos que ahora ya no sirven para nada... y bastante con recorrerte todos los outles de internet buscando seguir con ese nivel de vida consumista que tanto te ha costado fingir...
sé que ya no te da pa tanta farla y tienes que tragar y vender a quien se ponga a tu lado para justificar la tabla de excel que rige tu vida y se balancea hacia el desastre...
sé que dices lo que quieren oír y te lo crees y lo repites como te han acostumbrado a hacer... y así echas la culpa a los extranjeros mientras no luchas por tus derechos...
no te preocupes, no disimules... sé que estás trabajando a destajo se tarde lo que se tarde en acabar lo que te han endiñado... si tardas más no lo cobras pero has de acabarlo... y si no... ese es el miedo... nadie te ha enseñado a defenderte, no te interesa, todo son dolores de cabeza y problemas psicológicos... por ello es más fácil tragar e intentar eliminar a quien todavía tiene los cojones de defender sus derechos que son los tuyos... de los que reniegas...
y sé que tú, que tanto esfuerzo has dedicado a conseguir cientos de carreras y másteres... tú que sólo te manifestaste para conseguir una casa... es decir: para seguir consumiendo... tú que odias a quienes vienen a hacerte el trabajo que nunca has querido hacer, pues nunca te ha faltado de nada y estudiando serías el rey... tú estás planteándote marchar de este país de adocenados a buscarte la vida por ahí... eso sí: te has tragado todos los capítulos de españoles por el mundo y precuelas y secuelas y quieres el nivel de vida que tienen los que en esos bodrios aparecen... y no te das cuenta de que vas a ser un inmigrante... exactamente igual que esos a quienes echas la culpa de no tener trabajo en tu país...
pobrecito, que tienes que dejar la buhardilla... tu espacio... y regresar a casita de mami... y te sientes engañado, normal... tú no tienes la culpa de haberles bailado el agua a los de siempre... tú has cumplido: has consumido y te has preparado para seguir haciéndolo... algo falla, sí... y piensas que la culpa no es tuya... pobrecito... sigue pensando así...
y mientras tanto, los de siempre aprovechándose de la generación con más títulos en la pared... que, paradójicamente y gracias al sistema educativo, son los que más tragan... un chollo tú...
pues aquí el chollo eres tú en este país de outlet...
¿a cuánto te vendes?
sé que estás en huelga de ti mismo desde hace años... algunos, desde que nacieron...
bastante tienes con intentar paga los plazos de todos esos caprichos que ahora ya no sirven para nada... y bastante con recorrerte todos los outles de internet buscando seguir con ese nivel de vida consumista que tanto te ha costado fingir...
sé que ya no te da pa tanta farla y tienes que tragar y vender a quien se ponga a tu lado para justificar la tabla de excel que rige tu vida y se balancea hacia el desastre...
sé que dices lo que quieren oír y te lo crees y lo repites como te han acostumbrado a hacer... y así echas la culpa a los extranjeros mientras no luchas por tus derechos...
no te preocupes, no disimules... sé que estás trabajando a destajo se tarde lo que se tarde en acabar lo que te han endiñado... si tardas más no lo cobras pero has de acabarlo... y si no... ese es el miedo... nadie te ha enseñado a defenderte, no te interesa, todo son dolores de cabeza y problemas psicológicos... por ello es más fácil tragar e intentar eliminar a quien todavía tiene los cojones de defender sus derechos que son los tuyos... de los que reniegas...
y sé que tú, que tanto esfuerzo has dedicado a conseguir cientos de carreras y másteres... tú que sólo te manifestaste para conseguir una casa... es decir: para seguir consumiendo... tú que odias a quienes vienen a hacerte el trabajo que nunca has querido hacer, pues nunca te ha faltado de nada y estudiando serías el rey... tú estás planteándote marchar de este país de adocenados a buscarte la vida por ahí... eso sí: te has tragado todos los capítulos de españoles por el mundo y precuelas y secuelas y quieres el nivel de vida que tienen los que en esos bodrios aparecen... y no te das cuenta de que vas a ser un inmigrante... exactamente igual que esos a quienes echas la culpa de no tener trabajo en tu país...
pobrecito, que tienes que dejar la buhardilla... tu espacio... y regresar a casita de mami... y te sientes engañado, normal... tú no tienes la culpa de haberles bailado el agua a los de siempre... tú has cumplido: has consumido y te has preparado para seguir haciéndolo... algo falla, sí... y piensas que la culpa no es tuya... pobrecito... sigue pensando así...
y mientras tanto, los de siempre aprovechándose de la generación con más títulos en la pared... que, paradójicamente y gracias al sistema educativo, son los que más tragan... un chollo tú...
pues aquí el chollo eres tú en este país de outlet...
¿a cuánto te vendes?
martes, 28 de septiembre de 2010
MJ ROMERO (ALFARO)
Has llegado a la fase delta, líquida, pantanosa, ruidosa, a empujones, sin miramientos de ningún tipo.¡Zas! Aquí. te guiñó un ojo la vida. y tú en el ojo cerrado. no quiere decir ciego. Aquí. arrinconado. sin miramientos y sin paso que dar atrás.
Y aquí, en esta orilla.
Al otro lado hay una montaña. y detrás de la montaña, una casa de paredes blancas y tejado rojo. Todos los días atravieso esa cadena montañosa y entro en la casa de paredes blancas y tejado rojo donde una niña juega en silencio y sola.
http://alfaro-laciudadsinnombre.blogspot.com/
Y aquí, en esta orilla.
Al otro lado hay una montaña. y detrás de la montaña, una casa de paredes blancas y tejado rojo. Todos los días atravieso esa cadena montañosa y entro en la casa de paredes blancas y tejado rojo donde una niña juega en silencio y sola.
http://alfaro-laciudadsinnombre.blogspot.com/
COMO ULISES EN UNA CACHARRERÍA de ÁNGEL MUÑOZ
COMO ULISES EN UNA CACHARRERÍA
Un poemario concebido con mucha ilusión y mucho trabajo, para obtener el resultado que os podréis encontrar a finales de este mes o principio del que viene, en vuestras manos.
Colaboran conmigo para realizar una estupenda labor:
José Naveiras, gran amigo, escritor y fotógrafo, con la foto de portada.
Ana Pérez Cañamares, otra buena amiga y gran escritora, sacó el boli rojo y creó un prólogo
buenísimo.
Nares Montero, amiga, dibujante, fotógrafa y escritora, creó cuatro acuarelas acorde al poemario.
Y Marwan colega cantautor-poeta que tuvo el detalle de hacerme el epílogo.
GRACIAS A LOS CUATRO, SIN VOSOTROS ESTO NO SERÍA POSIBLE.
Más información en breve.
Un poemario concebido con mucha ilusión y mucho trabajo, para obtener el resultado que os podréis encontrar a finales de este mes o principio del que viene, en vuestras manos.
Colaboran conmigo para realizar una estupenda labor:
José Naveiras, gran amigo, escritor y fotógrafo, con la foto de portada.
Ana Pérez Cañamares, otra buena amiga y gran escritora, sacó el boli rojo y creó un prólogo
buenísimo.
Nares Montero, amiga, dibujante, fotógrafa y escritora, creó cuatro acuarelas acorde al poemario.
Y Marwan colega cantautor-poeta que tuvo el detalle de hacerme el epílogo.
GRACIAS A LOS CUATRO, SIN VOSOTROS ESTO NO SERÍA POSIBLE.
Más información en breve.
Voltios dixit.
Publicado por Voltios en “Desde las lindes del sur” http://angelrodriguezpoeta.blogspot.com/
lunes, 27 de septiembre de 2010
RELATO EN EL SUPLEMENTO Nº9 DE LA REVISTA GROENLANDIA
En la consulta un hombre de mediana edad estaba tumbado en el diván. A un par de metros el psiquiatra permanecía sentado en un butacón de cuero negro. En sus manos un bloc y un bolígrafo. El hombre del sofá guardaba silencio analizando sus pensamientos en busca de respuestas. El psiquiatra empezaba a impacientarse y para distraerse dibujó una guillotina en su bloc...
Por fin, el paciente se decidió a hablar:
- Supongo que miento porque no tengo verdades que contar.
- Explíquese – se interesó el psiquiatra.
- Usted sabe que me paso el día solo, sin salir, ni hablar con nadie. Por suerte o por desgracia trabajo desde casa y eso hace que mi vida social sea casi nula – aclaró el hombre.
- ¿Y cómo se siente por eso?
- Como un envase vacío.
- ¿Un envase vacío?
- Bueno…, creo que está muy claro. No hay nada en mi vida que sea de interés. Nada. Por eso, cuando establezco algún tipo de relación personal, miento sobre cómo soy o cómo vivo. Supongo que prefiero ser un recipiente lleno de mentiras que un envase vacío. ¿Comprende?
El psiquiatra miró aburrido el reloj y dijo:
- Vamos a dejarlo aquí. La próxima semana seguimos con este tema.
Al hombre no le gustó nada que el psiquiatra diese por terminada la sesión justo cuando él había encontrado las palabras para expresarse.
- Antes de irme me gustaría hacerle una pregunta – dijo chasqueando la lengua.
- Usted dirá.- dijo el psiquiatra volviendo a mirar de soslayo el reloj.
El hombre se tomó unos segundos antes de formular la pregunta.
- ¿Es normal que piense continuamente en rebanarle el pescuezo?
La contundencia de la macabra interrogante le cogió por sorpresa y el psiquiatra estuvo a punto de perder su característica templanza. Aún así, logró mantener la calma.
- ¿Cómo dice? – replicó el profesional con un hilillo de voz.
- Digo ¿qué si le parece normal que yo tenga unos deseos incontenibles de rebanarle el pescuezo?
Al psiquiatra se le hizo un nudo en la garganta. Finalmente, tragó saliva.
- No… no creo que sea normal – consiguió decir con poco empaque.
- ¿Y qué me aconseja?
- Lo pri… mero… lo primero y más importante es que evite esos siniestros pensamientos y lo segundo… le voy a pedir que por favor deje de acudir a mi consulta... Ahora… si me disculpa tengo… que atender a otros pacientes.
Por fin, el paciente se decidió a hablar:
- Supongo que miento porque no tengo verdades que contar.
- Explíquese – se interesó el psiquiatra.
- Usted sabe que me paso el día solo, sin salir, ni hablar con nadie. Por suerte o por desgracia trabajo desde casa y eso hace que mi vida social sea casi nula – aclaró el hombre.
- ¿Y cómo se siente por eso?
- Como un envase vacío.
- ¿Un envase vacío?
- Bueno…, creo que está muy claro. No hay nada en mi vida que sea de interés. Nada. Por eso, cuando establezco algún tipo de relación personal, miento sobre cómo soy o cómo vivo. Supongo que prefiero ser un recipiente lleno de mentiras que un envase vacío. ¿Comprende?
El psiquiatra miró aburrido el reloj y dijo:
- Vamos a dejarlo aquí. La próxima semana seguimos con este tema.
Al hombre no le gustó nada que el psiquiatra diese por terminada la sesión justo cuando él había encontrado las palabras para expresarse.
- Antes de irme me gustaría hacerle una pregunta – dijo chasqueando la lengua.
- Usted dirá.- dijo el psiquiatra volviendo a mirar de soslayo el reloj.
El hombre se tomó unos segundos antes de formular la pregunta.
- ¿Es normal que piense continuamente en rebanarle el pescuezo?
La contundencia de la macabra interrogante le cogió por sorpresa y el psiquiatra estuvo a punto de perder su característica templanza. Aún así, logró mantener la calma.
- ¿Cómo dice? – replicó el profesional con un hilillo de voz.
- Digo ¿qué si le parece normal que yo tenga unos deseos incontenibles de rebanarle el pescuezo?
Al psiquiatra se le hizo un nudo en la garganta. Finalmente, tragó saliva.
- No… no creo que sea normal – consiguió decir con poco empaque.
- ¿Y qué me aconseja?
- Lo pri… mero… lo primero y más importante es que evite esos siniestros pensamientos y lo segundo… le voy a pedir que por favor deje de acudir a mi consulta... Ahora… si me disculpa tengo… que atender a otros pacientes.
El psiquiatra intentó aparentar normalidad aunque estaba aterrorizado. Creyó que en cuanto el tipo oliese su miedo se le echaría encima. Pero no. El hombre le miró fijamente, chasqueó de nuevo la lengua y dijo:
- Intentaré hacer lo que me dice.
El hombre tendió la mano para despedirse. El psiquiatra dudó pero terminó estrechándola.
- Muchas gracias por su ayuda. - dijo el hombre sin dejar de mirarle fijamente ni soltar su mano.
- De nada – añadió el psiquiatra con frialdad.
Después el hombre salió de la consulta. En cuanto lo hizo, el psiquiatra abandonó su fingida pose y se recostó en la pared para no desfallecer. Al poco, el hombre volvió a entrar en la consulta sorprendiendo al psiquiatra. El hombre formuló una segunda pregunta:
- ¿Cómo se evita un pensamiento siniestro?
- Expulsándolo de la cabeza – acertó a decir el psiquiatra.
- Expulsándolo de la cabeza – repitió el hombre sopesando cada palabra. – Es un buen consejo. Lo seguiré…
Y sin más, el hombre volvió a abandonar la consulta. Esta vez, el psiquiatra se apresuró a echar el seguro a la puerta. Con el seguro puesto respiró aliviado, aunque sus piernas seguían temblando tras la inquietante y absurda conversación.
http://www.scribd.com/doc/37866074/SUPLEMENTO-GROENLANDIA-NUEVE
® pepe pereza
- Intentaré hacer lo que me dice.
El hombre tendió la mano para despedirse. El psiquiatra dudó pero terminó estrechándola.
- Muchas gracias por su ayuda. - dijo el hombre sin dejar de mirarle fijamente ni soltar su mano.
- De nada – añadió el psiquiatra con frialdad.
Después el hombre salió de la consulta. En cuanto lo hizo, el psiquiatra abandonó su fingida pose y se recostó en la pared para no desfallecer. Al poco, el hombre volvió a entrar en la consulta sorprendiendo al psiquiatra. El hombre formuló una segunda pregunta:
- ¿Cómo se evita un pensamiento siniestro?
- Expulsándolo de la cabeza – acertó a decir el psiquiatra.
- Expulsándolo de la cabeza – repitió el hombre sopesando cada palabra. – Es un buen consejo. Lo seguiré…
Y sin más, el hombre volvió a abandonar la consulta. Esta vez, el psiquiatra se apresuró a echar el seguro a la puerta. Con el seguro puesto respiró aliviado, aunque sus piernas seguían temblando tras la inquietante y absurda conversación.
http://www.scribd.com/doc/37866074/SUPLEMENTO-GROENLANDIA-NUEVE
® pepe pereza
REVISTA GROENLANDIA Nº9 Y SUPLEMENTO
Groenlandia nueve y el suplemento ya están disponibles.
Cuentan con las participaciones de: Pepe Pereza, Ángel Muñoz Rodríguez, Esperanza García Guerrero, Enrique Fuentes-Guerra, Adolfo Marchena, Luis Sevilla, Felipe Solano, Eva Márquez, Ana Patricia Moya, Aurora Carmona Muller, Elizabeth Barreiro, Daniel de Cullá, Elena Ortíz, Eva Gallud, Franco Dimerda, Lucia Fraga, Patxi Irurzun, Ana Vega, Martin Cid, Yaiza Guevara, Adriana Bañares Camacho, Gema Serrano, Ximo Roselló, Jorge Merino, Victoria Dubrovni, Roberto Ferrer, Silvia Loustau, Tomas Illéscas, Juan Medina, Begoña Leonardo, Ricardo Bórnez, Emilio Arjona Crespo, Kebrantaversos, Amarande Guzmán, Antonio J. Sánchez, Ana Pérez Cañamares, Juarma López y José Ángel Conde.
En el SCRIBD ya podéis encontrar la revista y el suplemento:
http://www.scribd.com/doc/37866074/SUPLEMENTO-GROENLANDIA-NUEVE
http://www.scribd.com/doc/37866479/Groenlandia-Nueve-Final
Y en el ISSU:
http://issuu.com/revistagroenlandia/docs/groenlandia_nueve_final
http://issuu.com/revistagroenlandia/docs/www.revistagroenlandia.com
Saludos,
La directora de Groenlandia
Ana Patricia Moya
Cuentan con las participaciones de: Pepe Pereza, Ángel Muñoz Rodríguez, Esperanza García Guerrero, Enrique Fuentes-Guerra, Adolfo Marchena, Luis Sevilla, Felipe Solano, Eva Márquez, Ana Patricia Moya, Aurora Carmona Muller, Elizabeth Barreiro, Daniel de Cullá, Elena Ortíz, Eva Gallud, Franco Dimerda, Lucia Fraga, Patxi Irurzun, Ana Vega, Martin Cid, Yaiza Guevara, Adriana Bañares Camacho, Gema Serrano, Ximo Roselló, Jorge Merino, Victoria Dubrovni, Roberto Ferrer, Silvia Loustau, Tomas Illéscas, Juan Medina, Begoña Leonardo, Ricardo Bórnez, Emilio Arjona Crespo, Kebrantaversos, Amarande Guzmán, Antonio J. Sánchez, Ana Pérez Cañamares, Juarma López y José Ángel Conde.
En el SCRIBD ya podéis encontrar la revista y el suplemento:
http://www.scribd.com/doc/37866074/SUPLEMENTO-GROENLANDIA-NUEVE
http://www.scribd.com/doc/37866479/Groenlandia-Nueve-Final
Y en el ISSU:
http://issuu.com/revistagroenlandia/docs/groenlandia_nueve_final
http://issuu.com/revistagroenlandia/docs/www.revistagroenlandia.com
Saludos,
La directora de Groenlandia
Ana Patricia Moya
YONQUI DE LA LITERATURA DE JOSÉ ÁNGEL BARRUECO
Soy un yonqui. De la literatura. Necesito libros igual que los toxicómanos necesitan una aguja cargada de heroína en las venas. Necesito tenerlos, leerlos, acariciarlos. No valen en pdf, no me sirven en la pantalla del ordenador. Digamos que unas bragas siempre nos gustan más al tacto, en torno a las caderas de una mujer, que en una fotografía. Me sucede lo mismo con los libros. Soy un yonqui de la literatura y he alcanzado un momento en que mis dealers ya no son tanto los libreros como los editores y algunos amigos. Los amigos me envían sus publicaciones. Los editores (cada vez son más numerosos) me mandan a casa sus novedades. Libros y más libros. Yo los amo por ello. Tienen la droga que yo necesito y no siempre dispongo del dinero necesario y suficiente para comprarlos. A cambio, supongo, ofrezco reseñas y fragmentos de aquellos libros que leo y a la vez me gustan. En un rincón quedan los que no me gustaron (y, por tanto, guardo silencio sobre ellos) y los que aún no me ha dado tiempo a leer. El pago a esa droga son mis textos laudatorios o publicitarios, siempre honestos. Me apasiona hablar de los libros. Ellos, los editores, fabrican la droga que me gusta y me la venden o me la pasan. Sucede que yo también puedo elaborar la misma droga y venderla en las calles: también escribo libros. Entonces les digo a algunos de mis dealers que me den una oportunidad, que yo puedo hacerlo, que me distribuyan mi propia mercancía. Son pocos los que lo hacen. Otros me dicen (un suponer): “Tu droga está bien, es de buena calidad, pero no encaja en nuestro negocio”. Es un círculo vicioso, pues cuanto más leo, más ganas de escribir tengo, y, cuanto más escribo, más pasión por la literatura demuestro y más libros reseño y más libros me envían. Y todo vuelve a empezar.
José Ángel Barrueco
http://yalodijocasimiroparker.blogspot.com/
José Ángel Barrueco
http://yalodijocasimiroparker.blogspot.com/