Y llegaron los días que dejaste de quererme.
No lo niegues, habías dejado de quererme. Lo notaba en tu respiración, en la forma de lavarte el pelo, en cómo te sentabas en el suelo con las piernas cruzadas. Me lo decían tus pestañas, tus uñas, los lóbulos de tus orejas, incluso los ácaros que dejabas en la cama me lo decían: “Ya no te quiere, ya no te quiere”
El viento cuando soplaba, tus braguitas colgadas del tendedero, ellas también me lo decían. Fui consciente de ello al verte caminar. Cuando te apartabas el flequillo yo sabía que no me querías. Si bebías agua lo sabía, al fregar los platos, al cerrar los ojos y al abrirlos. Sabía que ya no me querías, lo sabía. Si fumabas era porque no me querías y si no fumabas, tampoco me querías. Ya no me querías. Habías dejado de quererme y me lo demostrabas al darle cuerda al despertador o al hacer uso del retrete. No, no me querías, ya entonces no me querías. Y lo sabía el gato y la lámpara y el felpudo de la entrada. Y me lo decía el guiso que se cocía en la olla, las cortinas del salón, me lo decían las canciones que escuchábamos y los libros que leíamos, me lo chivaban el cepillo de dientes y la maquinilla de afeitar. No me querías. Yo era consciente de ello, también el florero y el polvo que flotaba en el aire y los destellos en la pared y la funda del sofá, todos lo sabían. Y sufría porque no me querías, se lo confesaba a las baldosas del pasillo, con lágrimas en los ojos se lo decía, hablaba con ellas y les decía que no me querías. Me sinceraba explicándoles que no me querías.
Y si dudaba solo tenía que mirarte para saber que no, que no me querías. Aunque lo niegues lo cierto es que no me querías.
Y sufría. Porque cuando más te quería yo, tú ya no me querías.
®pepe pereza
Del libro “Amores breves”
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