jueves, 5 de septiembre de 2013

CARNE PICADA – CARLOS SALCEDO ODKLAS


Está el holandés ese
de la plaza.
Por lo general
mira al vacío,
pero,
de repente,
se pone a gritar
e insultar
al aire.

Y está el tipo ese
que pide limosna
tocando la guitarra
en playback.
Mueve el dedo índice
del traste 3 al 5
y suena una
de Paco de Lucía.

Y está el filósofo.
Lleva abrigo
en pleno Agosto
y debajo
una camiseta de Nietzsche.
Dibuja
y habla solo,
quizás hable
con Nietzsche.

Y está el punki,
que persigue a los curas,
“Eh follaniños
dame una monedita”
Se tambalea ebrio
a cualquier hora
y hace calvos a la gente
a la menor ocasión.

A ellos
y a muchos otros
los conozco
del comedor,
donde se junta
lo mejor
de lo mejor.

Luego están los locos,
con sus bolsos de marca,
sus coches relucientes,
sus armarios repletos,
su música a tope,
sus trajes brillantes,
sus maletines,
sus chanclas,
sus cestas de la compra,
sus sonrisas,
sus fiestas,
sus colonias,
sus tarrinas de helado.

No se quién me da
más asco,
ni más pena,
si ellos,
vosotros,
o yo.

Esperando el tren
cuando ya no hay vías.

Parto una albóndiga por la mitad
y pienso en dios limpiándose el culo
con una nube.
Aquí hay poco que rascar.

Somos
carne picada,
descansamos en la bandeja

y nos deslizamos al mostrador.

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