(mon
amour firestone)
Lo mejorcito de la autopista
es viajar contigo, claro,
y después los parkings no
vigilados
donde poder acariciarte más
a gusto.
Es este nuestro trato: tú
conduces
y yo toco tus rodillas
metálicas,
humildemente tuyo. En
ocasiones
tus nervios no me permiten
jugar
como quisiera y me llamas
suicida,
pero son las menos.
Mejor que todo eso es volver
a nuestra casa, y ducharnos,
y contar
los accidentes que tuvimos
con fortuna,
y engrasar nuestra
complejísima
ortopedia.
De O podríamos amarnos sin que nadie se entere (1988-1989)
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