Volví a Cravan. El poeta boxeador contra Jack Jhonson. Golpe a golpe. Seis
asaltos. La Barcelona dorada de entreguerras, su obsesión por Wilde y aquella
despedida fantasmal de Mina, esos dos minutos de metraje robados al olvido que
preceden, como un epitafio, a su desaparición en el Golfo de México... Logré
terminar la película, pero su final, el de Cravan, me desazonó por completo y
me hizo pensar de nuevo en L, en ese instante también desaparecido, en dónde
estaría, qué le habría pasado, y en otras cosas a las que mi cabeza, pese a
intentar evitarlo, se obstinaba una y otra vez en volver.
Vicente Muñoz Álvarez, de El merodeador (ACVF
editorial, 2016).
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