La mayoría de edad de un poeta maldito. Visión retrospectiva de mis 18 años como escritor (1):
Este año, 2011, hace 18 que edité (autoedité) mi primero poemario: Ojo de buey, cuchillo y tijera. Es decir: he alcanzado la mayoría de edad como escritor. Por este motivo, cada lunes, y hasta fin de año, iré desgranando los -hasta la fecha- más de 80 libros, entre poemarios propios y antologías, que me han publicado. Son los libros cuyas cubiertas puedes contemplar en la columna de la izquierda de este blog.
Pero antes he de aclarar el significado de la palabra maldito. Mucha gente piensa que un escritor es maldito porque ha estado en la cárcel, en una guerra, en un manicomio... O porque consume drogas, sobre todo heroína... O porque sufre una enfermedad jodida... Pero todo esto son complementos. Un escritor o un artista es maldito por: a): su obra no ha sido reconocida en vida por sus contemporáneos, caso de, por ejemplo, Modigliani, Van Gogh o el mismísimo Rimbaud: y b): porque es pobre de solemnidad, y cuando digo pobre quiero decir que no puede ganarse la vida por sí mismo y depende de la generosidad de sus familiares o de sus amigos. Yo cumplo estos 2 presupuestos. A fecha de hoy, para subsistir sin dejar de escribir dependo de la paga mensual de mi madre, de cuatro lecturas contadas a las que tienen a bien invitarme y de la generosidad de personas que se pueden contar con los dedos de las manos, y aún me sobrarían dedos. Aparte puedo añadirle algunos complementos: delincuente juvenil, cárcel, drogas, enfermedades crónicas: diabetes insulinodependiente y hernia discal. Por supuesto, como es natural, todo esto no me hace ni mejor ni pero escritor.
Mi primer poemario, como decía al principio, fue Ojo de buey, cuchillo y tijera: 18 poemas que me autoedité, pues en aquel tiempo no tenía ningún tipo de contacto con ningún poeta,escritor o editor. Recuerdo que el libro lo envié a una editorial de cuyo nombre no quiero acordarme y recuerdo que cuando me respondieron, rechazándolo, habían pasado casi 2 años, cuando el librito ya estaba editado. Ese fue el primer rechazo de una larga serie. Lo que la gente no entiende ni acaba de entender de mí es lo siguiente: cuanto más jodido me lo pongan, más voy a luchar por aquello en lo que creo. Y en este poemario creía ciegamente: de hecho se incluye en él un poema con el que supe que yo era poeta, un poema que recuperé más adelante para mi poemario sobre la cárcel. En mis siguientes libros fui recuperando casi todos los poemas de esta primera incursión en la poesía. En el año 1993 yo curraba en una empresa metalúrgica (en lo que hoy es Aceralia), en el taller de laminación, y ganaba un sueldo considerable, así que me puse en contacto con el marido de una de mis primas, de Inma, que curraba en una imprenta, y la broma me salió por 35 talegos: treinta y cinco mil de las antiguas pesetas. Como imagen de cubierta me decidí por poner el careto del hijo que mi prima y su marido habían tenido recientemente. Finalmente, fui a la imprenta a recoger dos cajas que contenían 200 ejemplares. Y con las mismas me fui a la mítica librería Paradiso en el coche del que hoy es mi cuñado, Ernesto, entré y le dije a Chema, el librero, uno de los tres que regentaban la librería, que regalara un ejemplar de mi libro a cada cliente suyo que comprase un libro de poesía. Los 200 ejemplares volaron y a día de hoy solo conservo, como oro en paño, 1 ejemplar.
Debajo de la cubierta, te dejo con tres de los poemas de este primer libro con el que di comienzo a una carrera literaria en la que ha habido de todo: tremendos disgustos y tremendas alegrías. Y hoy, 18 años después, puedo afirmar que, económicamente hablando, estoy peor que cuando autoedité este poemario. Y encima soy 18 años más viejo. Pero aquí sigo: al pie del cañón.
Una cosa más, que repetiré en cada post: con motivo de mi mayoría de edad, María Álvarez Menéndez, mi agente literaria, y pareja, se está moviendo para conseguirme entrevistas y lecturas. Y la primera de estas lecturas será el próximo 25 de marzo, viernes, en el Club de Prensa del diario La Nueva España, con la poeta Ana Vega presentándome, y la segunda tendrá lugar en la FNAC de Asturias, el 9 de abril creo, aunque ya iré confirmando fechas y tal.
EL REPROCHE
No se molestaron en oír
los zumbidos de la mar
en mil orejas de puntillas
en comprender que la regla astillada
castigaba sus propias manos
en contemplar en las pizarras
niños de tiza
borrándose
DERECHOS HUMANOS
También sufrimos guerras
y prisioneros de guerra
pero siempre respetamos la Convención de Ginebra
y nunca crecieron
entre los gritos de la infancia
claveles demacrados
COMO A FEDERICO
Y ya me callo la boca
antes de que un maestro de escuela señale
el asta a media bandera de mi toro
y los dos banderilleros acojan
el poema definitivo.
David González. OJO DE BUEY, CUCHILLO y TIJERA. Autoedición, Gijón, 1993.
Nota: Pero no me callé.
Este año, 2011, hace 18 que edité (autoedité) mi primero poemario: Ojo de buey, cuchillo y tijera. Es decir: he alcanzado la mayoría de edad como escritor. Por este motivo, cada lunes, y hasta fin de año, iré desgranando los -hasta la fecha- más de 80 libros, entre poemarios propios y antologías, que me han publicado. Son los libros cuyas cubiertas puedes contemplar en la columna de la izquierda de este blog.
Pero antes he de aclarar el significado de la palabra maldito. Mucha gente piensa que un escritor es maldito porque ha estado en la cárcel, en una guerra, en un manicomio... O porque consume drogas, sobre todo heroína... O porque sufre una enfermedad jodida... Pero todo esto son complementos. Un escritor o un artista es maldito por: a): su obra no ha sido reconocida en vida por sus contemporáneos, caso de, por ejemplo, Modigliani, Van Gogh o el mismísimo Rimbaud: y b): porque es pobre de solemnidad, y cuando digo pobre quiero decir que no puede ganarse la vida por sí mismo y depende de la generosidad de sus familiares o de sus amigos. Yo cumplo estos 2 presupuestos. A fecha de hoy, para subsistir sin dejar de escribir dependo de la paga mensual de mi madre, de cuatro lecturas contadas a las que tienen a bien invitarme y de la generosidad de personas que se pueden contar con los dedos de las manos, y aún me sobrarían dedos. Aparte puedo añadirle algunos complementos: delincuente juvenil, cárcel, drogas, enfermedades crónicas: diabetes insulinodependiente y hernia discal. Por supuesto, como es natural, todo esto no me hace ni mejor ni pero escritor.
Mi primer poemario, como decía al principio, fue Ojo de buey, cuchillo y tijera: 18 poemas que me autoedité, pues en aquel tiempo no tenía ningún tipo de contacto con ningún poeta,escritor o editor. Recuerdo que el libro lo envié a una editorial de cuyo nombre no quiero acordarme y recuerdo que cuando me respondieron, rechazándolo, habían pasado casi 2 años, cuando el librito ya estaba editado. Ese fue el primer rechazo de una larga serie. Lo que la gente no entiende ni acaba de entender de mí es lo siguiente: cuanto más jodido me lo pongan, más voy a luchar por aquello en lo que creo. Y en este poemario creía ciegamente: de hecho se incluye en él un poema con el que supe que yo era poeta, un poema que recuperé más adelante para mi poemario sobre la cárcel. En mis siguientes libros fui recuperando casi todos los poemas de esta primera incursión en la poesía. En el año 1993 yo curraba en una empresa metalúrgica (en lo que hoy es Aceralia), en el taller de laminación, y ganaba un sueldo considerable, así que me puse en contacto con el marido de una de mis primas, de Inma, que curraba en una imprenta, y la broma me salió por 35 talegos: treinta y cinco mil de las antiguas pesetas. Como imagen de cubierta me decidí por poner el careto del hijo que mi prima y su marido habían tenido recientemente. Finalmente, fui a la imprenta a recoger dos cajas que contenían 200 ejemplares. Y con las mismas me fui a la mítica librería Paradiso en el coche del que hoy es mi cuñado, Ernesto, entré y le dije a Chema, el librero, uno de los tres que regentaban la librería, que regalara un ejemplar de mi libro a cada cliente suyo que comprase un libro de poesía. Los 200 ejemplares volaron y a día de hoy solo conservo, como oro en paño, 1 ejemplar.
Debajo de la cubierta, te dejo con tres de los poemas de este primer libro con el que di comienzo a una carrera literaria en la que ha habido de todo: tremendos disgustos y tremendas alegrías. Y hoy, 18 años después, puedo afirmar que, económicamente hablando, estoy peor que cuando autoedité este poemario. Y encima soy 18 años más viejo. Pero aquí sigo: al pie del cañón.
Una cosa más, que repetiré en cada post: con motivo de mi mayoría de edad, María Álvarez Menéndez, mi agente literaria, y pareja, se está moviendo para conseguirme entrevistas y lecturas. Y la primera de estas lecturas será el próximo 25 de marzo, viernes, en el Club de Prensa del diario La Nueva España, con la poeta Ana Vega presentándome, y la segunda tendrá lugar en la FNAC de Asturias, el 9 de abril creo, aunque ya iré confirmando fechas y tal.
EL REPROCHE
No se molestaron en oír
los zumbidos de la mar
en mil orejas de puntillas
en comprender que la regla astillada
castigaba sus propias manos
en contemplar en las pizarras
niños de tiza
borrándose
DERECHOS HUMANOS
También sufrimos guerras
y prisioneros de guerra
pero siempre respetamos la Convención de Ginebra
y nunca crecieron
entre los gritos de la infancia
claveles demacrados
COMO A FEDERICO
Y ya me callo la boca
antes de que un maestro de escuela señale
el asta a media bandera de mi toro
y los dos banderilleros acojan
el poema definitivo.
David González. OJO DE BUEY, CUCHILLO y TIJERA. Autoedición, Gijón, 1993.
Nota: Pero no me callé.
Bueno, felicitaciones che, quién no quisiera ser un escritor mayor de edad.
ResponderEliminarY qué bueno tener una pareja agente literaria, qué bueno. Mi mujer me odia escritor.
Te felicito otra vez.
Un abrazo