miércoles, 30 de marzo de 2011

CONVERSACIÓN TONTA

El bar lleno de noctámbulos. Él estaba apoyado en la barra, tomando una cerveza sin ganas, más que nada por hacer gasto y justificar su estancia en garito. Pensaba en marcharse cuando la vio al otro extremo de la barra. Parecía sola y por su cara no se estaba divirtiendo, más bien al contrario. Uno de los focos la alumbraba desde atrás, resaltando su figura a contraluz, con su pelo formando una especie de aureola. Sus gestos eran educados y elegantes. Le llevó su tiempo tomar la decisión de acercarse hasta ella.

- Hola ¿Cómo te llamas?
- ¿Por qué sois siempre tan originales?
- ¿Quién?... No entiendo.
- Los tíos. Que si no podíais ser un poco más originales a la hora de entrarnos.
- Yo sólo he dicho hola y he preguntado tu nombre.
- Es lo que hacéis todos.
- ¿Y bien?
- Y bien. ¿Qué?
- Tu nombre...

Ella bebió de su vaso antes de contestar.

- Agustina de Aragón.
- Ya… muy graciosa.
- ¿Y el tuyo?
- Napoleón. Napoleón Bonaparte. Emperador de medio mundo.
- Un placer conocerle señor Emperador. He oído hablar mucho de usted.
- Confío en que sólo cosas buenas. Yo también estoy encantado de conocerla, Señora de Aragón.
- Señorita...
- Mucho mejor, muchísimo mejor.
- Es usted un pícaro, Sr. Emperador.
- Mejor nos tuteamos ¿No?
- Mejor.
- Ahora en serio ¿Cómo te llamas?
- Ibas muy bien, no la jodas ahora...
- Como quieras. ¿Tienes sed, Agustina? ¿Te pido algo?
- No, gracias. Por ahora estoy servida
- Esta noche me siento peligroso, pediré un tequila para mí.
- Le veo muy atrevido, señor Emperador.
- No habíamos quedado en tutearnos, Srta. De Aragón.
- Tienes toda la razón. Pido disculpas.
- Concedidas…

Así siguieron, manteniendo sus personajes, sin entrar nunca en sus vidas privadas. El invento les funcionó porque media hora después ambos salieron del local muy apretaditos. Y esa noche el gran Emperador Napoleón Bonaparte y la valiente y aguerrida Agustina de Aragón se pusieron las botas.

© pepe pereza

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