martes, 7 de abril de 2009

EL BOSQUE (corte VI)

A las dos semanas, su mejor amigo le llamó por teléfono para decirle que ya tenía la pistola. Quedaron en su buhardilla. Él cogió el coche y se fue para allá.
El arma no parecía gran cosa, era una Sig-Sauer P220 en bastante mal estado. De hecho, algunas partes estaban oxidadas y otras tenían una especie de moho azul verdoso.

- ¿Qué te parece? - le preguntó su mejor amigo con esa maldita sonrisa que tenía.
- Parece muy vieja.
- Es lo único que he podido conseguir. Falta limpiarla bien y engrasarla, por lo demás, está en perfectas condiciones… Por cierto, me ha costado una pasta.
- Por el dinero no te preocupes, te lo reembolsaré.
- Es que últimamente ando algo flojo…
- ¿Estás seguro de que esto dispara? - dijo apuntando directamente a su mejor amigo.
- Tío, ten cuidado que está cargada.

Él bajó la pistola y dejó de apuntarle. Se quedó con ganas de apretar el gatillo, pero aquel no era el momento adecuado. Mejor esperar y matar dos pájaros de un tiro.

- Entonces ¿no me vas a decir para qué la quieres?
- Ya te he dicho que no.

Su mejor amigo se le quedó mirando con aquella maldita sonrisa que le sacaba de quicio. Cuánto le hubiera gustado borrársela de un tiro…

Continuará.

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