Me hallo en la penumbra del telar. Abajo, en el escenario, una actriz desnuda baila iluminada por un foco cenital. Desde la estrada donde está situado el telar, contemplo la danza aguardando a que, por el intercom, la regidora me dé la orden para accionar un mecanismo que hará que miles de burbujas de jabón floten alrededor de la actriz. Ella sigue bailando, etérea. No puedo evitar ensimismarme con el vaivén de sus tetas. De seguido pienso en lo absurdo (y maravilloso) de mi profesión.
Es fabuloso, Pepe, muy buena idea.
ResponderEliminarabrazo.
Me ha gustado Pepe, conciso y directo.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
gracias a los dos. iré colgando algunos más a lo largo del mes.
ResponderEliminarun abrazo.