Hace ya más de 30 años del fin de la
guerra fría. En Moscú todo ha cambiado, sus avenidas contienen más millonarios
por metro cuadrado que Manhattan. Pero Rusia es el mayor consumidor de heroína
del mundo. En la frontera con Kazajistán han conseguido un sucedáneo de ella,
hecho a base de colirio, cafeína y gasoil. Allí, muchos jóvenes se la inyectan.
Se inyectan pura gasolina (y no es una metáfora) La carne se les reseca.
Parecen leprosos. Se les cae a pedazos. El colirio es un potente desecante… La
piel se les cuartea y acaba pareciendo escamas de cocodrilo. Así ellos mismos
acaban pareciendo reptiles humanos.
viernes, 27 de junio de 2014
miércoles, 25 de junio de 2014
MALOS TIEMPOS. LA VIDA DE UN ESCRITOR - DOCUMENTAL
Duración: 20:57 minutos.
Producido por: Acción Fílmica.
Dirigido por: S.G. Suchodolski
Protagonistas: Carlos Salcedo Odklas y David González
Carlos Salcedo Odklas es un escritor de los bajos fondos. Sus textos son pesimistas y sus personajes, extraídos de la vida real, son almas perdidas.
Este documental muestra el día en que Carlos es contratado por el museo de arte moderno de León, Musac, coincidiendo con la publicación de su primer libro, dándonos una idea de la situación actual de muchos escritores que luchan porque su voz sea oída.
PRÓLOGO a "MALOS TIEMPOS" de CARLOS SALCEDO ODKLAS
Al pasar por delante de esas modestas
pensiones que hay en todas las ciudades ¿no te has parado a pensar en los inquilinos
que las habitan? ¿No te has preguntado por sus vidas? ¿Cuáles son los
motivos y las circunstancias que han llevado a esa gente a hospedarse ahí? ¿Lo
hacen por necesidad? ¿Son perdedores huyendo del cruel juego de vivir?
¿Ciudadanos de segunda o tercera categoría? ¿Desechos de una sociedad
consumista? Y puestos a preguntar ¿Qué hacen? ¿Cómo viven?... Pues bien, aquí está
Carlos Salcedo Odklas para aclarar todas las dudas. Nadie como él para hablar
de estos lugares. Carlos sabe de primera mano cómo son, entre otras cosas,
porque él vive en una de esas pensiones. Su hogar es una humilde habitación sin
baño. Si quiere mear, tiene que salir al pasillo y llegarse hasta un retrete
compartido. Las comodidades son mínimas y las necesidades se multiplican cada
día. Carlos nos habla justamente de eso en sus relatos. En ellos deja
constancia de lo duro que es levantarse cada día para enfrentarse a las
vicisitudes de un país en plena crisis. Nos presenta a esa fauna peculiar que
reside en su pensión. Nos permite ver sus personalidades, sus flaquezas, saber
de sus vicios, cómo huelen y qué sienten. Pero eso no tendría ninguna
transcendencia si la forma de narrar de Carlos fuera mediocre y sin ritmo. Todo
lo contrario. Su prosa es cruda, directa y afilada. La verdad desnuda en cada
palabra. Carlos no necesita de ficciones para crear sus relatos. Él se enloda
de realidad y nos salpica con ella en cada página. Es más, hace que esa
realidad nos sacuda. Con ella nos obliga a salir de nuestros cómodos refugios.
Su forma de escribir tiene la capacidad de arrastrarnos al interior de sus narraciones,
de desarmarnos de prejuicios, de conmovernos, incluso, de hacernos mejores personas.
Leyéndole te das cuenta de hasta qué punto una sociedad podrida y obtusa le
niega todos los recursos a un joven inteligente y lo obliga a sobrevivir en
condiciones inhumanas. No obstante, Carlos no se rinde. No es lo suyo. Puede
que viva en una pensión y tenga que alimentarse en comedores sociales, puede
que le nieguen un trabajo, puede, incluso, que de vez en cuando pierda la fe en
la humanidad, pero no se da por vencido y sigue luchando a pesar de todo. Es su
carácter, el de luchador. Él se defiende igual que un boxeador que ha sido
acorralado entre las cuerdas, pero lo hace con la palabra, golpeando con cada
una de ellas. Y si cae, no pasa nada, se levanta apoyándose en su prosa y sigue
adelante. Todo desaliento es utilizado como material literario, cada injusticia
es la base para otro escrito. Creo que es su manera de salir de tanta mierda y
podredumbre. De ser así me parece cojonudo porque la precariedad y la falta de
recursos han sido fuente de inspiración de grandes escritores. Así de pronto me
vienen a la cabeza los nombres de Charles Bukowski, John Fante o Knut Hamsun. Por
supuesto hay muchos más, pero yo me quedo con estos tres. Ellos lidiaron con la
pobreza mientras se formaban como escritores y pasaron por pensiones baratas y
cutres, igual que Carlos. Todos ellos soportaron infinidad de adversidades.
Quién sabe, tal vez la miseria sea un estimulo para el talento. Quizás sea el
secreto de la buena literatura. De lo que no tengo dudas es que Carlos escribe
relatos de una calidad indiscutible. Para mí, un relato llega a su máximo
esplendor cuando una vez leído pasa a formar parte de tu vida. Pues bien, cada
vez que veo una pensión, inevitablemente, pienso en las narraciones de Carlos
Salcedo Odklas. Sus historias han pasado a formar parte de mi vida. Para que
suceda eso se necesita mucho talento. Carlos lo tiene, os lo aseguro.
pepe pereza
2-7-2013
martes, 24 de junio de 2014
viernes, 20 de junio de 2014
SE RUEGA SILENCIO (Fragmento)
Es Nochebuena. No me apetece ir a
cenar con mi madre, pero se lo prometí y debo cumplir mi palabra. Lo malo es
que voy a tener que presentarme con las manos vacías. El dinero que cobré del
centro comercial lo he gastado en pagar la multa y me he quedado sin un duro.
Ni siquiera puedo comprar una botella de vino para acompañar la cena.
Nada más entrar veo que ha estado
llorando, la rojez de sus ojos la delata. Ella dice que es de cocinar pero yo
sé que miente. No quiero indagar en el tema e intento animar el ambiente interesándome
por sus guisos y haciendo ver que estoy hambriento. Eso siempre alegra a mi
madre. Pero mi interpretación es pésima y no resulta creíble. Al final,
terminamos cenando como todas las Nochebuenas, es decir, repartiendo nuestra
atención entre lo que hay en el plato y las imágenes del televisor. Estar
juntos nos hace sentir más solos que nunca. Mi incapacidad para relacionarme
con la gente no me molesta en absoluto, la cosa cambia cuando afecta a la
relación con mi madre. Me entristece no poder conectar con ella. Y me jode que
el único vínculo que nos una sea el de sangre. Me gustaría que hubiera algo
más. Al otro lado de la pared oímos las voces de júbilo de los vecinos. Su
alegría deja en evidencia nuestra falta de entusiasmo.
-
¿Qué tal en el trabajo?
-
Lo he dejado.
Asiente con un pequeño gesto de
cabeza y vuelve a fijar la mirada en la pantalla. Me extraña que no me eche una
de sus reprimendas. Es más, que no lo haga me deja un poco preocupado. En la
tele no ponen nada más que chorradas: gente estúpida demostrando lo estúpidos
que pueden llegar a ser.
-
Estaba todo muy rico.
Está atenta al programa de
variedades y no me presta atención. Recojo la mesa y llevo los platos sucios a
la cocina. Mientras friego la vajilla tomo la decisión no aceptar más trabajos
de mierda. A partir de mañana me encerraré en casa y no saldré hasta terminar
la novela. No importa que se acabe la comida, el costo o el tabaco. Escribiré y
seguiré escribiendo. No dejaré que nada me distraiga. Me pondré a ello y no
descansaré hasta acabar. Después de secar los cubiertos regreso al salón. Antes de entrar
oigo unos llantos. Me asomo y veo a mi madre llorando. No me atrevo a interrumpirla,
así que me pongo el abrigo y salgo a la terraza para fumarme un porro. Contemplo
las viviendas que tengo enfrente. A través de sus ventanas puedo ver a las
familias brindando con copas de champán, felices por estar reunidos. Se supone
que tendría que envidiarlos, sin embargo, no me cambiaría por ninguno de ellos.
Prefiero la soledad y la apatía como compañeras. Dos tipos doblan la esquina.
Vienen cantando villancicos y se tambalean al andar. Es evidente que están
borrachos. Mi madre sale de la casa, se coloca a mi vera y se queda mirando al
horizonte. Es como si buscase respuestas en el cielo. Tendría que decirle que
no se moleste, que ahí solo hay oscuridad. Guardo silencio. Suspira al frío de
la noche, tratando de expulsar sus penas junto al aliento que sale de su boca.
En un momento dado alarga el brazo y me quita el porro. Se lo lleva a la boca y
le da una pequeña calada.
-
¿Qué haces?
-
Si es bueno para ti también lo será para mí.
-
Tú no estás acostumbrada. Te puede dar un bajón de
tensión.
-
No seas agorero.
Uno de los borrachos se aparta
para mear delante de la puerta de un garaje. Su colega aprovecha para vomitar
detrás de un contenedor. Mi madre y yo los observamos desde el balcón. El que
orina no puede mantener el equilibrio y cae de espaldas. El chorro no se
interrumpe y sigue fluyendo como si se tratase de un aspersor. El tipo, al ver
que se está meando encima, lucha por levantarse pero la gravedad puede más que
él.
-
Otro igual que tu padre, que no sabía mear sin mojarse
los pantalones.
Lo dice con tal naturalidad que
no puedo reprimir una sonora carcajada. De repente un cohete estalla en el
cielo, llenándolo de chispas de colores.
® pepe pereza
martes, 17 de junio de 2014
EDICIONES LUPERCALIA - CARLOS SALCEDO ODKLAS
"Lupercalia
se está creando una identidad propia a base de títulos, todos ellos de una alta
calidad, autores contemporáneos, obras que reflejan la sociedad, que gritan,
sin censura, que golpean, que exigen el compromiso del lector, no solo su
tiempo y su pasta, obras sinceras, tejidas con ilusión y locura. Distintos
enfoques y propuestas, auténticos arquitectos de las letras, estudiosos de la
literatura y sus formas de expresión como Mario
Crespo o Pepe Pereza, gamberros
que simplemente deliran contra las hojas como Mikel García o un servidor, locos experimentales que ya están más
allá del bien y del mal como Ricardo
Moreno... Cuando pillas un libro de Lupercalia sabes que su interior
merecerá la pena y que no va a ser mierda insustancial, esto es droga dura
amigos, para paladares exquisitos y atrevidos. Y que esto pueda continuar
depende de vosotros, los lectores, por ello y para quien no conozca este
vendaval de las alcantarillas os dejo con información y enlaces con reseñas y
extractos para saber todo acerca de la editorial y sus títulos" (Carlos
Salcedo Odklas)