viernes, 24 de noviembre de 2017
miércoles, 22 de noviembre de 2017
lunes, 20 de noviembre de 2017
GARDENJUNKIES - GSÚS BONILLA
ALGUNAS CONSIDERACIONES
Aunque, a decir verdad, la
inmediatez fue la característica principal en el cuaderno de notas que se fue
generando desde, y entre, mediados de septiembre de 2016 y la primera semana de
julio de 2017, bajo la tiranía del like en la red social Facebook, con el
nombre de VIVEROS Y JARDINES… Y JUNKIES, habría de ser justo conmigo mismo para
poder serlo con los demás y apuntar aquí algunas consideraciones que han sido
indispensables para conformar la estructura del libro que ahora tienes en tus
manos, lector. En los tiempos que corren nada es espontaneo y nada se deja al
azar, aunque pueda parecer lo contrario
Parecería oportuno, que el grosso
de este libro: Cuaderno de notas y Junkies, tuviese un frontispicio, un
algo con el que dar comienzo a una historia, o bien, un cómo he llegado hasta
aquí. De manera que, obviamente, era necesario empezar por un principio e idear
un planteamiento que conectara con el nudo y desenlace de este híbrido alejado,
muy alejado, del cuento: Garden, el primer apartado del libro. Se trata de
un solo poema, fragmentado, y pensado en prosa, el cual abre y da inicio a un
ejercicio de escritura que dio comienzo en el mes de febrero del año 2013, el
cual, también, di por finalizado a últimos de septiembre de 2016. Esto es, más
de tres años y medio, en los que, mes a mes, y por diferentes trámites, tuve
que personarme en una Oficina de Empleo. Esto es, desde la traumática
finalización del último empleo remunerado que tuve hasta el siguiente, es
decir, el primer contrato laboral, más de tres años después, con la Agencia de
Empleo del Ayuntamiento de Madrid. Quisiera también, hacer mención al texto de
cierre a este apartado: La transición 2.0, concebido en este mismo espacio
temporal, y que en este intervalo fue publicado por Ediciones Liliputienses,
recogido en el cuaderno de poemas VIGA (enero 2016).
Sobre el apartado Cuaderno de
notas poco o nada más que añadir, que lo que ya de por sí en él aparece.
Lo escrito, escrito está. Aunque me gustaría referir su fragmentación, la
manera en que están establecidos sus capítulos, basados igualmente en la
obviedad del espacio-tiempo, sin embargo, dividido todo él según el Calendario
Revolucionario o Republicano Francés (octubre de 1793 hasta septiembre de
1805), donde el año empezaba a las 12 de la noche del día que se producía el
equinoccio de otoño, el cual el poeta Fabre d’Eglantiene puso toque literario
al nombre de los meses. A saber: 1, Vendemiaire (el mes de la
vendimia; recordemos que empiezan el año en nuestro septiembre); 2, Brumaire (el
mes de las brumas); 3, Frimaire (el de la escarcha); 4. Nivose (el
de la nieve); 5, Pluviose (lluvioso); 6, Ventose (ventoso);
7, Germinal (brotar); 8, Floreal (adornar, florecer); 9 Prairial (el
de las praderas); 10 Messidor (el de las mieses); 11, Thermidor (el
del calor); 12, Fructidor (el de los frutos). Los días de la semana,
obviados en el cuaderno de notas puesto que se dividían en décadas (semanas de
diez días), eran: Primidi, duodi, tridi, quartidi, quintidi, sextidi,
septidi, octidi, nonidi y decadi. Aunque en este libro, la
nomenclatura aparece castellanizada. La curiosidad del asunto me pareció
original y una manera distinta de fraccionar un diario. Nada más. Por otro
lado, el tercer apartado: Junkies, llevando el mismo proceso temporal de
escritura lleva incorporado un fraccionado más personalista, referido a las
personas que me acompañaron a lo largo de todos estos meses, he hicieron que
mis pies sintieran de nuevo la dureza del suelo, que comprendiera que la
realidad podía confundirse con la ficción en el momento en el que vivimos y que
nos tocó en suerte. Algo más que justo es dedicarles a todos ellos este libro.
Además, el cuaderno de notas va
acompañado, de un glosario fuera de contexto, el cual cierra cada capítulo del
mismo. Organizado alfabéticamente, descontextualizado decía, si lo que en él
traté fue descifrar, y de paso adjetivar, algunos aspectos del covénticulo
literario contemporáneo en el que habito. Si bien, y al margen de mi diversión,
mejor hubiera estado el haberlo dejado en su estadio concreto, tal y como
otros, expertos en todo caso, habían concebido muchos de estos conceptos y
términos que aquí recojo. Aunque, prácticamente en su totalidad, el significado
es el que es. De cualquier modo, y en todo caso, se trata de palabras. Palabras
que me acompañaron y quise asimilar durante el transcurso de este diario y que
fui recogiendo por boca de otros, en los talleres y charlas que presencié, y en
mis propias lecturas, en torno al mundo vegetal. Acaso me sirvieron para la
curiosidad y el aprendizaje, y, por qué no, de mero entretenimiento.
Me hubiera gustado escribir sobre
el amor, la felicidad y todas esas cosas de las que tratan los libros
magníficos, de historias importantes; pero este es un libro de mierda, de un
jardinero de mierda. En él cada mierda tiene su historia y cada historia su
mierda. La mierda a pocos importa, solo a cerdos y moscas. Es decir, a los
impertinentes y a los que hozan en ella. Tampoco es un libro de crítica, o
denuncia. Se trata, en todo caso, de un libro que documenta una situación
concreta en un tiempo determinado. Prosa, poesía, anotaciones diarias... la
impronta textual de una experiencia vital propia, como vómito literario. Esto
es lo que yo creo que es GardenJunkies, aunque quizá esté equivocado.
El autor
Valle
del Kas. Septiembre de 2017. Un año después de casi todo.
Gsús Bonilla. GardenJunkies (Tigres de papel, 2017).
http://www.tigresdepapel.es/producto/gardenjunkies/
Gsús Bonilla. GardenJunkies (Tigres de papel, 2017).
http://www.tigresdepapel.es/producto/gardenjunkies/
https://www.facebook.com/events/150176115600650
viernes, 17 de noviembre de 2017
lunes, 13 de noviembre de 2017
miércoles, 8 de noviembre de 2017
FURTIVOS - TOM FRANKLIN
DIRTY WORKS se complace en presentarles el primer
libro de relatos de TOM FRANKLIN, FURTIVOS, un viaje a los condados boscosos
que se extienden entre los ríos Alabama y Tombigbee, la zona baja de Alabama,
frondosa, verde y llena de muerte.
«Con esta colección de maridos lamentables, colegas inútiles y matrimonios desgastados, es como si el autor hubiese secuestrado a los personajes de RAYMOND CARVER y los hubiese dejado a su suerte en el Sur Profundo.»
NEW YORK TIMES BOOK REVIEW
«Con esta colección de maridos lamentables, colegas inútiles y matrimonios desgastados, es como si el autor hubiese secuestrado a los personajes de RAYMOND CARVER y los hubiese dejado a su suerte en el Sur Profundo.»
NEW YORK TIMES BOOK REVIEW
miércoles, 1 de noviembre de 2017
SE RUEGA SILENCIO - CAPÍTULO 7
En la sala
aguardan otras cuatro personas. No hay aire acondicionado y el bochorno es
insoportable. Compruebo la hora en mi reloj y observo cómo gira el segundero.
Sé que va sincronizado con el del despertador que está en mi dormitorio. Eso me
hace sentir bien. En cierto modo, es como estar allí, mirando el paso del
tiempo desde la cama. Me gusta esa sensación. Alguien grita mi nombre por el
altavoz y anuncia que se requiere mi presencia en la oficina número cinco. El
despacho está al fondo del pasillo. Llamo a la puerta y entro. Un fulano que
tiene cara de saberle todo amargo me invita a sentarme. Confirma mi identidad
repasando los datos en el ordenador. Luego añade que tiene un trabajo para mí.
-Es en la
fábrica de embotellado que está en el polígono de Agoncillo. El turno es de
seis de la mañana a dos de la tarde. ¿Te interesa?
Claro que me interesa, capullo.
Llevo días alimentándome de lo que siso en los supermercados. Cogería cualquier
trabajo por cutre que sea.
-Bien. Pues,
el próximo lunes, a las cinco y media de la madrugada tienes que presentarte en
la calle Vara del Rey, junto al pasaje del estanco. Allí te recogerá un autobús
que te llevará a las instalaciones.
Hecho el
papeleo, salgo de la agencia. Pasaré quince días a prueba y si les gusta cómo
lo hago me harán un contrato de tres meses. Lo suficiente para pagar deudas y
ahorrar algo. Joder, me muero de hambre. Debería acercarme a ver a mi madre.
Con la excusa de mi nuevo trabajo podría hacer las paces con ella y comer algo decente.
Tarda en
contestar pero al final lo hace. Le digo quién soy. Se produce un incómodo
silencio. Se nota que sigue enfadada. Finalmente abre.
Está en su mecedora viendo la
televisión. No me mira. Tomo asiento en el sofá.
-¿Dicen algo
interesante en las noticias?
-Las mismas barbaridades
de siempre.
Durante un par de minutos
guardamos silencio y fingimos atender a las palabras de la presentadora.
-El lunes
empiezo a trabajar en una fábrica de refrescos.
Me mira por primera vez.
-Me alegra
saberlo.
Continuamos atentos al
noticiario. Al rato, hace la pregunta que estaba esperando.
-¿Tienes
hambre?
Me comería una ballena entera,
pero el orgullo me obliga a mentir.
-No mucha.
-¿Has comido?
-Lo haré
cuando llegue a casa.
-¿Estás
seguro?
-Sí.
-Mira que no
me cuesta nada prepararte unos huevos fritos con tocino y jamón.
Joder, mataría por un plato así.
-No, déjalo.
-Tú te lo
pierdes.
Pensaba que iba a seguir
insistiendo. Busco su mirada para insinuarle con la mía que no deje el regateo.
Pero está centrada en el noticiario. Definitivamente, se ha olvidado del
ofrecimiento. He perdido mi oportunidad. Le digo que me voy. Me acompaña hasta la puerta y nos
despedimos con un beso. Según bajo las escaleras, en cada planta, me van
llegando los aromas de los distintos guisos. Mis tripas gorjean blasfemias y claman
al cielo por mi estupidez.
martes, 31 de octubre de 2017
SE RUEGA SILENCIO - CAPÍTULO 6
Nada más abrir
la puerta, quedo envuelto en una compacta niebla de partículas de escayola. En
el piso de enfrente, los obreros están lijando el yeso que cubre las paredes.
La maquinaria eléctrica que utilizan es de una estridencia insufrible. La
polvareda que levantan es comparable a una tormenta de arena. Corro escaleras
abajo aguantando la respiración hasta que salgo a la calle.
Desde que
empezaron las reformas en el piso de al lado, es decir, hace tres días, me paso
las horas deambulando por las calles. En casa no se puede estar. El ruido que hacen
es insoportable. Estoy obligado a vagar de aquí para allá como un sin techo que
no tiene dónde ir. Haciendo tiempo para que los obreros terminen su jornada.
Después de
mucho andar encuentro una plazoleta rodeada de jardines. Parece un buen sitio.
Me siento en uno de los bancos. Aquí el silencio es casi absoluto. Algunas hojas
secas son desplazadas por la brisa. Al arrastrarse por el suelo emiten un suave
carraspeo. Los pájaros cantan en los árboles. Se distingue el rumor de una
fuente y el zumbido ocasional de alguna mosca. Todos estos sonidos armonizan
perfectamente con el silencio del entorno. Es más, lo acentúan y complementan.
Dos mariposas vuelan en un duelo de espirales. Las sigo con la mirada hasta que
desaparecen por encima de los tejados. Al fondo, un grupo de gorriones se
enzarzan en una acalorada disputa por un trozo de pan que termina llevándose
una paloma. La ley del más fuerte. Justo en ese momento una ráfaga de viento
impulsa una lata vacía, haciéndola rodar por todo el recinto. Finalmente se
detiene junto al bordillo de uno de los jardines. Es un privilegio poder gozar
de este sosiego. Después de estar soportando el escándalo de las obras, esta
quietud me parece un regalo. Siento el sol sobre mi cabeza, adormeciéndome. Me
recuesto en el banco y dejo que, poco a poco, se vayan cerrando los ojos…
Me despierto
sobresaltado. Por lo visto, alguien ha explotado un petardo a mis pies. Huelo
la pólvora quemada y distingo la quemadura que ha dejado la detonación en la
madera del banco. Los culpables: tres chavales que, entre risas, corren calle
abajo. Noto el corazón golpeándome el pecho y un pitido agudo en los tímpanos.
Aún quedan varias horas hasta que pueda volver a casa. Desde esta mañana no he
comido nada. Me dirijo a mi súper favorito. Al entrar hago lo que todos los días,
es decir, cojo una cesta y recorro los pasillos. Mi intención es hacerme con
ciertos alimentos que pueda devorar en los ángulos muertos, donde estoy libre
de las miradas de las cámaras de seguridad. Pero hoy, el encargado de la tienda
me sigue allá donde voy. Por mucho que lo intento no consigo quitármelo de
encima. Vaya donde vaya ahí está él. Me rindo. Dejo la cesta y salgo de la
tienda con un lamento en las tripas. Así no puedo seguir. Tengo encontrar un
trabajo.
domingo, 29 de octubre de 2017
SE RUEGA SILENCIO - CAPÍTULO 5
Portada de PEDRO ESPINOSA
Detrás de los
párpados sueños que no acertaría a explicar. De golpe: una radial. Al punto: un
taladro. Abro los ojos. Son las nueve y diez de la mañana. El ruido retumba por
la habitación haciendo vibrar las paredes.
A través de la
mirilla veo que en el piso de al lado han empezado a hacer obras. Del interior
sale una nube de polvo acompañada del ruido demencial de las máquinas. Por las
escaleras suben dos obreros cargando sacos de arena y cemento. Lo meten dentro
de la vivienda y bajan a por más. Da la impresión de que las obras van para
largo. Hasta ahora los únicos pisos habitados eran el mío y el de abajo. Según
parece, alguien se va a mudar al de enfrente. Regreso al dormitorio para
vestirme. El segundero del despertador sigue sincronizado con el de mi reloj de
muñeca. Me gusta que sea así. Tengo hambre. Nico maúlla al otro lado de la
puerta. Él también tiene hambre. La situación no puede ser peor. Debería hacer
caso a mi madre y encontrar un trabajo. Algo temporal que me haga salir de esta
ruina. Aquí no se puede estar por culpa del ruido. Me preparo para salir. Antes
rebusco por la casa hasta que consigo juntar unas pocas monedas, las justas
para un café.
En la
cafetería pido un cortado. La camarera se gira hacia la cafetera y aprovecho
para darle un repaso con la mirada. Tiene un culo perfecto. Además, sus
vaqueros de cintura baja dejan a la vista la goma roja del tanga. El abuelo que
está a mi lado se ha quedado con la jugada.
-Si yo tuviera
tus años, ten por seguro que al final del día esa preciosidad estaría entre mis
brazos.
Le creo. A pesar de su edad, conserva
un brillo juvenil en la mirada. La camarera me trae el café. El anciano se
dirige a ella y adoptando una pose de galán de la vieja escuela le pregunta:
-Guapa ¿qué
tengo que hacer para que te cases conmigo?
Ella se ruboriza. Antes de que
pueda contestar, el vejete se anticipa y le dice:
-No respondas,
ya pensaré en algo.
Dicho esto, deja un billete sobre
la barra señalando su bebida y la mía. Sin esperar el cambio me guiña un ojo y
se dirige a la salida. Antes de desaparecer me lanza tres palabras.
-A por ella.
La camarera, aún ruborizada, se
aparta para meter el dinero en la caja registradora. Quiero seguir el consejo
del abuelo, pero hay algo en el ambiente que me dice que no me moleste. Quizás
sea el polvo que se acumula encima de las botellas o la luz grasienta del sol,
puede que la voz del ciego que grita desde la esquina: últimos números para hoy.
viernes, 27 de octubre de 2017
SE RUEGA SILENCIO - CAPÍTULO 4
Llaman al
timbre.
-Hijo, abre,
que soy yo.
Mi madre es la última persona a
la que quiero ver. Le abro la puerta. Carga con cuatro bolsas llenas de comida
que trae para mí.
-Ya estás
fumando esa basura.
-Mamá, no
empecemos que no estoy de humor.
Le cojo las bolsas y las dejo en
la cocina.
-
Te llamé para felicitarte por tu cumpleaños, pero
tenías el móvil apagado.
En realidad lo tengo sin saldo.
-Traigo la
boca seca ¿Dónde tienes los vasos?
Le señalo una de las puertas del
armario. La abre y coge uno de los vasos. Antes de llenarlo se da cuenta de que
tiene una mancha.
-Está sucio.
-Pues coge
otro.
-¿Dónde guardas
el detergente?
-Mamá, no lo
friegues. Coge otro.
-No me
importa, de verdad. Dime dónde está el detergente.
-Te digo que
cojas otro vaso, joder.
Al final, bebe agua con el que
tiene en la mano. Pasamos al salón. Mi madre obliga a Nico a bajarse del sofá.
Luego saca un pañuelo, lo extiende en el cojín y se sienta sobre él.
-Con ese humo
no puedo respirar. Haz el favor de abrir las ventanas.
Las abro.
-Seguro que
eso que fumas lo has pagado con el dinero que yo te presto y que nunca me
devuelves.
Me jode que haga mención a los
préstamos.
-No sé cómo
puedes vivir así.
-Mamá, no
estoy de humor.
-Te pareces a
tu padre. Él tampoco sabía ser feliz.
Me mantengo callado y fumo
echando el humo por la ventana. En la calle, un coche que está aparcado en
doble fila impide el paso a un camión de reparto. El camionero toca el claxon.
Nadie acude. Los coches se van amontonando a lo largo de la calzada. Una
sinfonía de bocinas se une a la del camión. Es una locura. Me fijo en los conductores.
Se reconcomen en sus asientos agarrando con fuerza el volante. Al cabo de unos
minutos, aparece el dueño del coche que está aparcado en doble fila. Se puede ver
en la cara de los conductores el odio que le guardan. Al fin, el tráfico se
restablece y vuelve la tranquilidad. La voz de mi madre me trae de vuelta a la
habitación.
-Deberías
buscarte un trabajo.
-No lo
necesito.
-¿Y de qué
piensas vivir? ¿De mis préstamos?
Voy a la cocina, cojo las bolsas de
comida que ha traído, las llevo al salón y las arrojo por la ventana. Mi madre
se queda muda. No puede creerse lo que acabo de hacer. Se levanta, guarda cuidadosamente
el pañuelo en el bolso y abandona la vivienda sin decir palabra. Desde mi posición
la veo salir del portal. Se detiene a recoger la comida que he tirado. Varios
paquetes han reventado y su contenido está esparcido por la acera. Algunos
viandantes la miran al pasar. Ella no les presta atención. Se limita a seleccionar
lo salvable y el resto lo echa en un contenedor de basura. Después cruza la
carretera y desaparece al doblar la esquina. Sobre la acera queda una mixtura de
leche, yemas de huevo y yogur. Un cuadro abstracto que cada uno interpreta a su
manera.
DEL FONDO - VICENTE MIÑOZ ÁLVAREZ & ANDRÉS CASCIANI
El túnel del horror que describe “Del fondo” no es el túnel de la bruja de
un parque de atracciones con sus trampantojos ingenuos, charadas sangrientas y
sustos de salón. Es un pasadizo involutivo y mutante que conduce interminable,
como una pegajosa cinta de Moebius secretada por el putrefacto ano del
universo, a los misterios más oscuros de la creación, a lo que se esconde tras
la fachada temblorosa y llena de grietas de eso que llamamos ingenuamente realidad.
Con Vicente y su doliente pueblo elegido, viajan también monstruosidades
orgánicas vivas o no-muertas, criaturas de pesadilla surgidas de la coyunda
bestial entre El Bosco y Lovecraft, Brueghel y Giger, Goya y Charles Burns,
gloriosamente retratadas por las no menos visionarias y alucinadas
ilustraciones de Andrés Casciani.
Jesús Palacios
DEL FONDO
Vicente Muñoz Álvarez & Andrés Casciani
Vicente Muñoz Álvarez & Andrés Casciani
Prólogo por Jesús Palacios
Epílogo por Pablo Malmierca
Producciones Vinalia Trippers
Producciones Vinalia Trippers
jueves, 26 de octubre de 2017
SE RUEGA SILENCIO - CAPÍTULO 3
A última hora
de la tarde he comprado un despertador de doble campana. Voy a normalizar mi
horario. Madrugar. A ver si de esta forma consigo escribir con cierta
regularidad. Al llegar a casa, me he dado cuenta de que, tanto las agujas como el
segundero del despertador, coinciden exactamente con el de mi reloj de muñeca.
Es una buena señal. Si quiero madrugar es mejor que me acueste pronto. Pongo el
despertador a las ocho en punto. Mientras llega el sueño, trato de hacerme una
idea global de la narración. De golpe, la imaginación se dispara. De la nada surgen
multitud de imágenes, situaciones, diálogos y dramas. Me emociono con el flujo
de ideas mientras los capítulos se amontonan en la cabeza. Cuando quiero darme
cuenta, son las tres de la madrugada.
A las ocho suena
el despertador. Apenas he pegado ojo. Salir de la cama me cuesta un tremendo
esfuerzo. Estoy atontado y me duele la cabeza.
Después de
desayunar, tomo asiento frente al ordenador. Me pregunto a dónde han ido a
parar todas esas ideas que anoche se amontonaban en mi cabeza. Ahora mismo,
ninguna de ellas se presta a ser escrita. Se me cierran los parpados. Joder, tengo
el cerebro embotado y me muero de sueño. Me fijo en la pared que tengo
enfrente. Sobre todo en las manchas de nicotina y humedad. Según repaso los
contornos, estos se adaptan a mis pupilas y termino reconociendo en ellos siluetas
de animales. Empiezo a teclear:
Esta casa se degrada día a día. Es un piso
viejo, destartalado, que un amigo me prestó para que viviese en él hasta que
encontrase algo mejor. De eso hace dos años…
Me atasco. Ha
sido un breve arrebato que no compensa el madrugón. Me acerco a la ventana. En
la calle, el ajetreo de la mañana. Es una escena que siempre me deprime. Hay
algo en las primeras horas de un día laborable que las hace inherentes al
desánimo. Vuelvo a tomar asiento frente al ordenador. Quiero seguir con lo
escrito pero soy incapaz de añadir una palabra. Miro la hora: las nueve y
trece. Me pregunto si los segunderos siguen coincidiendo. Para comprobarlo
entro en el dormitorio. Coinciden. Me dejo caer en la cama y me arropo con la
colcha. Es una buena señal, me digo.
GEORGE SAUNDERS - LIBROS DE RELATOS
CRUCES
George Saunders (Estados Unidos, 1958)
Todos los años,
después de la cena de Acción de Gracias, mi padre sacaba el disfraz de Santa
Claus y lo arrastraba hasta una suerte de cruz metálica que había levantado en
el jardín. Nosotros formábamos una piña detrás de él y le seguíamos hasta que
colocaba allí el disfraz. Durante la semana previa a la Super Bowl, la cruz
lucía un jersey y el casco de Rod, y si este quería coger el casco, primero
tenía que pedirle permiso a mi padre. El cuatro de julio, la cruz se convertía
en el Tío Sam; el Día de los Veteranos, era un soldado; y en Halloween, un
fantasma. Aquella cruz era la única concesión de mi padre a las fiestas. Por lo
demás, no nos permitía sacar de la caja más de un lápiz de cera a la vez; una
Nochebuena le gritó a Kimmie por desperdiciar un trozo de manzana; cada vez que
nos poníamos kétchup, lo teníamos a él encima diciendo «Vale, vale, ya basta»;
y en las fiestas de cumpleaños había magdalenas en lugar de helado. La primera
vez que llevé allí a una cita, la chica me preguntó: ¿Qué es lo que pasa con tu
padre y ese poste?, y lo único que pude hacer fue quedarme sentado pestañeando
tontamente.
Con el tiempo,
Kimmie, Rod y yo nos marchamos, nos casamos, tuvimos hijos y vimos florecer
también en nosotros una semilla de mezquindad. Mientras tanto, mi padre empezó
a vestir la cruz de forma cada vez más compleja y siguiendo una lógica apenas
perceptible. El Día de la Marmota le puso una especie de abrigo de piel y
colocó un foco para asegurar la sombra. Después de un terremoto que sacudió
Chile, la tumbó y pintó una grieta en el suelo con un aerosol. Cuando mi madre
murió, disfrazó a la cruz de Muerte y colgó del travesaño fotos de ella cuando
era un bebé. Siempre que pasábamos por allí, encontrábamos amuletos extraños de
su juventud dispuestos en torno a la base del poste: medallas del ejército,
entradas de teatro, sudaderas viejas o tubos de maquillaje de mi madre.
Un
otoño pintó la cruz de amarillo, la cubrió de algodón para proporcionarle
abrigo ese invierno y le aseguró descendencia cruzando seis palos de madera y
clavándolos a martillazos en diversos puntos del jardín. Tendió cuerdas entre
la cruz grande y las tres pequeñas y pegó en ellas, utilizando cinta adhesiva,
fichas de archivo en las que pedía disculpas, admitía errores y rogaba
comprensión, todo con una caligrafía frenética. Colgó de la cruz metálica un
rótulo en el que había escrito AMOR, hizo otro en el que escribió ¿ME
PERDONAS?, y murió en el vestíbulo con la radio encendida. Poco después le
vendimos la casa a una pareja joven que arrancó todo aquello y lo dejó en la
calle el día de recogida de basura.
miércoles, 25 de octubre de 2017
SE RUEGA SILENCIO - CAPÍTULO 2
Esta casa se
degrada día a día. Es un piso viejo, destartalado, que un amigo me prestó para
que viviese en él hasta que encontrase algo mejor. De eso hace dos años. La
vivienda está ubicada en el segundo piso del edificio nº1 de la calle Oviedo, cerca
de la estación de autobuses. Un inmueble de tres plantas que comparto con un
matrimonio que vive en el primero. El resto de los pisos están vacíos. El que
habito no tiene agua caliente ni calefacción. Carece de ducha y de cualquiera
de las comodidades que posee una casa normal. No me quejo, no pago alquiler.
Tampoco gasto en electricidad, ya que al ser una casa antigua, el contador está
dentro de la vivienda y lo tengo trucado.
Me vine aquí con el propósito de escribir
una novela. Iluso de mí. Aparte de unos vanos intentos, lo único que he hecho
en todo este tiempo es vaguear y colocarme. Miro a mi alrededor y me deprimo. Con
el sol dando de lleno en las paredes quedan en evidencia las grietas, los
desconchones, las manchas de nicotina y las huellas secas de humedad. La
podredumbre se clava en las pupilas. Me asomo a la ventana. La tarde luce
bonita. De nada sirve encerrarme si las palabras no acuden. Por otro lado, sé
que lo que busco solo lo voy a encontrar dentro de mí, muy dentro, en las
profundidades de mi ser. Llegar tan hondo, tan abajo, requiere esfuerzo. Para
ello necesito arañar, escarbar, hurgar. Meter la mano y arrancar los
sentimientos como si fueran las vísceras de un pescado. Ahora mismo estoy harto
de mirarme las tripas y ver solamente el color de la hiel. Es triste pasar las
horas, los días, los meses, incluso años, delante de un papel en blanco. Desperdiciando
una vida entera en ello.
martes, 24 de octubre de 2017
lunes, 23 de octubre de 2017
domingo, 22 de octubre de 2017
SE RUEGA SILENCIO - CAPÍTULO 1
Logroño. 17 de
julio de 1999. Hoy cumplo treinta y cinco años. No hay felicitaciones. No las
necesito. Yo tampoco acostumbro a felicitar a nadie.
Estoy sentado
frente a la lavadora. Observo cómo el tambor da vueltas a toda velocidad en el
programa de centrifugado. No tengo otra cosa mejor que hacer que contemplar la
carcasa de poliuretano transparente. Un cíclope de pupila veloz con el que
mantengo una lucha de miradas. La fuerza centrífuga ha hecho de las prendas una
masa compacta y multicolor que gira y gira precipitadamente dejando un vórtice
en el centro. Pasan los minutos y sigo hipnotizado por el movimiento constante de
los círculos concéntricos. Permanezco atento sin nada que me distraiga. Giros y
más giros. Ziung-ziung-ziung-ziung… Ahora, el ojo de buey es un agujero negro,
mejor aún, un gran remolino en medio del océano. Ziung-ziung-ziung-ziung-ziung…
Un ciclón. Un huracán. Ziung-ziung-ziung-ziung… El movimiento va decelerando.
Zi-ung… zi-ung… zi-ung… z-i-u-n-g… El programa de lavado ha acabado. Poco a
poco el tambor deja de rotar hasta que se detiene. Llaman al timbre. Es el
Culebras. Dice que tiene prisa, que no puede quedarse porque debe atender a
otros clientes. Le pago con mis últimos ahorros y se va. Me quedo a solas con
las moscas.
El humo denso,
pegajoso y dulzón entra en mis pulmones. Mientras, el sol dibuja rectángulos en
las paredes. El salón se va llenando de humo y jazz. Louis Armstrong, hace
sonar su trompeta, Ella Fitzgerald, pone la voz. Hachís y jazz. La mezcla me
lleva a dobles dimensiones y universos alterados. Paz, sosiego y espirales de
humo… Tendría que escribir. Llevo semanas sin hacerlo. Debería ponerme a ello. Agarrar
lo que llevo dentro y sacarlo fuera, plasmarlo. Decir que estoy harto, que no
puedo más, que me hundo y no sé hacia dónde tirar. Cortázar decía: Siempre hay que mirar hacia adelante. Yo
prefiero mirar hacia dentro. En lo más profundo de mí es donde están las
palabras. Las mías. Me pongo frente al teclado y escribo:
Logroño. 17 de julio del 1999. Hoy cumplo
treinta y cinco años. No hay felicitaciones. No las necesito. Yo tampoco
acostumbro a felicitar a nadie. Estoy sentado frente a la lavadora. Observo
cómo el tambor da vueltas a toda velocidad en el programa de centrifugado. No
tengo otra cosa mejor que hacer que contemplar la carcasa de poliuretano
transparente. Un cíclope de pupila veloz con el que mantengo una lucha de miradas…
Hace demasiado calor. El bochorno se pega al cuerpo como una segunda
piel, asfixiándome. Es mejor fumar y dejarse llevar por el razonamiento de la
pereza. Louis toca la trompeta, Fitzgerald canta y yo fumo. Cada uno a su
tarea. Cada cual con su instrumento. Siento ese letargo especial. El tiempo se
detiene dentro de la habitación mientras el mundo exterior sigue con su
frenético avance. Entra Nico. Va directamente a tumbarse en el centro del sofá.
El gato se estira y deja la cabeza colgando. Tal vez, debería escribir sobre él.
Incluso Burroughs escribió un libro sobre gatos. Pero no, prefiero seguir
fumando.
DEL FONDO - VICENTE MUÑOZ ÁLVAREZ & ANDRÉS CASCIANI - VINALIA TRIPPERS PRODUCIONES
La nueva joya de nuestra corona, de la mano de Producciones Vinalia
Trippers, pronto en la Tierra:
DEL FONDO
El túnel del horror que describe “Del fondo” no es el túnel de la bruja de un parque de atracciones con sus trampantojos ingenuos, charadas sangrientas y sustos de salón. Es un pasadizo involutivo y mutante que conduce interminable, como una pegajosa cinta de Moebius secretada por el putrefacto ano del universo, a los misterios más oscuros de la creación, a lo que se esconde tras la fachada temblorosa y llena de grietas de eso que llamamos ingenuamente realidad. Con Vicente y su doliente pueblo elegido, viajan también monstruosidades orgánicas vivas o no-muertas, criaturas de pesadilla surgidas de la coyunda bestial entre El Bosco y Lovecraft, Brueghel y Giger, Goya y Charles Burns, gloriosamente retratadas por las no menos visionarias y alucinadas ilustraciones de Andrés Casciani.
DEL FONDO
El túnel del horror que describe “Del fondo” no es el túnel de la bruja de un parque de atracciones con sus trampantojos ingenuos, charadas sangrientas y sustos de salón. Es un pasadizo involutivo y mutante que conduce interminable, como una pegajosa cinta de Moebius secretada por el putrefacto ano del universo, a los misterios más oscuros de la creación, a lo que se esconde tras la fachada temblorosa y llena de grietas de eso que llamamos ingenuamente realidad. Con Vicente y su doliente pueblo elegido, viajan también monstruosidades orgánicas vivas o no-muertas, criaturas de pesadilla surgidas de la coyunda bestial entre El Bosco y Lovecraft, Brueghel y Giger, Goya y Charles Burns, gloriosamente retratadas por las no menos visionarias y alucinadas ilustraciones de Andrés Casciani.
Jesús Palacios
DEL FONDO
Vicente Muñoz Álvarez & Andrés Casciani
Prólogo por Jesús Palacios
Epílogo por Pablo Antonio García Malmierca
Producciones Vinalia Trippers
http://mividaenlapenumbra-vinaliatrippers.blogspot.com.es/2017/10/vinalia-trippers-presenta.html
https://vinaliaplan9espacio.blogspot.com.es/2017/10/del-fondo.html?spref=fb
sábado, 21 de octubre de 2017
JEAN GENET
Algunas de sus obras:
Autobiografía
Diario del ladrón (1949)
Novelas
Santa María de las Flores (1944)
El milagro de la rosa (1946)
Pompas fúnebres (1947)
Querelle de Brest (1947)
Teatro
Las criadas (1947)
Severa vigilancia (1949)
El balcón (1956)
Los negros (1959)
Los biombos (1961)
"Elle (1989)
"Splendid's (1993)
"Le bagne" (1994)
Poesía
El condenado a muerte (1942)
"La Galère" (1944)
"Chants secrets" (Le Condamné à mort, Marche funèbre), L'Arbalète, Décines (Lyon), 1945.
"Un chant d'amour" (1946)
"Le Pêcheur du Suquet" (1946)
Autobiografía
Diario del ladrón (1949)
Novelas
Santa María de las Flores (1944)
El milagro de la rosa (1946)
Pompas fúnebres (1947)
Querelle de Brest (1947)
Teatro
Las criadas (1947)
Severa vigilancia (1949)
El balcón (1956)
Los negros (1959)
Los biombos (1961)
"Elle (1989)
"Splendid's (1993)
"Le bagne" (1994)
Poesía
El condenado a muerte (1942)
"La Galère" (1944)
"Chants secrets" (Le Condamné à mort, Marche funèbre), L'Arbalète, Décines (Lyon), 1945.
"Un chant d'amour" (1946)
"Le Pêcheur du Suquet" (1946)
viernes, 20 de octubre de 2017
RELATOS DE KOLIMÁ de VARLAM SHALÁMOV - EDITORIAL MINÚSCULA
10 años, 6 tomos, una obra capital, una gran traducción, un
proyecto cumplido. #RelatosDeKolimá #VarlamShalámov
jueves, 19 de octubre de 2017
PRÓXIMAMENTE EN DIRTY WORKS: FURTIVOS de TOM FRANKLIN
DIRTY WORKS se
complace en presentarles el primer libro de relatos de TOM FRANKLIN, FURTIVOS,
un viaje a los condados boscosos que se extienden entre los ríos Alabama y
Tombigbee, la zona baja de Alabama, frondosa, verde y llena de muerte.
«Con esta colección de maridos lamentables, colegas inútiles y matrimonios desgastados, es como si el autor hubiese secuestrado a los personajes de RAYMOND CARVER y los hubiese dejado a su suerte en el Sur Profundo.»
NEW YORK TIMES BOOK REVIEW
Preventa con regalo exclusivo aquí:
«Con esta colección de maridos lamentables, colegas inútiles y matrimonios desgastados, es como si el autor hubiese secuestrado a los personajes de RAYMOND CARVER y los hubiese dejado a su suerte en el Sur Profundo.»
NEW YORK TIMES BOOK REVIEW
Preventa con regalo exclusivo aquí:
miércoles, 18 de octubre de 2017
domingo, 15 de octubre de 2017
BANDERAS
Que yo recuerde nunca he enarbolado una
bandera. No me gustan, ninguna de ellas. Pero si tuviera que elegir una sería ésta:
la foto que tomó de la Tierra la Sonda Cassini al pasar junto a Saturno. Un diminuto punto de luz que apenas se distingue en medio del negro infinito. Esa
sería mi bandera, una que no ensalce la grandeza de nada, todo lo contrario, que
nos recuerde constantemente lo pequeños que somos.
pepe pereza
pepe pereza
jueves, 5 de octubre de 2017
"CON CUERPO DE TINTA" UN ESPACIO RADIOFÓNICO CAPITANEADO POR JOSÉ ÁNGEL DE DIOS
(Dibujo de David Sánchez)
Aquí
tenéis el primer programa de "Con cuerpo de tinta", un espacio
radiofónico de La veu d'Ondara dedicado al cómic y a la literatura.
En este primer programa, entrevistamos al autor de cómic David Sánchez, hablamos de "Se ruega
silencio" de Pepe Pereza y analizamos "Rebelión
en la granja" de George Orwell.