miércoles, 10 de abril de 2019

CABINAS TELEFÓNICAS


Por aquel entonces, Óscar, Ojeda y Joaquín, usaban los excrementos de perro que encontraban por la calle, pero éstos no terminaban de ajustarse a sus propósitos. Para ello requerían zurullos con una textura más adaptable. Después de discutirlo decidieron que lo mejor era usar la propia mierda. Quedaban al salir del colegio y lo primero que hacían era pasarse por la zapatería del barrio para pedirle al dependiente una caja de zapatos vacía. Luego lo echaban a suertes y el que perdía entraba en los baños de algún bar para llenar la caja con el contenido de sus tripas. Llegados a ese punto, buscaban una cabina telefónica. Con ayuda de un palo untaban tanto el micrófono del teléfono como el altavoz. Hecho esto, solo tenían que alejarse a una distancia prudencial y discretamente sentarse a esperar. La diversión estaba asegurada.

martes, 9 de abril de 2019

LA ECOGRAFÍA


Acababa de salir de la clínica donde le habían hecho una ecografía. En ella se podía distinguir un feto con unos pequeños apéndices que sobresalían de su espalda. El ginecólogo le había dicho que no se preocupase, que esas anomalías tan solo eran manchas desenfocadas del negativo provocadas por los movimientos del feto. Pero ella veía claramente que eran alas. Cuanto más se fijaba más convencida estaba. Su futuro bebé era un querubín en proceso de transformación. No estaba preocupada, más bien todo lo contrario. Intuía que su futuro hijo iba a ser alguien especial, un ser maravilloso que traería cosas buenas a este mundo. Se llevó las manos a la tripa y sintió un cosquilleo en sus entrañas, algo parecido al roce de una pluma. Era la confirmación de que en su interior se estaba gestando un ángel.


pepe pereza

lunes, 8 de abril de 2019

EL ACCIDENTE


El autobús había quedado reducido a un montón de hierros retorcidos. La escena era dantesca: Sangre, miembros amputados y cadáveres por doquier. Además del olor a carne quemada de los cuerpos carbonizados había gente que gritaba, otros agonizaban en medio del caos. Un hombre caminaba sin rumbo entre los restos del accidente. Llevaba el brazo izquierdo casi desmembrado, solamente se sujetaba al cuerpo por una fina hebra de carne ensangrentada. Un cerdo pasó cojeando a su lado. Unos metros por delante había varios cerdos muertos en medio de la carretera. Los que aún quedaban con vida se achicharraban dentro de las celdas del camión en llamas. Para colmo, la radio seguía funcionando y por los altavoces sonaban los acordes distorsionados de “Paquito el chocolatero”.


pepe pereza

domingo, 7 de abril de 2019

PRÓXIMAMENTE



Las campanas no doblan por nadie

Inéditos que nos traen al Bukowski más salvaje y lúbrico. Un recorrido impagable por la trayectoria de un escritor imprescindible.
Hank ayuda a un viejo amigo alcohólico a largarse de un hospital; el empleado de un sex shop cuenta anécdotas estrambóticas protagonizadas por algunos clientes, como aquel que debido a sus problemas respiratorios pide que le hinchen una muñeca; un solitario masturbador sueña con que aparezca la mujer de su vida; un tipo es secuestrado por tres mujeres; una chica acude a una entrevista de trabajo en la que le hacen preguntas sobre prácticas sexuales extremas... Este volumen reúne relatos de Bukowski aparecidos en periódicos y revistas, como las pornográficas Hustler y Oui. Son piezas bañadas en sexo y alcohol, escritas a pie de calle, con la afilada pluma del cronista más visceral del otro lado del sueño americano. Y como guinda también se incluyen algunos de sus dibujos, siempre feroces y procaces.

«Es una gozada leer estos cuentos... A quienes aman a Buk, este libro les va a dejar saciados, ebrios y con una sonrisa en los labios»
(JohnYohe, Entropy).

«Una recopilación libidinosa y desternillante»
(Kirkus Reviews).

ISBN
978-84-339-8032-8
EAN
9788433980328
PVP CON IVA
20.9 €
NÚM. DE PÁGINAS
392
COLECCIÓN
CÓDIGO
PN 1003
TRADUCCIÓN
Eduardo Iriarte Goñi
PUBLICACIÓN
10/04/2019

domingo, 10 de marzo de 2019

EN CASA DE GABI OCA FIDALGO




Creo que te comenté que me saltaba el cursor, y que no sé escribir mirando a la pantalla. ¡Pues eso ya no es nada! Me ha volao un párrafo entero, ¡por la cara!, y así no puedo…
Me gustaría escribir algo más, aunque también pienso que no hace falta… Las fotos tampoco son buenas, una cámara de mierda, pero creo que se ve bien a Carver, al que no tienes que envidiar nada, de nada, ¡de nada de nada! Cuatro, dejó el maestro. En tu caso van tres, más las nubes del bufle que no he podido leer.
Sabes que me gustó mogollón SE RUEGA SILENCIO. Mi adicción a la narrativa y eso…. Entre otras cosas por mi falta de sintonía con el verso, narrativa al mogollón y cuanto más extensa mejor.
Pero estos cuentos tío, estos relatos arrancados a cuajo del barullo diario, estos diamantes tallados, estos pedazos perfectos, estas viñetas recortadas agrupadas y clavadas en un retablo de lo ordinario…. O el lapso continuo de esta cotidiana subsistencia que llamamos vivir 
¡BUAHHH! 
La ausencia de adjetivos, la falta absoluta de filigranas, el no tener falta ni puta necesidad de andar con malabares. Literatura cruda al peso. Sin grasa ni aditivos, ¡CARTÍLAGO y puro NERVIO!
Simplemente perfecto
Y encima, con la rutina del 99%igo!
Como decía Salieri….. ¡Yo os bendigo!, mediocres del mundo.
Y el que no esté de acuerdo, que siga chupando portada-de-revista

Gabi Oca Fidalgo

jueves, 28 de febrero de 2019

A PESAR DEL FRÍO - RESEÑA DE LUIS ALBERTO CABEZÓN


A pesar del frío no hay nada más acogedor que la lectura de estos relatos de Pepe Pereza. A pesar del frío es el título de su cuarto libro en prosa publicado -sin contar una docena de colaboraciones en diversas antologías- tras su primera y excelente novela Se ruega silencio.

Pepe Pereza es un hombre de múltiples recursos artísticos, los cuales ha desarrollado con éxito a lo largo de su trayectoria en el panorama nacional. Sobre sus otras facetas artísticas ya se ha glosado profusamente.

Libro bien editado por Canalla Ediciones, con excelente ilustración de portada que representa a Estela Plateada/Silver Surfer de Pedro Espinosa, contiene veintiséis relatos breves de entretenida lectura cuyo aglutinador común es la meteorología. El tiempo, el mal tiempo en este caso, ambienta todos los relatos. Y fundamentalmente lluvia, nieve y niebla, identifican las vidas de los personajes.

Un libro de relatos que se lee de un tirón, que se disfruta, donde siempre tiene uno la sensación de conocer a los personajes e incluso los lugares que habitan. Personajes con conflictos interiores, con dudas, muchas dudas, que los hacen cercanos a nosotros. En sus miserias vitales podemos identificarnos fácilmente. Son personajes, en su aparente simplicidad, ricos por sus matices e incertidumbres. Y, de una u otra manera, están pasando momentos duros en sus vidas: una separación, una decisión trascendente, una preocupación…

Por la obra se deslizan diferentes tipos de relatos: ‘costumbristas’ como “La Florida”, otros que desarrollan conflictos interpersonales, fundamentalmente conversaciones entre parejas; por cierto, ambos tipos de relatos muy visuales y cinematográficos. Y aquellos otros donde encontramos a un personaje, preferentemente masculino, inmerso en sus conflictos internos. Como sabemos, este tipo de conflicto interno es muy literario, pero Pepe Pereza introduce hábilmente en cada narración una situación externa, aparentemente alejada de la realidad del protagonista, que arrebata visualmente al lector. Y esa misma situación supone un detonante para el protagonista, porque  a partir de ella toma decisiones, se replantea las cosas. El efecto conseguido no es otro que sacar al personaje de su soledad, de su ensimismamiento vital, mostrarle lo que hay alrededor –y en algunos casos que se mire, que se observe, a través de otros personajes-, y que reaccione, que le sirva de estímulo o impulso para actuar.

Hay una importancia, también, de las figuras maternas y paternas en los relatos. Diríamos que generan una preocupación, por su salud principalmente. Además, son ellos siempre quienes dan consejos sabios, razonables, que nuestros protagonistas parecen no ver, ofuscados como están en su sobrevivir diario. Y para más INRI, la muerte gravita en el pensamiento de los personajes.

Uno de mis relatos favoritos es “Viaje al Norte”, la historia de un engaño  y un descubrimiento final donde confluyen las relaciones de pareja y su ausencia, donde está presente la muerte, y donde en esta tragicomedia que es este pasaje vital, detecto otra de las características -en estos relatos aparentemente solapadas- de Pepe Pereza: el humor. Lo siento, pero sigo riéndome en la resolución de esta historia: un momento surrealista y lo oportuno de la resolución son todo un acierto del narrador. Me río porque la sucesión de fatalidades para el protagonista hacen que me pueda distanciar lo suficiente y decir ‘esto no puedo ser verdad, es increíble’.

Todo ello narrado con un lenguaje sencillo, sobrio, sin adornos que nos da una prosa realista, algo sucia si se quiere, pero enormemente sugerente y cercana. Nada pretencioso, A pesar del frío narra historias cotidianas, de personajes que sufren y viven unos infiernos cotidianos en los que podemos reconocernos.

Obviamente, es una literatura ya formada. Pepe Pereza es un hombre que escribe desde siempre, aunque haya publicado su obra literaria en esta última década. Y, en estos relatos, esa madurez literaria, ese reconocimiento de una voz propia, lo observamos en una cierta templanza y contención a la hora de describir sus personajes, en una libertad de prejuicios, de miradas, en un estilo narrativo muy personal. Se empieza a notar el peso del oficio. Con estos elementos, y distanciándome de sus personajes, yo no tengo duda de que Pepe Pereza llegará donde le apetezca como escritor.

Luis A. Cabezón

miércoles, 6 de febrero de 2019

lunes, 28 de enero de 2019

viernes, 11 de enero de 2019

"A PESAR DE FRÍO" PRÓLOGO DE PABLO CEREZAL

Portada: PEDRO ESPINOSA

INCENDIOS COTIDIANOS

Llueve afuera, mucho, y la ciudad se descompone en murmullo de afluencias desordenadas. Las voces pierden entidad y los movimientos se ralentizan casi antes de desaparecer. Hace frío afuera, mucho. También aquí, en el rincón de esta terraza donde he erigido mi mínima patria de gramáticas y ensoñación. Que escribo y leo en la terraza de casa, o sea, porque es el único lugar donde retener los malos humos de mi tabaco y evitar que agríen la atmósfera del hogar. Y hace frío, ya digo, mucho. Pero a pesar del frío y la lluvia, de esa lasitud que a uno le imponen los días de otoño, la cabeza bulle en ideas que se atropellan buscando una salida. Y escribo. Y fumo.
Anoche también llovía, las bajas temperaturas mordían aun con mayor ahínco. Anoche finalicé la lectura de este volumen de relatos que ahora, lector, tienes la fortuna de acariciar. Cuando hayas terminado de leerlo comprenderás por qué, anoche, salí de la cama y paseé inquieto los escasos metros cuadrados del hogar como a la búsqueda de un tesoro. Consumí un cigarro debidamente aderezado y, tras dejar vía libre a mis elucubraciones, concluir que podría haber salido a la calle a consumar un crimen o masturbarme en la cocina, por ejemplo, regresé a la cama consciente de que el ansiado tesoro permanecía sobre las sábanas, reclamando una sosegada relectura.
Creo que ya dejé escrito, en algún lugar, que leer a Pepe Pereza es deshonrar su apellido artístico. Si no lo hice, aprovecho para hacerlo ahora como advertencia al lector que se interne en las páginas de este volumen y se vea arrastrado sin remedio a la actividad sensorial más frenética, la que el autor esculpe, en cada página, con el cincel afilado y granate de su pluma. También he dejado escrito que considero a Pepe Pereza el máximo exponente, en nuestro país, de una tradición literaria que demasiados ningunean, a día de hoy, intentando epatar al lector con crueldades y exabruptos carentes de fondo, calidad y el supuesto realismo de que intentan revestirlos. Me refiero a eso que hemos dado en llamar «realismo sucio». Que no, que no se trata de hacer retratos barriales o dárselas de maldito utilizando la primera persona para hablar de excesos farmacológicos o sexuales. Que no consiste en mal copiar lo más etílico de la prosa de Bukowski. Que el tal «realismo sucio» es otra cosa, más similar a la diestra disección de la psique del ciudadano medio que ejercitaba Carver. Y Pepe Pereza eso lo borda, en cada uno de sus relatos. Certera, feroz, sensible, equidistante y exacta como una deflagración terrorista calculada al milímetro, pero con la belleza que a dicha explosión siempre faltará, su prosa es piedra en que afila colmillos la literatura más pugnaz.
No conozco a ningún autor patrio actual que maneje con tanta habilidad los límites formales y temporales del relato. Su geométrico manejo del fraseo corto y carente de artificios, musical en su evolución, pictórico casi, en su tersa manera de afianzar la verosimilitud de lo narrado; la normalidad de esos personajes que, desde los primeros párrafos, se muestran como evidentes ejemplos del ciudadano actual, una especie de doble del propio lector o de cualquiera de sus conocidos; la opresiva atmósfera de una normalidad que semeja calma precedente a la tormenta; el fulgor repentino, inesperado, de un acto o pensamiento desconcertantes; todo ello delineado con una sabia arquitectura de la palabra y una aritmética exacta del sentimiento.
«Realismo sucio», sí, podríamos llamarlo. Pero quedaríamos cortos si nos limitamos a utilizar esa etiqueta. Porque los relatos de Pepe Pereza van más allá, creando un nuevo género que bien podría llevar su nombre.
Los personajes que pueblan este majestuoso volumen de relatos son como cualquiera de nosotros. El autor no tiene que recurrir a fabulaciones, invenciones ni excesos para mostrar la realidad que nos rodea y, de paso, recordarnos que bien pudiera ser la nuestra. Por sus páginas pasean pensamientos, palabras, ilusiones y zozobras, un tropel de ciudadanos como nosotros: camareros, carniceros, jubilados, agentes inmobiliarios, actrices de segunda, celadores, camioneros, operarios de almacén, enfrentados todos ellos a situaciones tan cotidianas como una relación sentimental o un empleo abocados al fracaso, una visita al dentista o a la madre impedida, una ronda de licores en un bar cualquiera o un paseo en coche bajo la lluvia. Estas páginas son los espejos de normalidad a que el lector se asoma para, de repente, sin preaviso, recibir el impacto de lo inquietante. Y es que la realidad más plana que podamos imaginar guarda celosamente en su interior la violencia de lo insólito.
A pesar del frío, de la lluvia, la nieve, la glacial apatía que invade las vidas de todos y cada uno de los protagonistas de este fascinante fresco de lo cotidiano actual, la llama de la vida interior y su sugerente amenaza. A pesar del frío meteorológico común a todos y cada uno de los relatos de este volumen, la turbadora incandescencia de lo aparentemente irracional.
Llueve afuera, y hace frío. La vecina de enfrente contempla sin disimulo cómo fumo, asomado a la terraza, y pensará que mi vida es tan normal como yo imagino la suya. Sólo un maestro de la narrativa como Pepe Pereza sabría mostrarnos a ambos lo equivocados que estamos. Nadie como él para erigir un monumento literario con la mísera épica del hombre común.
Porque a pesar del frío, la vida quema, y este volumen es inigualable relato de los incendios que provoca.

Pablo Cerezal, octubre de 2018

viernes, 4 de enero de 2019

YA A LA VENTA


Género: narrativa
Autor: Pepe Pereza
Año de publicación: 2019
ISBN: 978-84-949631-2-4
Idioma: castellano
Páginas: 184
Precio: 20,00 €

«Los personajes que pueblan este majestuoso volumen de relatos son como cualquiera de nosotros. El autor no tiene que recurrir a fabulaciones, invenciones ni excesos para mostrar la realidad que nos rodea y, de paso, recordarnos que bien pudiera ser la nuestra. Por sus páginas pasean pensamientos, palabras, ilusiones y zozobras, un tropel de ciudadanos como nosotros: camareros, carniceros, jubilados, agentes inmobiliarios, actrices de segunda, celadores, camioneros, operarios de almacén, enfrentados todos ellos a situaciones tan cotidianas como una relación sentimental o un empleo abocados al fracaso, una visita al dentista o a la madre impedida, una ronda de licores en un bar cualquiera o un paseo en coche bajo la lluvia. Estas páginas son los espejos de normalidad a que el lector se asoma para, de repente, sin preaviso, recibir el impacto de lo inquietante. Y es que la realidad más plana que podamos imaginar guarda celosamente en su interior la violencia de lo insólito.
A pesar del frío, de la lluvia, la nieve, la glacial apatía que invade las vidas de todos y cada uno de los protagonistas de este fascinante fresco de lo cotidiano actual, la llama de la vida interior y su sugerente amenaza. A pesar del frío meteorológico común a todos y cada uno de los relatos de este volumen, la turbadora incandescencia de lo aparentemente irracional. 
Llueve afuera, y hace frío. La vecina de enfrente contempla sin disimulo cómo fumo, asomado a la terraza, y pensará que mi vida es tan normal como yo imagino la suya. Sólo un maestro de la narrativa como Pepe Pereza sabría mostrarnos a ambos lo equivocados que estamos. Nadie como él para erigir un monumento literario con la mísera épica del hombre común. 
Porque a pesar del frío, la vida quema, y este volumen es inigualable relato de los incendios que provoca.»

Pablo Cerezal