sábado, 10 de septiembre de 2011

RUIDOS EXTRAÑOS

Eran las cuatro de la mañana. Estaba escribiendo cuando escuché unos ruidos extraños. Algo parecido al canto de un grillo pero más desagradable de oír. En un principio creí que venía de la calle y no le presté más atención, además estaba demasiado concentrado en mi trabajo como para hacer caso de un ruido, aunque fuera desagradable. Más tarde, el ruidito de las narices había conseguido descentrarme y no era capaz de enlazar una frase que valiera la pena. Rrrrrisssssskkk, rrrrrrrissssskkkk, rrrrriiisssssskkkkkkkk. Decidí averiguar su procedencia. Fue entonces cuando me di cuenta de que el ruido venía del interior de la casa. Yo estaba solo y no entendía qué lo podía causar. Me asomé al pasillo, el ruido aumentó. Encendí la luz y avancé. A cada paso se hacía más y más nítido. Riiiissssskk, rriiiiiisssskkkk, rrriiiiiiiiiiissssskkk, rrrrrrrrriiiiiisssskkkk. Tenía algo de siniestro y al escucharlo sentí escalofríos. Era como si alguien estuviera arañando una pizarra. Seguí avanzando por el pasillo. A esas alturas estaba seguro de que procedía del cuarto de baño. Rrrrrrrriiiiiiissssskkkkkkk, rrrrrrriiiiisssssskkkkkk, rrrrrrrrrriiiiissssskkkk. Intuí que alguien estaba dentro. Tuve miedo.

- ¿Hay alguien ahí?

Rrrrrrrrriiiiiiiissskkkkk, rrrrrrrrrriiiiiiissskkkkkk. Retrocedí hasta la cocina y me armé con uno de los cuchillos, el grande. Salí de nuevo al pasillo.

- Estoy armado y he llamado a la policía. Si estás ahí es mejor que salgas y des la cara.

Rrrrrrrriiiiiiissssskkkkkkk, rrrriiiiisssssskkkkkk, rrrrrrrrrriiiirrrrrissssskkkk. Esperé unos segundos antes de avanzar. El cuchillo me precedía, dispuesto para repeler cualquier agresión. Rrriiiiiiissssskkk, rrrriiiiissssskkk, rrriiiiiissssskkkkkk. Sabía que debía calmarme. Lo más seguro es que fuera una rata royendo algo. La casa era vieja y los roedores acostumbraban a visitarla. Más de una vez había tenido que echar mano de trampas y veneno para librarme de ellos. Sí, seguro que era una rata la causante del ruido. Por un momento llegué a sentirme ridículo por estar allí sosteniendo un cuchillo y pensé en cambiarlo por el palo de una escoba, pero luego caí en la cuenta de que si realmente era una rata la que estaba haciendo todo ese alboroto ¿por qué no paraba de roer y trataba de esconderse? Era evidente que yo había delatado mi presencia. No obstante el ruido seguía saliendo del cuarto de baño. Me armé de valor y avancé hasta la puerta. Rrrrrriiiisssssssssskkkkkkk, rrrrriiiiiiiiiiskkkkkkkk. No cabía duda de que venía de dentro. Encendí la luz desde fuera. Rrrrrrrriiiiiiissssskkkk, rrrriiiiisssssskkkkkk. La puerta estaba casi cerrada y no pude ver el interior.

- Voy a entrar.

Sujeté el cuchillo con fuerza y empujé la puerta con el pie. Lo que vi me puso los pelos de punta. Aterrorizado di un paso atrás. Dentro del espejo estaba yo, pero no era un reflejo de mí mismo. La imagen del espejo era la de un individuo desnudo que se me parecía hasta en el mínimo detalle, pero que en vez de retroceder como yo lo estaba haciendo, él permanecía inmóvil, con su demacrada mirada clavada en mí, rechinando los dientes como un cocainómano enloquecido. Sus encías estaban ensangrentadas de tanto rechinarlos. Rrrrrriiiiiiissssskkkk, rrrrrrrrrriiiiiiiiiiisskkkkkk. De ahí venía el ruido.


® pepe pereza (relato para la revista Vinalia Trippers - Trippers from the crypt)


1 comentario:

Teresa dijo...

Esta historia yo la he vivido en mitad de la noche literalmente como la cuentas, aunque con otro final: descubrí que mi cepillo de dientes eléctrico tenía vida propia. Los pelos de punta.