lunes, 28 de junio de 2010

FRAGMENTO

En la calle Gonzalo de Berceo, de camino al trabajo, suelo coincidir con un ciego. Ambos vamos en la misma dirección. Él, normalmente, camina unos metros por delante. Yo observo maravillado como se desliza entre la gente golpeando el suelo con su bastón, haciendo gala de confianza y destreza. Suele detenerse a la entrada de un bar y desde allí saluda efusivamente al camarero que hay dentro: ¡¡¡Buenos días, Manolín!!! ¿Qué hay de bueno?... No sé cómo lo hace pero siempre se detiene justamente frente a la puerta de entrada del bar. Supongo que cuenta los pasos que hay desde su portal hasta el garito en cuestión. Sea cual sea su método le funciona perfectamente, de hecho es tan eficaz que parece tener los ojos sanos.
Esta mañana ha ocurrido algo esperpénticamente gracioso. Resulta que el ciego ha calculado mal y se ha detenido unos metros antes de llegar al bar, y a un palmo de una pared enladrillada ha saludado al camarero.


® pepe pereza

3 comentarios:

mjromero dijo...

Qué superbuenos son estos fragmentos, Pepe. El inicio, leído solo, aislado del resto, raya en lo poético de un modo especial.
Un abrazo grande.

Ángel Muñoz dijo...

que anecdota mas bien contada, graciosa y tierna a la vez, grande jodío pepe.

Ico dijo...

¡Jaja ¡Le ha fallado el cálculo¡Qué bueno ¡ Gracias por la sonrisa o por el breve cuento.