domingo, 30 de mayo de 2010

CONSEJOS A UN NIETO IMBÉCIL DE RAFAEL AZCONA

Consejos a un nieto imbécil
Rafael Azcona

Querido nieto: Acaba de decirme tu padre lo que hiciste el domingo: darle a un pobre los cinco duros que tu mamá, a costa de algún fuerte sacrificio, pone a disposición tuya cada día festivo para que quedes bien en las reuniones sociales a las que concurres. ¡Imbécil entre los imbéciles! ¿Te parece bonito lo que hiciste?
La caridad es algo muy distinto a lo que tú pareces creer, pequeño mentecato. Debemos socorrer a los pobres, sí, porque para eso están, pero no debemos corromperlos con unas dádivas escandalosas. Al pobre hay que darle una peseta (antes eran diez céntimos, pero hay que tener en cuenta que la vida ha subido), y eso, sólo en las épocas propicias, como por ejemplo son las de los fríos y, preferentemente, la de Navidad. Darle a un pobre una peseta de cara al verano ya es estúpido, pues el verano es una estación en la que el pobre puede vivir perfectamente con cualquier cosa que se encuentre en la basura y con el sol que la Naturaleza le regala generosamente. Dársela en Navidad es distinto, pues aparte de que hace frío y puede perecer helado -lo que nunca nos perdonaríamos las personas caritativas-, también él tiene derecho a celebrar tan hermosa fiesta con turrones y otras chucherías.
Y tú le has dado a un pobre cinco duros en pleno mes de junio. ¿No te da vergüenza ser tan redomadamente botarate? ¿Qué quieres, idiota? ¿Que el pobre viva en la abundancia y se dé a la molicie, trastornando así el orden social? O, ¿acaso pretendes que con ese pequeño capital comience a especular y a hacer negocios?
Recapacita, absurdo joven: si ese pobre se da a la molicie caerá en la vorágine de los vicios; si se lanza a la especulación y a la vida de los negocios dejará sin pan a alguna honrada familia consagrada a esta actividad desde hace siglos, y la prole de esa familia no podrá terminar sus estudios de bachillerato. En cualquiera de los dos casos tú serías el responsable.
Anda, anda, deficiente mental; dale al pobre su peseta en invierno, y preferentemente en Navidad, y déjate de justificarte diciendo que le diste los cinco duros porque te inspiró mucha compasión. Los pobres están acostumbrados a sus calamidades, y si los sacas de ellas alegremente quedan estupefactos, enferman y quién sabe si hasta mueren de nostalgia por su perdida miseria. Te besa tu abuelo, que como no te reformes te va a romper el alma con un bastón.

1 comentario:

Luisa dijo...

Qué bueno.
La ironía se corta con bisturí.
Me ha gustado mucho, Pepe. Gracias por acercárnoslo.

Un beso.