miércoles, 19 de mayo de 2010

RELATO

“HECHOS INSIGNIFICANTES”
Iban en el coche, buscando un hueco para aparcar.

- … Haces mal en menospreciar esos momentos, porque esos pequeños momentos pueden acabar con una relación o hacerla seguir funcionando.
- Creo que exageras.
- No lo creas. El amor se consolida a partir de hechos cotidianos y simples. Si haces esto, esto y esto, tienes amor de por vida. Si en vez de esto decides optar por eso, quizás ya no tengas tanto amor. Y si en vez de eso, hubieses elegido aquello, seguro que todo se acabo... ¿Entiendes lo que quiero decir?
- Hay factores más importantes.
- Por supuesto que los hay. Pero lo que realmente marca la relación son esos insignificantes hechos cotidianos.
- No lo tengo claro. Yo creo que el amor está por encima de todo eso.
- Te equivocas. Son esas pequeñas gotas las que van llenando el vaso.
- Si tú quieres a alguien de verdad, tu dependencia por ese alguien es algo tan fuerte que no puedes luchar contra ello. Sin embargo, esas cosas cotidianas son fáciles de combatir, es fácil pasarlas por alto.

En ese momento ella vio un aparcamiento libre a su derecha y se lo dijo a él. Él dio al intermitente y enfiló el coche hacía allí. Al meter el culo marcha atrás calculó mal la distancia y rozó con el coche que estaba aparcado delante del hueco libre. Los vehículos quedaron pegados el uno contra el otro.

- ¡Para! ¡Para! - gritó ella.
- ¡Mecagüen la puta! - maldijo él.
- No se te ocurra tirar hacia delante. - advirtió ella.

No había más remedio. Soltó el embrague y aceleró suavemente, el metal rechinó con un quejido lastimero. El roce de las chapas dejó heridas en ambos vehículos. Aquel hecho insignificante fue el detonante de una bronca de las que no se olvidan. Después de mucho discutir y de sacar los trapos sucios ella le pidió que la llevase a casa de sus padres. Él, cínicamente, le sugirió que cogiese un taxi. En fin, que se encabronaron, se separaron. Cada uno tomó un camino diferente y con el tiempo se fueron olvidando el uno del otro.

® pepe pereza

4 comentarios:

Anónimo dijo...

;) muy bueno este relato Pepe, cargado de realidad, me encanta!

Un abrazo grande!

Mercedes Pinto dijo...

Resulta que ella llevaba toda la razón, los hechos más cotidianos son los que van alimentando el amor. Y él no parecía tan enamorado, si la hubiese querido tal y como defendía su amor no se hubiese acabado por una tontería.
Buen texto.
Un abrazo.

Luisa dijo...

El amor es un animal difícil de alimentar, pero sí que es verdad que los pequeños instantes marcan las diferencias. Has plasmado muy bien cómo puede irse al garete por un insignificante percance.
Me ha gustado, Pepe.
Un beso.

Ángel Muñoz dijo...

leches amigo que bueno