Creo que unos de los días más tristes de mi infancia fue cuando mis padres me confesaron la realidad de los Reyes Magos. Estábamos en plena Navidad y todo el pueblo estaba bajo un manto de nieve. Mis padres me dijeron que querían hablar conmigo y yo pensé que era para regañarme por algo que había hecho, no era raro ya que me pasaba el día cometiendo travesuras. Me extrañó que entrásemos en su dormitorio, normalmente las broncas las recibía en cualquier sitio de la casa menos ahí. Fue mi madre la que hablo:
- Creemos que ya eres lo suficiente mayor para saber la verdad…Verás, los Reyes Magos no existen. Somos los padres los que traemos los regalos…
Yo no quería creérmelo. Para convencerme, mis padres abrieron su armario. Escondidos entre la ropa pude ver un par de paquetes envueltos en papel de regalo.
- …Además, con los tiempos que corren no podemos permitirnos gastos inútiles. Por eso éste será el último año que te regalemos algo. – añadió a la vez que cerraba el armario.
De pronto el mundo dejó de tener magia y se convirtió en un lugar terrible donde los padres engañan a sus hijos para luego desengañarlos y acabar con sus ilusiones. Quise renunciar de su paternidad y escapar lejos de ellos, ser un huérfano. Cuando salía por la puerta de la calle, decidido a desertar de mi familia, mi madre me ordenó no decir nada a mi hermana, ella todavía era pequeña y merecía ser engañada un par de años más. Entonces supe qué tenía que hacer. No era necesario huir, había una manera mejor de vengarme... Reuní a todos los niños del barrio que aún creían en los Reyes Magos, incluida mi hermana Pili y les conté la realidad de los hechos. A los que no quisieron creerme les aconsejé que buscasen dentro de los armarios de sus padres. En menos que canta un gallo acabé con los sueños y las ilusiones de todos aquellos niños. Si yo no podía tener magia, ellos tampoco la tendrían.
- Creemos que ya eres lo suficiente mayor para saber la verdad…Verás, los Reyes Magos no existen. Somos los padres los que traemos los regalos…
Yo no quería creérmelo. Para convencerme, mis padres abrieron su armario. Escondidos entre la ropa pude ver un par de paquetes envueltos en papel de regalo.
- …Además, con los tiempos que corren no podemos permitirnos gastos inútiles. Por eso éste será el último año que te regalemos algo. – añadió a la vez que cerraba el armario.
De pronto el mundo dejó de tener magia y se convirtió en un lugar terrible donde los padres engañan a sus hijos para luego desengañarlos y acabar con sus ilusiones. Quise renunciar de su paternidad y escapar lejos de ellos, ser un huérfano. Cuando salía por la puerta de la calle, decidido a desertar de mi familia, mi madre me ordenó no decir nada a mi hermana, ella todavía era pequeña y merecía ser engañada un par de años más. Entonces supe qué tenía que hacer. No era necesario huir, había una manera mejor de vengarme... Reuní a todos los niños del barrio que aún creían en los Reyes Magos, incluida mi hermana Pili y les conté la realidad de los hechos. A los que no quisieron creerme les aconsejé que buscasen dentro de los armarios de sus padres. En menos que canta un gallo acabé con los sueños y las ilusiones de todos aquellos niños. Si yo no podía tener magia, ellos tampoco la tendrían.
5 comentarios:
QUÉ BUEN CUENTO, duro y real.
Cuamdo me lo dijeron mis padres no les creí. No era en navidades, así que no me lo pudieron demostrar de ninguna manera.
Me ha gustado mucho.
abrazo.
Si yo no podía tener magía acabaría con las ilusiones de todos los demás...
Me hace reflexionar sobre mi infancia, y sobre cuanto tiempo se lo oculte yo a mi hermano, ya que yo no tuve nunca mágia, deseaba que el si la tuviera...
Un abrazo Pepe
Con mi niña estoy en una situación rarísima, pues ya le es muy difícil creérselo y estamos ahí aguantando todavía para no contáselo, le hemos adornado tanto la película incluído el ratoncito Pérez que me va a dar vergüenza reconocer lo mentirosa que soy.
Besitos de limón.
Jajaja dios como pasas de la ternura a la destrucción.
A mí me pasó parecido: una compañera de clase me lo dijo y yo indignado fui a hablar con mis padres, que lo negaron. Al final supe quein tenía la razón, claro. Se me vienen a la cabeza otros seres imaginarios...
Un abrazo.
JAJAJA
¡A éste ya lo conocía yo!
Hoy me insulta a mí, otro día a ti, y tiro por que me toca. Mira los anónimos de mi última entrada, Pepe, y adivina. No le des más importancia, sólo es gente con mucho tiempo libre.
Un besito
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