viernes, 10 de septiembre de 2010

FRAGMENTO 23

Mi padre es de los que se podrían estar en su sillón viendo la televisión veinticinco horas de las veinticuatro que tiene el día. Por eso mi madre se las ingenia para endosarle tareas que lo mantengan más o menos ocupado. Uno de sus trucos es mandarle a la tienda a comprar pan. Mi padre, hombre obediente donde los haya, va a comprar el pan. Cuando vuelve, mi madre se disculpa y le dice que tiene que regresar a la tienda porque necesita lejía para la colada y acaba de darse cuenta de que la botella que tenía se ha terminado. Mi padre estoicamente regresa a la tienda y compra la lejía. Cuando regresa mi madre le dice:

- Pepe, no te lo vas a creer, pero tienes que volver a por detergente.

Mi padre añade:

- Cada día tienes peor la cabeza.

Y aunque refunfuñando, sale por la puerta y se va a por el dichoso detergente.
Mi madre reconoce entre risitas, que esa es la única forma de que su marido, mi padre, haga algo de deporte.

® pepe pereza

3 comentarios:

Arte urbano de Logroño dijo...

Mujer lista, como son casi todas.
La historia me suena.

Santi

Luisa dijo...

Hola, Pepe.

Es lo que tienen las madres. Son más listas que el hambre. Y es que las esposas terminan por ser madres también y de alguna manera de sus maridos.

Muy bueno.

Un besazo.

Rak and roll dijo...

Ay, las madres... no hay quien las gane, lo tienen todo. Ellas sí son las mujeres perfectas.

Cotidiano, ingenioso... me gusta cómo escribes ;)
Encantada de conocerte!