Con el invierno regresa y se sitúa frente a mí, clava sus ojos en mis ojos, la soporto con mi mirada abierta al frío. Ella es sabiduría callada y símbolo en medio de la nieve sobre cualquier rama. Nombra un árbol, le digo. No responde nada. Me hace ir de nombre en nombre, castaño, nogal, avellano, roble… El humo se expande sobre el blanco y llega al rojo de los tejados, tejas árabes, lo pienso, no lo digo, me respondo, me nombro, me nombro como un yo identificativo.
El regreso.
1 comentario:
Un montón de gracias, he puesto la cabecera a los pies d ela ciduad, si vas a la ciudad da en control+fin y la verás al final del blog, así no la pierdo.
abrazos.
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