98 INTERIOR/ SALÓN / DÍA.
Daniel se da cuenta de que Mariano le ha colgado. Cuelga el teléfono, seguidamente lo descuelga y marca un número. Se lleva el auricular a la oreja y espera a que contesten. Después de esperar durante un par de minutos se da por vencido y cuelga. Le llama la atención un retrato que está encima de una estantería. En la foto están retratados Ana y él. Se les ve más jóvenes que en la actualidad. Están de perfil, dándose un beso en los labios en un plano medio. Ana tiene los ojos cerrados mientras que Daniel mira de reojo al objetivo de la cámara. El fondo está difuminado pero puede apreciarse que posan en un parque o en una zona arbolada. Ambos parecen muy felices. Daniel coge el portarretratos y se queda mirando la foto.
DANIEL
¿Por qué no quieres hablar conmigo?
De pronto, Ana abre los ojos y deja la estática que mantenía en la foto. Se gira y desde el retrato le echa la bronca.
ANA
Porque no mereces que hable contigo. Por eso no lo hago.
DANIEL
Cariño, tienes que comprender mi punto de vista.
ANA
Y tú el mío.
DANIEL
Comprendo perfectamente tu punto de vista. Sé que cuando a una mujer se le despierta el instinto materno ya no hay nada que se pueda hacer al respecto. Pero tenemos que ser responsables. En nuestro caso no podemos dejarnos llevar por el instinto. Tenemos que tener la cabeza fría y evaluar nuestra situación. Hay ciertos aspectos que debemos tener en cuenta antes de tomar una decisión tan trascendental. Uno de esos aspectos es tener una economía estable. Sin una economía estable no podemos garantizar ni la manutención, ni la educación de nuestro hijo. Te recuerdo que nosotros estamos muy lejos de tener una economía estable. Otro aspecto importante es la estabilidad emocional. Y en esto te ruego que seas comprensiva y no me interpretes mal. Nosotros nos queremos, de eso no hay duda. Pero ni tú ni yo somos “normales”. Quiero decir que yo lo único que sé hacer es escribir. Jamás he tenido un trabajo normal. Dudo mucho que aguantase en una oficina un turno de ocho horas. Además llevo años sufriendo un desorden del sueño que me obliga a permanecer las noches en vela… Y tú…
ANA
¿Y yo qué?
DANIEL
Bueno, ya sabes…
ANA
No. No sé. Explícamelo tú.
DANIEL
Me refiero a que tú tienes tus… desvanecimientos.
ANA
¿Y?
DANIEL
Imagínate que sufres uno durante el embarazo y tienes una mala caída que afecta a la salud del feto.
ANA
Si es necesario me pasaré los nueve meses tumbada en la cama.
DANIEL
Y si tienes uno en un momento crítico del parto.
ANA
Siempre me pueden hacer una cesárea.
DANIEL
Y si te duermes teniendo al bebé en brazos y lo dejas caer. O… no sé… Se me ocurren mil cosas espantosas que le podrían pasar a un bebé debido a que su madre tiene un desvanecimiento.
ANA
Eres un hijo de puta.
DANIEL
Sabía que te ibas a enfadar.
Ana recupera su postura original y de nuevo pasa a ser parte de la fotografía. Daniel deja el retrato sobre la estantería y sale del salón.
CONTINUARÁ...
Daniel se da cuenta de que Mariano le ha colgado. Cuelga el teléfono, seguidamente lo descuelga y marca un número. Se lleva el auricular a la oreja y espera a que contesten. Después de esperar durante un par de minutos se da por vencido y cuelga. Le llama la atención un retrato que está encima de una estantería. En la foto están retratados Ana y él. Se les ve más jóvenes que en la actualidad. Están de perfil, dándose un beso en los labios en un plano medio. Ana tiene los ojos cerrados mientras que Daniel mira de reojo al objetivo de la cámara. El fondo está difuminado pero puede apreciarse que posan en un parque o en una zona arbolada. Ambos parecen muy felices. Daniel coge el portarretratos y se queda mirando la foto.
DANIEL
¿Por qué no quieres hablar conmigo?
De pronto, Ana abre los ojos y deja la estática que mantenía en la foto. Se gira y desde el retrato le echa la bronca.
ANA
Porque no mereces que hable contigo. Por eso no lo hago.
DANIEL
Cariño, tienes que comprender mi punto de vista.
ANA
Y tú el mío.
DANIEL
Comprendo perfectamente tu punto de vista. Sé que cuando a una mujer se le despierta el instinto materno ya no hay nada que se pueda hacer al respecto. Pero tenemos que ser responsables. En nuestro caso no podemos dejarnos llevar por el instinto. Tenemos que tener la cabeza fría y evaluar nuestra situación. Hay ciertos aspectos que debemos tener en cuenta antes de tomar una decisión tan trascendental. Uno de esos aspectos es tener una economía estable. Sin una economía estable no podemos garantizar ni la manutención, ni la educación de nuestro hijo. Te recuerdo que nosotros estamos muy lejos de tener una economía estable. Otro aspecto importante es la estabilidad emocional. Y en esto te ruego que seas comprensiva y no me interpretes mal. Nosotros nos queremos, de eso no hay duda. Pero ni tú ni yo somos “normales”. Quiero decir que yo lo único que sé hacer es escribir. Jamás he tenido un trabajo normal. Dudo mucho que aguantase en una oficina un turno de ocho horas. Además llevo años sufriendo un desorden del sueño que me obliga a permanecer las noches en vela… Y tú…
ANA
¿Y yo qué?
DANIEL
Bueno, ya sabes…
ANA
No. No sé. Explícamelo tú.
DANIEL
Me refiero a que tú tienes tus… desvanecimientos.
ANA
¿Y?
DANIEL
Imagínate que sufres uno durante el embarazo y tienes una mala caída que afecta a la salud del feto.
ANA
Si es necesario me pasaré los nueve meses tumbada en la cama.
DANIEL
Y si tienes uno en un momento crítico del parto.
ANA
Siempre me pueden hacer una cesárea.
DANIEL
Y si te duermes teniendo al bebé en brazos y lo dejas caer. O… no sé… Se me ocurren mil cosas espantosas que le podrían pasar a un bebé debido a que su madre tiene un desvanecimiento.
ANA
Eres un hijo de puta.
DANIEL
Sabía que te ibas a enfadar.
Ana recupera su postura original y de nuevo pasa a ser parte de la fotografía. Daniel deja el retrato sobre la estantería y sale del salón.
CONTINUARÁ...
Lo escrito en gris son alucinaciones de Daniel.
3 comentarios:
Hay que reconocer que Daniel tiene más cabeza que Ana, no quiero ni imaginarme que a la feliz madre le diera una de sus ausencias mientras, por ejemplo, está dándole el pecho al niño... ¡Uf! Se me abren las carnes.
Veremos qué deciden.
Hasta la próxima.
Qué quieres que te diga, a lo mejor soy muy dura con Ana, pero Daniel tiene toda la razón. A veces llamamos egoísmo a la madurez. Yo respeto muchísimo a todo el que se quiera aventurar a tener un hijo, pero Ana no está en las mejores condiciones. Suena muy romántico, muy bonito, pero hay que ser realistas. Daniel ha enumerado varias de las razones, pero hay muchísimas más que habría que sopesar. Los bebés crecen, y los problemas se multiplican. Veo a Ana en un futuro, pasándose la mayor parte del tiempo desmayada. Así no se puede criar a un hijo, a no ser que lo haga otro en su lugar. Y para ello, debería existir un compromiso por parte de los dos. No me vale eso de “a lo hecho, pecho”, porque Daniel no ha hecho nada. Ana se la ha jugado.
Me ha gustado lo de la foto.
Un beso, Pepe.
me encanta el tema de las alucinaciones, y esta en especial mucho mucho.
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