Neorrabioso. Poemas y pintadas
Primera obra publicada del poeta Batania
Javier Serrano - laRepúblicaCultural.es
Mucho ha llovido desde que conocí personalmente a Batania. En aquellos tiempos todavía se llamaba Alberto y venía de un pueblo llamado Lauros, incrustado en algún lugar de Vizcaya. En aquellos tiempos un grupo de amigos aficionados a la literatura se juntaba cada viernes en una casa diferente, en Madrid, para leer textos en voz alta y soportar estoicos la posterior lapidación, para beber vino y hablar sobre literatura y sobre la vida en general. Fue precisamente en aquella tertulia donde conocí a Alberto, en su debut ante nosotros, recitando algo nervioso varios poemas, inmolándose por vez primera. No solo salió indemne del asunto sino que incluso gustó (ya se adivinaba en él de lo que sería capaz), y a partir de entonces él, sus poemas y sus calimochos se convirtieron en asiduos de aquel cenáculo secreto, continuando así con su proyecto de poeta.
Si pasamos por alto las plaquettes que Batania ha diseminado por los bares y otros lugares, podríamos afirmar que Neorrabioso. Poemas y pintadas es su primer libro. La obra está estructurada en cuatro partes. La primera, de tono elegíaco, es Lo que cuesta mantener a un muerto, con poemas dedicados aaita, su padre, a su muerte y al hilo afectivo que une a ambos, a Batania y a su padre, como queda claro en ese poema titulado No me olvides que aparece además en la contraportada del libro. La segunda es Porque te amo tanto no quiero cambiarte, dedicada a Iratxe, esa musa de temperamento mercurial y ojos azules, pareja del poeta durante muchos años de amor al límite. La tercera, Se tarda tanto en caer de un andamio, reúne poesía de corte más crítico y combativo. La cuarta es Prefiero Natalia a la revolución, toda una declaración de intenciones, con poemas inspirados por esa nueva musa a la que conoció durante las protestas del 15M en Puerta del Sol.
“Que repatríen las patrias". "Ya no quedan bárbaros que quieran fecundarnos”. Las pintadas de Neorrabioso (otro de sus heterónimos) van jalonando el libro, en forma de fotografías (a veces de no demasiada calidad), de la misma manera que jalonan la ciudad, a golpe de spray, jugando al ratón y al gato con los servicios de limpieza y la policía secreta. Las pintadas de Neorrabioso no buscan la estética multicolor y artística del grafiti, ni siquiera pretenden una caligrafía hermosa, sería demasiado arriesgado. La pintada neorrabiosa (sobria, negra y de factura apresurada) busca el impacto: al viandante que se da de bruces con una de esas frases lapidarias no le será fácil olvidarla. A menudo, las pintadas son fragmentos de sus poemas, ¿puede una pintada considerarse literatura? O acaso el poema es la continuación, la elongación de la pintada, porque ¿qué es antes: el poema o la pintada? El muro. Primero fue el muro. Mientras haya muros, habrá razones más que justificadas para seguir haciendo pintadas y poemas.
La poesía batánica es poliédrica, contaminada por infinitas voces de poetas de pelaje variopinto, producto de su desordenada avidez lectora. Con frecuencia es rabiosa, violenta por momentos: “hubo un tiempo / en que era simple y perfecto / como una piedra arrojada / contra la policía"; abominando de patrias (cualquiera que sea esta, poco importa si es vasca o española, tanto da), banderas y demás rutinas, arremetiendo contra el sistema esclavista-capitalista que nos circunda y nos asfixia. "Fue a los treinta años / cuando les ganó la tristeza. / Arrasados de nada, / comenzaron a pedir / la vuelta de un dios”. Pero no solo rabiosa, la poesía de Batania también puede abordar temas y formas de corte clásico (a veces incluso con un tono paródico), sin hacer ascos a cierta experimentación en lo formal o a la presencia de imágenes inesperadas, surrealistas incluso, que salpican un gran número de poemas.
Y mientras, ese loco que se cree Batania, ese orate que amenazaba con leerse todos los libros de poesía de la biblioteca de Retiro, sigue creciendo, amasando más y más lecturas; trasladando su marca a camisetas que regala a las primeras de cambio; acumulando prosélitos fieles, deseosos de asistir a esos recitales en los que Batania con frecuencia declama de memoria (algo no demasiado habitual en los círculos poéticos de la capital) poemas tan conocidos ya como Las fresas o Se tarda tanto en caer de un andamio; apareciendo en programas de radio y en televisiones libertarias; colgando sus poemas, sus opiniones, sus troyas literarias o sus lemas del 15M en su blog; incursionando incluso en otros ámbitos literarios, como en el cuento, en ese futuro libro que será El hijo de Puskas.
Al poeta Jorge Espina, el editor de Ediciones La Baragaña, hay que reconocerle el mérito de haberse llevado el gato al agua y haber conseguido editar a Batania, algo que no es baladí, habida cuenta de lo reacio del poeta a publicar y de que también había otras editoriales que perseguían idéntico objetivo. En cuanto a la biografía de Batania, el libro se limita a ofrecer al lector una fotografía, una fecha y un lugar de nacimiento. Todo lo demás se halla entreverado entre los poemas: busquen.
En definitiva, Neorrabioso. Poemas y pintadas es un soplo arrebatado de aire fresco, pues como dice Batania: La noche y la rebeldía siempre vuelven.
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