El descrédito: Viajes
narrativos en torno a Louis-Ferdinand Céline
VV.
AA. Selección de Vicente Muñoz Álvarez y Julio César Álvarez
Ediciones
Lupercalia
Vicente
Muñoz Álvarez y Julio César Álvarez son los antólogos de esta obra que intenta
poner en su lugar a unos de los mejores escritores de la primera mitad del
siglo XX, Louis-Ferdinand Céline. Un lugar de artista destacado que a menudo se
le niega por el declarado antisemitismo del que el autor hizo gala antes,
durante y después de la Segunda Guerra Mundial.
Vicente
Muñoz Álvarez es poeta, ensayista y narrador que se maneja con soltura tanto en
el relato corto como en la novela. Nuestros lectores han podido leer
recientemente nuestras reseñas de sus poemarios Canciones de la gran deriva
(Ed. Origami, 2012) y Animales perdidos (Ed. Baile del Sol, 2012) y del libro
de relatos Marginales (Excodra Editorial, 2013).
Julio
César Álvarez, además de psicólogo, es autor de las novelas El tiempo nos va
desnudando (Ed. Magnéticas, 2009), Madrugada (Ed. Eutelequia, 2012) y Luz fría
(Ed. Origami, 2013). En colaboración con Hugo Alonso elaboró Mientras el mundo
cae (Ed. Magnéticas, 2010), donde se radiografía el estado de la cultura joven
en León a través de sus 50 nombres más representativos.
Relación
de autores: Miguel Sánchez Ortiz, Mario Crespo, Celia Novis, José Ángel
Barrueco, Óscar Esquivias, Bruno Marcos, Pepe Pereza, Isabel García Mellado,
Álex Portero, Vanity Dust, Juanjo Ramírez Mascaró, Patxi Irurzun, Juan Carlos
Vicente, Velpister, Esteban Gutiérrez Gómez, Pablo Cerezal, Javier Esteban,
José M. Alejandro, «Choche», Miguel Baquero, Carlos Salcedo Odklas, Joaquín
Piqueras, Adriana Bañares Camacho, Gsús Bonilla, Alfonso Xen Rabanal, Daniel
Ruiz García, Enrique Vila-Matas.
Louis
Ferdinand Destouches, conocido como Louis-Ferdinand Céline o, simplemente,
Céline, asombró y escandalizó con su primera novela, Viaje al fin de la noche,
por su falta de sujeción a cualquier norma. En esa novela de tintes
autobiográficos su prosa rauda y violenta, su lenguaje absolutamente libre y
brutal, grosero e irreverente, conviven con un fondo radicalmente
antibelicista. Confirmó su categoría de escritor innovador y de calidad con
Muerte a crédito, una obra que reinventa la novela, que crea una nueva estructura,
un nuevo ritmo narrativo, y que con su aparente desorden muestra la visión que
Céline tenía de la existencia, de la vida y de la muerte. Después vinieron
otras obras que no han sido tan celebradas, hasta llegar a las tres que le
acabarían hundiendo y que, décadas más tarde, siguen siendo una losa que pesa
sobre su memoria: los tres panfletos antisemitas -usamos los
términos con los que comúnmente se hace referencia a Bagatelles pour un
massacre, L’école des cadavres y Les beaux draps-. Ya en la primera de esas
obras Céline firmaba su odio hacia los judíos y su admiración por Hitler. Y
poco importa que en el conjunto de esos tres textos también dejase evidencia de
su odio contra los rusos, los chinos, los comunistas, los masones y, ya
puestos, contra la Humanidad entera. Que en vísperas de la Segunda Guerra
Mundial se mostrase antisemita y que ya en pleno conflicto aceptase
abiertamente las tesis del nazismo y la ocupación de Francia, ha tenido un
efecto irremediable. Su obra ha quedado eclipsada, oculta bajo su figura odiosa
y odiada.
El
descrédito es una obra magna y compleja, casi un trabajo de excavación
arqueológica. A lo largo de los textos recopilados para este volumen, casi una
treintena de voces hacen su aportación y dan su particular y subjetiva visión
de este literato que, pese a todo, está considerado como uno de los más grandes
de la Francia del siglo XX. Los textos recogidos aquí no pueden ser más
variados. Nos permitimos empezar por el final, por el texto que firma
Vila-Matas y que cierra el volumen. Los calificativos que dedica a Céline van
desde “cerdo repugnante” a ideólogo del Holocausto. Ello no le impide elogiar,
en una rapidísima pero completa revisión de su obra, las dos primeras novelas,
las únicas que en su opinión tienen gran valor literario. Aunque no deja de
admitir los sentimientos encontrados que le produce Fantasía para otra ocasión,
se pregunta si, como dijeron en su día otros literatos, Céline fue un hombre de
un solo libro -o dos, para ser exactos-. En la misma línea de revisar algunas
de sus obras van otros textos de esta antología, como Indigestión al fin de la
noche, o La derrota de Bardamu que es quizá el texto que más se más se acerca a
los panfletos, precisando las ideas y frases por las que Céline es más odiado.
Algunos
de los textos intentan contextualizar la obra de Céline, buscar las razones de
su odio universal contra la Humanidad. No para excusarle, ni siquiera para
condescender con él, sino únicamente para entender de dónde surgen actitudes y
palabras que hoy nos siguen pareciendo tan terribles. Así, varios de los textos
hablan de su participación en la Primera Guerra Mundial, donde sufrió
importantes daños físicos y donde se incubó su antibelicismo y su desprecio y
desconfianza en el hombre. Así ocurre en Y la noche se derramó sobre Céline,
que se construye sobre la participación de Céline en una guerra en la que no
creía, y en su posterior viaje-huida en hacia África.
Pero
la variedad es el elemento clave en El descrédito. Así encontramos verdaderos
aunque breves ensayos, como No hay tregua para los malditos donde se hacen
patentes las contradicciones de Céline, o textos que parten de una anécdota,
como La entrega del testigo, centrada en una visita que los escritores William
Burroughs y Allen Ginsberg hacen a Céline, y que sirve de excusa para hablar de
intertextualidad y de las curiosas y, a veces, extrañas conexiones entre
diferentes autores. Incluso nos encontramos con un texto que recrea las últimas
horas de vida de Céline, Tres rosas podridas, que aprovecha ese momento final
de la existencia del autor para rescatar pequeños retazos, frases clave de su
obra, en una selección mínima pero impresionante por lo representativa que
consigue ser.
Y
también encontramos textos que, en su forma, son verdaderos relatos que podrían
aparecer en antologías muy diferentes a la obra que nos ocupa, pero que tienen
siempre una importante conexión con el autor maldito. Algunos consiguen
maravillar al lector, como Charles Chaplin Céline, donde a través de una
comparativa con el personaje de Charlot se dan pistas sobre la visión de Céline
del mundo, un mundo en el que la masa -la Humanidad- atropella al individuo. O
como El mejor de los mundos, un cuento magnífico donde la grandeza con que está
creado el personaje protagonista, un médico cooperante en África, hace que se
queden pequeñas las poco más de diez páginas que ocupa el relato. El espacio al
que tenemos que ceñirnos hace imposible mencionarlos todos, pero cuentos como
Al norte del dolor, un relato desnudo, árido y doloroso, en el que Céline se
mezcla por casualidad o por destino con la trama, o De regreso a la noche,
donde se da al autor la oportunidad de vivir una segunda vida, son solo dos
ejemplos de una magnífica literatura.
El
descrédito no huye de la polémica en torno a la figura de Céline. Más bien todo
lo contrario. Ahí está el texto de Alfonso Xen Rabanal -quizá el más celiniano
de todos los autores que han colaborado en esta compilación- escupiéndonos en
plena cara todo lo que le provoca asco de esta Humanidad a la que, después de
leer el texto, uno casi entiende que Céline llegase a odiar. O el de Joaquín
Piqueras, en el que a través de una conversación con formato de chat escuchamos
a varios personajes discutir sobre las posibles causas del antisemitismo de
Céline. O el de Álex Portero, que da las claves más claras para entender las
razones de que Céline esté en el ostracismo y de que, a pesar de ello, su obra
siga fascinando a no pocos lectores.
El
denominador común de todos estos textos es que en ningún caso se intenta crear
una dualidad entre escritor y persona. No hay un Céline autor y un Destouches
hombre; no hay un literato magnífico y una persona despreciable. No valen
frases que intenten convencernos de que una cosa es la persona y otra su obra.
La obra es la consecuencia del autor, forma parte de él. Será cuestión de cada
lector decidir si Céline fue un ingenuo, un hombre terriblemente equivocado, un
provocador, o un monstruo. Pero en cualquier caso deberá admitir que incluso un
monstruo puede crear obras literarias de la máxima relevancia. Eso es lo que El
descrédito ayuda a entender y a valorar.
El
lector mínimamente curioso que no conozca la obra de Céline querrá, tras la
lectura de El descrédito, lanzarse a conseguir y leer sus obras. Algunas de
ellas pueden encontrarse con relativa facilidad. Existen ediciones de bolsillo
de Viaje al fin de la noche, Muerte a crédito o Fantasía para otra ocasión que
se pueden obtener en librerías sin demasiados problemas. Algunas de ellas,
incluso, están disponibles en formato electrónico. Otra cosa es encontrar los
panfletos antisemitas. Sus traducciones al castellano son virtualmente
inexistentes, y sus reediciones escasísimas desde la Segunda Guerra Mundial.
Para el lector curioso -y versado en la lengua francesa-, la opción es
conseguir alguno de los raros y caros ejemplares de segunda mano editados en
francés. Por fortuna, leer El descrédito, es una magnífica manera de hacer un
primer acercamiento a esas obras y también a la vida de este autor maldito.
Publicado en el nº 32 de la revista Punto de libro
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