Cuando era una niña, nunca le llamaron la atención los muñecos bebés.
Todos esos accesorios para madres imaginarias de edad breve. Veía a sus amigas
del colegio pasear sus ridículas sillas en el parque. Hacer mejunges en la arena.
Decir “esto es puding”, “esto es papilla”. Ella
sólo veía el barro. A su padre le preocupaba su falta de imaginación. Él, que
siempre había estado interesado en lo sobrenatural, como quien teme a la
insignificancia de ser, no podía soportar que su hija se limitara a ser una
persona. La apuntó a clases de pintura para potenciar su creatividad. Le
preguntaba todas las mañanas con el desayuno humeante y el bote de las galletas
abierto sobre la mesa, qué había soñado. Ella se limitaba a meter su pequeña mano
en el bote, procurar que la galleta que cogiera no estuviera rota, y, antes de
dar el primer bocado, decir: nada. "Cuando duermo me fundo en negro".
http://awixumayita.blogspot.com.es/
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