lunes, 28 de diciembre de 2015

BLUES DEL ESPANTAPÁJAROS – XEN RABANAL

"... de las encrucijadas trovar,
de los caminos juglar..."
 El Caminante

Le conocí anclado en un cruce de caminos.

Escuchar a todos los vientos, resistirse a ellos, le hizo el más sabio... y el más envidiado, pues cada viento sólo se escucha a sí mismo. Por ello intentaron domeñarle y desgarraron sus harapos y su carne de paja hasta dejarle desnudo:

dos putos palos cruzados atados con una cuerda,
fue cuando descubrió su corazón espartano...
y lo mostró orgulloso.

Los vientos se rieron
hasta que vieron
que no le mellaban.

En silencio, se dedicó a estudiar todos los idiomas.
Cuentan las señoras que al alba visten de flores los cruceiros, que sus maestros fueron los pájaros que trajeron los vientos, para intentar humillarle y que le cagasen encima...  el lastre de nuestros tiempos, lleno de esa mierda egotista que sobra en este Blues.
También aprendió a reconocer los gemidos vacíos de riadas de clones que se creían únicos, y lloraban por los caminos no recorridos, e imploraban la presencia de un diablo al que vender su alma por un minuto de gloria... ni uno se encontró pues su mente estaba pautada y nunca tuvieron un pentagrama en clave de látigo en sus espaldas, y sus acordes nunca fueron originales. A sus pies estallaron como burbujas vacías, pop, pop, pop. Nunca supieron verse, ser, serse, y siempre envidiaron a la vida, la de los otros, los que brillan por sí mismos, sin necesidad de espejos neones, y tejen con su esencia alas que no se encarcelan entre barrotes estadísticos... los poseedores de un don que sólo podía ser obra del diablo, no entienden de otra manera sus mentes occidentales, cuadriculadas, escindidas. 

Ahora son sólo polvo que se amontona en la encrucijada, polvo sin semilla que el viento arrastra como plaga... glorias que hacen desiertos.

Él esperó pacientemente hasta que no tuvo nada. Ese es el camino, me decía, el trabajo, llevo en él toda la vida, tejiendo hilo a hilo las hebras de mi corazón.
Ya no he de cantar
más caminos frustrados
de los que sólo buscan
un selfie con el diablo
en la hora trina y oscura...

aquí no existen atajos a...
pues no existen metas.

Los que lleguen
que hollen en su paso

que no sean lo que son
lo que les han enseñado a ser:

veletas que reciben vientos con el culo abierto
que no conocen
pues conocer es resistir, no aprendes si no te desgarras y pierdes aditamentos en una lucha que te hace crecer... sólo así se aprende:
perdiendo sin doblegarte.

Si no, nada te enseñan
y, desde luego, nadie respeta a una veleta y menos los vientos
que la sodomizan.

Entiéndelo,
reconócete,
me dice.
..

Cuando te rompas de ti surgirá un acorde...
reconócelo como tuyo
y teje con él tus alas
como yo tejí una vela
y fui cometa sin más hilos
que mi derrota
entre los vientos...
los que ahora me sirven
:

Sólo dos estacas unidas por un corazón de cuerda necesitas para volar
y reclamar lo que es tuyo fuera
pues lo construiste dentro, una vez destruida una imagen, apariencia de harapos.

Sólo desde esa libertad se puede buscar... escribir:

y lo van a flipar,

no lo dudes
...


sábado, 26 de diciembre de 2015

EN CASA DE MAICA, ESTEBAN Y JOSÉ

En casa de José G. Cordonié

En casa de Maica Miranda

En casa de Esteban Gutiérrez Gómez

viernes, 25 de diciembre de 2015

YA A LA VENTA

SE RUEGA SILENCIO - Pepe Pereza
YA A LA VENTA!!

Un tipo de treinta y cinco años que está escribiendo su primera novela. Un perdedor sin un duro en los bolsillos, encerrado en una casa cochambrosa, obsesionado por los ruidos de sus vecinos que no le dejan concentrarse en lo único que de verdad importa: acabar la puñetera novela. (Del prólogo de Carlos Salcedo Odklas)

12,95 €

Autor: Pepe Pereza
Prólogo: Carlos Salcedo Odklas
Productor literario: Gsús Bonilla
Portada: Pedro Espinosa
Corrección: Adriana Bañares
Diseño y maquetación: Alejandra Adrover
Editor: Ricardo Moreno Mira
Tamaño:14 x 21 cm.
Nº de páginas: 156
Género: Narrativa
Editorial: Lupercalia Editorial
Lengua: Español
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788494333279
Año edición: 2015
Plaza de edición: LA ROMANA


lunes, 14 de diciembre de 2015

SE RUEGA SILENCIO - PRÓLOGO de CARLOS SALCEDO ODKLAS

León. 5 de Octubre del 2015. Tengo treinta y cinco años y estoy intentando escribir mi primera novela. Son las nueve y media de la mañana, llevo toda la noche sin dormir. Mis horarios de sueño están alterados tras los excesos del fin de semana. Si planeo llevar un horario normal entre semana que me permita terminar el jodido libro no es muy aconsejable que me acueste en estos momentos. Este viene a ser el dilema de todos los domingos por la noche. A veces la jugada me sale bien, y a veces no.
     Aunque en otras ocasiones la tranquilidad de la noche me ha empujado a escribir, parece ser que ahora ya no es así. No tengo ni idea de por qué. La conclusión es que la mayor parte de las noches en vela las paso principalmente meditando mirando al vacío de las paredes de esta vieja habitación o, en el peor de los casos, perdiendo el tiempo en Internet. Cualquier cosa en lugar de escribir. Y eso no es bueno. Tengo que terminar la maldita novela. Es un trabajo que me está obsesionando y consumiendo el alma. Me está destrozando por dentro. Tengo la trama en la cabeza, y llegado a este punto todo se limita a una labor de redacción. Pero es tan jodido...
     Quizás esté intentando abarcar demasiado. Quizás me esté tomando a mí mismo demasiado en serio. Siempre me pasa igual, me creo que estoy escribiendo la biblia o algo así. Y a fin de cuentas, ¿para qué? Si llega el día en que mi novela esté terminada será leída, por un puñado de personas: con suerte, con mucha suerte, un par de cientos. Casi todo amigos y conocidos que me dirán con una sonrisa que no me ha quedado mal, que está curioso, que está bien escrito, cuando por dentro estarán pensando «pobre chaval, se le ha ido la cabeza del todo. Es entrañable, pero va a acabar en un manicomio».
     La puta vida del escritor alcohólico y drogadicto. Suena romántico, fascinante, seductor, atrayente... pero eso son adornos que ponen una vez que has muerto y si te ha llegado la fama. Desde aquí os puedo asegurar que no hay nada de todo eso. En realidad es una mierda. Un agujero silencioso y que se cae a pedazos. Como esta vieja habitación.
     Me levanto a mear. Atravieso el largo pasillo, el mismo que servía de portada a mi primer libro, una colección de relatos que pasó sin pena ni gloria por el panorama editorial. Intento no hacer ruido para no despertar a los moradores del resto de habitaciones. Menuda colección de perdedores hay aquí, cada uno en su agonía personal y espiritual. Al menos ellos no se auto-torturan intentando escribir una puta novela...
     Hay luz en la habitación número tres. El tipo que se ha metido a vivir ahí es fascinante. Un treintañero delgado y larguirucho que se pasa las veinticuatro horas ahí dentro encerrado, solo. Lo ves pasar de vez en cuando al baño, pero poco más. ¿Qué coño hará ahí dentro? Quizás planea asesinarnos a todos... Pego la oreja a su puerta como si fuese una vulgar maruja. No se escucha nada. Tras un rato de absoluto silencio, un suspiro y el leve ruido de la silla al moverse. Eso me indica que está ahí, que está vivo y que planea matarnos a todos. Luego, de nuevo el silencio.
     Prosigo mi peregrinaje al retrete. Levanto la tapa y evacuo. Me tiro un pedo tímido. Tiro de la cadena y deshago lo andado.
     De nuevo en la habitación. Debería escribir, debería terminar esta mierda. Pero no me apetece hurgar en ciertas heridas, acudir a ciertos recuerdos, no ahora...
     Mientras tanto, el tiempo y la vida pasan. Y lo hacen rápido. Cada vez que miro el calendario no me lo puedo creer. Los días caen tan deprisa... Me da la impresión de no estar enterándome de nada. Seguramente así sea, teniendo en cuenta que me paso una mitad del tiempo pedo y la otra resacoso.
            Llevo unos meses cayendo por un pozo oscuro. Se jodió todo tanto... historias de amor y desamor, el rollo de siempre... en fin. En cualquier caso, lo cierto es que la cosa va rápida, los días caen como guillotinas. Se me escapan entre los dedos y puede que no me quede mucho tiempo. La idea de la muerte me obsesiona últimamente. Es posible que solo sea la paranoia debida al abuso de drogas, pero puede que no...
     El caso es que el reloj de arena está dado la vuelta y los granos caen. Tengo que terminar la novela. Seguramente sea el único testigo mudo de mi paso por aquí. Me recito el mantra: terminar la novela, terminar la novela, terminar la novela...
     Encima el otro día me endosaron un marrón, también relacionado con este rollo literario y que es lo último que necesito en estos momentos. Tengo que escribir un prólogo para la primera novela de Pepe Pereza. Y encima el cabrón solo me ha dado unos días de margen. Venga, más presión.
     Pepe es otro escritor de pacotilla, otro ingenuo. Nos conocemos desde hace unos años, por eso de que somos «coleguillas de gremio», en fin... Al menos Pepe es bastante más auténtico que la mayoría de los que he conocido dentro de la farándula artístico/literaria. Y encima escribe bien, cosa extraña en dichos ambientes. Nos mandamos mensajes de vez en cuando. Alguna vez le he escrito, a las tantas de la madrugada, en momentos jodidos, cuando el bajón y el ansia de la coca hacen que te sientas la persona más abandonada del mundo y necesitas comunicarte con alguien, aunque sea solo a través de un mísero mensaje de texto. Lo que se dice un grito de auxilio en mitad del desierto.
     En su día también le pedí que prologara mi libro de relatos. Lo hizo. Y supongo que ahora me devuelve la pelota, el muy cabrón...
     ¿Y qué cojones hago? No me gustaría escribir el típico prólogo insulso, el rollo de siempre:
    
     «La escritura de Pepe es directa, precisa, afilada. Se nota perfectamente su mano obsesiva cincelando cada párrafo, dejándolo libre de cualquier impureza. Dando como resultado una escritura sin fisuras, sin añadidos innecesarios, recordándonos en muchos momentos al gran Carver, con un poso de agonía y pesimismo que nos acercan también a Hubert Selby Jr...»

     Venga, coño. No me jodas. Paso de hacer algo así. Pero por otra parte estoy bloqueado. Además, ¿para qué un prólogo? En el mejor de los casos mancharé el texto original de Pepe, afeándolo como si fuese un grano en la nariz de un adolescente el día de su primera cita.
     Me pasó el libro, me lo leí y es fabuloso.
     Cuando conocí a Pepe, no había publicado nada formalmente, solo tenía un libro de relatos editado digitalmente dando tumbos por Internet. Poco después, editó su primer libro de relatos. Un libro bastante notable. Luego revisó aquella primera publicación digital y la sacó también en papel. Era un libro bueno. Pero esto ya es otra cosa. Es la primera novela. Es un paso importante para un escritor. El siguiente peldaño.
     Ya sabía más o menos lo que me iba a encontrar, conozco la obra de Pepe bastante bien. Leí con atención sus otros libros y también extractos de esta novela que iba publicando en su blog. Alguna vez por privado me comentaba lo mal que lo estaba pasando escribiendo esto. Estuvo a punto de tirar la toalla un par de veces.
Pepe es un escritor especial, de esos que se sientan en silencio, fumando, de brazos cruzados, leyendo una y otra y otra vez cada puto párrafo para asegurarse de que ese puñetero verbo tiene que estar ahí y no en otro sitio. Seguro que es un rollo muy angustioso. Lo mío es más verborrea, vomitona, que diría Xen. Pepe es tirando a artesano, y en la novela lo demuestra con creces. No en vano es un trabajo que le ha llevado casi tres años. Mientras la leía, metiéndome en el papel de «coleguilla del gremio», no podía evitar pensar cada poco: qué cabrón, qué cabrón, es bueno...
      Lo que me sorprendió (y acojonó) fue la temática. Pepe es algo mayor que yo, pero el protagonista de su novela es un tipo de treinta y cinco años que está escribiendo su primera novela. Un perdedor sin un duro en los bolsillos, encerrado en una casa cochambrosa, obsesionado por los ruidos de sus vecinos que no le dejan concentrarse en lo único que de verdad importa: acabar la puñetera novela.
     Mierda, todo me sonaba demasiado familiar, eso demuestra que muchos estamos en la misma olla pestilente. Ignoro qué porcentaje de autobiografía y qué de ficción habrá en la historia. Será un poco de ambas, seguramente, como hacemos algunos. Estuve tentado de preguntárselo, pero creo que prefiero conservar ese misterio. Terminé el libro enseguida y la sensación fue sin duda inmejorable. Tenía claro que era un gran libro y que estaba muy bien escrito. Una novela estupenda. Y ahora me tocaba el marrón de prologarla...
     Me levanto y me acerco a la ventana. Amaneció hace un rato. Hoy es festivo pero la gente ya se va poniendo en marcha. La gente... espero no tener que interactuar demasiado con ellos hoy, no siempre es algo agradable, pero encima sin dormir se vuelve particularmente extraño, con un deje surreal...
     Puto prólogo... mientras observo a los transeúntes y su agonía desde mi ventana, repaso la novela de Pepe en mi mente, buscando cosas que decir sobre ella. Estaría bien que fuese un texto en cierta medida complementario. Sobre todo no quiero que parezca que intento venderla, no lo necesita. A mí me ha llegado especialmente, pero no hace falta tener treinta y cinco años y estar escribiendo una novela para disfrutar del viaje, cualquiera que guste de un buen libro y una buena historia sabrá ver su valor.
     Me alejo de la ventana y vuelvo al sofá. Me doy cuenta de que ya entra bastante luz del exterior y a pesar de ello tengo la bombilla de la habitación encendida. Me levanto a apagarla. Puta factura de la luz, putos ladrones, puta miseria...
     Vuelvo al sofá y me tumbo, pongo música y observo la pared. Hago un recorrido desde ahí: los pilares de libros, la ropa tirada, la guitarra, los ceniceros rebosantes, todas mis miserables cosillas...
     Entonces me viene. Me cago en la puta, ya era hora, justo a tiempo. Abro una página en blanco en el procesador de textos. Malditas páginas en blanco. Te vas a cagar, cabrona.
     A ver si hay suerte y despacho el texto pronto y puedo dedicarme a acabar mi jodida novela, necesito sacarla de dentro y arrojarla lejos. Me pongo al teclado y escribo:

León. 5 de Octubre del 2015. Tengo treinta y cinco años y estoy intentando escribir mi primera novela. Son las nueve y media de la mañana, llevo toda la noche sin dormir. Mis horarios de sueño están alterados tras los excesos del fin de semana, si planeo llevar un horario normal entre semana que me permita terminar el jodido libro no es muy aconsejable que me acueste en estos momentos. Este viene a ser el dilema de todos los domingos por la noche. A veces la jugada me sale bien, y a veces no.


jueves, 10 de diciembre de 2015

SE RUEGA SILENCIO BOOKTRAILER



Gracias a la mano de LUIS BROX III

MÁQUINAS EXPENDEDORAS DE RELATOS


Crean una máquina expendedora de relatos cortos
En Francia ya comienzan a instalarse estos dispositivos, que permiten escoger historias que se puedan leer en uno, tres y cinco minutos

Las máquinas expendedoras han evolucionado mucho en los últimos años. La comida o la bebida han dado paso a nuevos productos dirigidos a hacer más llevadera la espera del transporte público. Hace ya tiempo que comenzaron a poblar las paradas de autobuses y metros máquinas que permitían adquirir libros, pero una empresa francesa ha decidido darle una nueva vuelta de tuerca al servicio. 
En algunos lugares ya se empiezan a colocar máquinas expendedoras de relatos cortos. Llamada Distributeur d'histoires courtes (Distribuidor de historias cortas) y dirigida por la editorial Short Edition -especializada en textos que se pueden leer en menos de 20 minutos- esta máquina permite escoger historias que se puedan leer en uno, tres y cinco minutos. 
Esta será la única opción que se pueda escoger, porque el contenido y tipo de historia quedará en manos del azar. El texto se imprime en una especie de ticket que se podrán leer de manera cómoda mientras se espera en la parada de autobús durante un corto periodo de tiempo. 
El objetivo que se persigue es bastante ambicioso: intentar que la lectura sustituya al móvil.


miércoles, 2 de diciembre de 2015

SE RUEGA SILENCIO EN PALABRAS DE VICENTE MUÑOZ ÁLVAREZ

Portada de PEDRO ESPINOSA

Si a alguien tengo siempre presente desde hace años al embarcarme en cualquier proyecto literario colectivo, lo mismo en las antologías que he coordinado que en el fanzine que edito, Vinalia Trippers, es al autor de esta novela, Pepe Pereza, para mí uno de los escritores mejor dotados de la narrativa actual española. Su prosa realista y sobria, su incisiva capacidad de análisis (que en ocasiones nos recuerda al mejor Raymond Carver) y el modo en que consigue involucrar al lector en sus textos, haciéndole cómplice de sus vivencias, le convierten en un escritor tremendamente cercano, alguien de quien te puedes fiar y al que estás deseando siempre leer y escuchar, porque te identificas con él y habla tu mismo idioma. Y eso, precisamente, es lo que valida y hace trascender a la literatura autobiográfica: lograr que la experiencia personal refleje la colectiva. Lo comprobaréis, estoy seguro, leyendo este libro.

Vicente Muñoz Álvarez


martes, 1 de diciembre de 2015

“SE RUEGA SILENCIO” EN PALABRAS DE PABLO CEREZAL Y GSÚS BONILLA


PABLO CEREZAL
El gran Pepe Pereza me otorgó el honor de leer una joya que en breve verá la luz en papel... no pude más que ensuciar una página con estas palabras:
"Leer a Pepe Pereza es deshonrar su apellido artístico. Nada más en las antípodas de la pereza que las sensaciones que esculpe este autor, con el cincel afilado y granate de su pluma.
En tiempos en que muchos (tal vez demasiados) ningunean el tan cacareado realismo sucio, Pepe aplica un puñetazo de valentía sobre el pecho de los autores que dieron nombre a tal género, con el ánimo exclusivo de revivirlos para que puedan gozar la literatura de su más digno heredero. Certero, feroz, sensible, exacto como una deflagración terrorista calculada al milímetro, pero con la Belleza que a dicha explosión siempre faltará, la prosa de Pepe Pereza es piedra en que afilar los colmillos de la literatura más pugnaz.
 Si ya nos sorprendió con sus “Relatos del humo (y hachís)”, y nos exacerbó el deseo y la misericordia con su “Esquinas”, con este “Se ruega silencio” abandona la milimétrica perfección del relato que domina como pocos en este país, para regalarnos la clarividencia de una novela que desenmascara la poco gloriosa épica del hombre común y del proceso creativo. Pura geometría de la palabra. Aritmética exacta del sentimiento. Pereza no es buen apellido para este autor. Ignoro si la cultiva en su vida diaria, pero a nosotros nos la arrebata con sus páginas."
Salud, hermano, y todo el éxito!

GSÚS BONILLA
El año quince agoniza y entretanto se hacen listas panegíricas de escribidores mediocres y reguleros para unos, eminentes y fabulosos para otros. A mí, sin embargo, más que el envoltorio lo que me importa del bledo es su entraña, y el palo, lo que más me entretiene.
Hace unos pocos meses tuve el enorme privilegio de leer este original, hoy libro, y eso sí que no me lo va a quitar nadie. Para los coleccionistas de mariposas os dejo mi alfilerazo y en él lo que puedo decir sobre mi capullo preferido: Pepe Pereza es el mejor y vosotros no.