domingo, 28 de febrero de 2010

EL GUARDIÁN DE TUS SUEÑOS

18 EXTERIOR / CALLE / DÍA.
El Paso del Santo Sepulcro es paseado por las calles de la cuidad. Los encapuchados tocan a ritmo sus tambores mientras siguen a la procesión.

19 INTERIOR / ESTUDIO / DÍA.
Daniel está en su estudio viendo en la televisión un programa local donde le están entrevistando.

PRESENTADOR
…Háblanos de tu participación en la película “R.I.P. Diario de un asesino a sueldo”

DANIEL
Yo soy el autor del guión.

PRESENTADOR
Ni más ni menos y además te han nominado a los premios Goya en esa categoría ¿Qué se siente al ser nominado para un premio tan importante?

DANIEL
No me lo esperaba, así que ha sido una gran sorpresa.

PRESENTADOR
Ya me imagino… Háblanos de Raimundo, el personaje principal.

DANIEL
Bueno… Raimundo es un asesino a sueldo que vive en el barrio viejo de Logroño, pero no es el típico asesino que la industria cinematográfica nos tiene acostumbrados…

El programa se corta y aparecen en la pantalla las imágenes de una procesión de Semana Santa.

DANIEL
¿Qué coño pasa?...

Intenta cambiar de canal con el mando a distancia pero en todos los canales sale la misma procesión. De pronto, de la nada aparece Jesucristo.

DANIEL
¿Quién eres tú?

Jesucristo se sube las mangas de su túnica y le muestra las cicatrices que le dejó la crucifixión.

DANIEL
¿Jesucristo?

JESUCRISTO
El mismo que viste y calza.

DANIEL
Yo no creo en ti.

JESUCRISTO
Cómo puedes dudar estando delante de tu presencia.

DANIEL
Dudo, entre otras cosas, porque me drogo, porque llevo ni se la de tiempo sin pegar ojo y debido a ello tengo alucinaciones. ¿Sigo?

JESUCRISTO
He de reconocer que tus dudas están justificadas.

DANIEL
¿A qué coño has venido?

JESUCRISTO
Iré directamente al grano. Quiero ser el protagonista del guión que vas a escribir.

DANIEL
Ni lo sueñes.

JESUCRISTO
Teniéndome a mí de protagonista tienes el éxito asegurado.

DANIEL
No voy a escribir nada que tenga que ver con la religión.

JESUCRISTO
¿Por qué?

DANIEL
Por muchas razones.

JESUCRISTO
Dime una.

DANIEL
Tu vida es un tema muy manido.

JESUCRISTO
¿Qué dices?

DANIEL
Lo que oyes…

En la otra habitación algo se rompe contra el suelo. Daniel se levanta de la silla y sale del estudio, Jesucristo le sigue.

Continuará…

* NOTA DEL AUTOR: Lo escrito en gris son alucinaciones.

CUENTO DE LENA YAU


Jarabe de Lengua
Acaba ya el libro, Mami.

¿Por qué?

Porque tenemos que escribir un cuento.
Juntos.
Tú y yo.
Ya hice el dibujo para tu blog.


¡Pero eso no es un dibujo, Pez!

Si le tomas una foto, y se la das de comer al ordenador, se convierte en dibujo.

(Extiende los brazos, sobre sus manos de niño, una bola multicolor de plastilina atravesada con spaghettis crudos).

¿Quién o qué es eso?

Es un erizo.
Tenemos que ponerle nombre.
Y escribir su historia.
Por eso tienes que terminar tu libro.
El erizo se aburre.
Dice que si no le escribimos una vida, se va a sobar.

¿A sobar?

A dormir, mami. A echarse una siestototota.

(Tose, dos, tres, cuatro veces).

Ven, Brufi...te voy a dar jarabe.

No tengo tos.

(Vuelve a toser).

¿Ah, no? ¿y eso qué es entonces?

Eso, mami, es que mi "celebro" le ordenó al corazón que se pusiera a trabajar.
El corazón le hizo caso y se puso a trabajar muy fuerte, muy fuerte y se cansó.
El corazón tiene tos.


¡Ven a tomarte el jarabe ahora mismo!

El "celebro" dice que no quiere jarabe.
Él es el jefe de todo.
De mis brazos, de mis piernas y de mi boca.
Y el “celebro” dice que no quiere jarabe.
Le ha dicho a la boca que no se abra.


¿Pero de dónde sacas todo eso? ¿Quién te ha contado esas cosas? ¿Te lo han dicho en el cole?

No, Todo me lo ha dicho el “celebro” que es muy inteligente y sabe todo.

Ah.

(Lo distraigo, le empujo el jarabe, le obligo al trago de agua, se hace un breve, brevísimo silencio...)

Mami… ¿Sabes una cosa? El “celebro” me acaba de decir que él no es el jefe.

¿No? ¿Quién es el jefe entonces?

La jefa, mami, la jefa.
Es una mujer jefa.
Se llama lengua.


Extraido de su blog: MIL ORILLAS http://milorillas.blogspot.com/

sábado, 27 de febrero de 2010

EL GUARDIÁN DE TUS SUEÑOS

15 EXTERIOR / CALLE PORTALES / NOCHE.
Daniel camina lentamente por debajo de los portales mientras fuma un cigarro. Los portales y las paredes están cubiertos con carteles de Cristo y temas relacionados con La Semana Santa. La ciudad entera duerme y no hay nadie más por la calle. Unos portales por delante ve a una rata agonizando por algún veneno que ha ingerido. Daniel se acerca al roedor. Al llegar a su lado se detiene observando como el pobre animal espira su último aliento.

RATA
Insomnio…

La rata muere. Segundos después el alma de la rata abandona el cuerpo y se eleva resplandeciente, pasando a pocos centímetros de la cara de Daniel, para seguir elevándose por encima de su cabeza… Daniel asiste al acontecimiento sin extrañarse. La hebra de luz sigue elevándose por encima de los tejados y cuando la pierde de vista decide seguir con su paseo nocturno…

* nota del autor: lo que va marcado en gris son alucinaciones.


16 INTERIOR / ESTUDIO / NOCHE.
Daniel está frente a su ordenador escribiendo. En la pantalla se repite una y otra vez la misma palabra: INSOMNIO, INSOMNIO, INSOMNIO, INSOMNIO, INSOMNIO, INSOMNIO, INSOMNIO, INSOMNIO, INSOMNIO…

17 INTERIOR / DORMITORIO / AMANECIENDO.
Ana duerme tumbada en la cama, Daniel está sentado en el suelo del dormitorio, apoyando la espalda en la pared y observando como duerme su mujer. Hace mención de encenderse un cigarro, pero al final se lo deja en la comisura de los labios sin encender… Suena el despertador, Ana se despierta y lo desconecta.

DANIEL
Buenos días.

ANA
¿Qué haces ahí?

DANIEL
Mirarte.

ANA
Pues debo estar guapísima.

DANIEL
Para mí siempre estás guapa.

ANA
Sí, sobre todo cuando me acabo de despertar.

DANIEL
Sobre todo.

ANA
¿Has escrito algo?

DANIEL
Nada… solo se me ocurrían historias sobre ratas parlantes.

ANA
¿Ratas parlantes?

DANIEL
Sí.

ANA
Eso no es muy comercial.

DANIEL
No, no lo es.

ANA
No te preocupes, ya se te ocurrirá algo interesante.

DANIEL
Supongo.

ANA
Bueno, me levanto y preparo café.

DANIEL
Quédate en la cama, el desayuno es cosa mía.

ANA
No, déjalo. Llevas toda la noche sin dormir y estarás cansado.

DANIEL
Estoy bien. Déjame hacer algo útil.

Ana levanta la mirada, como si hubiese visto algo.

DANIEL
¿Qué pasa?

ANA
Me ha parecido ver a una musa revoloteando por ahí.

DANIEL
¿Estás segura?

ANA
Era gordita y con un culo inmenso ¿La conoces?

DANIEL
A esa en concreto, no.

ANA
Pues, prepara tus dedos forastero porque vas a tener que teclear páginas enteras.

Daniel se enciende el cigarro.

DANIEL
Voy a preparar el desayuno ¿te apetece algo en especial?

ANA
Sorpréndeme.

Daniel sale del dormitorio. Ana se queda tumbada en la cama esperando el desayuno.

Continuará…

viernes, 26 de febrero de 2010

EL GUARDIÁN DE TUS SUEÑOS

12 INTERIOR / SALA DE CINE.
En la pantalla de la sala se proyecta como Raimundo se aleja montado en la trasera del tractor hasta que desaparece por el fondo de la carretera. (Todo lo que hemos visto hasta ahora era una película) Daniel se levanta de su butaca y apremia a su mujer, que se llama Ana. Daniel tiene unos cuarenta años y Ana acaba de cumplir los treinta.

DANIEL
Vamos, ya no aguanto más.

ANA
No quieres verla.

DANIEL
La tengo muy vista. Además, me muero por un cigarro.

Ambos salen de su fila de butacas, molestando a los que están sentados.

13 INTERIOR / DORMITORIO / AMANECIENDO.
Ana y Daniel están tumbados en una cama de matrimonio. Ella duerme profundamente mientras que él está recostado sobre la almohada fumando un cigarrillo en silencio. Daniel fuma muy despacio, ensimismado en sus confusos pensamientos que le impiden dormir… En un momento dado, su compañera tose por el humo del cigarro, pero permanece dormida. Daniel la mira de reojo y sigue fumando procurando echar el humo fuera de su alcance… Al cabo de un par de minutos el cigarro se ha ido consumiendo a base de caladas y tan solo queda el filtro, con la colilla aún candente se enciende otro.

CORTE / MISMO SITIO / DÍA.
Ambos duermen. Los rayos del sol entran en el dormitorio por los huecos de las persianas haciendo visibles los lentos remolinos del humo que flotan en hileras dispersas por toda la habitación. El cenicero que reposa sobre la mesilla está lleno de colillas. Suena el despertador. Ana se despierta y lo apaga. Daniel farfulla algo inteligible y sigue durmiendo. Ana sale de la cama tosiendo y con la garganta irritada…

ANA
Jó, cariño. Me prometiste que no volverías a fumar en el dormitorio…

Daniel duerme sin escuchar una sola palabra. Ana se acerca hasta la ventana y la abre.

ANA
… Acabare cogiendo un cáncer de pulmón por tu culpa…

Sube las persianas dejando entrar el aire limpio de la mañana. En ese momento le viene un estornudo. Al estornudar pierde el sentido y cae al suelo. Daniel se despierta, ve a su mujer en el suelo. No se alarma por ello. Sale tranquilamente de la cama, se acerca hasta ella, la recoge, la tumba sobre el colchón y se queda sentado en una esquina de la misma…

14 INTERIOR / ESTUDIO / DÍA.
Daniel escribe en su ordenador: INSOMNIO, INSOMNIO, INSOMNIO, INSOMNIO, INSOMNIO, INSOMNIO… Después borra lo escrito y se queda mirando la pantalla en blanco… Se lía un porro de marihuana… Van pasando las horas y Daniel sigue mirando la pantalla y fumando porros de hierba…

CORTE / MISMO SITIO / NOCHE.
Se ha hecho de noche y Daniel sigue mirando la página en blanco… Llaman a la puerta de estudio.

ANA
(Desde fuera)
¿Molesto?

DANIEL
Pasa.

Ana entra en la habitación.

ANA
¡Vaya humareda que tienes aquí! Abre un poco las ventanas o te vas ha asfixiar.

DANIEL
Ahora las abriré.

Es Ana la que se encarga de abrirlas. Después se acerca a su marido y le besa a modo de despedida.

ANA
Yo me voy a la cama.

DANIEL
Yo seguiré un poco más.

ANA
¿Has escrito algo?

DANIEL
Nada.

ANA
No te agobies, sabes que tarde o temprano llegaran las musas.

DANIEL
No me agobio… solo que cada vez tardan más, las muy putas.

ANA
Paciencia, cariño…

Ana se abraza a él con cariño.
ANA
…Y no fumes demasiado.

Ana sale del estudio. Daniel abre una página en blanco y durante un buen rato se queda observándola sin hacer nada… Se lía otro porro y sigue mirando la página… Por fin se decide a llevar sus manos al teclado y escribe una sola palabra: INSOMNIO…

Continuará...

LEY DE VIDA DE DAVID GONZÁLEZ VISTO POR MARTÍN RODRÍGUEZ - GAONA


EL CAMINO DE LOS TIGRES
Ley de vida es un libro atípico en el panorama español, no tanto por su mezcla de versos y prosa, sino por estar concebido desde una marcada perspectiva de clase: la del proletariado suburbano. David González (Gijón, 1964), a través de un contenido lirismo, busca la objetividad como un medio para comunicar la experiencia marginal, con sus escenarios de precariedad, violencia y frustración, exhibiendo la fragilidad de los sectores más deprimidos frente a las drogas, las enfermedades y la delincuencia.
Frente a una propuesta tan extrema, creemos importante establecer las particularidades de la escritura de David González con respecto a otros autores de referentes similares. A diferencia de Historias del Kronen, la exitosa novela de José Ángel Mañas, Ley de vida no es un libro de ficción, ni tampoco está centrado en el universo juvenil, aspirando a brindar espectáculo o entretener. Su perspectiva no corresponde tampoco con la de una crónica "comprometida", pues refleja la realidad de un sector social desde la voz de uno de sus protagonistas, con los conflictos que esa propia identidad brinda para el ejercicio literario.
Quizá en este sentido, que uno lo marginal y la vocación literaria, haya una relación más directa con la obra del narrador y poeta estadounidense Charles Bukowski. Sin embargo, cuando es asimilada con solvencia, una influencia nunca es gratuita, ni epidérmica. Si el modelo bukowskiano es reconocible, se debe a un cruce de sensibilidades, a una coincidencia biográfica e ideológica. De otra parte, en los textos vitalistas la impostura es uno de los errores más evidentes, riesgo en el que no cae González, pues construye un universo sólido, lleno de matices, y que sabe explotar desde distintas perspectivas.
Ley de vida, entonces, es un libro deliberadamente antipoético, pero cuyo oficio lo coloca en las antípodas de la traducción espontánea de la realidad. Sus narraciones, minimalistas, escuetas y eficaces, se basan en la descripción y el diálogo, con un uso inteligente de lo coloquial y un oscuro sentido del humor, que nunca cae en la ironía. No hay nada ornamental o bello en estos versos; el lujo de David González está enfocado en recrear paradojas y plantearlas para el escrutinio del espectador.
Así, los poemas y las narraciones del libro desvelan, una y otra vez, que la pobreza produce frustración, resentimiento y termina por envilecer todas las relaciones humanas. La violencia que esa condición provoca se expresa desde el entorno familiar, y a partir de allí se perpetúa en una cadena en la que se van añadiendo nuevas víctimas y verdugos (un abuelo suicida en "Cuerda", un padre maltratador en "El último baile", hasta, finalmente, el hijo antisocial que termina encarcelado).
Siguiendo esta línea, Ley de vida, no sólo esboza un poderoso documento en el que se expone una serie de males sociales, sino, más significativamente, las razones por las que un individuo se convierte en un anómico, en un más entre los muchos que se niegan a integrarse. Todo encaja en un determinismo aplastante: desde los sueños rotos y la rabia ("Esto no es Hollywood"), pasando por la frialdad de los intercambios humanos incluso en la familia ("Los trapos sucios"), el egoísmo y la traición como formas de superviviencia para el infierno carcelario ("Salida de emergencia", "Cerillas") hasta la infancia como un resquicio de pureza, ciando todo era posible, incluso el amor ("Matemáticas" "El último baile").
El arriesgado planteamiento de Ley de vida, al indagar en asuntos incómodos, reconoce que no hay respuestas sencillas, pero asume la duda como una actitud superior a la pasividad, la complicidad o el cinismo. Quizá lo más grave de estos poemas es que evidencian la crisis del modelo de la sociedad de bienestar, el cuestionamiento a ese mundo de la burguesía por el que todos sus personajes tienen una relación ambigua, como si la asimilación de sus valores por las clases medias bajas estuviese condenada al fracaso, sabiendo inviable una auténtica movilidad social.
Los poemas de Ley de vida no están escritos ni para sorprender, ni para transmitir mensajes de denuncia o redención. Son, simplemente, inevitables: el poeta David González se habla a sí mismo para intentar comprenderse. A esta dificultad, que aleja casi siempre de los lectores masivos, en este caso debe añadirse que el público literario de los grupos sociales que el libro retrata es casi inexistente, estando absorbido por los medios de comunicación o la subliteratura. Paradójicamente, el poeta de Ley de vida sabe que las clases medias son sus interlocutores naturales, aunque frente a éstos su posición sea más distante, correspondiendo a una empatía difícil por ambas partes.

Martín Rodríguez-Gaona. MEJORANDO LO PRESENTE. POESÍA ESPAÑOLA ÚLTIMA: POSMODERNIDAD, HUMANISMO y REDES. Caballo de Troya, un sello de Random House Mondadori, Barcelona. Primera edición: febrero 2010.

jueves, 25 de febrero de 2010

EL GUARDIÁN DE TUS SUEÑOS

RAIMUNDO
(Gritándole)
...¡Carmela! No puedes dejarme aquí, joder... ¿Y ahora cómo coño vuelvo yo?...

ABUELO
Buenas tardes...

El abuelo pasa al lado de Raimundo. Raimundo se sorprende de la presencia del anciano ya que estaba pendiente de la marcha de Carmela.

RAIMUNDO
Buenas tardes.

ABUELO
¿Qué? Problemas con la parienta.

RAIMUNDO
¿Eh?... Sí, a veces no hay quien la entienda.

ABUELO
A las mujeres no hay que entenderlas, sólo hay que quererlas y prestarles un poquito de atención.

RAIMUNDO
Veo que es usted un experto en el tema.

ABUELO
No hay expertos en este tema. Mire, yo llevo más de cincuenta años casado y aún no comprendo a mi mujer.

RAIMUNDO
Las mujeres son un enigma.

ABUELO
El gran enigma. No sé por qué los científicos se empeñan en desvelar los misterios del espacio y esas tonterías y no se preocupan de estudiar la mente de las mujeres.

RAIMUNDO
Tiene usted toda la razón.

ABUELO
Claro que la tengo. Si consiguiesen desentrañar los misterios...

Raimundo se saca la foto del bolsillo y disimuladamente le echa una ojeada para confirmar que el abuelo con el que está hablando es su victima. Efectivamente lo es.

ABUELO
...del comportamiento femenino, a nosotros los hombres nos harían un gran favor.

RAIMUNDO
Estoy totalmente de acuerdo con usted.

ABUELO
Bueno, no le entretengo más. Le dejo que voy a ver si encuentro algunas setas para que la parienta haga la cena.

RAIMUNDO
¿Hay setas en estas fechas?

ABUELO
Haberlas, ahílas. El truco está en encontrarlas.

RAIMUNDO:
Qué interesante... ¿Le importa que le acompañe?

ABUELO
No hombre, no. A mí que me va a importar.

Raimundo recoge su bolsa de viaje y se la cuelga al hombro. Los dos se alejan un centenar de metros hablando de sus cosas. Al rato el abuelo descubre unas cuantas setas debajo un árbol.

ABUELO
¡Coño! Ahí hay unos níscalos.

Raimundo deja que el abuelo se adelante. Cuando el abuelo se agacha para recoger las setas, abre la bolsa y busca su pistola. Cuando la encuentra apunta al anciano con ella, pero cuando se dispone a apretar el gatillo pierde el equilibrio y cae por una hondonada. El abuelo se gira para mostrarle una seta enorme y descubre que su acompañante ha desaparecido.

ABUELO
(Mostrando una seta colosal)
Mire que preciosidad...

El anciano busca con la mirada a Raimundo pero no lo encuentra por ningún sitio.

ABUELO
Pero… ¿Dónde se ha metido?

El abuelo se acerca al borde de la hondonada y descubre a Raimundo tirado en el fondo, está casi enterrado entre la hojarasca y tiene una pequeña brecha en la frente, de la que brota un hilillo de sangre.

ABUELO
¡Ah, está usted ahí!

RAIMUNDO
Si, es que me he caído.

ABUELO
Hay que tener cuidado por dónde se pisa... ¡Esto no es como la ciudad!

RAIMUNDO
(Incorporándose y sacudiéndose las hojas de la ropa)
No, si no ha sido nada.

ABUELO
(Bajando hasta donde está Raimundo)
Déjeme ayudarle.

RAIMUNDO
No deje. Estoy bien.

ABUELO
Esta usted sangrando.

RAIMUNDO
No es nada, tan solo un arañazo...

Raimundo se da cuenta de que ha perdido el revólver y se pone a buscarlo entre la hojarasca.

RAIMUNDO
...¡Mierda!

ABUELO
¿Qué ha perdido?

RAIMUNDO
(Sin dejar de buscar)
Nada importante.

ABUELETE
Déjeme que le ayude a buscar.

RAIMUNDO
No, no, no. No se moleste.

ABUELO
No es ninguna molestia.

Ambos remueven las hojas, Raimundo de rodillas en el suelo con las dos manos y el abuelo con la ayuda de un palo que utiliza de bastón.

ABUELO
Pero dígame que ha perdido...

El abuelo encuentra algo y lo recoge.

ABUELO
...¡Coño, mire lo que me he encontrado!

El anciano muestra la pistola a Raimundo apuntándole directamente con el cañón.

RAIMUNDO
¡Quite eso de ahí! Que esas cosas las carga el diablo.

ABUELO
(Girando el cañón hacía su cara)
¿Usted cree que esto es de verd...

No le da tiempo ha terminar la frase. Sin querer aprieta el gatillo y recibe el impacto en la cara. Cae, desparramando sus sesos en el suelo. Raimundo se acerca al cuerpo del abuelo, recupera su revólver y cubre el cadáver con las hojas. Luego guarda la pistola en la bolsa de viaje y deja caer la foto del abuelo sobre el montón de hojas secas que cubren el cadáver.

RAIMUNDO
(Con algo de lástima)
Yo tenía razón, el tipo era una buena persona.

9 / EXTERIOR / CARRETERA / DÍA.
MEDIA HORA MÁS TARDE.
Raimundo camina por el arcén de la carretera con su bolsa de viaje colgada al hombro. Cuando algún vehículo pasa a su lado, le enseña el dedo pulgar.

10 / INTERIOR / COCHE DE CARMELA / DÍA.
Carmela conduce mientras llora. En un momento dado conecta la radio del coche y suena una triste copla que servirá de banda sonora para la siguiente secuencia.

11 / EXTERIOR / CARRETERA / DÍA.
Raimundo va montado en la parte trasera de un tractor. El vehículo se aleja poco a poco…


Continuará…

LEGADO EDICIONES

BOLETÍN 08 de LEGADOS EDICIONES
CUADERNO DE LEGADOS PREMIADO COMO MEJOR BLOG EDITORIAL por la REVISTA DE LETRAS
Queridos amigos:
El pasado sábado 20 de febrero se entregaban en la librería Bertrand de Barcelona los Premios de la Revista de Letras a los mejores blogs de Internet. El blog de nuestra editorial, CUADERNO de LEGADOS, estaba nominado entre los 5 finalistas de su categoría y tuvimos la suerte de ser premiados en el apartado al MEJOR BLOG EDITORIAL. Desde nuestro humilde cubículo virtual queremos agradeceros a todos los que nos seguís el apoyo y el cariño con que habéis recibido nuestro proyecto, a punto de cumplir dos años. Y queremos dedicaros este premio a todos vosotros, lectores, autores, amigos, que hacéis posible este proyecto fundamentalmente colaborativo.
Mención especial a nuestra diseñadora, AINHOA DIOS, sin la cual nuestras portadas e imagen no tendrían la buena aceptación que les habéis dado. Ella recogió el premio en Barcelona.


Abrazos y muchas gracias por vuestra confianza.
Agustín Sánchez Antequera
EDITOR

EVENTOS LITERARIOS


miércoles, 24 de febrero de 2010

EL GUARDIÁN DE TUS SUEÑOS

8 / EXTERIOR / CAMPO / DÍA.
El sitio es reservado e íntimo, con bonita vegetación de tonos amarillos, naranjas y ocres. Raimundo vigila una granja cercana con unos prismáticos. Carmela recoge los restos de la comida.

CARMELA
¡Jobar como me he quedado!... ¿Te ha gustado la comida?

RAIMUNDO
(Sin dejar de mirar por los prismáticos)
Si, mucho.

Carmela termina de recoger, se sienta en el suelo al lado de Raimundo y se levanta las faldas del vestido hasta los muslos para tomar el sol.

CARMELA
A ver si cogen un poco de color.

RAIMUNDO
(Sin dejar de mirar por los prismáticos)
¿Eh?

CARMELA
¿Tú crees que tengo las piernas bonitas?

RAIMUNDO
(Sin dejar de mirar por los prismáticos)
Preciosas...

CARMELA
Suelta ese chisme. Te has pasado toda la comida mirando por él.

RAIMUNDO
(Sin dejar de mirar por los prismáticos)
Ahora... Enseguida.

CARMELA
Podías prestarme algo de atención. Desde que hemos llegado no me has hecho ni caso.

RAIMUNDO
(Sin dejar de mirar por los prismáticos)
Ya voy...

CARMELA
Aprovechando que estamos aquí, me gustaría hablar contigo sobre nuestra relación.

En ese mismo momento, Raimundo ve a su víctima por los alrededores de la granja. Enfoca las lentes de los prismáticos y se pone alerta como un perro de caza.

CARMELA
¿Me escuchas?

RAIMUNDO
(Sin dejar de mirar por los prismáticos)
Sí, sí, sí...

CARMELA
Quieres dejar ese puto chisme y hacerme algo de caso.

Raimundo baja los prismáticos y mira a Carmela.

RAIMUNDO
Si te estoy escuchando.

CARMELA
Pues no lo parece.

RAIMUNDO
¿Qué decías?

CARMELA
Decía que quiero hablar contigo de nuestra relación.

RAIMUNDO
¿Qué le pasa a nuestra relación? Yo la veo bien.

CARMELA
Pues yo no. Creo que nos hemos estancado.

RAIMUNDO
¿Estancado?

CARMELA
Si, estancado. No avanzamos, ni siquiera hacemos planes para el futuro...

Raimundo no puede evitar echar una mirada con los prismáticos hacia la granja.

CARMELA
...Llevamos cuatro años de noviazgo y nunca me has invitado a tu casa...

Carmela se da cuenta que Raimundo no la presta atención.

CARMELA
¡Joder Raimundo! A veces pareces un chiquillo...

RAIMUNDO
(Bajando los prismáticos)
Si te estaba escuchando.

CARMELA
Lo que te estoy diciendo es importante para mí.

RAIMUNDO
Te juro que te estaba escuchando. Y estoy de acuerdo contigo.

CARMELA
¿De acuerdo en qué?

RAIMUNDO
Pues en eso que estabas diciendo.

CARMELA
Lo ves como no me escuchas.

RAIMUNDO
Vale, perdóname. ¿Qué decías?

CARMELA
Te digo que no te conozco, que a penas sé quien eres.

RAIMUNDO
No digas tonterías. Me conoces de sobra.

CARMELA
No Raimundo, no te conozco. Hay demasiadas cosas que no conozco de ti. No sé que planes tienes para mí, no sé quienes son tus amigos, no sé en que trabajas. Yo hace mucho que deje de ser una chiquilla. Tengo cuarenta años y no puedo desperdiciar más el tiempo. Quiero formar una familia, tener un hijo o dos y...

Carmela se da cuenta de que Raimundo se ha vuelto a despistar. De nuevo está echando una ojeada con los prismáticos a los alrededores de la granja. A través de ellos observa como el abuelo al que tiene que eliminar sale de su propiedad con una cesta de mimbre colgada del brazo. Enfoca las lentes y trata de ver lo que lleva en la cesta. De pronto escucha el motor del coche. El ruido del motor alerta a Raimundo y aparta los prismáticos para centrar su atención en Carmela. Ella está en el interior del vehiculo dispuesta a alejarse de allí.

RAIMUNDO
¿Pero qué haces?

CARMELA
Estoy harta de que me trates como un cero a la izquierda.

RAIMUNDO
Carmela, por favor...

CARMELA
Eres un cabrón que no tiene sentimientos.

Carmela acelera y deja plantado a Raimundo…


Continuará…

13 AMANECERES DESDE MI VENTANA






















































































martes, 23 de febrero de 2010

RELATO INÉDITO

Dedico este relato a mi amigo David González. Deseándole una pronta recuperación.
Va por ti, hermano.
EL HEDOR
Era lunes a primera hora de la mañana. Hacia dos días que me había hundido hasta el cuello en los excrementos del muladar. A pesar de que mi madre me había bañado varias veces con agua caliente y abundante jabón el hedor seguía en mi piel. Y eso que en el proceso de bañarme mi madre sustituyó la esponja por un estropajo de esparto que de poco me arranca la piel. Aún con eso, yo seguía apestando a mierda de cerdo. El hedor se había fundido con mi piel como la tinta de un tatuaje y no había manera de sacarlo de ahí. Mi madre acabó de vestirme con la ropa recién estrenada para ir al colegio, la ropa que vestía en el incidente del muladar había quedado inservible. Yo me negué a ir. Sabía que mis compañeros de clase se meterían conmigo y harían comentarios sobre mi olor corporal. Mi madre, en un último intento por convencerme vertió un buen chorro de colonia sobre mí. De primeras el perfume se extendió por la habitación, pero al poco tiempo, el hedor se fue manifestando por encima de la colonia.

- Llegarás tarde.
- No pienso ir.
- A la escuela no vas a faltar. Así que date prisa.
- Iré cuando deje de apestar.
- Si ya casi no se te nota.
- No voy a ir…

De camino al colegio traté de apartarme de todos los que se cruzaban conmigo. Me sentía infectado. Para entrar en las aulas nos obligaban a guardar fila, ahí tuve los primeros problemas. Lo peor vino en clase. Nada más entrar, me senté detrás de mi pupitre. Enseguida los chicos que estaban sentados a mi alrededor empezaron a girar sus narices hacia mí. Yo traté de disimular, como si la cosa no fuera conmigo. Pero, poco a poco, el hedor se fue extendiendo por la totalidad del aula. Y como no, el tufo también llegó a las narices de Jacinto el malo, mi peor enemigo.

- Perejil se ha cagado encima. - dijo en alto para que todos pudieran oírlo.

Todos se rieron. Yo estaba tan avergonzado que no hice ni amago de defenderme. La señorita Nati se acercó hasta mi pupitre.

- ¿Es verdad eso?

Ni la mire. Me limite a negarlo con un gesto de cabeza.

- Perejil se ha cagado. - repitió Jacinto.
- ¡Jacinto, cállate! - ordenó la señorita Nati con tono seco.
- Si huele hasta aquí. - protestó, Jacinto, con el ceño fruncido.
- ¡Cállese!...

Jacinto se achantó en su silla. Cuando la señorita Nati dejaba de tutearte era mejor obedecer.

- … ¿Seguro que no te lo has hecho encima? Si es así dímelo, no pasa nada.
- No. No me lo he hecho encima. Lo que pasa es que el otro día me hundí en el muladar. - confesé avergonzado…

En el recreo nadie se acercó a jugar conmigo, ni siquiera Jacinto para retarme y tirarnos unas cuantas piedras. Fui a sentarme junto a la tapia. Estuve sentado allí hasta que sonó la campana y entramos, de nuevo, en clase. La señorita Nati había abierto las ventanas para airear el aula. Yo sabía que las ventanas estaban abiertas por mí, por culpa de mi hedor. Estuvieron abiertas hasta que terminó con su lección y sonó la campana para irnos a casa.
Al día siguiente me desperté con la esperanza de que el olor hubiese desaparecido, pero no. Ahí estaba, pegado a mí como un parásito hambriento. Me dije a mí mismo que no iría al colegio, que pasase lo que pasase y dijese lo que dijese mi madre yo no pisaría por allí. Había pasado mala noche, despertándome varias veces, sudando y alterado por alguna pesadilla. A consecuencia de ello me dolía la cabeza y me sentía sin fuerzas. Cuando mi madre entró en el dormitorio con el desayuno me fingí enfermo y amagué un par de tosidos roncos. Mi madre me puso la mano sobre la frente para calcular mi temperatura corporal.

- Creo que tienes fiebre. - dijo con preocupación.

Luego salió a por un termómetro. No me lo podía creer, con tan sólo dos tosidos y unas pocas muecas había conseguido engañar a mi madre. Al poco, entró con el termómetro en la mano y me lo puso debajo de la lengua. Por un momento sentí miedo de que el aparato echase atrás mis planes de quedarme en cama. Aproveché un descuido de mi madre para poner la punta del termómetro sobre la bombilla de la lámpara de la mesilla. Cuando me lo metí, de nuevo, en la boca, quemaba. Al rato, mi madre se acercó a mí, sacó el termómetro de mi boca y lo examinó a contra luz.

- ¡Dios mío! Si estás ardiendo.

Yo fingí un gesto de desaliento y carraspeé para añadir más dramatismo.

- Ayer, la señorita Nati dejó las ventanas abiertas para ventilar el aula y creo que me he resfriado. - añadí con un fingido hilillo de voz.
- ¿A quién se le ocurre dejar las ventanas abiertas, con el frío que hace?
- Ya te dije que no tenía que haber ido, pero tú no me hiciste caso.

Me miró preocupada, luego volvió a mirar el termómetro.

- Hoy te quedarás en la cama…

Casi se me escapa una sonrisa de oreja a oreja que me hubiera delatado, pero en el último momento la pude evitar gracias a otro fingido carraspeo.

- …Y mañana si no has mejorado llamamos al médico.

Me cubrí de nuevo con las mantas.

- ¿No vas a tomarte el desayuno?
- Déjalo ahí, me lo tomaré más tarde.
- Mejor que te lo tomes ahora que está caliente.

Aparté las mantas con desgana y me recosté sobre la almohada.
- Está bien. - dije con fingida resignación.

Mi madre me acercó la taza de Cola Cao y yo me la fui tomando a sorbos.

- ¿A quién se le ocurre dejar las ventanas abiertas con el frío que hace? - repitió indignada mientras salía del dormitorio agitando el termómetro para que el mercurio volviese a su sitio.

Me terminé el Cola Cao y me tapé con las mantas. Millones de veces había intentado engañarla con la misma táctica y nunca antes me había dado buenos resultados. Tal vez estuviera enfermo de verdad. A mí me daba igual, lo importante era que no tendría que pasar la misma vergüenza que el día anterior. Y aunque el hedor todavía estaba en mi piel, el calor de las mantas lo compensaba y lo hacía más llevadero. A los pocos minutos me dormí y soñé con cosas bonitas.
Dos días después, cuando regresé al colegio me enteré de que la mitad de los alumnos de mi clase estaban enfermos debido a los resfriados que cogieron cuando Doña Nati dejó abiertas las ventanas para mitigar mi hedor. Al saberlo no pude evitar una malévola sonrisa. Se había hecho justicia y mis compañeros estaban pagando con sus resfriados por las burlas vertidas sobre mí. Recuerdo que no pude dejar de sonreír en toda la mañana.

EL GUARDIÁN DE TUS SUEÑOS

5 / EXTERIOR / TASKA / DÍA.
Se abre la puerta del local y salen Raimundo y Carmela. Raimundo carga con una inmensa cesta de comida y su bolsa de viaje. Carmela ha estrenado los pendientes que le ha regalado Raimundo y se ha puesto el vestido más primaveral que guardaba en el armario. Mientras que a Raimundo se le nota preocupado, a ella se la ve feliz y enamorada.

CARMELA
(Por los pendientes)
Me encantan.

RAIMUNDO
Sabía que te iban a gustar.

CARMELA
(Por la cesta)
¿Tú crees que habrá bastante?

RAIMUNDO
Joder, cariño. Llevamos dos tortillas, conejo en salsa y una cazuela de caracoles. Sin contar el postre…

Carmela cierra la puerta con llave y pega un papel en ella que dice: CERRADO POR DESCANSO SEMANAL.

RAIMUNDO
…Por cierto, quiero darte las gracias por el detalle de cerrar el bar para que podamos estar juntos.

CARMELA
No es nada. Además necesitaba un descanso.

RAIMUNDO
Yo haré que te sientas como una reina.

CARMELA
Te tomo la palabra.

Ambos llegan al lugar donde está aparcado el coche de Carmela.

6 / EXTERIOR / CARRETERA / DÍA.
El coche de Carmela avanza por la carretera.

7 / EXTERIOR / PUEBLO / DÍA.
UNA HORA MÁS TARDE.
El coche llega a la entrada del pueblo. Una vez que han aparcado se apean. Raimundo saca del maletero la cesta con comida y su bolsa de viaje.

CARMELA
... ¿Dónde está ese sitio que decías?

RAIMUNDO
(Consultando el mapa)
Por ahí.

Continuará…

REVISTA GROENLANDIA Nº7 Y LIBROS EN LA WEB



SEÑORAS Y SEÑORES:
GROENLANDIA SIETE Y LOS NUEVOS LIBROS YA ESTÁN EN LA WEB.

REVISTA NÚMERO SIETE: http://www.revistagroenlandia.com/PDF/groenlandia-siete.pdf
SUPLEMENTO SIETE: http://www.revistagroenlandia.com/PDF/suplemento-siete.pdf
LIBRO YA NO LEO TEBEOS DE WONDERWOMAN, DE ÁNGEL MUÑOZ RODRIGUEZ: http://www.revistagroenlandia.com/PDF/wonderwoman.pdf
LIBRO PUTAS, DE PEPE PEREZA: http://www.revistagroenlandia.com/PDF/putas.pdf

Saludos

La jefa de Groenlandia (de vacaciones merecidas)

(www.revistagroenlandia.com)

Ana Patricia, pluriempleada a tiempo completo y artista a destiempo

lunes, 22 de febrero de 2010

MORTAJAS DE LUIS MIGUEL RABANAL

Dice Tomás Sánchez Santiago en el prólogo de “Mortajas”:
Hay una estirpe atroz de libros que llegan a las manos como llegaría a una taza de café una lágrima fulminante de cemento: lo seco flotando sobre lo amargo.”
Y esto es el comienzo de un impresionante prólogo al último libro en mano de Luis Miguel Rabanal. Y por no añadir aquí el resto del prólogo ni un amén, escribo la doble maravilla que supone cada libro de mi largamente admirado Luis Miguel Rabanal. Tan largamente como insuficientemente admirado. Y en esta última admiración cargo la cuenta de la amistad con que me honra. Lo que no dice Tomás Sánchez Santiago es que hay palabras como esta de “Mortajas” que sólo pueden ser de pueblo, y antiguas, palabras que casi sucumbieron hace dos generaciones, bueno, en mi tierra hace una porque aquí todo va más atrasado.
El libro. El libro que he pasado y repasado palabra a palabra ha sido mi delicia desde que lo recogí. Tanto que aunque me urgía yo mismo a terminar estas líneas, me hacía valedor de la simple disculpa: “Otra lectura. Sólo otra. Lo leo otra vez y ya, me pongo”. Y así, una tras otra, finalmente he conseguido agotar el plazo, los plazos. Hoy toca decir algo de “Mortajas”. Y, como siempre que esto ocurre, no es sencillo porque los poemas de Luis Miguel siempre me dejan con el aliento justo para la siguiente respiración, no para escribir.
Me parece que este poemario es como el repaso final de los paisajes esenciales del escritor, los de su infancia dejada, pensada, revivida y redimida: Ceide, el Ariego, la Piedra, Valdeluna, todo Olleir. Es una metáfora con frío de musgos que le sirve al poeta para maldecir las palabras, esas mismas palabras que dice para olvidar y cuyo destino es el de andar perennemente los pasos de un recuerdo preciso y amargo y muy tuyo y tan mío que no le encuentro los perfiles de la distancia poética ni de las vivencias embalsamadas en un tiempo que invade cada pausa, que habita cada cadencia.

Digo
Llueve inmensamente
como en los días útiles.
Cuando el desamparo era inmisericorde
y te amaban sin fin.


Y al callarme únicamente siento que estas palabras que son mías las haya escrito Luis Miguel. Y únicamente siento que las dimensiones del placer y del dolor, de la alegría y de la amargura, en sus manos, son las rayitas de una regla escolar. Y la realidad es un centímetro de nuestra piel que mantiene los gozos más antiguos en el sitio del sufrir, o al revés.

Y sigo
El era un niño que busca
en Montecorral su sombra.
Nueve ventanas para ella,

Ya está. A mí también se me acaba de caer todo el pasado encima o a lo mejor sólo los recuerdos que me brindaste.
Te reconozco en cada palabra, aunque estas vienen más desnudas, más exactas y feroces, como si nada importara después de haber sido dichas. La mot juste y tengo ante mí la declaración vital más poderosa que tiene la poesía de la herida inacabada que redacta Luis Miguel, poesía para olvidar, poesía para olvidar el valor despreciable de las palabras a la hora de expresar.

Y concluyo
Nos quedan tantas cosas
por hacer, el contagio de mi voz
por su silencio.

Lo dicho, todo lo demás son palabras para olvidar.

PUBLICADO POR AVELLANEDA
http://porsiquiereshoylibro.blogspot.com/

EL GUARDIÁN DE TUS SUEÑOS

4 / INTERIOR / TASKA / DÍA.
La puerta que da al reservado se abre y entran Raimundo y Clara. Clara se despide de él con un beso en la mejilla y sale a la calle. Raimundo coge aire y se dirige a la barra.

RAIMUNDO
¿Y esos pimientos?

CARMELA
Que te los prepare la maricona esa.

RAIMUNDO
Ya estamos.

CARMELA
Pasas más tiempo con él que conmigo.

RAIMUNDO
Tengo una idea. ¿Por qué no cierras la barraca y nos vamos los dos sólitos a pasar el día al campo?

CARMELA
Pero que dices. No puedo cerrar el bar así como así.

RAIMUNDO
Sé de un sitio precioso...

CLARA
He dicho que no y no hay más que hablar...

Continuará...

domingo, 21 de febrero de 2010

EL GUARDIÁN DE TUS SUEÑOS

3 / EXTERIOR / PATIO TRASERO / DÍA.
El reservado da a un patio trasero al aire libre. Un sitio bonito y agradable con una gran parra que se despliega por encima de una mesa a modo de techo. Un sitio donde se puede hablar de negocios en intimidad.

CLARA
Te tienes que encargar de un trabajito y tiene que ser hoy.

RAIMUNDO
Ya estamos con las putas prisas.

CLARA
¡Cielo! Si me hubieras llamado, te lo habría dicho antes.

RAIMUNDO
Vale, qué hay que hacer.

CLARA
Lo de siempre. El problema es que te tienes que ir hasta Muro de Aguas.

RAIMUNDO
¿Y?...

CLARA
Y no hay ni trenes, ni autobuses que te lleven hasta allí... Como el señor nunca ha querido sacarse el carné...

RAIMUNDO
¡Clarita!... Soluciones.

CLARA
He pensado que si te camelas a Carmela, ella te puede llevar en su coche.

RAIMUNDO
¿Estás loca?

CLARA
No se me ocurre otra solución.

RAIMUNDO
¿Me dices en serio que quieres que me lleve a Carmela a cargarme a un tío?

CLARA
Eso o te coges la bicicleta. Y te aviso que son unos cuantos kilómetros.

RAIMUNDO
Joder, qué putada.

CLARA
(Entregándole un sobre)
Tú decides. Aquí tienes los datos. Un mapa con el recorrido marcado en rojo, la dirección de la granja y una foto del susodicho.

RAIMUNDO
(Sosteniendo la foto)
Tiene cara de buena persona.

CLARA
No te fíes esos son los peores.

Continuará...

*(la foto es de un cortometraje que dirigí hace años. Raimundo era el protagonista y estaba interpretado por un actorazo llamado Ricardo Romanos)

sábado, 20 de febrero de 2010

"EL GUARDIÁN DE TUS SUEÑOS" GUIÓN CINEMATOGRÁFICO

Durante unos años de mi vida lo único que escribí fueron guiones para cine. Llegué a escribir ocho guiones para largometrajes que jamás conseguí vender a ninguna productora. Con el tiempo mi vocación literaria fue tirando hacia los relatos y dichos guiones fueron quedando olvidados en el disco duro del ordenador. Dado que últimamente voy fatal de tiempo y apenas puedo llevar el blog al día, he pensado en rescatar uno de esos guiones para ir publicándolo por escenas. Publicaré una por día para que podáis seguir la trama.
Eso no quiere decir que no publique más contenidos, relatos, eventos literarios y demás, pero en caso de que no tenga tiempo para ello, al menos, con el guión me aseguro publicar una vez al día durante un tiempo. El guión se titula “El guardián de tus sueños” y por haceros un breve resumen os diré que trata sobre los problemas cotidianos de una pareja. El tipo es guionista y sufre de insomnio mientras que su compañera padece Narcolepsia.
Espero que os guste.


EL GUARDÍAN DE TUS SUEÑOS

1 / EXTERIOR / CALLE DEL CASCO ANTIGUO / DÍA.
Soleado día de otoño. Raimundo camina por una calle del casco antiguo cargando con una bolsa de viaje en su hombro. (Raimundo es un hombre de estatura media y de cincuenta y tantos de edad, pero bien conservado. Viste con gabán negro y sombrero de fieltro a juego.) En dirección contraria avanzan un gran grupo de ciegos de la ONCE que visitan el casco antiguo de Logroño en una de esas visitas culturales subvencionadas por el ayuntamiento. Todos llevan sus gafas negras y sus bastones blancos, con los que golpean el suelo montando un gran escándalo. El único vidente es su guía, un tuerto con una leve cojera en la pierna derecha. No muestra ningún interés por su trabajo, dice de carrerilla la verborrea que suelta desde hace horas.

GUÍA
Admiren los relieves esculpidos en la piedra, el contenido de sus formas. Contemplen su grandioso esplendor... Bien, ahora, síganme por esa callejuela de ahí...

Los invidentes siguen al tuerto, más que nada, guiados por su oído. Raimundo llega hasta los ciegos, intenta sobrepasarlos pero son muchos y se ve atrapado en medio sin posibilidad de poder seguir su camino.

RAIMUNDO
Por favor, me permiten pasar... Es solo un momento...

Los invidentes se sienten un poco confusos con la situación y no terminan de aclararse. Raimundo sigue intentando salir del cerco en el que se ha metido.

RAIMUNDO
Por favor... Si son ustedes tan amables...

Viendo que no puede salir Raimundo opta por otra estrategia.

RAIMUNDO
¡Cuidado! Hay una mierda en el suelo.

Inmediatamente los ciegos se apartan para no pisarla. Raimundo aprovecha y sale del cerco. El tuerto sigue con sus explicaciones.

GUIA
Eso de ahí enfrente es la iglesia del Apóstol Santiago. La escultura ecuestre es una de las más significativas ya que el artista dotó al equino de unos impresionantes atributos...

Raimundo continúa su camino hacia El Chutas, una tasca donde normalmente desayuna, come, merienda y cena. Llega hasta la puerta y entra.

2 / INTERIOR / TASCA / DÍA.
El sitio por dentro es un tanto sórdido, como lo son todos los garitos de la zona. Pero éste al menos está limpio y el polvo nunca se acumula encima de las botellas. Las comidas se sirven calientes y son caseras. Sin más, las sardinas con guindillas son conocidas en todo el barrio y en ningún sitio se encuentran a mejor precio. Y Carmela, la dueña, si no la coges de malas es de trato agradable. Con sus cuarenta primaveras todavía está de muy buen ver. En ese momento hay unos pocos obreros, desparramados por las mesas, apurando sus humeantes platos. Un travestí con ropa llamativa y exceso de maquillaje, que responde al nombre de Clara, ve entrar a Raimundo y se le acerca con muchos aspavientos.

CLARA
¡Joder, chato! Hace días que intento localizarte.

RAIMUNDO
¡Hola Clarita!

CLARA
Me tenías muy preocupada.

RAIMUNDO
Déjame saludar a Carmela y enseguida estoy contigo.

CLARA
Mueve ese culo que tenemos trabajo.

RAIMUNDO
¡Clarita, bonita!... Un minuto…

CLARA
Date prisa que tenemos cosas que hacer.

Detrás del mostrador, Carmela corta una cebolla en rodajas. Raimundo se planta delante con una sonrisa de oreja a oreja. Carmela sigue cortando la cebolla sin hacerle el menor caso. Raimundo deja la bolsa de viaje en el suelo, se echa la mano al bolsillo, saca una cajita envuelta en papel de regalo y la deja sobre la barra.

RAIMUNDO
Te he traído un regalo.

Carmela, haciéndose la dura, se seca las lágrimas de la cara con el mandil y sigue con la cebolla.

RAIMUNDO
¿No lo abres?

CARMELA
Vergüenza tendría que darte.

RAIMUNDO
¡Joder, Carmela! No he podido venir antes. He estado fuera trabajando.

CARMELA
¿Trabajando?

RAIMUNDO
Sí, trabajando...

CARMELA
A saber en qué negocios estás metido.

RAIMUNDO
Por favor, Carmela. No te pongas en plan cínico que sabes que no lo soporto.

CARMELA
Y yo no soporto que desaparezcas durante días y no seas capaz de llamarme por teléfono o dejarme un aviso.

RAIMUNDO
¡Venga, mi amor! No te enfades.

CARMELA
(Mirando por primera vez hacia la cajita)
Sea lo que sea, no lo quiero.

RAIMUNDO
Son unos pendientes preciosos que te van ha encantar.

CARMELA
Ya te he dicho que no los quiero.

RAIMUNDO
Venga amor, no seas así…

Viendo que Clara le apremia.

RAIMUNDO
Ahora mismo vengo y seguimos hablando.

CARMELA
¿Quieres que te prepare algo de comer? Pareces cansado y tienes muchas ojeras.

RAIMUNDO
¿Quedan pimientos rellenos?

CARMELA
Ahora te los preparo.

RAIMUNDO
Gracias.

CARMELA
¿No me vas a dar un beso?

RAIMUNDO
Luego.

CARMELA
Te va ha preparar los pimientos tu puta madre. ¡Cabrón!

Raimundo se acerca hasta Carmela e intenta besarla pero ella le aparta la cara. Raimundo se da por vencido y se aleja de la barra para ir donde está esperándole Clara. Juntos se dirigen hacía una especie de reservado.


Continuará

viernes, 19 de febrero de 2010

HOY EN MADRID

PRESENTACIÓNEES CONTRAPOESÍA


RELATO DE MI AMIGO THORNTON

MONAGUILLOS
Era un hombre culto y sin embargo muy religioso. Todas las mañanas de todos los días acudía a primera hora a misa. Se le ocurrió que siendo padre de siete hijos varones y teniendo casualmente la semana siete días, sería una buena idea que cada día uno de sus hijos ayudara al cura a decir la misa.

Los hijos no tuvieron más remedio que acatar esa decisión, eran los años sesenta y la costumbre en aquellos años era la de obedecer ciegamente a los padres.
Bautizaron la ocurrencia del padre como si de una película de terror se tratara, era su pequeña venganza, su tímida rebeldía: El crimen de las siete.

Cada día, a esa hora, el padre se disponía a ejecutar al forzado madrugador. El resto de hermanos oían las blasfemias del condenado y suspiraban tranquilos sabedores de que esa mañana no oficiarían de monaguillos.

Hacían sus trueques, cambiaban sus turnos, como hacen los médicos en los hospitales. Alguna vez hubo hasta dinero de por medio, como si de una bula se tratara. Una vez en el altar se transformaban: Suscipiat Dominus sacrificium de manibus tuis ad laudem et gloriam nominis sui…Nunca más pisaron una iglesia.

PUBLICADO POR THORNTON
http://clubthornton.blogspot.com/

jueves, 18 de febrero de 2010

RELATO DE "PUTAS"

LA YONQUI
Llevaba siete horas custodiando el callejón y ése era su primer cliente, un viejo camionero borrachín con el que había tenido trato de vez en cuando. Llegaron a un acuerdo y después de que la pagase se fueron al fondo del callejón y llegaron junto a la carrocería oxidada de un coche abandonado. Él la empujó sobre el capo del coche, hizo que se diese la vuelta, le bajó las bragas y la penetró desde atrás. Ella se resignó a las embestidas y pensó que en cuanto terminase se iría directa a por su dosis de droga. Su cuerpo acusaba la abstinencia con calambres y espasmos. Afortunadamente para ella su cliente interpretó que los temblores obedecían a su rotunda virilidad. Ella estaba tan preocupada por la falta de droga que no se dio cuenta de que su cliente había empezado a sodomizarla. Cuando cayó en la cuenta pensó con mente de empresaria y aplicando términos financieros llegó a la conclusión que “un griego” era más caro que un polvo a secas.

- ¡Hey, tío! Darme por el culo te costara cinco euros más.
- No te lo crees ni tú – dijo el cliente sin dejar de menear las caderas.
- ¿Tú de qué vas? O me los pagas o la sacas ahora mismo.

En ese momento el cliente llegó al orgasmo…
La puta salió del callejón maldiciendo. Torció y se internó en una estrecha e inmunda callejuela. Caminó tratando de esquivar los charcos negros y pestilentes del asfalto. Eran las traseras de una calle principal donde estaban los bares y restaurantes de moda de la ciudad. En la sucia y oscura callejuela había repartidos varios grupos de contenedores de basura. Cada grupo estaba separado unos metros del otro. Los gatos y las ratas, ambos del mismo tamaño, rebuscaban entre la basura de los restaurantes. El olor a podrido de los restos de las comidas envolvía el lugar, pero eso era lo que menos preocupaba a la puta. Su única preocupación en esos momentos era conseguir droga. Caminaba con paso decidido a pesar de los continuos escalofríos. Sabía que con el dinero que llevaba encima sólo iba a conseguir lo justo para quitarse el “mono” de encima y que pasadas un par de horas se vería perseguida por el mismo problema, pero lo importante era conseguir cuanto antes la droga, por poca que fuera. Luego ya pensaría qué hacer. Además, siempre podía volver al callejón en busca de más clientes. Al pasar por delante de unos de los contenedores le pareció escuchar una especie de gemido. Un instinto que estaba por encima de su abstinencia la obligó a detenerse y a aguzar el oído. Efectivamente había algo dentro del contenedor que emitía lo que podría llamarse unos quejidos. En un principio creyó que era una cría de gato. Pensó que tal vez podría sacar algo por el cachorro. Recordaba que la pareja de camellos a los que iba a comprar la droga tuvieron una gata que luego desapareció, tal vez quisieran hacerse con otra mascota. Abrió el contenedor y cual fue su sorpresa al ver que se trataba de un recién nacido que aun conservaba su cordón umbilical. Estaba desnudo con el cuerpo manchado con restos de basura, sangre y placenta. Lo cogió y enseguida notó que el cuerpecito apenas emitía calor. Se quitó la chaqueta, lo envolvió con ella y trató de meterlo en el bolso que llevaba colgado del hombro, pero no cabía así que decidió llevarlo en brazos. Sus camellos eran gente de contactos y podría interesarles el bebé. Seguramente podrían sacarle unos cuantos miles de euros. Ella sabía que había matrimonios que no podían tener hijos y que estaban dispuestos a pagar una buena cifra por agenciarse uno. Después de esos pensamientos se sintió esperanzada. Si se lo hacía bien y jugaba sus cartas con cabeza podría conseguir una buena cantidad de droga a cambio del bebé, la suficiente como para no tener que preocuparse en una buena temporada. Aceleró el paso, quería llegar cuanto antes a casa de sus camellos para hacer el intercambio y llevarse toda esa droga con ella. No podía creerse la suerte que había tenido al encontrarse al bebé. Estaba dichosa y feliz, ya se veía regresando a casa con una buena cantidad de heroína en su poder. Sentía tan cerca la droga que sus escalofríos y temblores apenas la afectaban. Por fin llegó al barrio donde vivía la pareja de camellos. Era una urbanización a las afueras de la ciudad, con casas de una sola planta y jardín trasero. No era un mal sitio para vivir. La puta se dirigió a una de las casas, la bordeó y entró en el jardín. Se acercó a la puerta trasera y llamó. Fue Carol la que abrió.

- Hola Carol – dijo la puta con voz cantarina.

Carol era una mujer de unos treinta años, extremadamente delgada, guapa a pesar de estar esquelética, pelirroja y además tenía los brazos totalmente tatuados.

- Ah, eres tú – contestó Carol sin ocultar su desprecio hacia ella.

Y volvió al sofá donde estaba sentada viendo en la televisión una película de Joselito. La puta entró y cerró la puerta. Se entraba directamente al salón, que era bastante amplio y estaba separado de la cocina por un mostrador. Víctor, que estaba totalmente ciego de setas, estaba al fondo del salón tratando de montar una pista de Scalextric. Fumaba de un porro de hierba y la estancia entera apestaba a marihuana. Víctor tenía cuarenta y pocos años, llevaba gafas y perilla que le daban un aspecto de intelectual chiflado. Estaba tan centrado en lo que estaba haciendo que no prestó ninguna atención a la llegada de la puta. Carol tampoco es que le hiciera mucho caso, es más, se había olvidado de ella desde el mismo momento en que se había vuelto a sentar en el sofá. La puta se quedó en el centro del salón sin saber muy bien qué hacer o qué decir. Finalmente se armó de valor y pronunció una frase:

- Os he traído esto.

Y apartó la chaqueta con la que cubría al bebé para que pudiesen verlo. Carol abandonó la vista del televisor y la puso sobre la criatura que mostraba en sus brazos la puta.

- ¿Qué coño es eso? ¿Un muñeco? – preguntó Carol.

Víctor seguía montando la pista de juguete sin hacerles el menor caso.

- No, es un bebé de verdad – respondió la puta.

Carol se levantó del sofá y avanzó hacia la puta. Cuando estuvo delante examinó al bebé.

- ¡Joder…, pero si está muerto! – dijo Carol horrorizada.

La palabra “muerto” llamó la atención de Víctor y dejó de lado la pista de juguete para centrarse en lo que estaban hablando las mujeres. La puta inspeccionó al bebé. Tenía la piel azul y las corneas de sus ojos parecían que se hubiesen secado, dándole un tono grisáceo.

- Se ha debido de morir por el camino – admitió la puta.

Se sintió decepcionada ya que no iba a poder sacar ningún provecho del bebé. De pronto su síndrome de abstinencia se volvió más intenso y los temblores se adueñaron de sus manos.

- ¿Es tuyo?- preguntó Víctor acercándose para poder ver el cadáver.
- ¿Te refieres a qué si el niño es mi hijo?

Víctor asintió con la cabeza sin dejar de observar el cuerpo del bebé.

- No, lo encontré en un contenedor de basura – respondió la puta.
- ¿Y para qué coño lo has traído a esta casa?- dijo Carol.
- Pensé que podríais venderlo a algún matrimonio que quiera un hijo y no pueda tenerlo.
- Esta tía es gilipollas… ¿Quieres buscarnos la ruina?- dijo Carol.
- Yo pensé que…
- Tú qué coño vas a pensar si tienes el cerebro de un mosquito… Quiero que tú y esa cosa que has traído os vayáis fuera de aquí ahora mismo – dijo Carol señalando con el dedo la puerta de la calle.

La puta temió que se iba a quedar sin droga y empezó a sentirse enferma.

- Igual os puede servir para vender alguno de sus órganos – insistió la puta.
- ¿Vender alguno de sus órganos? Pero… ¿Tú quién te has creído que somos? – dijo Carol malhumorada.
- Yo…
- ¿No me has oído? Te he dicho que te largues.
- Traigo algo de dinero. ¿Me podéis pasar medio gramo?
- No. Vuelve cuando te hayas deshecho del bebé – concluyó Carol.

La puta pensó en cómo librarse del cadáver. Lo haría echándolo a las aguas del río, afortunadamente para ella el río estaba a cinco minutos andando. En menos de diez minutos estaría de vuelta y podría conseguir, al fin, su droga. Luego cayó en la cuenta de que sería más rápido tirarlo al primer contenedor que viera. Carol deseaba que la puta saliese cuanto antes de la casa y con ella el bebé muerto. Víctor, ebrio como estaba por los efectos de las setas que se había comido, no podía apartar la vista del pequeño cadáver, le fascinaba aquel recipiente vacío de vida.

- ¿Puedo tocarlo? – preguntó Víctor a la puta.
- Claro – dijo la puta pasándole el cuerpecito.

Víctor lo cogió y con los brazos estirados lo miró de arriba abajo. Le llamó la atención el trozo de cordón umbilical que colgaba de su tripa y empezó a soplar para que se moviera.

- ¿Qué coño estás haciendo? – le abroncó Carol.
- ¿No te parece alucinante? – dijo Víctor.
- Me parece repugnante – respondió Carol.
- ¿Qué dices?... Es…, es…
- Devuélvele “eso” y deja que se vaya. No soporto verlo más – insistió Carol.
- ¿Cuánto pides por él? – le dijo Víctor a la puta.
La puta había perdido toda esperanza de sacar provecho del bebé y la pregunta la pilló por sorpresa.

- Pues… no sé… Tres gramos.
- ¿Qué coño estás haciendo? Es que te has vuelto loco – protestó Carol.
- Te doy gramo y medio - dijo Víctor a la puta, haciendo caso omiso de las protestas de Carol.
- Te pago medio y me pasas dos gramos – sugirió la puta.
- Vale – aceptó Víctor.
- ¿Nos hemos vuelto todos gilipollas o qué mierda está pasando?- dijo Carol sin tener ni idea de lo que estaba haciendo su compañero.

Víctor le suministró a la puta dos papelinas de un gramo cada una. La puta las cogió, dejo un par de billetes sobre la mesa y rápidamente salió de la casa sin despedirse. Estaba tan necesitada de la droga que decidió pincharse allí mismo, en el jardín de la casa. Se ocultó detrás de unos arbustos y mientras preparaba sus útiles escuchó la voz de Carol que brotaba a través de las paredes de la casa:

- ¡Joder tío! No puedo creerme que le hayas dado a esa puta gramo y medio a cambio de esa mierda… ¿Se puede saber para qué quieres tú “eso”?
- Quiero meterlo en un bote de cristal y llenarlo con formol. Quedara de puta madre encima del la estantería del dormitorio.

La puta estaba tan ansiosa y le temblaban tanto las manos que apenas podía sostener la cucharilla en la que debía calentar y disolver la heroína.

- ¿Estás de coña? En el dormitorio no vas a ponerlo. No quiero ver esa cosa cada vez que me acuesto o me levanto. Además ¿qué pasa si un día entra la pasma?
- Te aseguro que si un día entra la pasma ésto es lo que menos me preocupa que encuentre.

La puta hacía esfuerzos por controlar su pulso. No quería derramar ni una sola gota del contenido de la cucharilla.

- De todas formas en el dormitorio no lo vas a poner. Y si lo pones yo me voy a dormir a otro sitio.
- Está bien, lo pondré en mi escritorio.

La puta tiró del émbolo de la jeringuilla y la droga fue absorbida por la aguja.

- ¿Y de dónde dices que vas a sacar el formol?
- Pues de una farmacia.
- Y en una farmacia te van a vender así como así un par de litros de formol…

Por fin, la aguja penetró en la vena y como en un orgasmo eyaculó la droga dentro.

CONCIERTO DE ÁNGEL PETISME

Ángel Petisme y los Hijos del Cierzo
Madrid. Martes, 23 de febrero.
Sala Galileo Galilei (C/Galileo,100). 21, 30 h.
Entrada: 10€ en taquilla. Reservas al 915347557 o terminado en 58.


Ángel Petisme y su banda, los Hijos del Cierzo, vuelven al foro para presentarnos las canciones de su reciente trabajo Río ebrio, elegido por la revista Efeeme entre los 20 mejores discos de 2009, y adelantarnos aromas y sabores de algo que ya se está cocinando.
Petisme ultima la salida para los próximos meses de un libro disco que contendrá, por una parte Under wood songs, 20 canciones inéditas (1987-1989), grabadas por Petisme y Los Sin Techo (un cuarteto eléctrico y vigoroso donde tocaba la guitarra Javier Vargas de la actual Vargas Blues Band) en los años previos a la salida del primer disco en solitario de Petisme La habitación salvaje. Por otra, El océano de las escrituras, una nueva edición revisada y corregida por el autor, del libro de poemas ya descatalogado publicado en 1989 por Ediciones Libertarias.
Para la ocasión -y como bonus track- Petisme está regrabando en estudio, acompañado por su banda y con la producción de Josu García, algunos temas inéditos de esa época.

“De la tierra de Buñuel y Labordeta, del Ebro, Goya y Agustina vino hace años a Madrid el inclasificable Ángel Petisme. Aquí se quedó para currarse una carrera musical llena de poesía y belleza. Medio canalla, rebelde, simpático, nocheriego y bohemio, es el único cantautor que usa un tranvía verde como medio de transporte, el único que se rige por el calendario zaragozano, y el único que se iría a vivir a Singapur, aunque antes recalaría de nuevo unos días en los campamentos de refugiados saharauis, donde ya estuvo cantando hace seis años, en el Bagdad que conoció días antes de la invasión yanqui, en la Cisjordania ocupada y expoliada que vivió en primera persona, o en la mexicana Ciudad Juárez donde contó las cruces rosas de las mujeres violadas y asesinadas. En su modestia, sin embargo, sólo dice ser uno más de los tantos Hijos del Cierzo que Aragón ha dado: Ángel Petisme.”
Fernando Iñiguez

"Pese a su doble faceta de poeta de larga y reconocida trayectoria (es el último premio Claudio Rodríguez), cuando enchufa la guitarra eléctrica Ángel Petisme diferencia perfectamente ambas disciplinas y sabe que la canción requiere de otros recursos literarios y se adapta a ello, firmando estribillos luminosos y pegadizos. Aún así, al roquero, la metáfora poética le sale a borbotones. En este nuevo disco los temas relatan cotidianidades de pareja, contemplan el paisaje social con mirada internacional pero con fuerte acento aragonés, y se echa la vista atrás para recordar la infancia y juventud pasadas en Zaragoza. Todo ello envuelto en pop de excelente factura, rock entregado e incluso notables aproximaciones al tan en boga folk-rock de raíz estadounidense."
Juan Puchades. Babelia, El País


"Así es la música de Ángel Petisme, bien enraizada en su tierra y llena de oxígeno y de lejanía. Una carrera que asiste al duodécimo registro con la misma frescura que se vio en el primero. Intimidad y combate, eso es lo que canta. Guerrilla elegantemente vestida, eso sí, por la producción de Joaquín Pardinilla, corte de pop-rock al uso con bordados primorosos en los coros, en esas guitarras calmadamente clásicas a lo J.J. Cale. Y todo ello, desgracias y esperanzas, tocado con una inmensa alegría, la alegría más serena, la que es pura sensualidad del alma."
César Prieto. Revista Efeeme

"A contracorriente del pop actual, las canciones de Petisme recogen esos acontecimientos que aparecen diariamente en la prensa: la desertización, la tragedia de Gaza, la corrección política o las hambrunas. También hay, por supuesto, la mirada introspectiva y romántica, además de versos cogidos prestados a Kavafis o a José Martí. Pero el cantautor maño no cae en el panfleto y adorna sus canciones con un buen uso de las estructuras del rock, el folk o incluso de los talking blues. Un disco hermoso con contenido envuelto en un atractivo continente."
Ricardo Aguilera, El Mundo


Río Ebrio, está a la venta en tiendas Fnac, El Corte Inglés, etc, y
vía internet en La Central Digital.

miércoles, 17 de febrero de 2010

EL OFICIO DE ILUSTRAR

(Dibujo de Pedro Espinosa)
Ilustradores participantes:
Elena Benito, Valle Camacho, Alicia Cañas, Octavio Colis, Pedro Espinosa, George Fournier, Jorge Frías, Carmen Hierro, Tito Inchaurralde, José María Lema, Jesús López - Araquistain, Begoña López Benito, Antonia Santolaya, Tris (Carlos Sacristán).

'El oficio de ilustrar' puede visitarse hasta el 10 de marzo, de lunes a sábado, de 18.00 a 21.00 horas, en el Centro Cultural Caja Rioja-Gran Vía. Logroño.

"LAS MUERTES DE KATRIUSKA" NUEVO LIBRO DE ADRIANA BAÑARES

JUEVES 18 DE FEBRERO


lunes, 15 de febrero de 2010

RELATO INÉDITO

EL MULADAR
Era sábado. Aquella mañana jugábamos a indios y vaqueros. José y Jesús eran los indios, yo el vaquero. Me tenían rodeado, a punto de capturarme. Mi única vía de escape era el muladar. Disparé mi colt cuarenta y cinco de plástico para cubrir mi retirada y monté en Látigo, mi caballo imaginario.

- Vamos amigo, sácame de aquí.

Látigo relinchó a modo de contestación. Levantó sus patas delanteras y luego galopó, raudo como el viento, hacia el muladar. Los salvajes nos persiguieron para darnos caza. Una lluvia de flechas cayó sobre nosotros, pero Látigo las esquivó todas y proseguimos con la huída. Con un poco de suerte conseguiríamos llegar al muladar. El muladar estaba situado a la entrada de un gran criadero de cerdos. Allí echaban diariamente los excrementos de los animales para que se secaran a sol y luego sirvieran de abono. Era una montaña de unos diez o quince metros de altura. Mil veces habíamos subido a esa montaña de mierda seca. Nos gustaba llegar a la cumbre y desde allí contemplar el mundo a nuestros pies. Guié a Látigo hasta la base de la montaña. Subí por la ladera de excrementos. Si conseguía llegar a la cumbre dejaría en clara desventaja a mis perseguidores y, además, serían un blanco fácil. Los excrementos eran recientes, pero no me di cuenta, ya que la primera capa era consistente y aguantó mi peso. Cuando hube dado unos pasos mis pies comenzaron a hundirse. Al principio no le di importancia, era normal hundirse un poco. Así que seguí con el ascenso. Empecé a preocuparme al hundirme hasta las rodillas. Cuando los excrementos me llegaron a la cintura comencé a sentir miedo. En ese momento José y Jesús llegaron a los pies del muladar. Por sus caras pude ver que la situación era grave. Intentaron ayudarme, pero desde donde estaban les era imposible. Jesús se puso a buscar un palo largo o algo a lo que yo pudiera agarrarme. José, por su parte, se quedó paralizado por el miedo, viendo como yo me hundía más y más. Las lágrimas le caían por su cara desencajada. La mierda me llegaba al pecho y seguía hundiéndome. Supe que iba a morir enterrado en mierda. Me imagine a mis padres y a mi hermana asistiendo a mi funeral y llorando delante de mi tumba. Cuando la mierda me llego al cuello hice pie. Sentir el duro suelo bajo mis pies fue la experiencia más agradable de mi corta vida. Un paso más arriba y estaría muerto. Lo peor había pasado. Ahora lo importante era salir de allí. Haciendo un gran esfuerzo conseguí alzar mi brazo derecho. Con la mano libre aparte unos cuantos plastones de mí alrededor y pude liberar el brazo izquierdo. Con las manos me fui abriendo camino y después de mucho escarbar, por fin pude salir. Mis amigos se sintieron felices y yo también. Nos hubiésemos abrazado de no ser por el pringue y hedor de mis ropas.

- Tu madre te va a dar una buena paliza. - dijo Jesús mirándome de arriba abajo con una mueca de asco.

José seguía llorando y no pudimos hacer nada para calmarlo. Al final, decidió irse a casa. Jesús y yo nos quedamos cerca del muladar.

- ¿Vas a ir así a tu casa?

La verdad es que parecía una mutación de barro, mejor dicho, de mierda. Arranqué unos cuantos matojos de hierba y traté de limpiarme lo mejor que pude. Imposible, aquello requería de abundante agua y jabón. Jesús seguía mirándome con la misma mueca de asco, diciendo:

- Tu madre te va a dar una buena.

A mí no me importaba. Cada bocanada de aire era un regalo y me sentía dichoso de seguir con vida. Según nos acercamos a casa, pude ver a mi madre hablando con una vecina en el jardín.

- Menuda te espera. - repetía Jesús una y otra vez.

A mí seguía sin importarme que mi madre me diera con la zapatilla. A mí, lo único que me importaba era que estaba vivo para recibir los azotes.

domingo, 14 de febrero de 2010

MICRORELATO PARA SAN VALENTIN

UN DOMINGO CUALQUIERA
Vivir sin códigos impuestos, bregando los días según van viniendo, sin forzarlos, dejándose llevar, sin oponer ninguna resistencia, dueño total de tu tiempo, acompañándolo al pasar, sintiendo su roce en la piel, sin horarios fijos, sin día ni noche, en una mezcla de ambos, con uno mismo, en soledad, sin dolor, sin pasión, sin altibajos, sin apurar los momentos, tirándolos a medias... Y de pronto, un domingo cualquiera, cambian el destino y la medida del tiempo. Sin quererlo, sin buscarlo, el amor llega en un improvisado domingo y todo cambia, todo se transforma y ya nada volverá a ser igual.

viernes, 12 de febrero de 2010

RELATO de PUTAS

EL DESPERTAR
Antes de recuperar la consciencia sintió un dolor que le recorrió el cuerpo entero. La sensación era terrible y a la vez que extraña, no sabía si era real o por el contrario estaba soñando. Notaba el dolor pero no podía moverse ni abrir los ojos. Era como si su cuerpo estuviera muy lejos del control de su cerebro. Tuvo la sensación de sobrevolarse a si misma en un viaje astral, de verse tirada en medio de ninguna parte. Quiso despertar de aquella pesadilla, pero no pudo. Luchó contra la somnolencia que inundaba su cabeza. Intentó agarrarse a algo que la llevase de vuelta a la realidad y se centró en el dolor. Poco a poco el dolor se fue situando en sitios específicos de su cuerpo, sobre todo en el cuello. A lo pocos minutos recuperó el sentido y pudo ir tomando conciencia de dónde estaba y de qué le había sucedido. Era de noche, estaba sola y desnuda en medio del bosque. No podía respirar. Quiso toser pero algo dentro de su boca se lo impidió. Amagó un par de arcadas. Con ayuda de las manos se sacó de la boca unas bragas, las suyas. Alguien las había metido allí con la intención de amordazarla. Alrededor del cuello llevaba firmemente atada una de sus medias. Con gran dificultad fue desatando el nudo y finalmente pudo librarse de la presión que la estaba ahogando. Llenó sus pulmones con el aire frío de la noche y notó como la vida volvía a su cuerpo. Intentó ponerse en pie pero un dolor extremo en la cadera se lo impidió. Apena podía ver, la oscuridad de la noche ocultaba los alrededores y no pudo identificar el lugar dónde se encontraba. Sintió miedo y quiso recordar, pero la confusión que reinaba en su cabeza era tal que ni siquiera se acordaba de su nombre. Por el rabillo del ojo pudo ver que tenía algunas hojas pegadas a la cara. Se pasó la mano por encima para despegarlas pero las hojas siguieron en su pómulo. Las fue cogiendo una a una y las fue arrancando. Estaban tan firmemente adheridas que fue como quitar trozos de esparadrapo. Era porque la sangre seca había actuado de pegamento. La sangre procedía de un corte en la base del cráneo. Palpó la cabeza con la yema de los dedos, tuvo que escarbar entre la maraña de pelo endurecido y apelmazado para dar con el corte. Parecía profundo. El dolor y el frío como únicos aliados para no volver a perder la consciencia. Hizo un nuevo intento por incorporarse. Esta vez se había preparado para la punzada de dolor y no la pilló desprevenida. Se agarró a unas ramas bajas que colgaban de un árbol próximo y gracias a su apoyo consiguió ponerse en pie. Un frío húmedo le bajó por el interior de sus muslos, se llevó una mano a la zona y vió horrorizada que era sangre. Sangre que le salía de la vagina. Debido al impacto de la sangre perdió el equilibrio y cayó al suelo. Un grito mudo salió de sus maltrechas cuerdas vocales. Se tanteó la vagina con las manos, buscando una herida que justificase la sangre derramada. Externamente no encontró nada. Suavemente introdujo sus dedos entre los labios vaginales y notó que tenía algo dentro. Por el tacto era sedoso y húmedo. Cogió de una punta y tiró. Poco a poco fue sacando su otra media. Al igual que en la boca, alguien se la había introducido allí con algún siniestro fin. Pero ¿Quién? No conseguía recordarlo. Cuando se hubo sacado la media, se dio cuenta que dentro había algo. Fijó su mirada hasta que pudo ver lo que era. Era el cadáver reseco de un gorrión. No le quedó otro remedio que vomitar. ¿Qué sádico demente era capaz de hacer una cosa igual? De golpe un pensamiento se impuso a los demás: Y si ese sádico estaba cerca y volvía para acabar con su vida. Tenía que salir de allí fuera como fuera. Su primer impulso fue escapar y se arrastró pasando por encima de sus vómitos. Cada movimiento le producía una serie de dolores agudos. La prioridad era escapar y siguió arrastrándose haciendo caso omiso de sus heridas y del daño que le causaban. Avanzó hacia la oscuridad como una culebra malherida. Algo llamó su atención, levantó la cabeza y vio a alguien enfrente. Por un instante temió que fuera su agresor, pero al fijarse reconoció su vestido. Estaba colgado de una rama, hinchado por el viento. Alargó el brazo y lo cogió. El vestido era ligero y apenas la resguardaría del frío de la noche, aun así era mejor que estar desnuda, así que con gran esfuerzo se lo puso. El vestido estaba rasgado por algunos sitios pero al ocultar su desnudez se sintió menos indefensa. Además acordarse y reconocer el vestido le daban esperanzas de recuperar la memoria. No paraba de sangrar y era primordial que encontrase ayuda antes de que se desangrase. Siguió arrastrándose, al rato encontró una rama que era ideal para utilizarla de muleta. La cogió y apoyándose en ella consiguió ponerse en pie. Debía tener rota la cadera porque cada vez que apoyaba uno de sus pies sentía un dolor intenso en la zona. Ayudándose con la rama fue desplazándose a través de la espesura del bosque. La rama era un buen apoyo y le serviría para defenderse en caso de peligro. No sabía si caminaba en círculos o en línea recta, no había forma de orientarse. Si al menos hubiese un punto de luz donde dirigirse. Clavó sus ojos en la oscuridad intentando dar con el reflejo de unos faros lejanos. Nada, todo era oscuridad. Giró trescientos sesenta grados y lo único que vio fue más oscuridad. Aguzó el oído en busca de cualquier sonido que delatase un resquicio de civilización, pero a parte del viento moviendo las ramas no escuchó nada que le indicase hacia dónde dirigirse. Emprendió la marcha sin saber muy bien si esa era la dirección en la que avanzaba antes de detenerse para echar un vistazo. Le era indiferente una u otra dirección, todas llevaban a la misma oscuridad. Siguió caminando con la ayuda de la rama. Tarde o temprano encontraría un camino o una carretera, sólo era cuestión de tiempo. De no ser porque seguía sangrando se habría tumbado entre la hojarasca a esperar la llegada del día. Se sentía tan cansada y dolorida que cada paso era una tortura. Después de un buen rato caminando a ciegas tuvo que recostarse sobre una roca para descansar. No tenía ni idea de cuanto tiempo llevaba caminando. Calculó que habría pasado más de una hora desde que recuperó el sentido, aunque también podrían haber pasado sólo cinco minutos. La incertidumbre de no saber dónde estaba y la ausencia de recuerdos que la pusieran en situación la tenían totalmente confundida y aterrada. Entre otras cosas, porque no necesitaba de recuerdos para saber que alguien había intentado matarla. Este sentimiento la hizo recordar una sonrisa, no un rostro sonriendo, no, recordó únicamente la sonrisa. La visión del recuerdo la puso en alerta, como si hubiera intuido la presencia de un depredador. Hizo esfuerzos por recordar algo más pero fue inútil. Se incorporó a pesar de dolor y el cansancio. El recuerdo de la sonrisa la había impulsado a seguir huyendo. Algo le decía que aquella sonrisa era la causante de que ella estuviese en esas condiciones. Según caminaba tiró del recuerdo de la sonrisa tratando de que le llegaran más imágenes. El esfuerzo se vio recompensado y a su cabeza llegó en forma de secuencia cinematográfica un suceso: Se vio a sí misma esperando en una carretera. Al rato llegó un coche negro que se detuvo a su lado. Ella se asomó por la ventanilla para hablar con el conductor. Dentro del vehículo estaba un hombre, pero no pudo identificarle porque la penumbra le ocultaba, tan solo pudo reconocer la sonrisa y una voz que le decía:

- ¿Cuánto cobras?

No quiso recordar más. Siguió avanzando en medio de la oscuridad con la esperanza de encontrar un camino que la sacase del horror.

http://www.scribd.com/RevistaGroenlandia