miércoles, 13 de abril de 2011

"LSD" MI RELATO EN AL OTRO LADO DEL ESPEJO (NARRANDO CONTRACORRIENTE)

LSD
En aquella época, estoy hablando de cuando yo tenía veinte y pocos años, en aquella época, digo, lo habitual era que los fines de semana nos comiésemos un cuarto de tripi. Aquel sábado en concreto nos comimos medio cada uno. Me refiero a Gonzalo, a Joaquín y a mí. Los tres compartíamos piso y a base de convivir nos habíamos hecho amigos. Eran las diez de la noche y calculamos que la droga nos subiría a eso de las once. Nos apresuramos a salir de casa. Oscar y Ojeda nos esperaban abajo, en la calle. Ambos eran amigos de Joaquín. A mí personalmente no me caían bien pero Oscar disponía de coche y eso les hacía soportables.
Teníamos que viajar hasta Oyón, un pueblo a siete kilómetros de Logroño. Allí vivía un camello que nos pasaba polen de buena calidad a precio decente.
Llegamos al pueblo y aparcamos detrás del frontón.
Adquirido el polen, partimos de vuelta a Logroño. Al aproximarnos al cementerio que está situado al lado de la carretera le dije a Oscar que se desviase hacia los aparcamientos de enfrente. Quería fumarme un canuto entre los nichos y esperar a que el tripi nos subiera allí. A todos les pareció buena idea. Aparcamos, nos dirigimos a la tapia del camposanto y la saltamos. Anduvimos entre las tumbas hasta que encontramos un mausoleo rodeado de una valla metálica cubierta de enredaderas y maleza. Era un sitio íntimo y agradable. Nos sentamos en la escalinata cubierta de musgo y nos pusimos a liar canutos. Mientras fumábamos pude apreciar cómo las pupilas de Gonzalo se iban dilatando hasta ocupar toda la córnea. Yo también empecé a notar los efectos del LSD. Había llegado la hora. ¿Cómo describir la subida de un ácido? Sin duda es de esas cosas que tienes que probarlas para saber de qué estamos hablando. De primeras, los sentidos se intensifican por diez. Ves resplandores extraños, te llegan sonidos que son imperceptibles. El tacto, de tan sensible, capta texturas hasta entonces desconocidas. Cualquier cosa te puede producir un ataque de risa. El cerebro es estimulado por mil sensaciones inéditas. Todo es nuevo, pero a la vez conocido. Es como viajar a una dimensión paralela...

Así empieza mi relato en Al otro lado del espejo (Narrando Contracorriente)

1 comentario:

mjromero dijo...

Se me había olvidado darte la enhorabuena por las antologías.
Un abrazo.