LITERATURA RANDOM HOUSE, Marzo 2017
La nueva novela del norteamericano Donald Ray Pollock
es un western que se mueve en el territorio de McCarthy, Faulkner y O'Connor, y
que mezcla la sátira con saludables dosis de violencia cinematográfica al más
puro estilo de Peckinpah, Tarantino o los Cohen.
Fragmento:
En 1917, mientras otro
agosto infernal empezaba a tocar a su fin en la frontera que separa Georgia y
Alabama, Pearl Jewett despertó una mañana antes del amanecer a sus hijos con un
ladrido gutural que sonó más animal que humano. Los tres jóvenes se levantaron
en silencio de sus rincones respectivos de la cabaña de una sola habitación y
se pusieron la ropa mugrienta y todavía húmeda del sudor de la jornada
anterior. Una rata sarnosa y cubierta de costras se metió correteando en la
chimenea de roca, haciendo caer trocitos de mortero sobre el frío hogar. La luz
de la luna se filtraba por las rendijas de las paredes desvencijadas de troncos
y yacía en forma de finas franjas lechosas sobre el suelo de tierra roja.
Tocando casi el techo bajo con las cabezas, sus hijos se congregaron en el
centro de la habitación para desayunar y Pearl le dio a cada uno de ellos una
insulsa torta de harina con agua, frita la noche anterior en un grumo de grasa
sobrante. No habría nada más que comer hasta la noche, cuando a todos les
correspondería una ración del puerco enfermo que habían sacrificado en
primavera, junto con una cucharada de mejunje de patatas hervidas y verduras
silvestres servida en platos de latón mellados con una mano que nunca estaba
limpia y de una olla que no se lavaba nunca. Salvo por las lluvias ocasionales,
todos los días eran iguales.
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