Un tema llevó a otro y al final la conversación derivó en la fecha de caducidad del amor en pareja.
- Yo no voy a dejarte nunca. – dijo ella, entornando la mirada.
- Entonces, lo haré yo.
- Pero, ¿por qué?
- Porque es ley de vida. Nada es eterno y menos el amor. Yo ahora te quiero mucho, con toda mi alma. Pero no sé cuanto tiempo durará... Lo que sí sé, es que un día, uno de los dos tomara la decisión de seguir otro camino.
- Intentemos que no sea así
- Pero es así.
- Mis padres llevan más de cuarenta años juntos.
- Tus padres, al igual que los míos, no se soportan, sólo la fuerza de la costumbre y su educación hacen que sigan tolerándose, pero estoy seguro de que dejaron de amarse hace tiempo. Como la mayoría de los matrimonios.
- No se puede hablar contigo. Lo ves todo de color negro.
- ¿Y qué quieres que le haga? Las cosas son así.
- Las cosas hay que tomárselas con ilusión.
- Para luego llevarse una gran desilusión.
- No quiero seguir hablando contigo.
- Eres tú la que has sacado el tema.
- Pues vamos a dejarlo.
Ella se levantó del sofá y salió del salón dando un portazo.
- No tienes porqué dar portazos. – remató él.
Se encerró en el WC, estaba muy cabreada: Sintió ganas de romper algo, de gritar como una loca. Al rato salió, se fue al armario, cogió dos maletas y las llenó con sus cosas. Cuando terminó, recogió su bolso y las maletas y se dirigió hacia la puerta de entrada. Él salió para ver qué pasaba.
- ¿Dónde vas con eso?
- A buscar a alguien que crea en las relaciones duraderas, a alguien con quien compartir un futuro. – dijo recalcando la palabra “futuro”.
Él creyó que todo aquello era un farol y no se lo tomó en serio.
- Suerte con la búsqueda. – le deseo irónicamente.
Ella salió de la casa decepcionada y dolida, esperaba que él la hubiera detenido, pero no fue así. Él la observó alejarse desde la ventana, convencido de que su marcha era una pantomima y que en pocos minutos volvería con las orejas gachas.
Al principio no sintió gran cosa, pero según fueron pasando las horas empezó a preocuparse. Era demasiado tarde.
- Yo no voy a dejarte nunca. – dijo ella, entornando la mirada.
- Entonces, lo haré yo.
- Pero, ¿por qué?
- Porque es ley de vida. Nada es eterno y menos el amor. Yo ahora te quiero mucho, con toda mi alma. Pero no sé cuanto tiempo durará... Lo que sí sé, es que un día, uno de los dos tomara la decisión de seguir otro camino.
- Intentemos que no sea así
- Pero es así.
- Mis padres llevan más de cuarenta años juntos.
- Tus padres, al igual que los míos, no se soportan, sólo la fuerza de la costumbre y su educación hacen que sigan tolerándose, pero estoy seguro de que dejaron de amarse hace tiempo. Como la mayoría de los matrimonios.
- No se puede hablar contigo. Lo ves todo de color negro.
- ¿Y qué quieres que le haga? Las cosas son así.
- Las cosas hay que tomárselas con ilusión.
- Para luego llevarse una gran desilusión.
- No quiero seguir hablando contigo.
- Eres tú la que has sacado el tema.
- Pues vamos a dejarlo.
Ella se levantó del sofá y salió del salón dando un portazo.
- No tienes porqué dar portazos. – remató él.
Se encerró en el WC, estaba muy cabreada: Sintió ganas de romper algo, de gritar como una loca. Al rato salió, se fue al armario, cogió dos maletas y las llenó con sus cosas. Cuando terminó, recogió su bolso y las maletas y se dirigió hacia la puerta de entrada. Él salió para ver qué pasaba.
- ¿Dónde vas con eso?
- A buscar a alguien que crea en las relaciones duraderas, a alguien con quien compartir un futuro. – dijo recalcando la palabra “futuro”.
Él creyó que todo aquello era un farol y no se lo tomó en serio.
- Suerte con la búsqueda. – le deseo irónicamente.
Ella salió de la casa decepcionada y dolida, esperaba que él la hubiera detenido, pero no fue así. Él la observó alejarse desde la ventana, convencido de que su marcha era una pantomima y que en pocos minutos volvería con las orejas gachas.
Al principio no sintió gran cosa, pero según fueron pasando las horas empezó a preocuparse. Era demasiado tarde.
2 comentarios:
sin problem pepe para lo del poema, hay confianza y tu relato que decirte amigo, chapeau.
El creyo que era un farol, y ella, que minutos antes habia dicho que no le dejaria nunca, cogio la puerta y se marcho...
es muy bueno Pepe, lleno de sentimientos contenidos, de emociones controladas.
un abrazo
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