Salgo de casa. Necesito dejar atrás las neuras y el sentimiento de fracaso que envuelven las paredes del salón. Tomo el camino que bordea el río. Con suerte el aire frío de la noche me aclarará las ideas y revitalizará los pulmones. Observo la luna reflejada en las negras aguas que supuraban una sutil neblina, y a los árboles meciéndose a mi paso. Mi aliento me precede, se adelanta a mi zancada indicándome la dirección a seguir. Dos meses atrás, cuando caminé por esta misma vereda el croar de las ranas se fundía con los cantos de grillos y cigarras. Hoy la noche es silenciosa. Me fumaría un cigarro, pero por no sacar las manos de los bolsillos… Cada vez hace más frío. Gotas de rocío se condensan en las carcasas de las farolas, son lágrimas de oro que caen a mis pies. Oigo un batir de alas y levanto la cabeza para ver la majestuosa silueta de un búho buceando bajo las estrellas. Toda esa belleza esconde una mortal estrategia de caza. El depredador exhibiendo maestría, a la espera de que la presa quede subyugada por su embrujo. Finalmente me enciendo el cigarro y dejo que el humo y la nicotina se mezclen con el vapor de mis pulmones. El viento golpea las copas de los chopos al llegar a lo alto de la colina. Quiero apretar los dientes con fuerza, hacerlos rechinar, pero me conformo con un escalofrío cobarde. Paso por debajo del puente de hierro y de inmediato recuerdo cuando era un niño y cruzaba este mismo puente para acudir a las piscinas municipales. Amparado por la nostalgia del momento lanzo la colilla al suelo, con rabia, y la pisoteo como si fuera un gusano inmundo. Debes calmarte - me repito. Es mejor calmarse. Me hago caso y continúo andando. Las piernas me pesan, avanzo hasta un banco próximo y dejo caer todo el peso de mi cuerpo sobre él. Debes aprender del búho, de su paciencia – me digo. Él sabe lo que se hace. Lleva miles de generaciones haciendo lo mismo, por algo será. Aprende de él. Hazlo.
Hace demasiado frío para quedarse sentado. Me levanto y sigo andando. Al acercarme de nuevo al río, veo que la niebla es más espesa que antes, oculta la corriente creando otra por encima, más etérea y extraña. Dan ganas de sumergirse en ella, en vez de eso sigo caminando hacía unas estructuras artificiales, una especie de torres construidas para que las cigüeñas hagan sus nidos en las copas. Distingo a varias cigüeñas allá arriba. Finjo que sujeto una escopeta, apunto a una en concreto y… disparo. Aunque el ave sigue en su nido, yo me la imagino cayendo al suelo, muerta. Me dejo de pantomimas y tomo una de las sendas que se adentran en el parque. Arrastro los pies haciendo crepitar la grava, dejando dos líneas paralelas a mi espalda. Heridas en el camino, arañazos, quizá venas. Todo es confuso ahora. Ni siquiera el frío glacial consigue espabilarme. Miro la luna y echo de menos el sol de verano, de aquellos veranos cuando era niño y cruzaba el puente para ir a bañarme en las piscinas municipales. Entonces la vida tenía sentido, merecía la pena vivirla. Luna insensible, pareces el agujero de un desagüe, me das asco. Escupo hacía ella, pero la gravedad está de su parte. Maldita noche. Me gustaría calentarme pero la idea de volver a casa me crispa, allí me espera un folio en blanco, desafiante, una página virtual en el ordenador. Si al menos pudiera escribir una frase que diese lugar a otras. Pero soy incapaz de plasmar una sola palabra. Mejor seguir caminando. Cruzo los brazos sobre el pecho y me froto las manos por los hombros. Estoy aterido, necesito que la sangre circule por mi cuerpo así que sigo andando. Eso es, adelante, fija un punto en la oscuridad y avanza hacía él. Un paso más, sigue así, un pie después del otro, tranquilo, no hay prisa. Tarde o temprano llegarán las ideas, solo tienes que ser paciente y estar atento, como el búho.
Hace demasiado frío para quedarse sentado. Me levanto y sigo andando. Al acercarme de nuevo al río, veo que la niebla es más espesa que antes, oculta la corriente creando otra por encima, más etérea y extraña. Dan ganas de sumergirse en ella, en vez de eso sigo caminando hacía unas estructuras artificiales, una especie de torres construidas para que las cigüeñas hagan sus nidos en las copas. Distingo a varias cigüeñas allá arriba. Finjo que sujeto una escopeta, apunto a una en concreto y… disparo. Aunque el ave sigue en su nido, yo me la imagino cayendo al suelo, muerta. Me dejo de pantomimas y tomo una de las sendas que se adentran en el parque. Arrastro los pies haciendo crepitar la grava, dejando dos líneas paralelas a mi espalda. Heridas en el camino, arañazos, quizá venas. Todo es confuso ahora. Ni siquiera el frío glacial consigue espabilarme. Miro la luna y echo de menos el sol de verano, de aquellos veranos cuando era niño y cruzaba el puente para ir a bañarme en las piscinas municipales. Entonces la vida tenía sentido, merecía la pena vivirla. Luna insensible, pareces el agujero de un desagüe, me das asco. Escupo hacía ella, pero la gravedad está de su parte. Maldita noche. Me gustaría calentarme pero la idea de volver a casa me crispa, allí me espera un folio en blanco, desafiante, una página virtual en el ordenador. Si al menos pudiera escribir una frase que diese lugar a otras. Pero soy incapaz de plasmar una sola palabra. Mejor seguir caminando. Cruzo los brazos sobre el pecho y me froto las manos por los hombros. Estoy aterido, necesito que la sangre circule por mi cuerpo así que sigo andando. Eso es, adelante, fija un punto en la oscuridad y avanza hacía él. Un paso más, sigue así, un pie después del otro, tranquilo, no hay prisa. Tarde o temprano llegarán las ideas, solo tienes que ser paciente y estar atento, como el búho.
® pepe pereza
9 comentarios:
Qué buenísimo...
Un abrazo.
besazo
MUUUUUUUUY BUEEEENO!
HOY A LA TARDE ME LEÍ BASTANTES ENTRADAS!
Muuuy bueno!
hoy a la tarde me estuve leyendo bastantes entradas que me encantaron!
Un beeso!
gracias, Mara.
Un beso
Muy bueno, Pepe.
Si no te importa, me lo llevo a mi blog (habla ahora o calla para siempre).
Un besazo.
todo tuyo, Luisa.
besazo
Desde el blog de Luisa salto al tuyo a través de este relato tan intenso, pero escrito tan sencillo que no te deja respirar mientras lo lees.
Sientes el frío, la niebla, los pasos y el corazón corriendo por dentro.
He estado leyendo por aquí, Pepe, hay mucho talento.
Un beso,
Tesa, muchas gracias.
un beso
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