Portada de PEDRO ESPINOSA
Desconozco si al coleccionista biográfico le atraería
una nota que dijese algo así como: Pepe Pereza, escritor español nacido en
Guijuelo, Salamanca, y afincado en Logroño. Combinó sus primeros trabajos
literarios con labores tan dispares como la de actor, operario en una fábrica
de estructuras metálicas y en otra de envasado de refrescos; vendimiador
ocasional y temporero navideño travestido de Papá Noel, cristalero… Su obra más
importante, hasta hoy desconocida, es la novela autobiográfica Se ruega silencio.
En ella, el salmantino sigue haciendo gala de un estilo propio, natural y
desaflorado, basado en la ternura hacia sus personajes y con un magnífico
sentido de la espontaneidad. Menos aún sé, si esta nota sería del agrado de
cualquier lector al que le atraigan géneros literarios como el malditismo o el
realismo sucio… pero me da exactamente igual, ellos se lo pierden, porque
estamos ante un narrador que pertenece a otro reino más verídico y yo he tenido
el privilegio de leerle.
Gsús Bonilla
En el Valle del Kas a Septiembre de 2015
Si a alguien tengo siempre presente desde hace años al embarcarme en cualquier proyecto literario colectivo, lo mismo en las antologías que he coordinado que en el fanzine que edito, Vinalia Trippers, es al autor de esta novela, Pepe Pereza, para mí uno de los escritores mejor dotados de la narrativa actual española. Su prosa realista y sobria, su incisiva capacidad de análisis (que en ocasiones nos recuerda al mejor Raymond Carver) y el modo en que consigue involucrar al lector en sus textos haciéndole cómplice de sus vivencias, le convierten en un escritor tremendamente cercano, alguien de quien te puedes fiar y al que estás deseando siempre leer y escuchar, porque te identificas con él y habla tu mismo idioma. Y eso, precisamente, es lo que valida y hace trascender a la literatura autobiográfica: lograr que la experiencia personal refleje la colectiva. Lo comprobaréis, estoy seguro, leyendo este libro.
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