"La tarea consistía en
construir inmensas vigas de hormigón reforzadas con estructuras metálicas. Una
tarea dura y muy peligrosa. Todo lo que manejabas pesaba varias toneladas y
para hacerlo te servías de grúas elevadoras que se deslizaban por una serie de raíles
que estaban suspendidos del techo. Un fallo podía ocasionar una catástrofe.
Cuando una viga estaba colgada de la grúa había que poner mucho cuidado a la
hora de transportarla. Sobre todo se requería máxima atención al detener el
desplazamiento ya que la propia inercia de la viga hacía de ésta un gigantesco
ariete. Si la grúa se detenía cerca de una pared se corría el riesgo de que la
viga, al balancearse, la golpease. Lo pudimos comprobar un día que uno de los
operarios no calculó bien y una traviesa de quince metros golpeó uno de los
tabiques del almacén. Se produjo un gran estruendo. La mayoría de los cristales
saltaron por los aires. El polvo del techo, acumulado durante décadas, cayó
sobre nuestras cabezas y se extendió por todo el recinto llenándolo de una
neblina en la que apenas podíamos respirar. Por un momento, todos temimos que
el edificio se viniera abajo. Recuerdo que a la entrada del viejo almacén había
una nevera. No para guardar cervezas o refrescos, no. La nevera estaba allí por
si sufrías una amputación y tenías que conservar en hielo el miembro
seccionado. Al lado, había un cartel explicando los pasos a seguir en caso de
accidente. Esa nevera era un recordatorio del peligro real que te
rodeaba."
Este texto de Pepe Pereza en su
novela ‘Se ruega silencio’ (de próxima aparición en Ediciones Lupercalia) me ha
valido un potosí y me sirve para introducir VIGA, mi próximo cuaderno de
poemas. La verdad es que no sabes muy bien cómo algo que a escrito otro en otro
contexto totalmente diferente, sirve para descifrar tu propia propuesta, a la
hora de plantear un poemario, pues no son pocos los frentes donde han sucedido
los poemas que propones en él y están en otra dimensión narrativa e incluso
literaria. En cualquier caso mi amistad con Pepe tiene que ver mucho con el
destino y el azar, la paradoja es que no tiene nada que ver con la casualidad.
Nos buscamos y nos encontramos. Henos aquí.
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