jueves, 4 de noviembre de 2010

LIMPIEZA DE BAJOS XII - ALFONSO XEN RABANAL

Limpieza de bajos: negativo desenfocado de la imagen XII – Alfonso Xen Rabanal
Conocí a uno que, al igual que tú, estaba en el punto medio de un vacío… sin aristas, perpetuo. Al menos, así él lo creía. Su mirada era calor, presión que la Nada confería a sus movimientos. Su objetivo no era salir. No comulgaba con nadie. Ni consigo mismo… Simplemente, objetos de no se sabe bien dónde caían en su vacío y se enquistaban remolinando… algunos en él impactaban. Ese era el contacto con el exterior. Nunca lo buscó. Aunque siempre quisieron contar con él como una bandera en mitad del desierto a poseer, bandera para ondear… y olvidar el terreno conquistado.
Y esas sondas, objetos animados o no, eran sólo líneas que le circundaban sin llenar su vacío. Eran sonidos en la Nada y para ellos, de ellos, escribía y sus palabras ascendían en espiral. De la realidad salían que conocía de su vacío y la gente las escuchaba. Eran palabras surgidas de un mundo latente pero desconocido, por las leyendas sabido y por ello olvidado, palabras de un vacío que no aspiran a llenar el silencio, pero que mellan en su sinsentido. Son palabras que entenderán y entenderían, que fluyen del desierto, al vacío atañen. Palabras de sequía, que hablan, cincelan Luz… y en sombras mueren. Palabras… de un vacío que es el estercolero de los miedos.
Ese uno, creo recordar, al igual que tú caminaba como escuchando ladridos lejanos y perdidos en la montaña de un pasado… en el viento de la montaña del pasado… que se confunden, que nacen de la confusión, lejanos, ladridos por ladrar, que ya no conocen perro, nadie más escucha, a quien ya no está avisan, que se pierden en el vértigo, se sumen en el sueño, ese del olvido… Son ladridos a la puerta de un vacío.
Existen olas que no llegan a romper en la playa. Y ese uno, al igual que tú, creo, lo sabía. Por eso no buscaba moluscos en la orilla. Por eso, al igual que tú, te observo, se adentraba en el océano a veces sin saber nadar… y si sabía, que no lo sé, no lo hacía mal, a veces, nada mal. Pero ese uno un día partió las olas allí donde las vela el horizonte y sin más fue expulsado a tierra… El horizonte se le negó… Y empezó a escribir crónicas para decorar un vacío… Su vida era mar, desierto: ese vacío ya de él hastío… Tu herencia…
Su excomunión.

http://alfonsoxenrabanal.blogs.generacion.net/

No hay comentarios: