ELIGIENDO UN CAMINO
Acababa de cumplir dieciocho años. Mi pelo largo, muy largo y mi ropa extravagante le decían a todo el mundo que yo era el rebelde más insurrecto del planeta. Mis bolsillos daban cobijo a cuantas drogas caían en mi poder: hachís, speed, coca, LSD, pastillas... excepto heroína, todo lo demás era bien recibido. En esos tiempos la vida era maravillosa, incluso sin drogas, pero ya que las había las tomábamos. No sabíamos de límites. Todo era nuevo y las sensaciones se desvirgaban día a día. Todos los caminos estaban por andar, sólo era cuestión de elegir uno. Nosotros siempre elegíamos el de la diversión y el de la aventura. Padres y educadores nos prohibían hasta el respirar, mientras que nuestros escritores favoritos nos daban alas para volar por encima de todas las prohibiciones. Por supuesto, hacíamos oídos sordos de las palabras de nuestros progenitores y nos tomábamos al pie de la letra las enseñanzas de gente como Kerouac o Bukowski. Cuanto más nos prohibían los primeros, más caso hacíamos de los segundos. Éramos jóvenes y rebeldes ¿qué otra cosa podíamos hacer?...
Así empieza mi relato en BEATITUD – Visiones de la Beat Generation.
4 comentarios:
Claro ¿qué otra cosa se puede hacer cuando se es joven?
La mayoría de los jóvenes ya no leen, ni tienen enseñanzas que seguir, ni héroes, ni villanos a quien amar u odiar.
No les importa nada que no sea su yo inflado y la paga semanal de los domingos.
Son cómo niños cabroncetes.
¡Joder qué humanidad esta!
Un buen comienzo para un magnífico relato.
Espero que el libro tenga la difusión que, sin lugar a dudas, merece.
Un besazo, Pepe.
Tengo unas ganas terribles de hacerme con Beatitud. He visto en el blog de Vicente Muñoz que se presentará la semana que viene en Logroño, pero no podré moverme de Valladolid hasta Semana Santa :(
aúpa, colega
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