viernes, 3 de junio de 2011

LEONARD COHEN PINCIPE DE ASTURIAS DE LAS LETRAS

Leonard Cohen obtuvo el Príncipe de Asturias por sus letras
El músico y escritor canadiense es un símbolo de la contracultura norteamericana y ferviente admirador de García Lorca.
No es la primera distinción que este poeta brillante recibe en una trayectoria literaria que inició en sus años de adolescencia. Pero sí, quizá, la que más le toca el corazón. Porque proviene de España, el país de su admiradísimo Federico, de esos ritmos flamencos que influyeron su decir y su música y que lo llevaron a escribir “¡Aquí estaba mi mundo. Aquí estaba mi paisaje!” cuando descubrió los versos del enorme poeta granadino.

Sin embargo, el mundo hispano conoció tarde su faceta literaria. Siempre fue más reconocido como músico y pocos sabían que ese cantante y compositor de culto, ese trovador de voz cavernosa, era también un poeta y narrador excepcional que exploraba con profundidad y belleza todas las grandes cuestiones del ser humano. La poesía siempre quiso ser música. Y su pluma, su voz inconfundible y todos los sonidos de su alma se fundieron en una unidad inalterable que le aportó un sello inconfundible a sus creaciones.

“El inevitable paso del tiempo, las relaciones amorosas, la tradición mística de Oriente y Occidente y la vida contada como una balada interminable configuran una obra identificada con unos momentos de cambio decisivo a finales del siglo XX y principios del XXI”, destacó el jurado reunido ayer en la ciudad de Oviedo al declarar a este autor de 76 años como “uno de los más influyentes de nuestro tiempo”.

Pasión lorquiana

Creador de temas tan conocidos como “Suzanne”, “Last year's man”, “So long Marianne” y “I'm your man”, entre cientos, además de poemarios como “The favourite game”, “Everybody Knows” o “Parasites of Heaven”, menos conocidos, este símbolo de la contracultura norteamericana recibió un premio que le llega de España, el país del poeta Federico García Lorca, a quien tanto admira.

Tal es la devoción de Cohen por el poeta granadino que una de sus hijas se llama precisamente Lorca. Y en el prólogo del tema que dedicó a Federico, “Take This Waltz” (ver letra aparte) escribe que cuando leyó sus versos por primera vez sintió una conexión inmediata y trascendental con el universo lorquiano.

De enorme profundidad poética, Cohen se volvió una de las voces icónicas de la marginalidad desde que comenzó a escribir poemas a los 16 años. A los 22 publicó su primer título, “Let Us Compare Mythologies”, también inspirado en el autor del “Romancero Gitano” y, en 1961, publicó su segundo libro, “Spice Box of Earth”, para pasar a su primera novela, “The Favourite Game”, en 1963.

Entre Europa y América

Nacido en Montreal el 21 de setiembre de 1934, Cohen es hijo de emigrantes judíos. Se licenció en Literatura en la Universidad McGill, Montreal, en 1955. Después se trasladó a Nueva York y, con el subsidio que recibió para escribir, comenzó a viajar por Europa.

Durante la década del 60 se marchó a Grecia, se instaló en la isla de Hydra, donde empezó a componer canciones, y vivió durante siete años entre Europa y América.

En 1963 publicó la primera de sus dos novelas, “The favourite game” (“El juego favorito”), y al año siguiente el poemario “Flowers for Hitler” (“Flores para Hitler”) del que el diario Boston Globe dijo: “James Joyce no ha muerto”.

La espiritualidad hecha música

Hacia 1966 Leonard regresó a América y entró en el mundo de la música con el cantante Judy Collins, quien grabaría dos de sus canciones más simbólicas: “Suzanne” y “Dress Rehearsal Rag”.

Al año siguiente, él mismo se presentó en público y fue contratado por Columbia. En 1967 lanzó su primer álbum, “Songs of Leonard Cohen”.

Tras una nueva temporada en Grecia, en 1969 volvió a los Estados Unidos y sacó su segundo álbum, “Songs from a room”, que fue un éxito, al igual que “Songs of love and hate” (1971), que lo confirmó como uno de los grandes.

Sus siguientes discos terminan de subirlo al pedestal de los grandes autores, con líricas complejas y referidas al amor, al sexo, a la religión y, en ocasiones, a temas específicamente políticos aunque tratados de modo ambiguo. “Live songs” (1973), “New Skin For The Old Ceremony” (1974), “Death of Ladies Man” (1977), “Recent Songs” (1979), “Various Positions” (1984) y “I'm your man” (1988) son títulos en los que su sensibilidad y profundidad espiritual elevan la musicalidad a alturas impensadas.

Pero el músico nunca dejó de caminar codo a codo con la actividad literaria y, entre disco y disco, publicó varios libros de poemas, entre ellos “The Energy of Slaves” y “Book of Mercy”.
A partir de ese momento y tras la promoción de su disco “The Future” (1992), el artista se retiró a un monasterio budista de Mount Baldy, un centro de meditación zen en California, donde residió casi siete años para convertirse en un monje.

Durante sus años de meditación también escribió cientos de poemas y canciones y, al salir del monasterio en 1999, comenzó a trabajar con Sharon Robinson, con quién grabó “Ten New Songs” (2001). Tres años después, fruto de la colaboración con la cantante de jazz Anjani Thomas, Cohen editó “Dear Heather”, hasta el momento su último y magistral opus de canciones nuevas.

En marzo de 2008 anunció su regreso a los escenarios y eligió para ello, como no podía ser de otro modo, el Festival Internacional de Benicàssim, en Valencia, España. Al año siguiente, inició en julio una gira de diez conciertos por la península ibérica y se vio obligado a suspender el de Valencia por un desvanecimiento en el escenario.

Actualmente, el artista reside en el barrio portugués de Montreal, su ciudad natal, donde continúa escribiendo (su última obra es "Poems and Songs", publicada este año) y ahondando como nadie en los temas del espíritu y del corazón.

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