Ilustración de PEDRO ESPINOSA
CANCIONES
Sabih se
quitó la camiseta frente al espejo. Unos arañazos secos cruzaban su espalda en
diagonal. Con fastidio arrojó la prenda sobre la cama. Conectó la radio. El
locutor anunció: “Roads” del grupo Portishead. Le encantaba esa balada. Se
tumbó a escucharla concentrándose sobre todo en los matices de la voz solista. Sabih
era músico. Tocaba la trompeta y estaba componiendo una pieza para integrarla
al repertorio de su grupo de jazz. Se había atascado y buscaba inspiración en
cualquier cosa que pudiera motivarlo. En esas llegó Elena. Hablaba por su móvil.
No le miró, lo que sí hizo fue acercarse hasta la radio y apagarla. Sabih se
levantó y la puso en funcionamiento. Ella se giró y desconectó el aparato. Él
quiso volver a encenderlo pero Elena lo cogió por el escroto y apretó con
fuerza. Cuando lo soltó, Sabih cayó al suelo. Sin dejar la conversación
telefónica, pasó por encima de él, entró en el baño y cerró la puerta. Sabih se
puso en pie dolorido, conectó la radio y se tumbó en la cama maldiciendo. Al
poco, salió Elena. Iba completamente desnuda. Hizo mención de quitar la música.
-
Deja la radio de una puta vez.
Elena se
encaró con él.
-
¿Qué coño te pasa?
-
Te dije que no quería señales y la última vez me
dejaste la espalda que parece un campo arado.
-
Déjame ver.
Le mostró los
arañazos. Ella acercó su mano. Parecía que lo fuera a acariciar, pero en el
último momento sacó las uñas y se las clavó. Él gritó de dolor y se apartó
cabreado. Elena soltó una carcajada.
-
Para que no vuelvas a decirme lo que puedo o no puedo
hacer.
Sabih notó
cómo un hilo de sangre bajaba por su espalda. Ella se tumbó en la cama.
-
¿Por qué no te
has desnudado todavía?
Se despojó
de pantalón, calcetines y calzoncillos. Elena abrió las piernas y con un gesto
le ordenó que le chupase el coño. Él así lo hizo. Al rato, ella cogió su bolso
y sacó un vibrador tamaño XL. Se lo metió en la vagina y seguidamente se puso a
cuatro patas.
-
Ya sabes lo que tienes que hacer.
Sabih le
introdujo el índice en el culo, lubricó el agujero hasta que pudo meter un
segundo y un tercer dedo. Por último se acomodó para penetrarla con el pene.
-
¡Métela hasta dentro!
Sabih apretó
las mandíbulas y empujó las caderas con rabia. Elena acompasó sus gemidos a las
embestidas de su amante y alternó el movimiento de la mano para darle uso al
vibrador. Estuvieron así unos minutos. Cuando Elena estaba a punto de correrse
se lo hizo saber.
-
Vete preparándote.
Sin dejar de
follársela Sabih se encendió un cigarro. Aspiró y soltó el humo sobre la yesca,
poniéndola al rojo.
-
Hazlo ahora.
Acató la
orden y apagó el cigarro en la espalda de Elena. Ésta al sentir el quemazo se
dejó ir y llegó al orgasmo. Sabih, al oler la carne quemada, sintió una nausea,
pero logró sobreponerse y mantener la erección. Ella se desacopló y empezó a
chuparle la polla. Por la radio sonaron los primeros compases de “One Way Street” de Mark Lanegan. Sabih se concentró en la canción, especialmente en
las notas que ejecutaba la guitarra acústica. Elena chupó y chupó hasta que en
un momento dado exigió su recompensa.
-
Dame tu lefa, cabrón.
Sabih había
estado bebiendo zumo de tomate durante todo el día porque había oído que le daba
buen sabor al semen. Finalmente eyaculó. Elena saboreó el esperma, lo notó más
dulce de lo habitual y eso le gustó.
Al rato,
ella se levantó de la cama y se vistió. Cuando terminó dejó unos billetes
encima de la cómoda y salió de la habitación. Sabih cogió el dinero y lo contó.
Sonrió satisfecho. Antes de volver a la cama se miró la espalda en el espejo.
Vio arañazos y sangre. Puso gesto de fastidio y maldijo a Elena. Subió el
volumen de la radio y se dejó caer en el colchón echándose los billetes por
encima. En ese momento el locutor anunció: “Game
of Doses” de Maika Makovski. Se
encendió un cigarro y se centró en las notas machacantes del bajo.
® pepe
pereza
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