pero, tú, Marat, ¿por qué caminos tan
dificultosos recorres la carrera del hombre libre, que de espinas han trabado
tu ruta antes de alcanzar el final? Era en medio de los tiranos que tú nos
hablabas de libertad
Marqués de Sade: Escritos políticos
1.
Primero
como autor, poco después como persona, conozco a Vic desde hace algunos años;
tampoco muchos, pero entiendo que son los suficientes como para tenernos el
aprecio justo para barajar dentro de las líneas que marcan las confianzas el
referenciarnos, cuando proceda, como mi amigo; el término “amigo” no es
gratuito, nunca lo es. No para mí. Me consta que también él pone el listón bien
alto.
Soy
aficionado al dulce y que un autor de la trayectoria y recorrido de Vicente
Muñoz Álvarez siga ofreciendo estos caramelos es para felicitarse, claro; pero
que te otorgue el privilegio de presenciar el proceso de su creación, que te
invite a participar en él, y encima, te encargue un prólogo para hospedarle en
lo que será su último libro es, como poco, para considerarse un suertudo;
especialmente cuando, como me pasa a mí, es complejo distanciarse de la
admiración que siente por alguien que una vez escribió en un poema que había
que hablar claro, gritar fuerte y no ser cómplice; versos que, desde
entonces, resuenan muy adentro y que tengo presentes cuando me enfrasco en
cualquier intento de poema, para el momento oportuno en el que la idea me ronde
por la cabeza.
Podría
decir, sin equívoco, que fue entre estos versos donde empecé a tomar su poesía
como unos de los pilares necesarios en mi ideario particular.
El
hecho de tener, o no, apego para con ciertas personas me lleva a veces a vivir
emociones que me cuesta horrores gestionar. Confundirlas. ¿Cuándo acaba el
autor y empieza la persona, o viceversa?
Qué
le vamos a hacer, cada cuál es como es, pero tomar conciencia de que la amistad
aporta los instrumentos necesarios para progresar en el hecho de vivir siempre
lo consideré otro puntal, también necesario, para formarte como persona o en
cualesquiera de los ámbitos, profesionales o no, que atañen a un individuo
dentro de una sociedad. Con Vicente Muñoz Álvarez me pasa que descubro
fascinado que mucho de parentesco y proximidad hay con él. Esa misma cercanía
de nuevo emana en este DÍAS DE RUTA suyo, donde para mí no es un
trabajo complejo reconocerse.
2.
De
manera que no me engañaré, ni os engañaré, valga mi prólogo como homenaje a un
tío que se está dejando los huevos en la literatura de este país, desde hace
casi dos décadas; embebido por los sumideros, reptando bajo cañerías, para
desembocar en las depuradoras que nos devuelven las aguas puras de la
literatura transparente. Un autor al que le importan un carajo los réditos, los
créditos y esas mierdas que tanto gustan a ciertos escribidores de orificios,
espumarajos y vaselinas. Alguien a quien respetar.
Habría
de decir, antes de todo, o poner sobre aviso, que lo que sucederá en este libro
desobediente, de ilímites y frontera, fuera de clasificaciones, es que su
lectura podría dar la sensación de que nos va a situar ante un diario de
sentimientos encontrados, más o menos organizados de algún modo; pero, como en
el sortilegio de las nubes, hay lugar a otra interpretación. Yo digo: que este
es un libro que va más allá del vómito.
Su
autor, en él, nos revelará la monotonía como existencia; un planeta propio
donde todo está previsto y ajustado, y en esa armonía la barbarie de la duda
que te turba, el temor ante una situación frente a la cual el individuo se
siente en peligro.
Aquí,
Vicente, tiene pues, interés por liberarse de esos sentimientos amargos y la
necesidad de buscar “nuevas alegrías” que le purifiquen:
¿Dónde
está el camino de baldosas amarillas?
Por
tanto, así lo entiendo yo, DÍAS DE RUTA más que un libro
convencional, ya sea de poemas, prosa, etcétera, es un tratado para con la vida
hoy, cuando el sistema capitalista se descompone como una oveja muerta a la
orilla del arroyo, que además, quizá te sirva para aprender a ver el lado
positivo de un todo. A mí, por ejemplo, me vale para universalizar el día a
día, desde lo pequeño a lo infinito, donde memoria y crítica hacen del amor un
ejemplo de fraternidad y compromiso:
LA
POESÍA, o aquello que a unos nos salva, y, supongo que en la misma proporción,
destruye a otros tantos.
3.
Es
en el verano de 2013 cuando my friend Vic me dio a leer el archivo digital
de DÍAS DE RUTA y a medida que iba visualizando los textos y
absorbiendo palabras, fui descubriendo a un hombre en continúa contradicción
con su interior; a vueltas con esa voz que nos regula los estados de ánimo, la
mucha o ninguna gana de vivir.
Y
encontraba a un tipo con la energía en modo off, decepcionado, superado;
como en un paisaje de inercia, con un horizonte de zozobra al fondo.
Intuí
el vacío. Visualicé el color negro, el humillo que despide el campo de batalla
cuando los bandos en guerra son uno propio, de blanco y negro, a la par, en el
transcurso de la contienda; el tiempo de la noche y el día enredado en igual
trinchera; uno que es, a la vez, los buenos y los malos; en definitiva tú mismo
a puñetazos contigo. Interiormente también vivo su incomprensión con relación a
lo que le sucede. Percibo los trazos del lápiz cuando se empiezan a crear
fantasmas con todo tipo de ideas, cuando se corre el riesgo de estar alejado de
sí, descentrado.
Asimilo
su dibujo y sitúo mi atención sobre su ser interno y concluyo que si a partir
de ahí, él acepta, al nivel del corazón, las experiencias de la vida -mientras
se protege- es que ya es tiempo de que se pase a otra cosa, que se cambie de
actitud si es que quiere mejorar la suerte. Con determinación:
Siempre
adelante/ me digo/ ya volverá/ la poesía/ ya llegará/ la ensoñación.
Subrayo,
me apropio del oxígeno que aún proyecta.
Tomo
apuntes, y escribo al margen como nota imprescindible que, una vez más, tengo
la fortuna de toparme con un autor que sigue vinculado a la piel. Un escritor
contracorriente y al otro lado del espejo y, para mi deleite, un poeta para
tempestades e intemperie.
4.
Me
considero un hombre y escritor esponja, fetichista y mitómano hasta la
médula..., nos apunta en uno de sus textos y me parece importante, como el
"to open-to close" de ojos que lo globaliza todo en este libro; como
la puerta abierta, con la que se inicia DÍAS DE RUTA que nos allana
el camino hacia la sinceridad; hasta la puerta cerrada, que lo concluye. No hay
exhibición, hay exposición: se arriesga. Entretanto se danza en otra melodía,
con su propia poesía y música distinta de fondo; caracteres distintivos de
autores relegados al país de las amnesias, a la cúspide de la ingratitud y el
desprecio, en definitiva, condenados al ostracismo. Es El Canto de la
Tripulación:
Olvidados.
Habilidosos
de la literatura, la música, el cine o la pintura.
God
save the Trippers
Bien
podríamos reunirlos, poco después, en este verso absoluto: mis/ amigos/
perros/ de la lluvia, del poema "Poetas", y que vosotros mismos iréis
descubriendo texto a texto, página a página, en el transcurso de DÍAS DE
RUTA. Todos ellos referentes y precisos compañeros en este viaje, de igual
manera que lo han sido a largo y ancho de toda su trayectoria como autor
disidente de la literatura oficial de este país; no en vano Vicente Muñoz
Álvarez es un autor con más de una veintena de libros publicados, donde se
puede constatar quiénes iluminan su obra; nutrida, y que abarca desde los años
90 hasta hoy; donde narrativa, ensayo, poesía, reseñas, fanzines y
libros colectivos, apuntalan su figura; la cual, no me cansa decir, admiro profundamente.
5.
Fascinación
entonces por esta bitácora personal, que no es tal, donde queda registrado el
dato de lo acontecido, la perspectiva y la ilusión; pero también la ira, el
desastre y la desesperanza.
Son
cuatro los apeaderos: “CAMPAÑA DE OTOÑO: Días de ruta”, “CUADERNO DE INVIERNO:
Una realidad aparte”, “CAMPAÑA DE PRIMAVERA: Babilonia en ruinas”, “CUADERNO DE
VERANO: Arte de la Ensoñación”, como dársenas en las que se sube o baja, y es
el clima y su conjunto quien condiciona el trayecto hasta el principio de ese
otro final, el ensoñado; ese fin en el cual arribar puro y cristalino y
originarse de nuevo.
He
aquí el arte de la ensoñación: DÍAS DE RUTA. Ni menos, ni más, que apostar
por las tres o cuatro cosas sencillas que verdaderamente nos hacen feliz, frente
a las siete u ocho que nos van jodiendo en nuestra cotidianidad... eso sí,
dejarse la vida necesariamente en el envite.
La
ruta y derrotero como el día a día en la vida de un representante de
calzado, para los que no lo sepáis, además de escribir vendo zapatos, soy
representante de calzado, que se prenda de la literatura con todo su
corolario; que ama a sus amigos, a quienes le rodean, con la correspondencia
lógica del sentido común; que venera a la vida como si fuese un Dios aparte,
inequívocamente de este mundo.
Era
Kerouac, Santo y devoción para Vicente Muñoz Álvarez, quien decía que la vida
es un país extranjero; yo hoy atiendo a un inmigrante, a un hombre al aire
libre; con su desnivel en la trocha, como senda abierta en la maleza.
Contemplo
ese horizonte al fin, más turbio que los orines de las escupideras del palacio,
cómo clarea.
Gsús
Bonilla; Diciembre de 2013, Pozos de Cabrera (León).
Prólogo
a Días de Ruta (Ediciones Lupercalia, 2014).
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