viernes, 26 de agosto de 2011

RELATOS - AMALIA MOSCA

EL GATO Y LA PALOMA
Desde la ventana veía el techo inclinado de la galería, sobre el descansa parte de la copa del limonero del vecino. Debajo de esa pequeña ramada los gatos tienen su escondite, a esta fría hora de la mañana, se extendían al sol sobre las tejas, unos lamían y relamían su pelaje, otros se hacían mimos con sus patitas. También llegaban a este lugar las palomas, parada obligada antes de bajar al patio a comer las semillas que caían de la jaula de los canarios. Todos los días sucedía lo mismo, nadie faltaba a la cita a cumplir su destino. El gato entre las hojas se acurrucaba y paciente esperaba, solo movía la larga cola, siguiendo un ritmo lento y ondulante, por momentos la levantaba amenazante con la punta doblada en medio círculo. La paloma llegaba, curiosa oteaba todos los espacios, espumaba sus plumas, acomodaba sus alitas y se arrojaba al césped... en ese instante, entre el envión y el vuelo saltaba el gato del follaje y la atrapaba. Solo un segundo la apretaba con la boca, mientras sus patas la apoyaban contra el piso, se quedaba inmóvil en esa posición, cuando la vida se escapaba de las fauces, las plumas daban su último estremecimiento quedando algo erizadas. Entonces el felino se llevaba lentamente su presa. El acto pasaba desapercibido para los habitantes del patio, se restablecía el tráfico de aves en el lugar, el aire se llevaba las plumas, y el gato descansaba debajo del follaje. Mañana continúa la lucha por la cadena alimentaria.


LO BUENO, LO MALO
Una mente abierta a los conocimientos, incluye la razón de todos ellos, lo bueno y lo malo. Cual es la pauta que nos muestra que es cada uno; en lo personal creo, es malo lo que daña y forma parte de la inquietud de una existencia. Lo bueno es como un manantial que no cesa de fluir y va asociado a la belleza y el bienestar. Como todo en este mundo es una opción frente a la vida. La maldad es insaciable, su opuesto la bondad tiene su fin en el acto mismo de lo bueno. La maldad puede ser sutil en su acción, lo que la hace más oscura, suele agazaparse y esperar, posee el don de la paciencia manejada por las riendas del odio. La bondad conlleva la paz y la alegría. Estas dos palabras, maldad y bondad, resumen la naturaleza humana, la encrucijada de la trascendencia.


RESCATANDO LOS RECUERDOS
Lentamente se acercó al lecho, tomo la mano de la enferma entre las suyas mientras besaba su frente. Las amigas se miraban buscando los recuerdos. La abuela llevó el ritmo de la charla tratando de entusiasmar a Delfina, con las historias y novedades del pueblo. La señora amable que la recibió trajo el servicio de té, animada Delfina, ella misma lo sirvió. La abuela se acomodó a la situación, pero extrañaba el mate que tenía guardado en el bolso. La charla fue bajando la excitación del encuentro, y de a poco surgieron los temas de su real interés, la enfermedad. Su amiga sufría el mal de las grandes urbes, la soledad y el desinterés. De a poco comenzó a refugiarse en la casa, hasta llegar al último escondite, la cama. La anciana preguntó por qué hacia esa vida, la amiga contestó que todo lo había vivido, poseído, viajado, estudiado, las personas cultas e interesantes de su mundo, ya no estaban. Dando un gran suspiro la abuela soltó la risa, tanto reía que brotaron lágrimas de sus ojos, la carcajada hacía eco por la casa queriendo despertar las paredes. Su amiga entre el asombro y el pudor, no sabía que decir. - ¡¡Pero tú estás sana Fina¡¡ sal de esa cama y vamos al jardín, te contaré algo bonito. Mientras la dueña de casa se vestía, salió y habló con Mafalda, la dama de compañía, regresó al cuarto y tomándola del brazo la sacó a la luz del sol. Caminaron por la rosaleda en silencio, de pronto Fina se detuvo en un rosal, acarició la flor, aspiró su aroma -¿Recuerdas esta rosa? es ese gajo que tú me regalaste, mi esposo lo cuidó y siempre me traía su primera flor, al entregármela decía -A los amigos hay que cuidarlos- Se sentaron alrededor de una mesita en donde esperaba el mate y el termo, - ¿ recuerdas Fina aquellos días en que tú cebabas el mate, y yo hacía tus dibujos?- La amiga miraba a la abuela con ternura -Que suerte que has venido...ahora también serás mi abuela, a pesar que tengo "algunos" años mas que tú, nuevamente la risa de la anciana aleteaba el aire como una mariposa -No lo olvides- diciendo esto le alcanzó el primer mate. La temblorosa mano tomó la pequeña calabaza, al sorber cerró los ojos buscando el placer de un hábito olvidado, la abuela la miraba recorrer el largo camino que conducía a sus raíces.

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