LOS SUEGROS
Preparabas la cena, mientras yo esperaba sentado frente a un plato vacío. Normalmente era yo el que cocinaba, pero me había dado un tirón en la espalda y apenas podía moverme. El teléfono sonó en el salón. Saliste para contestar la llamada. Yo traté de vigilar el contenido de la sartén desde donde estaba y viendo que te demorabas y que el humo empezaba a espesarse decidí avisarte.
- Esto se va a quemar.
Regresaste y te hiciste cargo del guiso a la vez que me anunciabas la terrible noticia.
- El sábado cenamos con mis padres, así que no hagas planes.
- No jodas.
- Nos invitan a un restaurante muy caro.
- Preferiría comer mierda en una pocilga.
- Sabes que esa actitud me saca de quicio.
- Sabes que odio salir con tus padres.
- No seas vinagres y pon un poco de tú parte.
- Está bien, pero como tú padre saque el tema de la religión me levanto y me marcho. ¿Queda claro?
- Hablaré con él.
- Y de política, como diga una sola palabra sobre política...
- Te he dicho que hablaré con él.
- ¿Y qué restaurante es?
- No lo han querido decir. Es una sorpresa.
- No sé por qué, pero se me han puesto los pelos como escarpias.
- Sabes que odio...
- (Pisándote la frase)...esa actitud.
- Verás como al final lo terminamos pasando bien.
- ¿Estás de coña? Dime una sola noche divertida que hayamos pasado con ellos. No, te lo pongo más fácil, dime una sola hora agradable con tus padres. Es más, un minuto, un miserable minuto, te reto a que menciones un minuto donde nos hayamos divertido estando con ellos. Dime de un minuto donde no nos hayan martirizado con sus imposiciones, con sus “sabios” consejos, con su puta manía de invadir nuestra intimidad.
- Bueno, ya está bien. Ellos son de otro tiempo, los educaron de forma diferente. No pueden entender que podamos vivir juntos sin estar casados.
- Son unos nazis. No los disculpes.
- No te pases.
- Me quedo corto, son una mezcla entre Hithler, George W. Bush y Torquemada.
- A veces creo que te gusta hacerme sufrir. Que tienes una vena sádica y disfrutas haciéndomela sentir.
- Tonterías.
- Son mis padres y los quiero. Cuando hablas así de ellos me haces daño y lo sabes. Sé que a veces tienen sus cosas, pero tienes que respetarlos, aunque solo sea por mí.
- Es que...
- Son como son y no vamos a cambiarlos ahora. Simplemente te pido que seas paciente con ellos y que si sacan algún tema que no te guste o con el que no estés de acuerdo, simplemente cambia de conversación.
- Lo intentaré.
- Lo prometes.
- Lo prometo, pero nada de religión ni de...
- Política. Ya lo sé.
Silencio.
- ¿Quieres los huevos fritos o en tortilla?
- (Musitando) Nazis.
- ¿Qué?
- Fritos.
® pepe pereza (Amores breves)
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