-Vaya viaje.
No dejas de repetirlo durante la vuelta. Ha sido un fin de semana muy agradable, de descanso, en familia, decidiste que estos días sólo pensarías en nada, nada del estrés de la semana, nada de pensar en el ajetreo de mañana cuando estés de vuelta en la rutina, habéis pasado el finde por ahí, comisteis en bonitos restaurantes, os hospedasteis en una casa rural, hicisteis el amor, llevasteis a los niños a un parque natural, corristeis, jugasteis y ahora volvéis agotados y felices en tu bonito coche, con tu bonita mujer a tu bonita casa.
-Vaya viaje- repites satisfecho durante todo el camino de vuelta a casa.
Paras a echar gasolina. Avisas de que nadie salga del coche, sólo vas al servicio y a comprar unas cervezas frías para tomar al llegar, pides que te llenen el depósito y entras en la tienda, al fondo están los servicios. Caminas tranquilo, vas mirando el contenido de las estanterías, puede que también cojas unas galletas y el periódico, que no lo leíste hoy. Cuando vas por la mitad del pasillo alguien te increpa.
-Oye, oye ¿adónde vas?
Te das la vuelta, ves a la empleada que te mira con cara de pocos amigos.
-¿Cómo dice señorita?
-Que adónde vas, colega, venga, no me toques los huevos y sal de aquí.
En un principio te hace gracia, pero te asalta la duda de si la estarán atracando y quiere llamar así tu atención, o será una broma de cámara oculta, sí, será eso, decides seguir hacia el servicio después de echarle una mirada entre molesta y sonriente.
-Pues al servicio, no te jode, al servicio.
-Oye, ¿es que no me escuchas? no querrás que llame al segurata, ¿no?
-¿Al segurata? Pero bueno, esto que es ¿es una broma? Pues que sepa usted que no tiene gracia, tengo prisa, mi mujer y mis hijos me esperan en el coche.
-Pero ¿qué dices? Venga, venga, que no tengo toda la tarde.
Miras a tu alrededor, te sientes algo mareado, apoyas tu mano en una estantería.
-Oiga, me estoy encontrando mal, deje de molestarme, se lo ruego.
Intentas desabrocharte la bonita corbata que te gusta llevar los domingos, pero no la encuentras, te miras, no sólo no llevas la corbata, sino que tu bonita camisa azul celeste tiene una mancha, una mancha muy grande, enorme, la mancha cubre toda tu ropa en realidad, está hecha jirones, tu mano también está sucia, tienes las uñas largas y negras, tus carísimos zapatos son deportivas rotas, un repentino olor a mierda, pis y sudor rancio te golpea violentamente, sigues mareado, la empleada no deja de increparte, te echa de la tienda y sales a trompicones, no eres capaz de hablar, afuera nadie te espera, a duras penas puedes abrir los ojos, tu casa está cerca, un chamizo debajo de un túnel que atraviesa la autovía, caminas tambaleándote.
-Vaya viaje, tronco, vaya viaje.
Repites todo el camino de vuelta a casa.
2 comentarios:
Gran relato!
hacia mucho tiempo que no estaba con Velpister, el hacedor de rostros y otras historias, como este viaje irreal, o no, de un personaje saturado por la cómoda rutina y que si fuese valiente quizás cumpliría el sueño de ser libre, saludos queridos amigos
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