sábado, 2 de junio de 2012

MI RELATO EN AFTERSUN CON DIBUJOS DE PABLO GALLO

CARA DE ÁNGEL
Se cubrió la cara con los brazos. Dejaba sin protección el resto del cuerpo pero puestos a elegir prefería resguardar su rostro, que era lo que más valoraba. Él era un Adonis, un guaperas tocado por la mano de Dios, y claro, quería seguir siéndolo. Le acababan de romper la nariz y no estaba dispuesto a que le desfiguraran más. De seguido recibió un puñetazo en la boca del estómago que le cortó la respiración, cayó al suelo. Vio llegar una bota, giró el cuello pero no fue suficiente para esquivar el golpe. Lucecitas de colores, sangre y dientes volando fue su siguiente visión. La masa encefálica de su cerebro rebotó dentro de su cabeza. Por un momento el mundo se detuvo y el silencio se hizo en la pista de baile de la discoteca. Muy lentamente, uno de sus colmillos rebotó por las baldosas hasta perderse entre los pies de la muchedumbre que los rodeaba. Se palpó las encías con lengua y notó que le faltaban cuatro piezas de la mandíbula superior. Escupió la sangre que llenaba su boca y tomó una bocanada de aire viciado. Los tres tipos que le estaban zurrando eran gente peligrosa. De hecho, estaba sufriendo en sus carnes lo duros que podían ser. El ruido ambiental regresó al sentir un dolor agudo en los riñones, otro golpe recibido que le devolvía al ritmo desquiciado de la paliza. Los macarras le tenían sometido y rodeado, cada uno de ellos atacaba sin piedad, sincronizando puñetazos y patadas, eligiendo las zonas más vulnerables donde golpear. Eran expertos en el arte de machacar y además disfrutaban haciéndolo. Hizo un intento por levantarse pero una coz en la espalda lo tumbó definitivamente. El más alto y corpulento de los tres atacantes le pisó la cabeza y manteniendo el pie sobre ella, levantó los brazos en señal de victoria. Parte del público aplaudió. Él se sintió como una presa abatida, tirado en el suelo con una bota sobre su mollera. ¿Dónde quedaba su dignidad? ¿Y su cara, qué quedaba de su cara? Fue entonces cuando la oscuridad se filtró en sus ojos y se desmayó…

Salió del trabajo impaciente por disfrutar cuanto antes del fin de semana que tenía por delante. Con los compañeros de curro se tomó unas cervezas en La Lisboa, un bar en el que solían hacer una parada cuando terminaban la jornada laboral. Entre caña y caña la conversación derivó hacia el tema de siempre: Mujeres. Y todos sabían que en eso el experto era él.

- ¿A quién piensas tirarte este fin de semana?
- Tíos, hay una chavalita en Béjar que me tiene loco.
- Ándate con cuidado, a los de Béjar no les gustan que les quiten a sus mozas, y menos si el que se las quita es de Guijuelo.
- Tranqui tronco, el menda sabe lo que se hace.

Y amagó una patada a la media vuelta para dejar claro que sabía defenderse.

Después de unas rondas se despidió de los colegas. Marchó a casa para ducharse y cambiarse de ropa. Iba a estrenar unos zapatos de plataforma con tacón cubano. Los conjuntaría con unos Lois acampanados, bien ajustados para marcar paquete, una camiseta negra con la cara de Richard Roundtree litografiada, que un amigo le trajo de New York, y una cazadora vaquera, también Lois. Sabía que con esos atuendos y su atractivo iba a arrasar en la discoteca. Sí, se lo iba a comer todo.
Llegó a Béjar con su Simca 1000 Special, rojo y con unos relámpagos blancos pintados a lo largo de la carrocería, imitando el famoso coche de la serie de moda: Starsky y Hutch. Aparcó junto a la iglesia. Se apeó del buga y se dirigió directamente a la discoteca. Aún era pronto y la pista de baile estaba casi vacía. Se acercó a la barra del bar y pidió un cubata. Había que meter carburante al cuerpo para luego darlo todo en la pista. Echó una ojeada para hacerse una idea del percal. Abundaba el buen género pero él buscaba a una chica en concreto. La vio apoyada en la balconada de la planta de arriba junto a sus amigas. Cruzó el local y se dirigió a la cabina del pinchadiscos.

- Colega, si pinchas algo de James Brown y te animo la pista.

Sonaron los primeros compases de “Papa´s got a brand new bag”. Era hora de dejarse ver. Saltó a la pista y se abandonó al ritmo de la música. Él no era como los demás, que esperaban a que pusieran los temas lentos para entrarle a una tía, no, él marcaba el territorio con los bailes sueltos. Y por supuesto no se limitaba a los simples: paso-adelante-paso-atrás, que es lo que hacían todos. Él exhibía saltos, giros y piruetas. A la hora de bailar era el mejor. Danzando se sentía negro, y por su estilo cualquiera diría que lo era. A él le gustaba pensar que por sus venas corría la sangre de los negros de Harlem, del Bronx, del propio James Brown, también la de Curtis Mayfield, Roy Ayers, y como no, la de Isaac Hayes. De no ser por lo pálido de su piel se podría asegurar que en sus genes había algo de la madre África. Todos los ojos estaban puestos en él. Las chicas lo deseaban y los tíos le observaban con esa envidia insana que se les tiene a los agraciados. No cabía duda de que sabía moverse. Bailando era el puto amo. Pronto sus encantos penetraron cual saetas en la presa deseada. Ella se lo estaba comiendo con los ojos. Cuando terminó el tema y su exhibición, le hizo una seña para que se reuniera con él en el bar. La invitó a un lugumba, él se pidió otro cubata. Mientras tomaban las bebidas coquetearon el uno con el otro siguiendo los tópicos habituales del ligoteo. Se gustaban y lo dejaban claro en sus gestos y carantoñas. Él quiso pasar a mayores así que se la llevó al servicio de las tías. Se encerraron en uno de los baños y empezaron con los besos y las caricias.
En un momento dado ella entornó los ojos y dijo:

- Tienes cara de ángel.
- Y tú tetas de ángel, culo de ángel, chochito de ángel…

Según hablaba iba acariciando las zonas mencionadas. Al tocarle el coño lo notó mojado. Aquello no era una sorpresa, estaba acostumbrado a que las pibas se derritieran en sus manos. Sin embargo para su ego un coñito húmedo siempre era una victoria. Ella se dispuso para acogerle dentro de su cuerpo. No obstante, él se lo tomó con calma. Le gustaba hacerse desear.

- Tranquila. Antes vamos a colocarnos.

Sacó la papelina. Sin abrirla la puso sobre la loza de la cisterna y la aplastó con el mechero para que la coca estuviera bien machacada y no quedasen grumos. Con la uña larga del dedo meñique recogió un montoncito de polvo y directamente lo esnifó.

- Enrolla un billete.

Mientras ella enrollaba el billete, él se bajó la cremallera de los vaqueros y dejó a la vista la erección de su miembro. Con la uña del meñique recogió otro montoncito de coca y lo fue depositando sobre el largo de su polla.

- Todo tuyo.

Ella se llevó el billete a la nariz y esnifó. Para hacerse con los restos utilizó la lengua. Él se dejó hacer, disfrutando del momento y del subidón. Otra muesca más en su lista de conquistas. Era cojonudo ser guapo y estar bien hecho, lo era por todas las bellas mujeres que se habían rendido a sus encantos. La vida era generosa con él… De pronto la puerta del baño reventó y el pestillo saltó por los aires. Alguien la había abierto de una patada. Ese alguien era El Miliki: un tipo peligroso, delincuente habitual de la zona. Iba acompañado de tres de sus esbirros. Los de la banda del Miliki eran famosos por la violencia que utilizaban para llevar a cabo sus fechorías. Estaba en un buen lío. Ella se subió las bragas y él se guardó la polla dentro del pantalón. ¿Qué coño pasaba? ¿Por qué esos tíos la tomaban con él? La respuesta era muy sencilla: la joven que se estaba tirando era, ni más ni menos, que la hermana de El Miliki. Perra suerte la suya. Rezó para sus adentros por una salida airosa. Lamentablemente sus jaculatorias se fueron por el desagüe y antes de que pudiera alegar algo en su defensa ya le habían roto la nariz de un cabezazo. Se desplomó sobre la taza del wáter semiinconsciente. Al ver la sangre, ella quiso ayudarle, pero su hermano, El Miliki, ordenó a uno de los suyos que se la llevara de allí, y así poder despacharse a gusto con el fulano que le había faltado al respeto. El secuaz obedeció, agarró a la chica del brazo y arrastras la sacó de la discoteca. A él lo sacaron a hostias de los servicios. A empujones lo llevaron hasta la pista de baile para que todo el mundo pudiera ver cómo le partían la jeta. Enseguida se hizo un corrillo alrededor. Ahora los dueños de la pista eran los macarras. Para no defraudar a la concurrencia hicieron gala de sus mejores golpes. Él trataba de protegerse la cara, pese a ello los porrazos le llegaban por todas partes. Su sangre negra goteaba por la pista. Los asistentes a la masacre, hienas en potencia, disfrutaban de la sangría. La aniquilación de lo bello siempre ha sido un aliciente para el público voraz. Todos sentían un morbo especial por ver como un rostro bonito dejaba de serlo a base de golpes y puñetazos. Quizás porque a nadie le gustaba quedar en evidencia ante un forastero agraciado. Tal vez por eso resultaba tan placentero para los asistentes ver cómo le destrozaban el careto. Cada golpe que los macarras le daban era un golpe que ellos mismos asestaban. Las mujeres que antes le habían deseado, despechadas por no haber sido la elegida, ahora se extasiaban al verle sufrir. Y los tipos que en secreto habían querido ser como él, se regodeaban cada vez que uno de los agresores le infligía un castigo. Eran buitres esperando a que los depredadores acabasen con su presa para hacerse con la carroña.
La paliza continuó hasta que le hicieron perder el sentido…
Se despertó en mitad de ninguna parte. Por lo visto llevaba inconsciente muchas horas. El sol estaba alto y calentaba con rabia. Un nubarrón de moscas revoloteaba y se posaba en sus heridas para alimentarse de la sangre seca. Notó un tirón en la espalda. Era una vaca que trataba de comerse su cazadora. Al notar que él reaccionaba, el animal retrocedió y fue a reunirse con las otras reses para seguir con su menú de siempre.
Hizo un intento por incorporarse pero tenía el cuerpo tan dolorido que apenas pudo moverse. Sobre todo le dolían las heridas de la cara. Esos cabrones se habían asegurado de dejársela hecha picadillo. Palpó las lesiones con los dedos tratando de hacerse una idea de los daños. La perspectiva no era buena. Con mucho esfuerzo y dolor consiguió ponerse en pie. Le faltaba el zapato derecho. Lo buscó por los alrededores sin éxito. Estaba en medio de la dehesa y no tenía ni idea de dónde quedaba el pueblo. Necesitaba volver a la civilización para recibir ayuda médica. Cuanto más tiempo pasase sin ella más posibilidades tendría que le quedasen cicatrices. Ojalá hubiese tenido un espejo a mano para verse. Estaba enormemente preocupado porque le hubieran desfigurado para siempre. Si pudiera encontrar una fuente podría verse en el reflejo del agua, y de paso lavarse las heridas. Buscó por si veía alguna. Se conformaba con un pequeño regato o un simple charco, pero no los había. Tendría que esperar. Como no sabía orientarse tampoco se decidía por el camino que debía elegir. Puestos a andar, mejor cuesta abajo que subir por la colina que tenía a sus espaldas. Se encontraba muy débil para esfuerzos extras. Descendió renqueante a través del follaje con la esperanza de que el camino elegido le llevase a un pueblo, cualquier pueblo.


® pepe pereza


4 comentarios:

Vicente Muñoz Álvarez dijo...

cojonudo !!

v

Anna Genovés dijo...

Amigo Pepe,

Tu Travolta es un poco yo versus “man” en los ochenta, cuando llegaba a Barraca o a Distrito 10 y me hacían hueco. Siempre he pensado que por mis venas corrían algunas gotas de “madre África” pero mi piel es tan blanca como la de los lapones.

Ahora eso de ligotear y que me metieran mano… Ná de ná.
Mi padrino –a falta de progenitor- me dijo que me tocaran de cintura para arriba, de cintura para abajo ni pensarlo… Y me pasé los mejores años de mi vida siendo una calientabraguetas, porque a todos los ponía como motos… Pero, a la hora de la verdad les pegaba cada corte que ni Betty Davis en “La Loba”

Y con los aditivos ¡ya te digo! A mis colegas les venía de rechupete: guapa, tonta y con dinero. Nada que iban por la cara a muchos sitios, se vestían con mi ropa y encima, las llevaba en coche. Toda yo inmaculada sin alcohol ni droga en “my body”.

De todas formas me odiaban por aquello de que los mejores se pirraban por mí. Y yo ¡gilipollas! Sin disfrutar de la vida; un poco más y me a extasiarme con mis letras y mi amado de las alturas…


Tampoco me metí en broncas macarrónicas como las tuyas, pero sí las vi… Sobretodo en Spook Factory a las tantas de la madrugada cuando la única que veía era la menda… A lo mejor ahora por eso no me callo, por eso como Panero “mi lengua mata”.

Me lo ha dicho el amigo JL Moreno-Ruíz en uno de sus post: No es poesía. Mucho mejor: es diagnosis. Enhorabuena por no dejarte llevar de lo lírico… Me temo que lo vas a tener difícil en el mundo editorial: eres mujer pero no escribes chuminadas…

Así que, yo me pregunto ¿no hay un poquito de por favor para mí por esos lares de los out sider?
Un beso amigo, me lo pasé de narices leyendo tu cara de ángel… Un retal de mi pasado e imagino que del tuyo. Lo recomiendo en el face.

Ann@ Genovés

pepe pereza dijo...

gracias bro.
abrazo

Anna, te agradezco tus palabras pero has de saber que en esto de la literatura soy un don nadie sin influencia alguna. Hay mucho agitador cultural y revistas digitales que siempre están ávidos de buena literatura, prueba a enviarles algo. Ejemplo: Agitadoras - Groenlandia - Vinalia Trippers - Al otro lado del espejo... La oferta es amplia y variada.
Suerte y un beso

Anna Genovés dijo...

Pepe,

Eres un crack!!!!

Gracias,

Ann@ Genovés