viernes, 23 de julio de 2010

HABLEMOS DE LANGOSTAS de DAVID FOSTER WALLACE


Así empieza HABLEMOS DE LANGOSTAS de DAVID FOSTER WALLACE
GRAN HIJO ROJO
La Academia Americana de Medicina de Urgencias lo confirma: entre una y dos docenas de hombres adultos americanos ingresan todos los años en urgencias después de haberse castrado a sí mismos. Normalmente con utensilios de cocina, y a veces con cortaalambres. A modo de respuesta a la pregunta obvia, los pacientes que sobreviven a menudo explican que sus deseos sexuales se habían convertido para ellos en una fuente de conflicto y ansiedad intolerables. El deseo de un alivio perfecto, unido a la imposibilidad en el mundo real de obtener ese alivio perfecto y de obtenerlo en el momento deseado, les habían producido una tensión que ya no podían soportar. Es a los hombres de más de treinta años con problemas de testosterona cuyos casos se han documentado en los dos últimos años a los que estos enviados especiales desean dedicar el presente artículo. Y a aquellas almas atormentadas que se estén planteando la autocastración en 1998 deseamos decirles: «¡Alto! ¡Quita esa mano! ¡Deja en paz esos utensilios de cocina y/o cortaalambres!». Porque creemos haber encontrado una alternativa. Todas las primaveras, la Academia de las Artes y de las Ciencias Cinematográficas presenta sus premios a los logros más significativos en todos los aspectos del cine comercial. Se trata de los Premios de la Academia. El cine comercial es una de las industrias más importantes de Estados Unidos, igual que los Premios de la Academia. El célebre comercialismo e hipocresía de los Oscar asquea a muchos de los millones y millones y millones de espectadores que sintonizan su emisión en plena hora de máxima audiencia para ver las presentaciones. No es coincidencia que la ceremonia de los Oscar tenga lugar durante la Semana de Sondeos de la televisión. Casi todos la ponemos, a pesar de lo grotesco que resulta ver a una industria felicitándose a sí misma por fingir que todavía es una forma de arte, oír a gente con vestidos de cinco mil dólares invocar pomposos tópicos de sorpresa y humildad escritos por publicistas, etcétera —todo ese rollo cínico posmoderno—, y sin embargo parece que todos la miramos. A todos parece importarnos. Por mucho que duela la hipocresía, por mucho que los ingresos brutos de los estrenos y las estrategias de marketing ya sean más noticia que las películas en sí mismas, por mucho que Cannes y Sundance se hayan convertido en nada más que zonas empresariales. Pero la verdad es que la cosa ya no entraña más diversión genuina que esa. Y lo que es peor, parece haber una enorme conspiración implícita en virtud de la cual todos seguimos fingiendo que la cosa es divertida. Que nos hace gracia que Bob Dole haga un anuncio de Visa y que Gorbachev se haga pasar por cliente entusiasta de Pizza Hut. Que toda la cultura de la fama comercial vaya como loca por hacer dinero y al mismo tiempo se felicite a sí misma por fingir que no va a por el dinero. En el fondo, sin embargo, sabemos que es todo una mierda. Estos enviados especiales les ofrecen humildemente una alternativa. Todos los años por enero, la ciudad menos pretenciosa de América acoge los premios anuales de AVN. AVN son las siglas de Adult Video News, que viene a ser como la revista Variety de la industria americana del porno. Cada número de esta revista gruesa y de precioso diseño cuesta 7,95$, tiene un ochenta por ciento de anuncios y está claramente dirigido a los minoristas de vídeos para adultos. Tiene una tirada de unos cuarenta mil ejemplares.
Aunque son legendarios los turbios caprichos de la contabilidad de la industria del ocio, es universalmente sabido que la industria americana del cine para adultos, con unas ganancias anuales de entre trescientos cincuenta mil y cuatrocientos mil millones de dólares en conceptos de ventas, alquileres, cuotas de cable e ingresos por cabinas de videomasturbación, es una máquina de hacer dinero todavía más grande y eficaz que el cine americano comercial legítimo (cuyos ingresos brutos anuales se suelen estimar entre doscientos y doscientos mil millones de dólares). La industria del cine para adultos americana tiene su centro en el valle de San Fernando, Los Ángeles, justo al otro lado de las montañas de Hollywood.1 A algunos expertos les gusta llamar a la industria del cine para adultos el Gemelo Oscuro de Hollywood, mientras que otros la llaman el Gran Hijo Rojo del cine comercial…

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